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jueves, 29 de septiembre de 2022

Los perros de Tindalos. Frank Belknap Long. Si sale en el Necronomicon, dispárale

 


Que Lovecraft es uno de los responsables de la cultura popular actual, es indiscutible. Aunque, vista en perspectiva, su aportación a los Mitos de Cthulhu estuviera  muy moldeada por el trabajo posterior de August Derleth, y complementado por  muchos compañeros de pulp que se presentaron al juego inventando sus propias deidades y libros arcanos. Esto último supuso que el trabajo que vendría después de varios de ellos quedara relativamente ensombrecido en comparación a esos primeros cuentos donde, poco a poco, desarrollaban una mitología que continuaría evolucionando las décadas siguientes. Este último ha sido el caso de Frank Belknap Long, que pese a contar con una carrera posterior como escritor en revistas de ciencia ficción bastante amplio lo recordarían en su mayor parte como colaborador de H. P. L., y sobre todo, creador de una de las criaturas más conocidas de la primera época: los perros de Tindalos. Pero también de un  ser que  sería después conocido, no tanto en el mundo de la ficción como en el de los juegos de rol y mesa inspirados en los Mitos.




 Los perros de Tindalos es una colección de cuatro relatos, representativos de su aportación a esta Mitología e inéditos en castellano, salvo el que da título al libro. A los sabuesos metafóricos que acechan  a quienes se atreven a desafiar los límites del tiempo, se le suman las criaturas que se ocultan en un bosque, a la espera de devorar los cerebros de sus víctimas, los  descubridores involuntarios de un extraño ídolo utilizado para la invocación de una criatura prehumana en un pueblo costero, y el despertar de una deidad, descubierta en el interior de Asia, despiadada y  dispuesta a alimentarse de la sangre de sus víctimas.




Los cuentos incluidos en la colección se caracterizan por un estilo muy rápido, y muy propio del pulp: en cada página hay referencias a amenazas, horror es indescriptibles (aunque para no ser descriptibles, asesinan cosa mala), y sobre todo, un tipo de narración basado en el dialogo entre personajes.  Estos hablan y describen lo que está sucediendo en cada momento. De lo que acecha en un bosque, de una dedicad primigenia, o de un viaje astral, el lector lo sabrá a partir de unos protagonistas que no dudan en seguir hablando aunque lo que deberían hacer  es salir corriendo.

Pero uno de los aspectos más importantes de estos relatos es que estos podrían considerarse “más Lovecraft que Lovecraft”. Al menos, según la imagen un poco distorsionada que se dio de su estilo durante los años venideros: lo que se describe en las páginas de Long no se trata tanto de horror cósmico sino de algo ajeno a la humanidad que se puede matar o exorcizar a otro plano, bien por un símbolo  arcano o con un aparato, de esos en los que su descripción científica roza la fantasía. Un tratamiento que acabaría sirviendo de base para el sector del entretenimiento, siendo Arkham Horror su mejor ejemplo práctico, y del que el capítulo final de El horror en las montañas, con Chaugnar Faugn despertando mientras los protagonistas comienzan una persecución en automóvil cargados con un artefacto para eliminarlo, sería el  resumen más acertado del aspecto lúdico de los Mitos de Cthulhu…o algo que podría estar representado mediante miniaturas y fichas en un tablero.


Un elefante se balanceaba...


Los perros de Tindalos, así como Los devoradores del espacio, Oscuro despertar y El horror en las montañas, están muy lejos del terror a un universo incomprensible para el ser humano, del que este es solo una parte anecdótica, que H. P. Lovecraft concibió y desarrolló durante su carrera. También está lejos de las aportaciones que un primerizo Ramsey Campbell escribiría, y muchísimo más de la visión más oscura y digna de un Thomas Ligotti o Caitlin R. Kiernan. Pero es una parte por derecho propio de Los mitos de Cthulhu, una de las originales, y su estilo dinámico y  completamente  pulp hace que sea una lectura divertida, nostálgica /al menos para todos los que nos pasamos más tiempo leyendo cosas de entreguerras del siglo XX, en vez de las entreguerras del siglo XXI), casi un adelanto a las novelas por  encargo escritas como complementos de los juegos de Arkham Files. Como decía Robert E. Howard por esos mismo años:  si sangra, se le puede matar. O en este caso, enviarlo a otra dimensión hasta la próxima partida.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Los perros de Tíndalos es uno de los relatos que más recuerdo de Los Mitos de Cthulhu, el libro de Alianza editado por Llopis. Junto con el de Cthulhu 2000 me parecen una buena forma de acceder a lo que en la cultura pop se considera lovecraftiano, muchas veces algo alejado del propio Lovecraft. También creo que forma parte del encanto de la obra de Lovecraft, capaz de inspirar otras historias, desde el puro pastiche a relecturas posmodernas como los relatos de Ligotti. Lo lovecraftiano, como lo kafkiano, es un concepto que se entiende sin haber leído a Lovecraft. Pocas cosas hay más pop que eso.

Hace unos años compré los dos volúmenes que editó Wildside Press (que tienen un gato negro como logo) sobre Belknap Long: "The Golden Age of Weid Fiction. Frank Belknap Long. Volume One & Two". También tienen varios volúmenes sobre sus relatos de ciencia ficción. Creo recordar que en paperback eran baratillos. Y si los compré fue precisamente por el recuerdo que tenía de Los perros de Tíndalos, que me voló la cabeza en su momento.

De todo lo que he leído derivado de la obra de Lovecraft, quizás hecho un poco de menos alguna selección o antología un poco más canónica centrada en escritoras y escritores contemporáneos. Los "Alas tenebrosas" están bien, pero también son un poco cajón de sastre. De hecho creo que alguno está publicado por Valdemar. Pero vamos, que tampoco me quejo mucho: tenemos videojuegos loveceaftianos, películas lovecraftianas, cómics lovecraftianos, muñecos lovecraftianos, camisetas lovecraftianas... El sueño friqui xD.

Renaissance dijo...

Cthulhu 2000 fue la primera antología lovecraftiana que compré, y también mi primer encuentro con Thomas Ligotti antes de saber que se iba a hacer habitual XD. Después encontré alguna más antigua (el Horror 6 de Bruguera), de la que me sorprendió que en los 60-70 se hicieran también colecciones de esa temática lo veía como algo más moderno.
De Alas tenebrosas hay un volumen publicado por Valdemar que tengo pendiente para leer, aunque más por saber qué criterios tiene Joshi y quizá así entender el por qué de su pique con Laird Barron.
La capacidad de ser adaptado a cualquier contexto es algo que me ha sorprendido siempre de lo que ha legado H. P. L.: lo mismo hay antologías más centradas en los monstruos y lo que fue configurando Derleth, que otros autores lovecraftianos muy alejados de los tentáculos pero que captan perfectamente el horror cósmico. Bueno, y el mundo de los juegos de mesa ya es el colmo de la retroalimentación: de los relatos de Lovecraft a miles de versiones de Arkham Horror, y de ahí, a una colección de libros basados en los juegos.

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