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lunes, 20 de abril de 2015

Daybreakers (2009). Los vampiros frente a la escasez de alimentos


Los vampiros han resultado ser unas criaturas fantásticas bastante versátiles. Lejos de quedarse en el arquetipo de monstruo aislado, o en el de figura romática, han evolucionado para convertirse, en muchos casos, en unos antagonistas con más recursos y con más amplitud de miras que el típico no muerto en su castillo. Muchas obras de ficción lo plantean de una forma similar a la de los muertos vivientes, como una plaga de seres irracionales capaz de acabar con la humanidad. Otras prefieren recurrir a su base como seres inteligentes y presentar una situación distinta: ¿qué pasaría si los vampiros pudieran dominar a la especie humana? Son inmortales, con pocas debilidades, capaces de organizarse en sociedad y al igual que los banqueros y los políticos, son predadores naturales de las personas. Aunque quizá esta última comparación haya resultado un poco ofensiva. Para los vampiros, claro.

 


En Daybreakers los no muertos no son una epidemia, sino la cura: a las enfermedades, a la vejez y la muerte. Después de diez años, la humanidad se ha transformado, voluntariamente o no, y se han adaptado para que las estructuras sociales se adapten a sus características. Especialmente, a su debilidad hacia la luz del sol. Los humanos han desaparecido prácticamente, quedando reducidos a fuente de alimentos. Una fuente que desaparece progresivamente y a la que es necesario afrontar con restricciones. La solución más viable parece ser encontrar un sustituto viable para la sangre, salvo para Edward Dalton, un científico que cree que la única solución posible es el recuperar su estado humano. Con cientos de vampiros convirtiéndose en seres monstruosos a causa de la falta de alimento, la única esperanza para sus investigaciones es un grupo de supervivientes. De entre los cuales, uno asegura haber sido un vampiro capaz de recuperar su humanidad.


Esta no es una película que dedique mucho tiempo a aportar solidez a su premisa. Solo se hace referencia, con un par de escenas fijas de recortes de diarios, al momento en el que se situa la historia: unos diez años después de que, por algún motivo, todos se convirtieran en vampiro. Esto no supone ningún fallo, porque, al igual que Snowpiercer y otras, lo importante es el narrar una situación determinada, no el como se ha llegado hasta ahí. Además, la forma de establecer las premisas básicas de este escenario, son bastante concisas: en este caso, volver a recurrir a voces de noticiarios donde explican la situación actual, y secuencias donde se muestra a grandes rasgos, cómo funciona todo. Lo cierto es que es bastante efectivo a la hora de hacerse una idea de cómo va a funcionar y para no explayarse, porque lo importante es lo que van a hacer los personajes a partir de ahora y no lo que suceda en este momento.

 


También recurren mucho a la estética como parte del interés de la historia. Planteada como un futuro cercano, evita que aparezcan demasiados elementos tecnológicos, excepto aquellos que sí tienen su papel lógico en la historia. Como por ejemplo, todo lo relacionado con sistemas de navegación por vídeo que sirven para que un vampiro pueda conducir a pleno día sin quedar hecho un churrasco. El resto tiene una presencia nula, lo que además de servir para evitar que la producción se desfase demasiado rápido, le da mayor coherencia al tipo de ambientación con el que trabajan. Esta es una estética muy retrofuturista, que en algún momento puede recordar a Blade Runner pero que en la mayor parte de los casos es muy deudora de los vestuarios del cine noir de los años cuarenta y cincuenta. O más bien, de cómo se lo reinterpreta hoy. El color de los escenarios también muy cercano a este tipo de estética, manteniendo en todo momento unos tonos azules muy metálicos y fríos, que contrastan muchísimo con los escenarios exteriores. Estos, lejos de presentar la luz solar con una tonalidad natural, recurren a una intensidad bastante fuerte y a escenarios desérticos donde se mantienen en todo momento los colores rojizos. Algo bastante adecuado para recordar que el segundo mayor problema al que se enfrentan los personajes es el arder a causa de la luz del sol.

 


El reparto incluye caras muy conocidas: casi todos ellos han tenido carrera en el cine con algún que otro éxito y períodos de popularidad, especialmente en los noventa. Y que, actualmente, pese a seguir trabajando, suenan mucho menos pero son valores seguros a la hora de darle solidez al casting: Ethan Hawke en el papel protagonista junto a Willem Dafoe (que ya había sido el Conde Orlock en La sombra del vampiro). Este último ofrece una interpretación un tanto extraña, de esas que se marca de vez en cuando, caracterizando a su personaje de una forma bastante estrafalaria. Que no es que sea especialmente necesario para la historia, pero al menos le da variedad. Y Sam Neill como antagonista, con una interpretación bastante neutra que, a falta de decir otra cosa, también es adecuada al tipo de personaje que lleva.

 
 
Pagando la hipoteca


Aunque la idea para disfrutar la película sea olvidarse de pretender que un mundo de vampiros sea coherente, o que tenga que ir explicado al dedillo, hay una cosa que es imposible poder pasar. Lo del mundo de vampiros pasa, que para eso es la gracia de la película. La parte de la trama donde encuentran la cura, también, por aquello de que se está viendo un guión sobre personajes y una aventura, no sobre una explicación concreta. Pero el desenlace, y todo lo relativo a la administración de esta cura, son el mayor Deus Ex Machina que he visto en mucho tiempo. Una cosa es contar con una premisa completamente fantástica y un metraje muy limitado para los estándares actuales. Otra muy distinta es que se saquen una solución de la manga diez minutos antes del final y que directamente, no sepan qué hacer con ella excepto que se mueran en pantalla un montón de secundarios para salvar a los protagonistas y que vengan pronto los créditos.

 

Teniendo en cuenta que es un fallo muy al final de la película, que esta mantiene muy buen ritmo e interés en todo momento, y sobre todo, que este no afecta al desenlace más allá de esa impresión de ser una ocurrencia de última hora, este se queda en un detalle menor para una producción que en conjunto, se puede considerar como una película menor. De esas que pueden verse en los cines entre blockbuster y blockbuster, y que con muchos menos recursos, cuenta una historia de una forma bastante simple, pero también con originalidad.

 

3 comentarios:

satrian dijo...

Tiene un comienzo interesante y cuidado, pero como comentas al final no saben que hacer con la trama que han creado, y no saben cerrar con una buena conclusión, pierde todo lo que había ganado con su premisa inicial. Me gustó más la siguiente película de estos directores con Ethan Hawke, Predestination.

Renaissance dijo...

Es cierto que la primera parte es muy entretenida, y en principio, no tengo queja de como solucionan el tema de la cura para el vampirismo. Pero el resto es bastante aprisa y corriendo.
No conocía la siguiente de los directores, casi me la apunto porque en general me gustó bastante.

satrian dijo...

Es una pena que no aprovecharan la primera parte para hacer un mejor desenlace pero se les notaba que tenían buena mano para montar y relatar ciertas partes de la película, la segunda es mucho más madura, más pensada, e interesante hasta su final, recomendable Predestination, espero que te guste.

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