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lunes, 21 de abril de 2014

Snowpiercer (2013). El sector ferroviario en la era glacial


Durante el 2013 gran parte de las películas de ciencia ficción que se estrenaron tenían un componente bastante apocalíptico: a las noticias sobre Elysium y Oblivion las siguieron su proyección en los cines, pero una de estas se hizo esperar hasta el año siguiente. Al menos, en Occidente. Porque Snowpiercer no solo cuenta con el argumento más original de todas ellas, sino que se trata de una producción coreana basada en un comic francés. Que en cuanto pueda, lo leeré, aunque dicen que la adapción es bastante libre.



Snowpiercer comienza diecisiete años después del fin del mundo. La expansión de un químico que acabaría con el calentamiento global provocó una nueva era glacial y la extinción de los seres vivos (y esto implica el peor escenario posible: un planeta sin gatos). Los únicos supervivientes han sido los pasajeros de un gigantesco tren, capaz de autoabastecerse y que da la vuelta al mundo año tras año sin detenerse. Todo tren de largo recorrido cuenta con vagones de primera y tercera clase, y en este caso, las diferencias entre los pasajeros de primera y los de cola se han ampliado hasta extremos imposibles.  Y los de este último se han hartado de ser tratados como prisioneros, de alimentarse con sobras y ser diezmados cada vez que intentan rebelarse.  Pero los fracasos de la última década no impiden que una vez más, los pasajeros más desfavorecidos intenten  alcanzar los vagones principales y pedir cuentas al responsable del tren, del que se dice que habita en la maquinaria principal.



Además de estar basada en uno, tanto la premisa como los personajes de la película son completamente de comic. Si el ver a la humanidad reducida a viajar en tren por siempre jamás resulta absurdo, también los son los personajes que pueblan cada vagón. Tanto su actitud como costumbres resultan a menudo exageradas e imposibles, pero que por esto encajan bien en su planteamiento. Gran parte de lo que sucede también es igual de inesperado y pensado para salvar el guión a un ritmo rápido: si los protagonistas necesitan saber qué hay detrás de cada puerta, solo hace falta que un personaje sea clarividente ¿Qué parece un poco pillado por los pelos? Pues también lo es eso de meter a la humanidad en un tren a dar vueltas…


Nightmare Fuel

La estética, a menudo que avanzan los protagonistas a través del tren, se va acercando a la fantasía más oscura y surrealista: secuencias donde un vagón lleno de destripadores de pescado que dan lugar a otro donde se ha instalado un acuario, resultan completamente oníricas….y cuando llegan a un vagón parvulario, es entrar directamente en el terreno de las pesadillas.  Todo esto no sería posible sin el esfuerzo que invirtieron en detallar cada uno de los vagones. Se nota que el concept art ha sido una parte importante y que no se ha desaprovechado. Y aunque la acción principal sea en un interior, hay unas cuantas tomas del tren circulando por paisajes helados y rompiendo bloques de hielo, de donde deriva su nombre. Estos escenarios, donde las ciudades aparecen cubiertas de una nieve blanca sorprendentemente luminosa, contrastan con la oscuridad de los vagones de cola y con la extrañeza de los siguientes que va mostrando el tren.

El reparto cuenta con Chris Evans, que se ha hecho famoso por interpretar al Capitán América y lo cierto es que me ha parecido mucho menos blandito que en otros papeles. El chico se va defendiendo bien, y eso que sigue teniendo una cara un tanto panera, por mucho que en la caracterización le calzaran una barba de cuatro días. Pero con secundarios como los que lo rodean, es fácil olvidarse del protagonista para encontrar caras conocidas: John Hurt hace de mentor de los rebeldes, Jamie Bell tiene un papel relativamente breve, limitándose a correr mucho y pegar golpes, aun siendo de esos actores reconocibles. Y si sorprende ver a Ed Harris, además de bastante mayor,  en un papel que recuerda un poco a El show de Truman, mucho más lo es el de Tilda Swinton. Esta mujer suele ser muy camaleónica, pero en este caso se sale, con un personaje y caracterización completamente grotesco, estrafalario, y que a veces me recuerda un poco, solo un poco, a Margaret Tatcher. Aún así, esta es una de las partes que más falla porque el protagonista se queda un pelín esbozado, y los mejores son los secundarios que lo rodean. Pero era algo de esperar, al tratarse de un grupo numeroso de protagonistas, y de los que se sabe que muchos de ellos no van a llegar al final del viaje.
 

 Más allá de su punto de partida llamativo, la narración se ha desarrollado muy bien, tanto a nivel de ritmo como de historia. Son dos horas en las que se disfruta de principio hasta casi el fin el desarrollo de la ambientación, cómo se recrean en lo rara que esta se va volviendo, y sobre todo, que el nivel de tensión e interés se mantiene durante casi todo el tiempo. Incluso cuentan con un par de detalles argumentales bastante interesante, que van desarrollándose a lo largo de la película para convertirse en algo clave: las revoluciones y la posibilidad de manipularlas desde el exterior, y el concepto de “one arm and a leg”, o el dar una parte de uno mismo por alguien. El número de mutilados en el vagón de cola es bastante abundante por motivos que se explican después, y tanto uno de los personajes como el protagonista deben perder un brazo intentando salvar a un niño.


Más Nightmare Fuel

 Comparado con el dinamismo de la primera parte, el desenlace se hace un poco más pesado: los diálogos que antes eran bastante concisos se empiezan a alargar, dedicando bastante rato a exponer las teorías y motivos de determinados personajes. Y con esto acaban produciendo incongruencias bastante gordas que hasta hace poco habían pasado por alto, como el hecho de que los protagonistas tuvieran que recurrir al canibalismo durante los primeros años, pero luego pongan el grito en el cielo tras descubrir que su comida se hace con cucarachas (en realidad esto es comprensible. Las cucarachas dan mucho asco), o que elementos, como el reemplazo de las piezas del tren, se resuelva un poco a la ligera y de una forma pensada para ofrecer un giro final al guión.

Estos quince minutos finales cortan bastante el ritmo, y la coherencia de lo visto anteriormente, pero además de recuperarse rápido, no es suficiente como para considerar que Snowpiercer tenga un mal desenlace o que me haya decepecionado. Más bien al contrario: igual que ese tren dando la vuelta a un mundo congelado, me ha parecido divertida, original y en muchos casos, bastante estrafalaria. 

2 comentarios:

José Miguel García de Fórmica-Corsi dijo...

Pues todo suena muy bien, y a mí me gustan mucho las películas ambientadas a bordo de un tren. Pero, caramba, no tengo la menor referencia de esta peli. ¿La han estrenado en cines o la van a estrenar? ¿Ha llegado vía dvd o blue ray?

Renaissance dijo...

En España la estrenan en cine, sorprendentemente, el 9 de mayo. Pensé que igual la sacaban directamente a DVD, porque el estreno en Estados Unidos es posterior y en cambio había varios dvdrip circulando. Supongo que sería por su estreno en Corea el año pasado, claro.
Lo cierto es que en prensa especializada (tipo Scifiworld) todavía la mencionaron bastante, y ha sido la que más original me ha parecido de todas las postapocalípticas del 2013.
A todo esto, el comic en que se basa, Le Transperceneige, es de la editorial Casterman y por las páginas que he visto, es una adopción muy libre.

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