Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 3 de enero de 2019

Lecturas de la semana. Del reportaje al cine. O a la tele

 
 
Cuando se pasa del formato escrito al audiovisual, lo habitual es que este se trate de narrativa. Sea novela, relato o comic, es posible con los medios adecuados, ver en pantalla la saga de George R. R. Martin o la distopía de Margaret Atwood. Un ensayo, en cambio, parece más difícil y es necesario que se lleve a cabo una labor de guión más profunda si lo que se quiere pasar es de un artículo a una historia. Además de que el público lo tendrá más difícil para tener un interés en la lectura del material original. El caso es que,  a menudo este material, con la diferencia de estilo, ofrece también una lectura con muchas más posibilidades de información, trasfondo y material desconocido que el que podría esperarse.
 
Greg Sestero. The Disaster Artist. La película del mismo nombre adaptaba en clave de comedia, el rodaje de la que hoy se considera una de las peores producciones de la historia. Lo de clave de comedia es un decir, porque la situación debía ser hilarante y desesperante a partes iguales. Un rodaje sometido a los caprichos de Tommy Wiseau, un guión que parecía escrito por un alienígena y una producción que pasó de convertirse en un agujero negro monetario a un fenómeno de culto.
Este relata, de forma casi autobiográfica, los años de Sestero como modelo y aspirante a actor, conociendo durante esa época, a un curioso personaje llamado Tommy Wiseau con el que mantendría una amistad un poco incómoda a los ojos de su familia: un chaval de poco más de 19 años, asombrado por la ilusión que muestra por el arte dramático un hombre, de nacionalidad indeterminada cuya edad oscila entre los 45 y los 55 (aunque el jura que tiene 28) y que ante todo, se niega a hablar de sus aparentemente inagotables ingresos financieros.
Wiseau, un tipo que tendría todas las papeletas de ser un personaje siniestro, se convierte en el mejor amigo de un chaval con los mismos sueños de triunfar en Hollywood, y con quien, tras varios fracasos, decide que si los estudios no reconocen su talento, él mismo producirá, guionizará, dirigirá y protagonizará su propia película. A partir de entonces, la carrera personal y profesional de ambos se entrelaza con los detalles sobre los primeros pasos  y el rodaje de su película soñada. Donde no faltan los cambios de actores, los retrasos, las rabietas, y una continua sensación de no saber qué está pasando.
El libro abarca varios años de la historia entre ambos, centrándose no tanto en la carrera de Sestero, que se queda con el papel de narrador en este caso, como en la figura de Wiseau, a quien perfila como alguien un tanto incomprensible y del que es imposible saber donde termina lo real y donde empieza la parte inventada. Con un acento marcadamente europeo, una actitud un tanto alienígena ante la vida, también bastante infantil, y más dinero del que podría manejar cualquiera, este se perfila como alguien definitivamente raro, a veces carente de empatía y otras veces, con una profundidad sorprendente, y que quizá por esa rareza, acaba recordando a la frase del Joker en La broma asesina: si ha de tener un pasado, al menos que sea de elección múltiple.
Al igual que en la película, el carácter cómico del texto no viene tanto de cómo está escrito, sino por lo que cuenta,  aportando una visión más amplia y donde no faltan las luces y sombras: la lectura, a veces, es hilarante, pero muchas veces transmite la sensación de unas jornadas de trabajo pesadillescas. Un buen complemento con la película…la que la adapta, claro. Porque The Room podrá tener su gracia como clips sueltos en youtube y James Franco interpretando a Tommy Wiseau  es todo un espectáculo. Ahora, para aguantar 1 hora y 40 de actuaciones sin sentido, diez de los cuales se corresponden con planos del culo del señor Wiseau, hay que tener mucho estómago.
 
Nacho Carretero. Fariña. Cuando Netflix estrenó su serie sobre narcotraficantes se decía en broma que si querías ver Narcos en Galicia, te ibas a Vilagarcía en lugar de contratar una plataforma de streaming. Parece que tomaron nota, porque unos años después se estrenaba una serie donde se adaptaba la historia del narcotráfico en la costa, el paso de los clanes de contrabandistas de tabaco hacia el tráfico de drogas y los efectos de la Operación Nécora y los juicios posteriores. El libro en que se basaba la serie, un ensayo donde se detallaba la situación, no pudo disfrutar del aumento de ventas que habría supuesto su adaptación al medio audiovisual, ya que estuvo secuestrado al mencionar a distintos políticos y personalidades que aparecían vinculados a nombres que en algún momento habían cumplido condena. Una situación que en otro momento se calificaría digna de Sicilia, pero que sirvió para mover el libro por otros medios y darle a posteriori una mayor publicidad.
De un tema como la historia del narcotráfico y la lucha contra este, sorprende que el estilo sea muy llevadero. El registro periodístico aporta una importante cantidad de información tras otra, reseñando de forma muy exhaustiva los primeros años del contrabando, su vinculación con Portugal y la visión benévola que se mantuvo en Galicia sobre el contrabando de tabaco, visto hasta entonces como una fuente de riqueza hasta su posterior evolución y los efectos que este tendría. En los capítulos se mezcla una panorámica, muy amplia y también muy rápida (quizá porque estos se plantean como divulgación y no como material de estudio) de  esta progresión en el mundo del contrabando, su conversión, su transformación a partir de las políticas comunitarias sobre los géneros estancos y una aproximación a la forma de actuar y el carácter de los distintos narcos. Puede que la parte anterior no parezca el colmo del entretenimiento, pero el libro también está redactado en algunos momentos con mucha sorna y no duda en reflejar la relación entre muchas personalidades políticas con quienes se presentaban hasta entonces como “empresarios”, quienes no dudaban en hacer despliegues de riquezas rozando lo chabacano pero que también eran capaces de hacerse pasar por aldeanos analbabetos en un juicio y arrancar carcajadas durante el proceso. Y que termina, de forma rápida, con una visión muy breve de los años posteriores a la operación que terminaría dando fama al fenómeno que tuvo lugar: los efectos de la droga, los ajustes de cuentas, las luces y sombras de las asociaciones que se enfrentaron a sus propios vecinos y una comarca donde, como dice el autor, es posible encontrarse al patriarca de los charlines leyendo un periódico en un bar.  

2 comentarios:

Kaoru dijo...

¡Hola y feliz año!
Fariña me lo empecé en verano y lo dejé un poquito aparcado al ponerme con otros, pero planeo retomarlo cuanto antes. Me estaba encantando. Me gusta cómo aporta datos y testimonios de forma tan amena y ese tono casi satírico con el que explica algunas de las barrabasadas de los capos. También me gusta mucho cómo contextualiza el narcotráfico en una tradición de contrabando que nació también de la forma más natural.

Renaissance dijo...

¡Feliz año!
Empecé Fariña después de la serie, y también me gustó la manera con la que aporta datos y enfoca el tema del contrabando y posterior evolución al narcotráfico, imposibles de entender si no se ve su evolución y la relación que habían desarrollado con la sociedad entonces. No voy a meterme en lo del secuestro porque, de no ser el haber perjudicado sobremanera al autor y las ventas que podría haber obtenido, resulta bastante cómico XD.

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