Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 18 de septiembre de 2025

Lecturas de la semana. Fantasmas vintage

 


Los fantasmas, si son un  elemento que ha aparecido en la narración fantástica desde el principio de esta,  el probar su existencia  también se convirtió  en un objetivo desde que  en la  era de la razón (sea  cual sea esa)  muchos de los fenómenos entonces atribuidos a las hadas, al manas en pena y otros seres sobrenaturales encontraran una explicación racional basada en la ciencia. Los fantasmas, como   el enigma de lo que pasa después de morir,  serian estudiados por quienes querían probar su existencia, bien como  un fenómeno físico todavía no explicado, o como la prueba de que quedaba de nosotros algo más que una esquela.  


En muchos ensayos se intentaba encontrar  esta  posible explicación, o la prueba  definitiva sobre lo incorpóreo. No so lo reflejaban la manera de pensar de su autor sino también  su enfoque de la ciencia según los conocimientos recientes. Estudios donde se e defiende el éter como un elemento, o la electricidad como  mayor descubrimiento científico y  la apertura de un mundo de posibilidades pueden leerse c hoy con la misma sensación de inocencia y optimismo que las novelas de John Carter de Marte.

Para otros, la figura del fantasma  se queda en una curiosidad un mero interés personal mediante el cual recopilar relatos ligados a las leyendas familiares y a los lugares,  más una forma de imaginar  que pudieran ser reales y de disfrutar de una velada junto al fuego.  Dos enfoques distintos, en dos libros que tiene en común la nacionalidad de sus autores: un reputado astrónomo  y un escritor de ciencia ficción, franceses ambos, que en un momento de su carrera, decidieron escribir sobre una faceta distinta de lo inexplicable.


Camille Flammarion. Les Maisons Hantées.  A través de los testimonios remitidos a Flammarion y mediante el análisis de estos, el astrónomo francés defiende la existencia del alma como entidad separada del cuerpo, así como la  permanencia de esta.  Distintos fenómenos como la aparición a kilómetros de distancia  ante sus seres queridos de aquellos que están a punto de morir, fenómenos extraños en castillos y hogares, poltergeist,  personas altamente sensitivas a los fenómenos ultraterrenos e incluso  posibles  posesiones espirituales  son recogidas en un ensayo a través del cual intenta  dar una explicación que justifique  la veracidad de  fenómenos tan improbables y subjetivos como  espectros de recién fallecidos que anuncian su muerte,  que se aparecen para denunciar agravios e incluso sucesos físicos como  ruidos inesperados  y objetos lanzados desde la nada.

La carrera de Flammarion   como astrónomo y divulgador científico brilla por su ausencia en este ensayo  centrado exclusivamente en sus creencias espiritistas, que  defiende a capa y espada con poco o  ningún argumento c científico más allá de exponer que hay fenómenos que todavía no comprendemos, que el  magnetismo es una fuerza física a tener en cuenta en esta clase de sucesos, así como la electricidad fenómeno al que  no duda en recurrir a la hora de argumentar en cuanto a hechos inexplicables y descubrimientos recientes (menos mal que no vivió para ver la fisión del átomo. Hubiera  alucinado mucho pero no en el buen sentido). Una serie de  explicaciones  que  poco sustento tendrían como argumentos científicos  más allá de justificar  los testimonios enviados por sus servidores y transcritos e a lo largo del texto. Porque si una señora asegura  que un antiguo no vio se presentó en forma astral  para despedirse antes de morir, un señor  explica que en su casa  llovían misteriosamente céntimos  belgas o en unas cas a de Coimbra, en un castillo de Calvados o  en una  habitación de la  Auvernia tenían lugar todo tipo de fenómenos extraños, tienen que ser total y absolutamente cierto. No hay  ni un  solo ápice de escepticismo, ni  contraste de los hechos, solo  esos testimonios y un profundo a fan de seguir creyendo en lo que expone.

No puedo ver a la tierra lusa como hogar de espectros sino como el de la música pimba


No es un libro  para ser tomado como ensayo científico, sino como una lectura bastante amena durante  la cual, lo más interesante son esos casos de poltergeist y fenómenos atribuidos a fantasmas. Estos abarcan varios lugares de Francia, siendo uno de los más antiguos hacia 1880 y el más reciente, durante el abandono de París en la Gran Guerra. Otros aportan  casos más recientes y en lugares incluso más lejanos, no solo en Portugal sino en ciudades coloniales de Asia. Estos nunca llegan a ser completamente teatrales: ruidos, golpes, objetos que se mueven cuando convenientemente no hay nadie, que sirven de fundamento a eses intento de Flammarion de justificar sus creencias. Una lecturas curiosa, con el mismo  valor probatorio que un programa sobre fenómenos extraños  emitido por la radio de madrugada  pero con la misma  validez  que este: no son  tanto  las pretensiones científicas, ni ese tono de divulgación un tanto obsoleto, que  lo convierte  ya en ficción, sino   ese momento de suspensión de la realidad que   la lectura de estos casos produce. Además de  ciertos momentos involuntariamente cómicos derivados de una mentalidad muy distinta a la actual:  para el sufrido testigo de un poltergeist en Indochina, lo peor no ha sido el susto, sino que su asistente  salió por patas ¡Con lo bien que cocinaba!


George Langelaan. Diez fantasmas. Langelaan, el escritor anglofrancés conocido por La mosca e Historias del Antimundo (menudo miedo me dio  en su día La dama de ninguna parte)  se consideraba también un cazador de fantasmas. Pero lejos de buscar estos mediante evidencias,  solo aspiraba da conseguir todo tipo de historias sobre  ellos,  tarea que este libro lleva a cabo recopilando distintas narraciones  de Escocia, Irlanda, Inglaterra y Bretaña. Comenzando por una primera anécdota de su infancia,  narrada con mucho sentido del humor, en la que su abuelo quitaba hierro a una  aparición en el baño de su casa, porque “solo era un fantasma”, los relatos escritos por  Langelaan  a partir de las historias narradas por conocidos y amigos recogen la figura del fantasma en  su acepción mas clásica. Un eco de un suceso traumático que  ha marcado un lugar para siempre. Estos, como  crímenes pasionales, suicidios, ejecuciones, venganza y duelos a muerte, son las historias recibida en el libro. Muchas,  caracterizadas por ese componente tráfico, como todas las leyenda locales. Algunas, no exentas de cierto humor e incluso  con la aparición de algún falso espectro.


La primera curiosidad de este libro es el cambio realizado por la edición española: Noguer  redujo  los Treize Fantômes originales a diez, sin  saber a donde han ido los otros tres (¿estarán en el éter?¿los habrá exorcizado un editor?). Una pérdida  un tanto fastidiosa  cuando no se puede encontrar la edición francesa. Al menos,  los diez relatos de los que disponemos compensan esta desaparición. Ya el prólogo, con ese humor,  sirve para  que  Langelaan exponga el comienzo de su interés por  lo sobrenatural. No como algo verídico sino   por la fascinación que despiertan  a todos los que nos gusta que nos cuenten historias.  Los relatos siguientes, desde la tragedia romántica en una aldea de pescadores bretona, los fantasmas que habitan todo castillo que se precie o uno sobre salteadores de caminos, cuyo desenlace es muy similar a la leyenda del cazador, la loba y la esposa del castellano. Y en los que es posible  ver aspectos comunes según el origen de estos: los fantasma irlandeses son los que sin duda tienen un componente más trágico y fatalista, más marcado por l o  pasional y lo inevitable.  Escocia será el ligar dela nobleza, las traiciones y los duelos. Pero todos siguen eses estilo informal, donde presentan el escenario, a su narrador, generalmente  un a anfitrión y esa historia ligada al lugar o a la familia.  


Algo así como una guía de viajes  de lugares reales y hechos imaginario, sonde la existencia o no de los fantasmas no es importante: estos serán reales en la medida en que su historia siga siendo narrada y escuchada.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Lecturas de la semana. Colecciones recicladas

 


Como compradora habitual de libros de  menos de cuatro euros y más de cuarenta años,  he comprobado que no solo de Bruguera  vivía  la literatura de terror asequible. Otras editoriales, más  pequeñas, publicaban títulos bajo la etiqueta de terror,  con ediciones más o menos  de bolsillo y que hoy  son difíciles de encontrar. En este caso, la editorial  Geasa, bajo el sello “Relatos terror”, publicó a finales de los setenta  varias novelas cortas, seguramente  compradas en bloque a la editorial propietaria y  con un criterio  a la hora de promocionarlas  cuando menos curioso: “best sellers europeos” e insistiendo en cada numero que además de los criterios de calidad,  interés de la trama o fama del autor, también lo era el número de ventas…¡nada menos que  500.000 ejemplares! Ante todo, que quedara claro que aquí solo había superventas.  No parece fácil que hubiera tanto francés para cada novela. Porque   estos libros eran en realidad números de la colección Angoisse de Fleuve Noir, una editorial que solía publicar novelas de terror, suspense o ciencia ficción  de autores patrios en los que la calidad  era variable. Fue  El retorno, de Alphonse Brutsche, un seudónimo de Jean Pierre Andrevon,  el primer número que encontré de la colección. Una historia de aparecidos muy macabra del estilo de Aterrados de Rugna.  El asesino está en casa, de José  Michel, era más  bien un thriller claustrofóbico que terror.

Estos dos números son los últimos que he podido encontrar hasta la fecha, en la librería que suelo visitar cuando vuelvo por vacaciones y donde  hay que reconocerle que he encontrado auténticas rarezas y frikadas vintage.



Kurt Steiner. La llama y la sombra.  En un pequeño pueblo  cerca de Edimburgo, durante  una  atención rutinaria, el médico local comete un error que  cuesta l vida a una paciente. Tras ocultar el error que condujo a esta situación,  este sospecha  que algo extraño sucede: desde el  primer momento supo que su medicación  había sido la correcta.  Pero también, uno de sus vecinos ha desaparecido, no solo del pueblo, sino también  de la memoria de sus habitantes, para ser sustituido por una enigmática joven que vive  junto a su padre alcohólico.  Cambios en la realidad, percibíos únicamente por él, quien  presencia como cada uno de ellos parece destinado a  provocar su ruina o llevarlo a la muerte. 

La novela juega mucho con esa característica del fantastique  que es esa a falta de lógica,  convertida en una ventaja: poco importa el porqué, sino  lo extraño de la situación. En este caso, el motivo de estos cambios en la realidad, las criaturas que lo provocan, ni el motivo por el que él protagonista ha sido elegido como víctima, son desconocidos.

Steiner, un seudónimo de  André  Ruellan, recurre a un entorno tan  vinculado a las historias sobrenaturales como es Gran  Bretaña, además de  alejar la narración de un público al que seguramente,  le parecería   Edimburgo  un entorno más exótico.  O cando meno, tan detallado como le permitió la guía de viaje con la que seguramente escribió el primer capítulo: mientras el escenario principal se limita a ser un simple pueblo con casas y árboles, el autor  enumera  todas las calles principales de la ciudad: la Royal Mile,  Princess Street, Greyfriars…un intento   o bien de dar veracidad, o de ir rellenando el número mínimo de páginas, aunque para los lectores que ya disponemos de Google Maps,  tiene su gracia el descubrir al momento que es lo que hay  en el número 12 de Candlemaker Row, donde debería estar la tienda de fotos que menciona la historia.

El resultado es un poco irregular,  no llega a  provocar esa sensación de extrañeza que  le sentaría muy bien a una narración sobre   falsas realidades y fuerzas ocultas, pero tiene esa  velocidad de lectura y sencillez  en l ejecución que lo convierte en una curiosidad de otra época.


Jean Murelli. El órgano del horror. Tras el   fracaso de la última sesión de un reputado mentalista, el periodista encargado de hacer el reportaje desaparece misteriosamente. Lejos de tener algo que ver con ello como parte de una venganza,  el mago advierte a su compañero que algo ha sucedido. La  última pista de su paradero lo conduce a un pequeño pueblo de la campiña francesa. Los únicos visitantes han sido, precisamente, un periodista al que nadie ha visto, pero también un misterioso científico y su esposa.  Este es solo una de varias personas que han desaparecido en el pueblo durante las últimas noches, precedidas por los acordes de un órgano. 

Si la colección de Fleuve Noir tiene como los bolsilibros Bruguera, un poco de todo, después de tres números con historias bien planteadas dentro de su sencillez y limitaciones, esta es una de las más flojas. Su desarrollo es un batiburrillo de tópico del terror de los sesenta, donde hay médiums, pueblos siniestros, brujería, posesiones demoniacas, m ad doctors, secuaces siniestros y silenciosos y  hasta viajes astrales. Es que no queda ni un palo por tocar, y  ninguno  sale bien. 

La  trama comienza con los periodistas   genéricos, el veterano descreído y el más joven, quizá más respetuoso con las fuerzas que no comprende. Continúa con un viaje a un pueblo siniestro que no es tanto, presenta al interés romántico,  una femme fatale que  quiere dejar de serlo (en este caso, una bruja obligada a cumplir  los deseos de su amo demonio y científico loco) y un antagonista de orígenes exóticos, que no contengo con intentar   acercarse a la trama de la explicación racional también incluye  características sobrenaturales y n final abierto  intentando dar una sensación  ominosa que, bueno, más que  final  no feliz para su protagonista, tampoco hace gran cosa. 

Al igual que las anteriores, esta es breve, casi  con una longitud que parece establecida en las 200 páginas  de la colección lo que hace que  como lectura no de tiempo de abandonarla. Una curiosidad, d las flojas, dentro de una colección casi desconocida. Aunque me gustaría pode r encontrar alguno más de los ocho o diez libros que publicó  Geasa. 


 




 



jueves, 4 de septiembre de 2025

Lecturas de la semana. Antologías remix

 

Puede que no salgan en la lista  de  los más vendidos durante el verano  o  en los libros que uno se llevaría a la playa, pero p ara las vacaciones siempre acaba cayendo alguna antología de Bruguera o similares  gracias a las visitas por la tienda de segunda mano: ocupan poco,  muchos de los relatos  incluidos  son desconocidos y tienen un papel que las hace indestructibles (no se puede decir lo mismo del encolado. Lo mismo aguanta un segundo Chernobil, que se ha quedado seco y se desintegra).  En este caso, la Selección Horror de la editorial,  con unos volúmenes más pequeños  que  otros publicados con carácter temático, como  Historias sobrenaturales o Siniestras,  son una mezcla entre  cuentos leídos hasta la saciedad y  otros que ni se conocían,  y una  completa falta de fidelidad al material original.

Es precisamente en la primera entrega de esta selección donde  puede verse referenciados las fuentes originales de los cuentos publicados: varias antologías de distintos títulos, desde   relatos selectos de terror, algún ómnibus sin hilo conductor aparente, que solo tenían  en común haber sido compiladas por Kurt Steiner, a quien sí que se menciona en cada uno de los números de la  colección. Colección de la que    esta vez, a base de ir encontrando ejemplares de forma aleatoria, he  conseguido los dos primeros.


Horror 1. Tras un breve prólogo de  menos de una página, en la que se habla de forma genérica acerca del terror y la  fascinación que este ejerce,  ocho relatos sin ninguna conexión entre sí ni por temática, autor o época,  narran distintas situaciones: desde el Ultimo amanecer recorre de manera desoladora,  pero también muy naif a nivel científico, la os últimos días de la tierra por un cataclismo espacial,  pasando por clásicos inevitables como Los hechos de M Valdemar o El horla, así como narraciones de la época pulp como El lienzo de la locura de Seabury Quinn.

Quizá en este caso lo más  llamativo sea la antigüedad de algunas narraciones que seguramente no hayan vuelto a ser publicadas desde entonces. Si las más recientes  son la venganza muy propia de los comics EC narrada en El lienzo de la locura, o  ese hipotético episodio sobrenatural en la vida de Somerset  Maughan,  ya en los sesenta,  hay relatos de 1902,  o de 1916 que sorprenden tanto por lo poco conocidos y lo original de sus tratamientos.  Si El buque fantasma de  Middleton  puede ser relativamente recordado por su ironía a la hora de  narra la vida cotidiana de un pueblo que convive con sus espectros, la descripción del fin del mundo  de El ultimo amanecer combina la inocencia  propia de ese desconocimiento del espacio  con una situación tan devastadora  como la descrita en  La nube púrpura de Shiel. Casi inmortal, de Austin Hall, es un cuento  sobre vampirismo, magia negra y un villano que se adelanta al menos una década al pulp. Una selección sorprendente que termina con un reato  más clásico como el  de Dickens y  Juicio por asesinato, pero que   resume un poco el tono general de la colección: te puedes encontrar cualquier cosa.


 Horror 2. De nuevo, tras un prólogo,  ocho relatos   en los que los clásicos son algo menos vistos que en otros números: el fantasma inexperto de H. G. Wells, una historia con bastante ironía acerca de las normas que rigen  a los habitantes del mas allá y  por qué estas no deben ser imitadas por un mortal. Schalcken el pintor, de Le Fanu,  guarda en común con el anterior la descripción de lo que sucede cuando los vivos y los muertos ocupan lugares que no les corresponden.

En este  tomo hay bastanteas nombres  conocidos:   Bradbury destaca con un relato inquietante acerca de  enfermedades infantiles y  su contagio. Además de dos nombres que sonarán  por el círculo de Lovecraft: Frank  Belknap Long y Robert  Bloch, años después de sus aportaciones a los Mitos, y ya con narraciones muy distintas.  Una aventura pulp espacial en el caso de Long, y una  vuelta con mucho humor negro al tema de los objetos malditos, en los que no falta una referencia al  Vermiis Mysteriis inventado por Bloch.

Los  cuentos menos conocidos, una venganza de unltratumba de  Robert  Barbour  Johnson en la  Ultramuerte de Thaddeus  Warde,  Gardner  F.  Fox y su  revisión de las vidas  pasadas con giro final en Vete, lluvia, vete, y la versión  moderna de un cuento popular tan siniestro como El flautista de Hamelin,  de Eric  Frank Russell terminan un tomo igual de variado en el que incluso los cuentos más antiguos y con más posibilidades de haber  aparecido en otras antologías todavía no están lo bastante trillados. 


jueves, 21 de agosto de 2025

Lecturas de la semana. Señores de entreguerras


Visto que los años veinte de este siglo siguen en ese escenario incierto tras el Covid,  he decidido volver a la década de los Veinte buena, la del siglo pasado. Las del desengaño, el expresionismo, la creatividad y  el autoengaño de “no, no, en otra guerra no nos metemos”. Y la  época de esos señores que reflejaban muy bien  ese fantástico desasosegante, mucho más perturbador que el anglosajón y sus relatos clásicos de fantasmas (aunque a M. R. James lo quiero mucho y siempre será  el referente de terror cozy).  En los que también se percibía acierta violencia, menos sutil de la que podíamos esperar hace un siglo y también, inquietud hacia el futuro. No es necesario centrarse únicamente en esos extraños veinte, sino  que un poco antes, tanto en Checoslovaquia   poco  después de la Gran  Guerra como en Alemania, años antes de  esta, a parecían los primeros textos  que servían como predecesores.

Jaroslav Hasek. El comisario rojo.  Esta es la historia, a través de relatos breves, de  la llegada  del nuevo comisario Gashek al pueblo de  Bugulma, durante la revolución rusa.  En su estancia, este hará cumplir como puede las normas dictadas por lo soviets, se encargará de mantener el orden en el pueblo y  de denunciar a los posibles traidores.  Tarea  que  chocará  con la de  Yerokhimov,  comandante de un regimiento revolucionario que intentará por todos los medios  encarcelar al actual comisario. El motivo  será lo de manos, dando lugar a las situaciones más peregrinas en las que ambos acabarán en un juego de persecuciones, ordenes contradictorias  intentos por salvar su  pellejo ante los que los habitantes de  las propia Bugulma y el regimiento de chuvaques encargados de escoltar a Gashek  no les queda más remedio  que cumplir con resignación por absurdas que resulten.

Esta es la parte principal de una selección de relatos variados de Hasek,  completada por varios capítulos   de escenas de carácter costumbrista  en la Praga de  principios de siglo XX, a en entornos rurales como las  lagunas de Razice, así como  varios textos de la creación más famosa de Hasek, el soldado Svejk.  Estos se caracterizan por un fuerte carácter autobiográfico:  todos los escenarios están relacionado con momentos de su vida, siendo ese pequeño pueblo de la Rusia  revolucionaria una parte.  Hasek aprovechó la guerra para desaparecer, precisamente, como comisario bolchevique, situación que lao llevaría  a empezar una nueva vida…incluso con una nueva esposa. Lo que hace pensar que su biografía sea incluso más divertida y difícil de creer que sus narraciones. Estas reflejan  de forma  paródica la organización soviet, la  paranoia en tiempo de revolución, las traiciones y alianzas, así como a la gente de a pie, que se limita a seguir con  su vida y  que seguramente están pensando que poco importa un jefe u otro.  Estas llevan al absurdo la cadena de mando, sus contrasentido  y la planificación. Pero en la que sorprende que  su visión cómica sea mucho más amable y menos ácida que la empleada con  la jerarquía  austro húngara, como  puede verse n los relatos de Svejk que cierran el libro.

Este componente autobiográfico también está presente en los Relatos de una vieja farmacia, donde estuvo de aprendiz y  el desfile de personajes (boticario, su esposa, los empleados y los vecinos del edificio) son pura comedia costumbrista con un punto que incluso puede  recordar un poco a las viñetas de 13 Rue de  Percebe. Este costumbrismo también está presente en los textos de La atalaya del alguacil,  inspirado en el trabajo desempeñado  por su abuelo. Pero la ironía, el reflejo ácido del presente, del absurdo y de las mezquindades de la política, tendrá n mucho más peso en la sección de miscelánea, donde abogados,  jueces e incluso la  hacienda pública  sale  más que mal parada. Y sobre todo,  en el reflejo de su andadura política: las narraciones  que recogen su camino en  el Partido del Progreso  Moderado recoge discusiones, reuniones y  un programa electoral que  constituye un reflejo hilarante de todos los personajes con aspiraciones políticas elevadas…y un programa electoral  que  hoy daría el pego en cualquier campaña.


Karl Strobl. Elagabal Kuperus. En  la parte antigua de una ciudad de Alemania, cerca de la catedral, se encuentra la mansión de Elagabal  Kuperus.  Ermitaño,  al igual que su amigo el encargado de las campanas de la catedral, temido por sus vecinos quienes cuentan historias sobre sus poderes y posible mago  auténtico, capaz de conservar  cuerpos como si albergaran vida, este  lleva una existencia apartada del mundo mientras el millonario, Thomas Bezug planea, previa propuesta de uno de sus empleados, hacerse con el oxígeno de la tierra  y comercializarlo como un bien más…después de todo, si nadie lo ha hecho antes, y no está prohibido, es una oportunidad  empresarial  para cualquier emprendedor.  Esta es solo uno de los planes de Bezug, dueño de todo lo que desea, incluso de un ser humano si se lo propone. Pero es solo un personaje más en una historia en la que poetas, artistas, mujeres fatales,  inventores e incluso el fin del mundo tienen, aunque solo  por un momento, y como pieza de algo mayor, un papel asignado.

Olvidado voluntariamente durante años, al igual de Ewers,  Strobl  es actualmente más conocido pro sus relatos cortos publicados durante la década de los veinte y de los qque Valdemar presentó una selección en la antología Lemuria.  Es precisamente uno de ellos en los que aparecía este Elagabal  Kuperus, ese mago  barbudo y de grotescos colmillo que  constituían sus rasgos distintivos, y que en la novela de su mismo nombre, más que un protagonista, es un hilo conductor. Esta, escrita en 1900, queda todavía un poco lejos de nuestra “entreguerra”,  pero  el desarrollo de la perversión de la jerarquía familiar, la figura del oligarca  de los primeros años del capitalismo como alguien implacable capaz de destruir  a todo al que se le oponga, el retrato sobre la degeneración y vicios de las clases acomodadas, así como ese momento  previo al desenlace, con un apocalipsis recibido con desesperación y orgias,  le acerca mucho  en estilo y temática  a los relatos que publicaría en  El jardín de las orquídeas.

Con una trama inclasificable y casi imposible de resumir, esta tiene como hilo conductor el enfrentamiento entre los dos personajes, que parecen representar el enfoque  material y el espiritual. Enfrentamiento que no llega a tener lugar porque estos encontrarán su destino de forma muy distinta. Pero que sirven de nexo para los personajes que irán apareciendo, todos y cada uno de los cuales  con un papel, por pequeño que sea, en la historia. Una en la que sorprendentemente, no falta una trama amorosa en la que los jóvenes amantes triunfan frente  a sus antagonistas  a una serie de situaciones cada vez más enloquecidas.  

El punto de partida, ese proyecto para hacerse con el oxigeno del planeta, casi concebido como una parodia de la ambición de los primeros magnates, pasa a un último plano para centrarse en os conflictos entre personajes, desaparecer de un plumazo y ser sustituida por un  aviso marciano sobre un inminente choque planetario, la desaparición de la tierra…que evidentemente, en el último momento no tiene lugar  pero sirve para que  la trama alcance cotas de locura insuperables.

El texto, un pdf traducido  al inglés sacado de archive.org, me hace sospechar que esta no ha sido  la mejor ni la traducción más coherente, pero por el momento, es la única  disponible de una novela  extraña, entre la tragedia, la ciencia ficción, el ocultismo y el fantástico, en la que por un momento,  su cantidad de personajes y el papel de cada uno   roza lo excesivo y donde no faltarán  los Deus ex Machina. Pero que por todo eso, resulta fascinante y desconcertante…y incluso, cuenta  con su propia película: nada menos que una versión cinematográfica de 1920, en a que  Conrad Veidt tiene un papel. Hoy, desafortunadamente perdida.

jueves, 14 de agosto de 2025

28 años después (2025). Broken England

 


Hace 23 años se estrenaba una película que supuso un antes y un después en el cine de zombies. La producción de Danny Boyle no solo se convertía en una pieza clave como lo fue La noche de los muertos vivientes, sino en la discusión acerca de las capacidades de los zombies que tuvo lugar durante los primeros años de la década del 2000: ¿estos pueden correr, sí o no? En realidad estos, sí pueden. Porque por mucho que su comportamiento carente de racionalidad nos recuerde a los cadáveres reanimados, lo que provocaba los hechos narrados en la película de Boyle no eran zombies, sino infectados por un tipo de rabia que se propagaba rápidamente como una epidemia. La película tuvo una secuela pocos años después, que dejaba un final abierto en el que sugería que la enfermedad, convertida en pandemia, se había extendido más allá de Gran Bretaña. Y ahora, unos pocos menos que los 28 años del título, la historia continúa, décadas después de que los esfuerzos por contener una pandemia global fueran inútiles.


Desde que el intento, hace casi treinta años, de detener  la expansión de un peligroso virus más allá de la zona donde este empezó a  manifestarse, las autoridades  europeas optaron por aprovechar las fronteras naturales del mar y aislar  al Reino Unido en cuarentena. Desde entonces nadie puede salir pero tampoco entrar en las islas. Sus habitantes  fueron abandonados a su suerte a la espera  de que la propagación del virus se detuviera por la falta de huéspedes. Pero unos pocos  consiguieron sobrevivir. Aislados por la marea que separa durante parte del día la isla de Lindisfarne  de la principal una pequeña comunidad  sobrevive  recuperando objetos  mediante incursiones en la tierra.  Estas son también un ritual de paso a la madurez. Y Spike,  un niño de doce años que vive con  Jamie,  su padre, e Isla, su madre,   aquejada por una enfermedad incurable en una sociedad sin  conocimientos médicos, debe realizar ese primer viaje junto a su padre. E n una tierra  abandonada, poblada por infectados que han evolucionado para adaptarse al medio, Spike  ve un mundo que desconocía, tanto  una tierra desde cuyo interior no es posible ver el mar, como  la complejidad y los secretos del mundo adulto.  Pero también  que   ese nuevo lugar  lleno de peligros puede suponer una esperanza, cuando descubre que, aislado durante años un medio,  ha conseguido sobrevivir,  que tal vez este tenga la explicación para lo que sucede a su madre, o incluso una cura.



La película retoma a algunos de los elementos audiovisuales que se utilizaron en la primera entrega, haciendo que tanto la saturación de las imágenes, y sus sonido, tengan un aspecto menos tradicional. En este caos, lo más llamativo  ha sido el uso de la cámara de un IPhone para determinadas escenas, algo que  no  dice mucho para los que desconocemos los aspectos técnicos de un tipo tan especifico de lente pero es inevitable no fijarse en un montaje crudo, en el que  esas nuevas generaciones de infectados   son gravados  con luz nocturna, de forma casi documental y amateur, y  en el que el  ritmo de na narración se alterna con secuencia gráficas, muy aceleradas,  pero también con  imágenes de archivo   de cine clásico, en las que se aluden a conflictos bélicos del pasado, así como la alocución del poema de Kipling que  acompaña a estas secuencias y a las de la vida diaria de los supervivientes. Una manera   poco convencional, arriesgada pero difícil de olvidar, de enlazar el pasado y el presente de las  islas, así como los cambios, o la escasa diferencia entre épocas en algunos casos, que esta ha presenciado.


 Estos cambios son también una constante del guion: el Brexit es el suceso que  parece esta detrás de toda la trama, un ante s  un después en la historia, tanto real como ficticia,  y que aparece de forma bastante evidente en esa separación entre  Inglaterra y el continente, narrado al principio. Pero también en l a comunidad de supervivientes que permanecen unidos a la isla principal por esa ruta que  se queda  sumergida  por las mareadas gran parte del día. Una  Inglaterra  rota, estancada en la cultura de hace  veinte años por los sucesos de la primera película y que  ahora sobrevive gracias a una comunidad pequeña, que vive de los conocimientos y recuerdos que conservan, o han decidido conservar (como el  Boots de Kipling   que marca los entrenamientos y la caminata del protagonista).  Referencias a la cultura popular, como los teletubbies  o los Power Rangers, hoy muy lejanas,  son las que se encuentran en ese escenario congelado en un momento del tiempo. Junto a una  muy concreta y muy  vinculada a la historia reciente del Reino Unido, que refleja  bien lo que habría sucedido de no  haberse conocido la verdad  relativa a cierto personaje allá por 2011.


El uso de estas puede parecer  cuestionable a veces: sirve también como elemento  humorístico  en alguno de los momentos de la película, y si bien en el desenlace este  puede resultar un poco chocante, también  sirve para una de las situaciones  más divertidas en una  historia por lo demás oscura: ¿qué  pasa cuando una persona, nacida y criada  como hace dos siglos, se encuentra con los valores y  cánones estéticos  propios del Instagram post  2020?  Nuestra década tampoco sale muy bien parada.

El hilo conductor de la historia, será, sin embargo, el viaje de su protagonista. Concebida como un coming of age, en el que  la presencia de las referencias culturales  anteriores actúa como vínculo con un pasado que el personaje principal apenas conoce, esta refleja de forma cruda ese paso a la madurez, a la consciencia de la mortalidad y a la complejidad del mundo adulto. El viaje del protagonista comienza con un intento de   encontrar un médico para su madre a causa de una dolencia que desconoce….pero que ambos progenitores saben cuál es, aunque estén demasiado asustados como para nombrarla.  De este modo, se establece también  una oposición entre la figura del padre del protagonista, centrado en la supervivencia, como huida hacia delante. Por otro lado, la figura del doctor  Kelson, cuya   aparición en el tráiler resulta engañosa. Este es un personaje positivo, una suerte de ermitaño y guardián de los muertos, casi un reverso del  Coronel Kurtz al que  parece referenciar y que considera  a esos infectados no una amenaza, sino una forma de vida distinta. Es a partir de  su aparición cuando la trama abandona  el tono de thriller de supervivencia con toques de ciencia ficción (con  esos infectados evolucionados en distintos tipos) para centrarse en esa idea de viaje a la madurez,  no necesariamente realista: la fortaleza de  huesos será lo menos extraño que  el héroe encontrará en el  viaje que desde entonces, a pena acaba de comenzar.


No fueron 28 sino 23 años   los que ha tardado en  estrenarse  una secuela   más que digna a esa primera película de pandemias y supervivencia. Dos décadas en las que varias crisis , una pandemia global y un par de guerras  más han  pasado a formar parte de un guion cuyo  tono, muy distinto a su primera entrega precede, de forma sólida a las secuelas  que Boyle ha anunciado para los dos próximos años.


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