Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 28 de mayo de 2015

Lecturas de la semana. Otra vez para los niños y menos niños.



De vez en cuando, y confieso que últimamente, de forma más habitual, recupero algún libro para niños. En algunos casos es porque los más recientes cuentan con un humor mucho más apto para todos los públicos, y hacen que estos se cuelen entre las lecturas de los adultos. Otras veces, porque se me quedó mucha literatura clásica por el camino, y gran parte de esta tiene más matices cuando se lee desde una perspectiva distinta a los niños. Y en el último caso, porque no me gustan los textos adaptados: a la hora de aprender un idioma, prefiero leer la versión sin traducir de Jim Botón y Lucas el maquinista que una versión reducida a 50 páginas de Tiempo para amar, tiempo para morir.

 


Otfried Preussler. Nuevas aventuras del bandido Saltodemata. Preussler es autor de libros muy conocidos, desde Krabat y el molino del Diablo, hasta el bandido Saltodemata. Si este era simple, su continuación también lo es: el bandido se ha escapado de nuevo, y disfrazado con un traje de policía es capaz de tropelías como comerse el desayuno cocinado por una abuelita, secuestrarla, hasta volver a caer en una trampa tan simple como la que lo encarceló la primera vez. Simple, sí, pero a la vez bonito: la historieta, más pensada para lectores de 9 que de 12 años, está aderezada con personajes y situaciones un poco más fantásticas, o a la vez absurdas: una adivina cuyo perro fue convertido por error en cocodrilo, un bandido con un cinturón lleno de puñales y pistolas de pólvora y un pueblecito de esos en los que es imposible saber en qué época se encuentran, si no es en la de la nostalgia.

 


Precisamente me hizo pensar mucho en lo que pude leer sola una vez fui capaz de juntar dos frases seguidas (y de pillarle el chiste a esas cosas llenas de letras y con pocos dibujos llamados “libros”). Además, las ilustraciones que lo acompañan, y que en muchos casos llegan a ocupar página y media, son preciosas sin contar más que con trazos de tinta y un estilo muy caricaturesco.

Lo cierto es que sí se queda muy pequeño hoy y más como un ejercicio de nostalgia, exceptuando que es el primer libro en alemán que he podido leer, todo un logro junto a la ayuda del señor wordreference y que, precisamente por esa simpleza me ha sido muy útil. Aunque también es toda una curiosidad  descubrir que Saltodemata, Pepe y Jaime son en realidad Hotzenplotz, Kasperl y Seppel.

 


Johanna Spyri. Heidi. Además de ser uno de los libros más populares de Suiza, al personaje de los Alpes lo conocimos muchos gracias a la serie de animación japonesa. La historia de la niña criada junto a su abuelo, su amistad con Clara, la niña inválida, su estancia en Frankfurt y su vuelta a las montañas es, hoy, casi más accesible gracias a los dibujos de Miyazaki que por el propio libro. Es de esos casos donde la adapción ha pulido mucho el material original, porque lo cierto es que el libro no ha envejecido muy bien. El estilo resulta hoy muy meloso, hace que el avance en la lectura resulte bastante complicado, y los personajes han sufrido también el paso del tiempo: la protagonista hoy resulta demasiado perfecta y candorosa, y si esto último aun tenía sentido en el los primeros capítulos (cuando esta tiene cinco años). La mayoría de secundarios resultan imposibles y excesivamente paternalistas con ese carácter tan benefactor y en general, todo conserva, insistiendo en lo de verlo así en la actualidad, un aire demasiado pasteloso que hace que la versión animada sea mucho más fresca y suponga una mejor memoria que el propio libro.

 

En realidad tiene muchos elementos que sí hacen que esta sea un clásico: frente a la narrativa melosa, las descripciones de Spyri de los Alpes y el tema de la nostalgia sí resultan emotivos, y algunos personajes, como Pedro, acaban resultando más humanos y mejor caracterizados que la protagonista y la gran mayoría de secundarios. De todas formas, hoy se queda un poco más lejos de lo que pueden aportar otros libros: La isla del tesoro sigue siendo una novela de aventuras en toda regla. Peter Pan tiene tantas segundas interpretaciones como años de sus lectores. Heidi resulta entrañable, aunque lo que más puede sorprender a un lector adulto es que el personaje tradicionalmente negativo que era la señorita Rottenmeier no es más que alguien que hace su trabajo…Aunque en el libro se menciona expresamente que odia a los gatos. Así, de una manera completamente casual y aleatoria. La señora Spyri ha necesitado muy poco para que un secundario me caiga mal.

 

 

 

lunes, 25 de mayo de 2015

Total Recall (2012). El remake que no hacía falta


El gato ha salido purista

A estas alturas pocas películas de los ochenta deben quedar sin contar con un remake. Mad Max y Poltergeist se estrenaron estas semanas, pero ya hace unos tres años Desafío total llegaba a las pantallas en una versión nueva, con los efectos especiales y los cambios de guión que en un principio, habían sido pensados para atraer a un público al que probablemente, una película de 1990 le debe parecer como mínimo de la prehistoria.
 
 

De entrada, es complicado decidir si una película es un remake, cuando en realidad está basada de forma muy libre, al igual que la anterior, en un relato de Philip K. Dick. En ella una empresa llamada Rekall ofrece la posibilidad de crear recuerdos que su cliente vivirá como si hubieran sido reales. Un buen negocio cuando en el planeta no queda gran cosa tras una guerra bacteriológica: unicamente la Federación Británica y la Colonia Australiana, a la que miles de trabajadores se desplazan diariamente. Quaid, un hombre con un trabajo anodino, acude para hacer realidad su sueño sobre agentes secretos, terroristas y mujeres fatales. El procedimiento es interrumpido cuando se descubre que su memoria ha sido previamente alterada y unos hombres comienzan a perseguirlo. A partir de entonces, todo lo que consideraba real pasará a ser un recuerdo implantado: sus fantasías sobre espías eran recuerdos de su vida como agente de la resistencia en la Colonia. Su mujer y su colega del trabajo solo son agentes encargados de vigilarlos, pero, mientras intenta contactar con la base de la resistencia junto a Melina, una de los rebeldes, Quaid llega a dudar si todo ello es real o solo parte de una fantasía elaborada.

 



A la hora de adaptar de nuevo el relato de Dick, se han quedado con lo principal a muy grandes rasgos: la trama sobre la fabricación de recuerdos y la frontera entre realidad y fantasía, se han conservado de forma bastante fiel al tratarse del centro de la historia. A partir de la cual, podría trasladarse a cualquier escenario, como han hecho en este caso. Porque el escenario original, consistente en un viaje a Marte que el protagonista aspira a realizar, ha sido sustituido por la Tierra, diseñada como un paisaje apocalíptico en el que no existen más que dos zonas habitables. Lo cierto es que el cambio es algo bastante nimio y que en principio, no afecta a la historia. El tema del desplazamiento entre ambas zonas es algo secundario y en lo que más han incidido es en lo relativo a las identidades del protagonista como hilo principal de la historia.

 

En el futuro, todos los robots se parecerán a los Daft Punk

Al menos, lo sería en principio. Porque una cosa es hacer un cambio y otra que ese cambio sea coherente y necesario para el argumento, que en este caso, no lo es. La ambientación la despachan en una introducción de tres minutos donde se ponen a contar un drama bacteriológico y que en el planeta no queda nada de nada menos dos países ¿Hacía falta? Excepto para que todo sea más crepuscular y deprimente, no demasiado, salvo para que los protagonistas tengan que correr un montón, ser perseguidos y al final, ofrecer una secuencia donde aparecen las ciudades vacías de las que hablaban al principio (que, curiosamente, es de las mejores que ofrece la película). Otro tanto para lo concerniente al trasporte entre ambos estados: han dedicado mucho tiempo a hablar de un invento llamado tren gravitacional, a mostrar un poco su funcionamiento…para que los personajes tengan una secuencia final de acción y explosiones en un entorno de riesgo. Todo muy impresionante lo de las piezas desmontándose y la gente cayéndose por las escotillas, pero lo mismo podría haber sido en una máquina de teletrasporte, que en un barco, que en un Interregional de Vía Estrecha.

 


La impresión que da ese cambio de escenario es precisamente la de ofrecer un paquete de acción a un público determinado, y no el de adaptar un guión de una forma adecuada. No es que este sea demasiado brillante: se quedaron con lo principal que ofrecía el relato, y el resto es bastante vago: “presidente malvado”, “agente doble”, “Resistencia”, todo ello se ha planteado de una forma muy genérica, con el primero pretendiendo llevar a cabo un plan de invasión que en realidad resulta un poco pillado por los pelos y que solo sirve para lo que la película va a ofrecer: personajes corriendo para llegar a un sitio concreto mientras se pelean contra los enemigos y encuentran obstáculos. El resto produce la impresión de haber sido añadido para poder justificar todos los efectos especiales de los que se han servido.

 


El reparto es algo más salvable: cuentan con un Brian Cranston en plena forma y fama con Breaking Bad, que se defiende todo lo bien que puede en un papel tan magro como el de antagonista. Y aunque Colin Farrell es un actor un tanto limitado, resulta bastante competente para una cinta de acción…y toda una mejora respecto al Quaid interpretado por Arnold Schwarzenegger en su momento. Hay que reconocerlo: Desafío total de 1990 es muchísimo mejor que esta versión. Pero el actor de Terminator era un ladrillo con músculos (claro que contaban con secundarios como Michael Ironside y Sharon Stone. Y un guión mucho mejor). Otros no salen tan bien parados: la elección de Jessica Biel y Kate Beckinsale como secundarias no ha sido muy acertada. La primera, por ser bastante limitada como actriz, y la segunda, porque practicamente es imposible distinguir a una de otra en muchas secuencias. Quizá era un guiño ingenioso a todo lo de los recuerdos implantados del protagonista, pero entre la misma complexión, pelo, vestuario, y lo acelerado de las secuencias de acción, me resultaba muy difícil saber quien estaba pegando a quien. Y por favor, que alguien invite a comer a Kate Beckinsale. Ha perdido tanto peso que en esta película la pobre mujer era todo pómulos y pelo planchado.

 

Desafío total es de esas películas que plantean si realmente hacían falta. Pese a adaptar de forma distinta el relato original, y haber sido concebida como una cinta de acción, se queda en dos horas de persecuciones justificadas de una forma muy pobre. Y de un despliegue de efectos digitales.

jueves, 21 de mayo de 2015

Dirk Lloyd. A los señores del mal tampoco les gustaba el colegio.



¿Qué sería de muchas historias sin un villano? El Señor del Mal con mayúsculas, con sus ejércitos de orcos, no muertos , su fortaleza y una fijación un tanto monotemática por dominar un país. Desde El señor de los anillos hasta otras novelas de fantasía, pasando por montones de juegos de la misma temática, esta figura se ha convertido en tal estereotipo que ha acabado por pasar a lo paródico. Los lectores y jugadores suelen calificar a este tipo de personajes como “señor oscuro típico”, y textos como el decálogo de lo que no debería hacer un malvado demuestran lo cómicos que resultan hoy estos tópicos. Y son precisamente estos los que Jaime Thomson ha decidido aprovechar para escribir una serie de libros infantiles donde el protagonista precisamente es uno de esos malvados terribles. Pero sin poderes, ni ejércitos, y condenado a tener el inofensivo aspecto de un niño de doce años.

 


Esta comienza con un niño al que la policía encuentra en las afueras de una ciudad inglesa. Perdido y desorientado, este asegura ser el hechicero más poderoso de un mundo diferente, convertido ahora en un niño humano por obra de un mago rival.  Los servicios sociales achacan a algún tipo de estrés postraumático y se apresuran a buscarle un hogar de acogida. En su nueva casa, al Señor Oscuro conocido ahora como Dirk Lloyd no le queda otra que convivir con sus padres de acogida, su hermanastro Chris, ir a clase, y lo que a él le hubiera parecido impensable: hacer amigos. Porque cuando estos son una gótica y un aficionado a los videojuegos de fantasía, sus historias acerca de regresar a su mundo y su pasado como villano se toman con más humor que otra cosa. Al menos, hasta que algunas cosas que suceden en el colegio hacen pensar que las invenciones de Dirk pueden no ser solamente excentricidades.

 


Antes de dedicarse a la narrativa, Jamie Thomson había escrito librojuegos (son como aquella colección de Elige tu propia aventura, pero además tirabas dados para resolver peleas), por lo que conoce perfectamente los clichés de la temática fantástica y de sus personajes. Especialmente los villanos. Estos últimos los explota al máximo en su vertiente cómica: el protagonista dedica todo el libro a hablar como un megalómano, menciona hechizos que parecen directamente sacados de una fase del Warcraft  y en general, cualquier cosa que llevada a cabo por un crío de trece años resulta bastante chocante. Precisamente el libro está planteado como comedia y no tanto como fantasía, consiguiendo en algunos casos momentos bantante buenos a veces de la forma más sencilla: uno de los momentos más divertidos es cuando los servicios sociales confunden “Dark Lord” con “Dirk Lloyd”, encogiéndose de hombros y comentando que el chico debe ser galés.

 


Además de la comedia y el género fantástico, el primer libro sigue contando con algunos de los temas típicos de la literatura para niños: en principio sigue los esfuerzos de su protagonista por regresar a su hogar y retomar su papel de villano, pero a su vez se plantea cómo este se vuelve un personaje más positivo, y especialmente, el papel que tienen sus amigos en este cambio. No hay mucha innovación en este caso, aunque hay que tener en cuenta que en todo momento se ha planteado como una comedia de aventuras muy ligera, y muy pensada para los aficionados a la fantasía.

 


La serie no está planteada de forma independiente, sino que cada tomo termina con un cliffhanger que sirve de base para la siguiente entrega. En el caso del segundo, transcurre en su mayor parte en un escenario fantástico al uso, donde lo estereotipado de este aprovecha muy poco su potencial cómico y donde es más una novela de aventuras. Solo hay determinados casos donde se busca más el humor, como el excesivo uso del encaje blanco y los brillos en el vestuario de los personajes heróicos, o el planteamiento de estos como una pandilla de fanáticos que acaban por recordar bastante a la Inquisición Española del sketch de Monty Python. En conjunto es bastante más irregular, precisamente por tomarse un poco más en serio una serie de estereotipos que fueron pensados en un principio como una parodia, resolviendo algunas situaciones de forma muy simple (o no tanto. El público objetivo son niños de doce años) hasta que optan por regresar a lo que suponía la gracia principal de la historia: su protagonista, atrapado una vez más en la vida de un niño.

 

Exceptuando esa sencillez propia de un libro humorístico pensado para niños, a la serie de Dark Lord le pasa un poco como El diario de Greg: atrae también a otros lectores por lo específico de su humor..Y en el caso de la edición española, porque esa portada convence a cualquiera que haya leído (y no se haya tomado muy en serio) varios cientos de sagas fantásticas.

lunes, 18 de mayo de 2015

Los vengadores: La era de Ultrón. Más a lo grande, más efectos especiales y un poco más serio



He perdido la cuenta de la fases que Marvel ha establecido en su versión cinematográfica. Como mucho, que hubo un antes y un después tras el estreno de Los Vengadores, uno de los proyectos más ambiciosos pero con menos posibilidad de fallo que sacaron adelante. Y que las películas posteriores alteraron el trasfondo de Marvel de forma que este también se hace patente en La era de Ultrón, volviéndose este bastante diferente en cuanto al tono de las producciones a las que nos habían acostumbrado.

 


El mayor aporte ha sido cosa de El soldado de invierno, donde basicamente, SHIELD terminaba patas arriba. Ahora es trabajo de los Vengadores, quienes se han asentado como grupo oficial de superhéroes, acabar con lo que queda de Hydra. Es en una de esas misiones donde se enfrentan el arma que estos estaban desarrollando: humanos mejorados, capaces de competir con los héroes. A estos, conocidos hasta entonces como Los gemelos, solo los mueve la venganza. Pero lo sucedido hace tres años todavía puede tener sus consecuencias en el mundo de los Vengadores: el cetro de Loki puede servir para crear un escudo que proteja al mundo de amenazas alienígenas, diseñando la inteligencia artificial más avanzada que se ha conocido hasta ahora. El programa funciona, y Ultron, su resultado, tiene una idea muy distinta de cómo proteger a la humanidad. O lo que es lo mismo: acabar con ella y empezar de nuevo. Y es que por lo visto a Tony Stark le pasa lo mismo que a los compañeros de Julián en el Ministerio del tiempo: ¡debería haberse visto la primera de Terminator!



El punto a favor de toda la retahíla de películas de superhéroes anteriores es que por fin se ha superado la fase de las historias de origen: los personajes se han establecido, han tenido su desarrollo de forma independiente, y ahora es posible continuar su evolución como grupo. Evolución para la que se aprovechan mucho las elipsis y el lapso de tiempo sucedido entre todas las entregas: la primera secuencia no da descanso, al presentar a los Vengadores en una escena de acción donde se plantea de forma muy efectiva la dinámica del grupo. Hay que reconocer que es una forma muy hábil de aprovechar una secuencia de tiros de las de toda la vida para que el público recuerde cual es el papel de cada uno, y qué detalles han evolucionado. En este caso, lo más interesante, y que aporta mucho a la narración, es la condición de Hulk, el único personaje que no cuenta con su propia película. Y donde el problema principal que arrastraba este como superhéroe tiene aquí más peso y se emplea como elemento dramático.  

 


Junto a este, también tiene más peso los protagonistas un poco menos famosos: Ojo de Halcón pasa a tener un papel más importante que el de la primera entrega, aportándole también un trasfondo. Pero el que ha sido mucho más ampliado es el correspondiente a la Viuda Negra. Su pasado tiene una mayor presencia a la hora de caracterizarla más allá de una espía con traje de vinilo, haciendo que este tome un matiz mucho más oscuro y afectando tanto a este personaje como al de Bruce Banner.

 


Precisamente este tipo de detalles hacen que la película sea bastante menos ligera que su predecesora. Bueno, en realidad casi todo lo de Marvel está muy lejos en cuanto a drama de lo que son la Patrulla X de Brian Singer, centrándose mucho más en el humor y la acción. Pero en esta el giro hacia un estilo más serio se va haciendo evidente. En la primera aparición de los Vengadores primaba la sencillez absoluta y los diálogos ingeniosos. En La era de Ultrón los personajes van adquiriendo cargas, defectos e incluso hay elementos que pueden volverse en contra de estos. El ejemplo más directo sería el de Pietro y Wanda, quienes son introducidos durante la primera mitad como antagonistas de Tony Stark por razones personales. E incluso Ultron, que como villano acaba resultando más inquietante, sádico y menos de opereta de lo que fue Loki. Este fue exagerado y divertido. Su sucesor, en cambio, ha sido pensado para que resulte más amenazador e irredimible.

 


Una de las novedades han sido el cambio de los integrantes del grupo: la última mitad de la película ha servido para que los principales fueran planteando su despedida (bien por terminar su trama o de cara a aparecer en su próxima película) y para introducir a los nuevos. El resultado de esto no ha sido del todo redondo: si bien Wanda y Pietro tuvieron el tiempo necesario para su caracterización, Visión  parece un poco el Deus Ex Machina de la película, un tipo de personaje que no termino de ver como parte de este grupo, y Maquina de Guerra me parece un secundario sin más, algo más simple, y al que habría que trabajar un poco más.

 

A la Era de Ultron hay que reconocerle que funciona y avanza bien hacia los cambios que se avecinan. Por lo visto, este carácter algo menos alegre se debe al arco de la Civil War que le corresponde a la próxima secuela. Y,  el paquete de acción con el que cuenta es bastante completo..o directamente, no da ni un solo momento de descanso entre las secuencias de acción, de humor e incluso las de drama. De ella se puede decir todo lo bueno que se dijo de Los Vengadores en su momento: es puro entretenimiento, pero un entretenimiento redondo y bien narrado.  Y además, añadiéndole el contar con unos personajes y una situación mucho más desarrollada que las que ofrecían las historias de origen anteriores.

 

 

jueves, 14 de mayo de 2015

La brigade chimérique. La guerra de los héroes de folletín




Hay muchos personajes que se acabaron perdiendo entre los años y el papel. Lejos de un Allan Quatermain, de Doc Savage  o John Carter, una gran mayoría en idioma no inglés fueron cayendo en el olvido. Lejos de considerarse clásicos de la literatura de aventuras, estos se caracterizaban por lo dinámico de las situaciones (derivada de lo breve del formato en el que aparecían), y lo que los hacía más atractivos para algunos lectores, eran propensos a verse en situaciones y escenarios un tanto más extraños que los más populares. Un siglo después, con los derechos de muchos de estos ya vencidos, Serge Lehman y Fabrice Colin decidieron aprovechar el camino que  Alan Moore había allanado y un poco y darle una nueva oportunidad a estos personajes. Y a algunos lectores que todavía seguían disfrutando con unas aventuras que hoy parecían haberse quedado anacrónicas.

 

 

La brigada quimérica es el nombre de un grupo de héroes que, como indica su nombre, no existen. Algo extraño en el mundo creado para el cómic, donde lo sobrenatural es algo habitual en la Europa de entreguerras y donde los personajes pulp de la época, como Nictálope o Garou-garou se enfrentan a vampiros, hechiceros y a otros villanos que amenazan Europa. Pero esta brigada tiene su origen en el doctor Jean Séverac, en coma durante toda la I Guerra Mundial, y cuyo subconsciente dio forma a un grupo formado por un soldado, un elemental de tierra, una bestia y un no muerto, quienes durante diez años protegieron a Francia bajo las órdenes de Marie Curie. Diez años más tarde es su hija Irene quien dirige el instituto del Radio en París y quien una vez más, necesita la ayuda de la brigada descubierta por sus padres: En la fortaleza de Metrópolis, el doctor Mabuse proclama la supremacía del superhombre. Y en Rusia, Nosotros y el Gran Hermano han declarado la dictadura del pueblo.

 


Es inevitable comparar la premisa del comic con La liga de los caballeros extraordinarios. Vista desde fuera, parece la versión francesa del comic de Moore, con los héroes de folletín conocidos en el continente y a los que este no hizo referencia. Pero en realidad es lo mismo que decir que El ministerio del tiempo es el Doctor Who español con funcionarios en vez de alienígenas: los parecidos se quedan en la premisa inicial y a partir de ahí, cada uno va por un sitio distinto. La Brigada plantea un escenario distinto, donde a partir del segundo álbum el protagonismo recae sobre unos personajes originales y donde una de las tramas principales recae sobre el propio nacimiento de este grupo, como encarnación de los distintos elementos del imaginario colectivo.

 


La segunda, presentada de una forma muy secundaria, es precisamente la desaparición de los héroes pulp de la década de los treinta: muchos de estos se plantean como caídos en desgracia, como los miembros del instituto de madame Curie, otros hacen una aparición muy breve, como Thomas Carnacki, e incluso algunos parecen descontentos con la figura pública que se les ha otorgado. Esto último es especialmente importante en el caso de Nictálope, quien se queja en todo momento de contar con biógrafos de tercera fila…Porque precisamente la gracia de todos ellos es que conviven con sus autores, o, en este caso, con los escritores que se encargan de narrar sus aventuras. En realidad este detalle es muy anecdótico y solo sirve para proporcionar un trasfondo distinto al que tienen otros comics de temática parecida, pero, lo de ver en una viñeta a Harry Dickson y en otra a su autor Jean Ray me ha tocado la fibra sensible.

 

Aunque cuenta con un buen número de referencias, estas quedan se mantienen dentro de un número razonable. Muchas resultan algo difíciles si no se conocen demasiados folletines de entonces, como Le passe-muraille de Marcel Aymé o Felifax, el hombre tigre de Paul Féval, e incluso una referencia bastante divertida a Superman, donde hacen todo lo posible para que esta sea breve y no reconocible de cara a derechos de autor. Otras son más generales y relacionadas con figuras literarias o artísticas, pero también muy anecdóticas: desde André Breton y Dalí hasta una bastante desconcertante de Marlene Dietrich.

 

El dibujo también se aleja bastante de los estándares de la BD: algo menos detallista y sobre todo, recuerda muchísimo a Mike Mignola. También es mucho más dinámico e incluso recurren a los collages e imágenes reales retocadas cuando aparece una fotografía en alguna viñeta, cosa que en los capítulos más calmados o con más narración es un recurso habitual.

 


Pille la referencia y gane una foto de Sabela y Narnia

Si la mayor ventaja de la historia es desmarcarse del tópico a la hora de diseñar a los protagonistas, y que las referencias se mantengan dentro de un número manejable, es el ritmo de la historia el que tiene sus fallos. Esta tarda bastante en arrancar, y no es hasta el segundo número donde empieza a encaminarse hacia la historia que deberían haber empezado a plantear antes. Dedicar un número entero a plantear escenario y presentar personajes es un poco arriesgado si no se tiene el suficiente gancho, y mucho menos, cuando se depende demasiado de incluir personajes y guiños a la espera de que el lector los reconozca. Incluso algunos de los aportes más llamativos se quedan por el camino, quizá porque la historia se podía desbordar un poco, pero esto provoca la impresión de que quizá deberían haber revisado el guión y eliminar algunos. Por ejemplo, no sirve de mucho que en cada sinopsis de personajes aparezca Falange, el supervillano flamígero falangista (tal cual), cuando tiene un total de dos viñetas. Lo mismo pasa con la trama de un personaje secundario, del que no queda muy claro por qué deciden trasladarlo de un entorno a otro, si no es para justificar nosequé poder que no resulta demasiado claro.

 

Lo cierto es que es una serie a la que hay que darle cancha, o leerla completa para decidir si ha gustado o no. Hace falta un tomo para que esta se ponga en camino y poder disfrutar de ella. Porque lo que sí hay que reconocerle es un final que, además de inesperado, resulta desolador y emotivo, muy acorde con la idea del fin de una época, de una forma de pensar y de un tipo de ficción que se intuía desde las primeras páginas.


De haber tenido este libro en su día, me habría pasado las tardes de domingo siendo Harry Dickson 
 
A modo de curiosidad, para todos aquellos que quisieron ser héroes de folletín, francófono o no, en algún momento, La brigade chimérique dio lugar a un juego de rol derivado. Que, igual que el comic, tampoco está traducido en castellano

Editado: Fernando ha acertado la referencia que aparecía en una de las imágenes de arriba. Ha ganado una foto de Sabela y Narnia


 

lunes, 11 de mayo de 2015

The Lego Movie (2014). Ochenta minutos de anuncio y diez de metafísica


Hay películas donde su intención de vender algo es bastante evidente. A veces el product placement se va de la mano, y una secuencia acaba por convertirse en un anuncio descarado. Otras están pensadas directamente como herramienta publicitaria, aunque con el tiempo las mañas se han pulido y esto se lleva a cabo de una forma más sutil de la que, por ejemplo, dedicaron Space Jam a vender balones Spalding y zapatillas Nike. Y aunque desde aquella aparición de los Looney Tunes pensé que no volvería a filmarse algo de ese tipo, una compañía de juguetes decidió probar suerte en el mundo de la animación.  



A favor de La película de Lego hay que decir que su título no lleva a engaño: es una historia protagonizada exclusivamente con legos. Algo que ya habían hecho con los mediometrajes de Star Wars realizados con estos bloques de construcción pero que en este caso, optan por un argumento propio donde se mezclan un poco de varios géneros. Desde la fantasía, a la ciencia ficción, al lejano oeste hasta…los giros inesperados. Todo esto gracias a Emmet, un muñequito integrante de un set de construcción que descubre un artefacto que podría cambiar el destino de toda la ciudad Lego. Este y su portador son los únicos que pueden acabar con los planes del presidente Business, quien pretende congelar el mundo gracias a un arma secreta. Pero para ello tendrán que escapar de su ejército de robots y encontrar al resto de constructores para..hm, todavía no lo tengo muy claro. Supongo que una película de animación donde los personajes no vayan de un lado a otro sería muy aburrida.
 
 
 



Precisamente la intención de evitar el aburrimiento es lo que lleva a un montaje muy acelerado. Y donde aprovechan al máximo la animación representada mediante piezas: esquirlas, arenas, gotas de agua, todas y cada una son las piezas de plástico propias del juego. Igual que los personajes, que no son otros que los muñecos diseñados tal cual. Incluso al animarlos hacen que estos tengan una forma de moverse un poco estática y casi a saltos, que a ratos hace gracia pero a los diez minutos agota si no se es un fanático de los legos. Además, los cambios de animación resultan un poco erráticos, pasando de secuencias típicas de ordenador a otras que parecen más artesanas, cosa que tiene su explicación a medida que avanza la historia pero que, entre tanto, resulta bastante chocante.

 


El propio argumento tampoco ha sido muy brillante. Este es una mezcla de tópicos, como todo lo relativo a los elegidos, creer en uno mismo y, bueno, cualquier cosa típica de la animación para todos los públicos, junto a una falta de personajes bastante evidentes. No por número, que salen bastantes, sino porque estos no tienen nada en especial. El protagonista es soso porque lo pide el guión, sale una chica porque hay que meter trama romántica, un mago sabio porque hay que meter macguffin y un alivio cómico..y practicamente todos los personajes de los que Lego tiene licencia. Porque además del oeste, el barco pirata y la ciudad, también salen gran parte de los superhéroes de DC, Lego Star Wars e incluso Batman es uno de los secundarios, todos ellos planteados de una manera que pretenden ser humor referencial pero que a mí me parecía un poco una revisión del catálogo.

 


Esa misma sensación de ser una revisión producen los cambios de escenario: durante la primera mitad los personajes pasan de una ciudad al oeste y hasta un barco pirata, hasta que la trama que se había planteado en un principio se vuelve a poner en marcha e intenta ser de nuevo una película de aventuras….hasta que un giro de guión intenta darle profundidad a este cambiando por completo el registro y de paso, al mundo real, donde Will Ferrell hace una aparición en persona y no solo doblando al villano, y donde se marcan una secuencia rarísima donde el término “Deus ex Machina” se vuelve bastante literal. Aunque la forma de ir presentando los indicios fue bastante ingeniosa, incluyendo en los escenarios objetos cotidianos como clips, lápices o un bote de pegamento, el desarrollo estereotipado y un tanto a saltos del guión hace que esta resulte muy extraña, como si fuera un truco de última hora para querer darle más matices, o en el peor de los casos, para recordar que los bloques de lego son un juego para toda la familia.

 


No tengo muy claro que pensar de la película de Lego: de entrada, oscila entre el montaje acelerado de un anuncio y algún que otro chiste ocasional con mayor o menor gracia. Por otro, esta cuenta con una mayoría de buenas críticas e incluso con una puntuación alta en Rotten tomatoes, donde suelen ser muy estrictos a la hora de puntuar. Pero en todo caso, no he conseguido pillarle el punto en ningún momento. Y que la idea en su conjunto podría haber sido buena, pero la forma de llevarla a cabo no terminó de convencerme.

 

jueves, 7 de mayo de 2015

Lecturas de la semana. El humor es algo relativo


¡Payacho!
 
Ha pasado un mes largo desde que escribí algo sobre libros. Una de las razones es el haber dedicado bastante más tiempo a leer comics, y la otra, el haberme atrancado en un libro con el que me costaba muchísimo avanzar. Al menos, me ha servido para que esta entrada tenga algo en común: las dos novelas son de género humorístico, pero una no podía ser más opuesta a la otra en su estilo..Y precisamente fue una de ellas las que me dio bastante trabajo para terminarla.
 

Robert Rankin. The Brentford Triangle. A Rankin nunca lo han llegado a publicar en España, pese a tener bastantes elementos en común con Terry Pratchett. Ambos recurren a mezclar el humor, a veces sarcástico,  a veces absurdo, con el género fantástico. Y los dos tienen un escenario recurrente donde transcurren sus respectivas sagas. En el caso de Rankin, se trata de Brentford, un pueblecito inglés con todos sus personajes típicos (desde cartero, barman, borrachines e intelectual) donde lo que pasa es mucho menos habitual. Porque Brentford es uno de esos lugares capaces de atraer todo tipo de fenómenos extraños y donde, en el fondo, sus habitantes también se los buscan un poco por la mano. En este caso, una flota alienígena se acerca a la tierra, guiada por la máquina recreativa que, para desgracia del barman, ha sido instalada en el pub local. Los habituales en realidad están más pendientes del campeonato de dardos anual, o de encontrar una forma de teletransportar la Gran Pirámide al estadio de fútbol y asegurarse una atracción turística (¿no quedamos en que el pueblo era muy raro?), por lo que los únicos que pueden detener la llegada de los invasores son Pooley y O´Mally, los dos borrachos locales y protagonistas habituales de esta serie.
 
Además del referente más directo a Pratchett, otra forma de definirlos sería encontrarles cierto parecido con Historias corrientes, por aquello de plantear un escenario normal donde puede pasar de todo y cuanto más sobrenatural y marciano, mejor. En realidad la similitud termina ahí, porque el estilo de Rankin es completamente diferente. De entrada, los primeros libros se publicaron a principios de los ochenta, con lo que determinados personajes y situaciones, como un punk o una maquinita de ocho bits, suena baste lejana (o no, con esto de la nostalgia de la década). Estos también son bastante localistas, centrándose exclusivamente en escenarios y tópicos puramente ingleses, donde todos se expresan con una dignidad bastante teatral que precisamente busca resaltar el carácter ridículo de estos. Y, además de buscar en todo momento las características y situaciones más absurdas posibles, destaca la mala baba que el autor tiene con sus propios personajes. A los que trata con muy poca simpatía tanto en cuestión de desventuras, como a la hora de caracterizarlos y referirse a ellos. Lo cierto es que en el último tomo de la serie esto se suaviza mucho y termina con una visión mucho más amable a modo de cierre. En general, estos primeros libros podrían considerarse más desconcertantes que cómicos, funcionando más bien por el tipo de situaciones que por buscar un humor más directo. A veces funciona, especialmente por el componente fantástico, y otros, resulta bastante cansado debido a la manía de Rankin por explotar la versión más pedante de los diálogos como fuente de comicidad. En este sentido hace que salgan perdiendo si se los compara con Pratchett: me divierten, y sigo con la serie. Pero su lectura la espacio mucho porque esa forma de llevar los diálogos me agota bastante.
 

Compton Mckenzie. Whisky Galore. Whisky a gogo es mucho más popular por su versión en el cine..que por cierto no he visto. Pero en realidad está basada en un libro escrito en la misma época en la que transcurre la novela: en plena II Guerra Mundial, una pequeña isla escocesa lleva como puede el racionamiento de whisky. Hasta que un barco cargado de alcohol naufraga frente a las costas. Sus habitantes se darán prisa en esconder el cargamento con el que se aseguran la provisión de bebercio durante la contienda y con el que gracias a un par de tragos, alguno de ellos hallará el valor suficiente para poder declararse a la mujer que ama.
Por un lado, me he quedado con ganas de ver la película que adapta la novela. Por otro, esto parece raro porque me costó dios y ayuda terminar el libro. El escenario, tan costumbrista y lleno de elementos temporales muy específicos, se me ha hecho muy cuesta arriba. Este se mantiene exclusivamente en el choque de culturas entre la población protestante y católica, los diálogos entre matrimonios y el choque de la población contra los visitantes que representan al gobierno.
La impresión que me produjo el desfile de personajes, referencias y diálogos fue precisamente que se me habría hecho mucho más llevadero en pantalla, con no más de 80 minutos y contando con la escenografía y expresión corporal de los actores. Porque en papel, y tras varias páginas sobre beatas criticando con sorna a las chicas de la isla vecina por fumar y llevar pintalabios, llegué a la conclusión de que me costaba mucho avanzar entre tanta narrativa costumbrista. Y lo de hacerme reír, todavía menos.

lunes, 4 de mayo de 2015

The Giver (2014). La vida en sepia




Hoy no es muy raro que el cine recurra a la literatura juvenil para adaptar guiones. Especialmente, cuando se trata de series más o menos largas, con elementos de ciencia ficción, o directamente, metidas de lleno en el género fantástico. O, siendo malpensados, esto sirve para poder marcarse una franquicia que dure más de tres años y donde  puedan justificarse todos los efectos especiales posibles…cosa, que guste o no, sea buena película o no, es un elemento común a todos los blockbusters de los últimos diez años. Por eso es chocante que una de las versiones más recientes fuera de un libro de los años noventa, que aunque sí tiene un carácter fantástico y es muy apreciado entre los lectores, se aleje mucho por sus características del material que se ha visto recientemente.

 

The Giver lo conocí en un principio por el libro que loinspira, en una de esas ediciones que recurren a utilizar el cartel de la película como portada para atraer posibles lectores, y no hay grandes variaciones respecto al material original: Jonas es uno de los niños que viven en la Comunidad, un lugar apacible donde no existe el crimen, la mentira ni el dolor, y donde cada uno tiene la certeza de encontrar su lugar de acuerdo a sus características. Cada año, los jóvenes empiezan su aprendizaje en cada oficio que la Comunidad puede necesitar: cuidadores de los ancianos, jardineros o maestros. Pero Jonas recibe la tarea más especial: él será el nuevo Receptor de las memorias, el encargado de almacenar todos los recuerdos de la humanidad a los que los gobernantes pueden recurrir en caso de dudas. Su mentor, el Dador de recuerdos, no solo le transmitirá todo aquello que ha desaparecido del mundo, sino los conocimientos que él ha adquirido con ellos. Con estos, Jonas conoce tanto las cosas hermosas como los horrores que han desaparecido, pero también descubre que su Comunidad y la forma de mantener el equilibrio a lo largo de los años, esconde los mismos errores que se cometieron en el pasado.




 

El texto original trabajaba con un detalle muy específico y difícil de adaptar al cine: la idea de igualdad que mencionan varias veces, y que se va haciendo patente al implicar que los personajes no conocen determinados conceptos. En el caso de los relativos al clima, como la nieve, no era difícil adaptarlos, pero en otras situaciones, como el descubrimiento de los colores por parte del protagonista, planteaba más problemas. La forma de afrontarlo ha sido la mejor que se les pudo ocurrir: la película está rodada en su mayor parte en sepia. No en blanco y negro, sino en un sepia de un color tan neutro que a veces el espectador no se fija en la ausencia del resto de colores, sino que  a los pocos minutos acaba acostumbrandose a la paleta que se utiliza en pantalla…hasta que los primeros empiezan a aparecer según el protagonista evoluciona. De este modo, en una habitación  o un parque destacan a primera vista el rojo de unas manzanas o del pelo de uno de los personajes. Es precisamente el tema de los colores con el que juegan durante casi todo el metraje: estos pueden aparecer, irse adueñando de todas las escenas en determinados momentos, para, de golpe, volver al sepia con el que se abría la película.

 


Otro punto a favor para esto es el haber aprovechado muchos detalles menores para caracterizar el mundo de The Giver: la Comunidad de la que se habla en el libro, como un lugar aislado, aparece aquí como un espacio verdaderamente al margen de la geografía, o, las menciones a la homogeneización del clima, y de cualquier situación, se hacen patentes con escenas muy secundarias, pero que son todo un guiño para los que conocieran el material: un grupo de operarios que montan un arbol por piezas en un parque, o que el padre de Jonas explique que un elefante de peluche representa un animal fantástico llamado hipopótamo, representa muy bien la idea del desconocimiento y cierta inocencia impuesta a los personajes. Bueno, y en mi caso, que implique que estos viven en el peor escenario posible: ¡¡Un mundo sin gatos!! Esto ya no es ciencia ficción, es terror puro y duro..

 


En cambio, no han tenido tanta suerte con otro de los elementos principales de la trama: la mayor parte de las secuencias relativas a las memorias son imágenes de archivo, donde lo mismo salen los tanques de Tiananmen que otras de reportajes genéricos. Solo las que se grabaron específicamente para la película funcionan mejor, donde el Receptor se ve como protagonista de sus recuerdos, bien como soldado en una guerra, como cazador o incluso como invitado en una boda. Por desgracia estas son muy escasas y para la mayoría recurren al batiburrillo de secuencias de archivo acompañadas por la voz en off de Jonas, lo que hace que resulte todo un tanto cutre, o como si fuera una producción pensada para exhibir en un colegio y no una película mejor rematada.

 


La adapción es fiel, muy bien planteada, hace pensar y es igual de emotiva que el libro de Lois Lowry. Pero las modificaciones que incluyen parecen pensadas para que esta se quede dentro de la corriente de películas juveniles de los últimos años: rango de edad, interés romántico y obligatoriedad de las escenas de acción. A todos los personajes les aumentan unos cuatro o cinco años, pasando de los doce a los dieciséis con una intención bastante clara, que es la de incluir una subtrama romántica. Y las escenas y dudas que Jonas debería vivir con su familia pasan a ser con Fiona, la chica de la que se ha enamorado y a la que salva en último momento. Esto también hace que el reparto adulto no tenga mucho tiempo de ser apreciado, excepto los principales: Meryl Streep como Gobernadora y Jeff Bridges como Dador. Que frente a la interpretación de la primera, no ha terminado de convencerme, porque parece más un tipo duro de película que alguien atormentado por sus conocimientos. Y aunque muy secundario, el trabajo de Alexander Skarsgård es el más sobresaliente. Mucho más espigado que en True Blood, y que aquí mantiene todo momento una sonrisa embobada y una actitud amable, que a medida que avanza la película se vuelve inquietante.

 


Drones porque sí

El segundo cambio, y probablemente el peor, es el de Ash, su amigo de la infancia. El pasar de ser profesor a piloto de drones, solo sirve en realidad para incluir una secuencia final de persecuciones . En realidad no aporta gran cosa excepto los disparos y montaje acelerado de rigor…porque por lo visto, que el protagonista tenga que atravesar un desierto a contrarreloj no era lo suficientemente dramático.

Comparado con esto último, hasta los elementos románticos resultan mejor integrados, y más fáciles de aceptar como parte de los cambios incluidos. Pero son precisamente esos diez o quince minutos de efectos digitales y de conflicto innecesario los que le restan carácter a una película que de otro modo, habría funcionado perfectamente sin tener que adaptarse al ese modelo de cine basado en libros para jóvenes que parece haberse establecido últimamente.

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