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jueves, 15 de febrero de 2018

Street Fighter: la última batalla (1994). Los demás recordarán esta película como el peor estreno de la década. Para mí solo fue un martes



Cuando se empezaron a adaptar videojuegos a la gran pantalla, estas producciones despertaban tanta expectación como producían decepción una vez vistas. Y es que de esa década hay unos cuantos intentos tan extraños como una versión de Supermario Bros convertido en una especie de aventura cyberpunk, y otras más olvidadas como Doble Dragón o Wing Commander. Entonces aún quedaba lejos Uwe Boll, pero lo de ese hombre tenía delito porque hay que esforzarse mucho para que salgan unas películas tan condenamente malas. Las primeras, en cambio, tenían un problema muy distinto: había ganas, intenciones, pero quizá también el querer ir demasiado sobre seguro o el saltarse a la torera las bases de unos argumentos y escenarios que sus fans adoraban y conocían al dedillo.



Street Fighter es un ejemplo de lo que pasa cuando quiere hacerse una adaptación de un videojuego con un argumento muy escaso, cantidad de personajes, y muy pocas ganas de hacer concesiones a lo que lo caracteriza. En los noventa, Street Fighter II contó con muchísima popularidad y empezó a moverse merchandising relacionado con un juego protagonizado por luchadores de todas partes del planeta y con distintos trasfondos que competían por...por darse de leches. Porque que recuerde, no se mencionaba ningún premio en concreto. Pero en ese torneo Ryu era el personaje más popular y Bison el jefe final que tenía en mente, al menos, una organización malvada destinada a dominar el mundo. Una base que para el guión se transformaba en un grupo de personajes dispares con lo mismos nombres que los del videojuego, convertidos aquí en comandos de élite, reporteros o contrabandistas, que intentan detener los planes de Bison, un malvado señor de la guerra que pretende dominar el mundo, crear una raza de supersoldados mediante aún más malvados experimentos y que, para financiar sus actividades, ha secuestrado a varios trabajadores humanitarios por los que exige rescate. Un argumento sencillo, plagado de casi todos los personajes del videojuego con mayor o menor peso que se parece más a una película de acción de los ochenta o de G. I. Joe que al videojueog original. Y que además, desplaza el protagonismo hacia alguien mucho más adecuado para esta trama: Guile, el militar que en el videojuego representaba a Estados Unidos.



La película es un desastre absoluto, tanto a nivel de guión, como de secuencias de acción, e incluso de casting. La mayoría de sus diálogos y situaciones cómicas, por no decir los momentos que deberían ser dramáticos, llegan a producir una vergüenza ajena que no volví a ver hasta el estreno de los capítulos más descacharrantes de Z Nation. Se la puede considerar también una producción basada en un juego de lucha en el que nadie pelea. Y cuando hay escenas de acción, estas son a base de primeros planos y disimulando el desconocimiento de un reparto que parece haber sido escogido de forma totalmente aleatoria: si bien en la versión doblada no se nota, el acento belga de Jean Claude van Damme resultaba bastante improbable para interpretar a un estadounidense de pura cepa. La encargada de poner rostro a Chun Li estaba recién salida del drama El club de la buena estrella, a Kylie Minogue parecieron llamarla en el último minuto y a estas alturas, si había un indio cherokee haciendo de luchador tailandés, ¿qué más daba? Le afeitamos la cabeza, le ponemos un parche y algo de aire le dará...



La realización y los efectos especiales, si resultaban normales, tirando un poco a bajos para la época, hoy hacen mucho más evidentes la presencia de decorados, cartón piedra y unos escenarios, especialmente en la base del villano, donde abunda lo chillón y se nota, con cada pase que (cada vez menos) algunas cadenas de cine deciden darle de cuando en cuando, el atrezzo y lo apresurado del diseño.



En principio, resulta difícil salvar algo de una película que parece un desastre absoluto, o como mucho, de las de echarse unas risas entre amigos y refrescos. Bueno, en realidad es una de esas películas. Pero también tiene algo que la salva un poco de la quema a la hora de recordarla: fue la última aparición de Raúl Juliá, quien estaba gravemente enfermo ya en el rodaje, y que, lejos de resultar un cierre lamentable para la carrera de un actor, esconde un motivo distinto: con las horas contadas, una última actuación suponía un ingreso extra para su familia, en concreto a sus hijos, a quienes les dio la opción de elegir su último papel en el cine. Y en medio de una película mala a rabiar aparece un actor, que presuntamente está interpretando al corpulento jefe final de un videojuego, escuálido y convertido en todo ojos y orejas, pero que a la vez ofrece una alocada versión de villano de opereta, al que le sobra megalomanía por todos los lados y responsable de una de las frases de serie B más recordadas: “para tí, el día que Bison honró a tu aldea con su presencia, fue el más importante de tu vida. Para mí solo fue martes”.

Una decepción entonces, con unas perdidas importantes, y en conjunto, una mala película. Pero por eso, también una divertida quizá por resultar un poco una comedia involuntaria...o quizá, una de las mejores películas malas que se han hecho en mucho tiempo. Y de esto, que aprendan los de Asylum con sus Sharknados.


3 comentarios:

Liliana Fuchs dijo...

Oh dios mío, no había caído en que es Raúl Juliá quien encarna a Bison!! Ni conocía lo que cuentas al final, gracias por compartirlo :).

Yo eché muuuuchas horas al Street Fighter II en las consolas de mis primos y me encantaba el juego. Recuerdo que cada personaje tenía su trasfondo, más o menos currado, y cuando te pasabas el juego en el modo historia había como un pequeño final diferente para cada uno. Chun Li creo que iba a vengar la muerte de su padre...

El caso es que la película ya me pareció horrible cuando era cría, pero bien que me reía con mis primos y mi hermano. Más tarde he vuelto a verla a ratos con amigos, más risas renovadas. Es que es TAN mala pero tan cachonda xD.

Por cierto, que la actriz que interpreta a Chun Li ahora parte la pana en Agents of Shield, a sus años!!

Un abrazo

Unknown dijo...

Recuerdo street Fighter, Wing Commander (que también citas) y Druidas como algo particularmente horroroso. No sé si vistas ahora, alguna de ellas al menos podría proporcionar(me) divertimento involuntariamente jocoso.

Renaissance dijo...

Liliana Fuchs: Aparte de Van Damme, era la cara más conocida de la película, y lo que hay detrás es una historia muy triste, pero bonita. Es un poco lo que hae entrañable a una producción desastrosa.
Yo creo que en la década todos acabamos jugando al Street Fighter, y es que pocas veces un videojuego tuvo tanta proyección..La verdad es que hoy no me veo capaz ni de mover un mando para el Assassins Creed, pero entonces bien que me divertí aporreando teclas...Y qué historias, que personajes a base de tópicos, ese español vestido de torero, porque como todos sabemos, así es como vamos en España de diario XD.
Ah, y es verdad, cuando ví un par de capítulos de Agentes de SHIELD, me sorprendió mucho encontrarme a la actriz en un papel de acción.
José Luis Ambo: Druidas no la recuerdo, pero Wing Commander sí (no el videojuego) y me pareció, más que mala, una película de ciencia ficción norma, pero floja, y que hicieron lo que pudieron con pocos medios. La de Street Fighter, en cambio, es hoy pura comedia involuntaria. Bueno, y a veces un punto de vergüenza ajena.

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