Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 22 de agosto de 2024

Satan wants you (2023). Los favoritos del diablo

 


La persecución que  durante una parte de los ochenta sufrieron la música heavy, los juegos de rol, y todo lo que pareciera remotamente divertido, si bien se ha hecho más conocido entre el público a partir de la última temporada de Stranger Things, va mucho más allá  del juicio a la cultura popular alternativa. Y en muchos casos haría que  Q Anon, las teorías negacionistas o nuestro  Bar España  parecieran hipótesis inofensivas en comparación  a muchas acusaciones que surgieron a partir del descubrimiento de las sectas satánicas que operaban  con impunidad  en las ciudades y barrios  residenciales de Estados Unidos. O al menos, eso era lo que algunos medios de comunicación y ciudadanos preocupados aseguraban.  Pero esta caza de brujas moderna no  empezó en el país de Reagan, sino en su vecino del  norte, con la publicación de un escandaloso testimonio en el que  gracias a las técnicas de regresión hipnótica , una mujer recordaba su ordalía a manos de un culto satánico en Victoria.  Este, firmado por Michelle Smith y  Lawrence Pazder, sería desmentido y desprestigiado años después pero también sería el punto de partida para que el equipo de un documental  intentara, recopilando datos e intentando contactar con los implicados, descubrir qué  sucedió realmente y como esta extraña  fabulación afectaría a sus protagonistas, pero también se extendería por todo el continente.


Dirigida por  Sean   Harlor y Steve J. Adams,  Satan Wants  You recorre, a través de los implicados, de profesionales coetáneos y de investigadores actuales, la historia de este best seller  presuntamente verídico y como este afectaría no solo a las vidas de sus  autores y allegados, sino a  la de muchos otros inocentes acusados de los crímenes más improbables.  Desde el trasfondo biográfico de ambos, pasando por su participación en diversos programas de actualidad, y como estos fueron  progresivamente desprestigiados  por policías y profesionales médicos, la historia de Michelle es definida por uno de los entrevistados como La Paciente Cero del pánico satánico.



El documental se centra  principalmente en el caso  identificado  como  comienzo de este fenómeno social, siendo un reportaje sobre  Michelle Remembers y no tanto sobre sus consecuencias. Se hará referencia, de forma somera a  los cientos de testimonios que surgieron a partir de las terapias de regresión,  a acusaciones como las los trabajadores de la guardería McMartin  y a bulos de estructura similar que surgirían décadas después. Y que son comentados   con una expresión de ironía y disgusto , casi un “ya empezamos otra vez” por parte de los testigos de esos años  ochenta que se encuentran de nuevo con las conspiraciones del siglo XXI.

Sin posibilidad de contactar con la principal responsable, habiendo  fallecido el doctor Pazder y  su paciente y posterior esposa, Michelle, negándose a volver a la vida pública,  los realizadores han contado con los testimonios más cercanos a estos: sus hermanas y la anterior familia de  Pazder, quienes irán aportando datos cuyo contenido coincide en ambas versiones: los antecedentes familiares de Michelle, con la presencia de un padre alcohólico y maltratador, son posiblemente un problema más  al trauma de un borto no superado, que la llevarían a buscar ayuda psicológica con la persona menos indicada, un  profesional profundamente influido por sus creencias católicas y decidido a ser famoso. Las discrepancias más evidentes, y que el documental refleja dando voz a ambas partes,  son  las vividas por cada una.  Michelle será descrita como una acosadora, mentalmente inestable, o una persona amable y creativa,  pero demasiado imaginativa y ansiosa por mantener la cercanía con el prorfesional al que ha recurrido en busca de ayuda.  Aunque en todo momento se mantiene este objetivo de dar voz a ambas versiones,  sí que  tiene mayor peso la participación de la familia  Pazder, cuya ex exmujer llevaría a cabo una labor de investigación acerca de las incongruencias entre el supuesto pasado recién descubierto de Michelle y los registros oficiales.



La crónica se completa con la presencia de personas no implicadas directamente:  un agente de policía y un psiquiatra quienes no solo confirman la magnitud de la paranoia social alcanzada sino la falta de profesionalidad, a nivel ético  y terapéutico, de los  responsables. El efecto bola de nieve se  completa también con  la participación de Sarah Marshall, podcaster que dedicaría  un reportaje hace cuatro años al libro  y al fenómeno. La aportación de estos también sirve para reflejar ese cambio en los medios de comunicación a lo largo de este tiempo:  la época de los talk shows sensacionalistas frente al acceso a la información y  labor de investigadores independientes…pero también la mayor facilidad para la creación y transmisión de nuevos  bulos a través de estos mismos medios.



La estructura del documental se compone en su mayor parte de los testimonios de los participantes,  vídeos e imágenes de archivo así cómo alguna secuencia de reconstrucción figurada de situaciones como esas posibles consultas que sirven en realidad  como elemento de transición entre temas. Pero sobre todo, como trasfondo para una de las fuentes de información más importantes   que el equipo pudo conseguir: las cintas de las sesiones originales que darían lugar al material para el libro. En los extractos la voz de Michelle, sollozando al borde de la histeria, sirve para confirmar las conclusiones de una producción que se ha propuesto investigar sobre qué es lo que había detrás de una fabulación que se convirtió en parte del imaginario colectivo. La voz de la paciente, así como  las declaraciones de sus hermanos,  abren la posibilidad de un verdadero trauma, uno ya imposible de tratar perdido entre reconstrucciones fantasiosas y el deseo de contar con la atención de su médico.  Las palabras  grabadas, donde se pregunta  que “cómo puede ser algo parte de su memoria si esto no encaja con el resto”, sirven de cierre a un reportaje que consigue acercarse de forma muy respetuosa,  a todo lo que rodeaba a esa Paciente Cero del diablo.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Me lo apunto. Es un tema que me interesa desde 'Nuestra parte de noche' y del que no he leído/visto demasiado. Es un fenómeno digno de estudio, igual que su expansión. EEUU es una caja de resonancia fantástica, para lo bueno y para lo malo. En Reino Unido también hubo casos, quizás los más locos, los que atribuían estar poseídos a los miembros de IRA, convirtiendo la guerra en Irlanda en una guerra contra el demonio. Da para peli.

Lo que más rabia me da de todo esto es que la verdad ya da igual. No es nada nuevo y no deja de ocurrir todos los días, y da igual ayer que hoy, pero da rabia. En fin, yo por lo que pueda pasar le pondré una vela a Seitan xD.

Renaissance dijo...

Parece que este año en Sitges, las películas que más lo petaron tenían al demonio de su parte, siendo este documental y Late Night with the devil.
Esta me gustó mucho por lo específico, todos conocemos ya el satanic panic hasta la saciedad pero no tanto el punto de partida, que fue algo tan improbable...un poco, salvando las distancias, como ese Bar España, donde no importaba la magnitud de la invención, habría quien iba a creérselo.
No sabía lo de considerar a los miembros del IRA como poseídos pero creo que es la cosa más protestante que he leído en lo que va de semana ¡los dejas un minuto, y volvían a las guerras religiosas!
También da un poco esa sensación de rabia: da igual lo que se haga, la información disponible, y no importa lo absurda que sea la acusación que se mantenga, esta siempre tendrá sus defensores acérrimos.

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