Un asesinato, un falso culpable, y alguien lo suficientemente motivado como para continuar una investigación archivada son los elementos esenciales para cualquier policiaco. El tono que adquiera este podrá variar muchísimo, aunque es probable que se estamos en los cincuenta y adelante, y la película cuente con una persona acusada de uno de esos crímenes que podemos considerar imperdonables, es probable que la película muestre la partes más oscura del ser humano e incluso de la sociedad. Un escenario controvertido, al tratarse de ese reflejo oscuro de la sociedad, y que resultaba chocante encontrarlo en el cine español de los cincuenta, en el que no era posible mostrar según que cosas. Pero que gracias a las colaboraciones con otros países, podía ofrecer coproducciones como la que Ladislao Vadja dirigiría precisamente, en una coproducción entre España, Suiza y Alemania.
Cuando un buhonero encuentra el cadáver de una niña en el bosque cercano a una pequeña aldea suiza, siendo acusado de sus asesinato, el caso se cierra sin más observaciones tras el suicidio de este en la cárcel, tras haber cedido a la presión policial de unos agentes que buscaban un culpable a toda costa. El inspector Matthäi, a punto de abandonar su puesto para trasladarse, decide renunciar a este cuando una pista encontrada de forma inesperada le hace saber que el caso no está cerrado, y un asesino, que podrá volver a matar, anda suelto. Este comienza una investigación por su cuenta, a partir de un posible perfil psicológico de ese asesino de niños, y la ruta que parecen compartir los lugares en los que, hace poco tiempo, sucedieron asesinatos similares. Establecido en un lugar de paso, una gasolinera que utiliza como p unto de vigilancia para su investigación, no duda en utilizar también a una niña, hija de sus asistenta, como cebo para descubrir al culpable.
Esta es una de las películas más conocidas de Vadja, director húngaro afincado en España y cuya filmografía cuenta con producciones tan alejadas de esta temática como Marcelino Pan y Vino. El cebo, titulada en Europa como Sucedió a plena luz del día, es un thriller psicológico donde se traslada e el policiaco de entornos urbanos y escenas nocturnas uno tan distinto como una aldea, en la que la idea de un asesinato premeditado parecería imposible, y por tanto, sacudirá mucho más a la comunidad. Una comunidad en la que es precisamente la tranquilidad imperante la que hace que un niño pueda moverse libremente, y a su vez, convertirse con más facilidad en una víctima.
Este escenario, en apariencia idílico, casi de postal para el espectador, donde el paisaje de montañas, casas bajas y bosques en los que un niño todavía podría jugar, se convierten n un paraje inquietante, marcado por el blanco y negro (en mi caso, acentuado por la apariencia granulosa de una copia no restaurada). Un escenario donde se intuye que algo no marcha bien. Desde la prisa de la policía a la hora de encontrar un culpable, llevando a un inocente al suicidio, a esa primera redada de sospechosos a la que acuden a sus centros de trabajo y hogares sugiriendo que esa normalidad no es más que una fachada. E incluso el principal secundario (la asistenta interpretada por María Rosa Salvado como rastro patrio), una madre soltera y su hija, condenadas al ostracismo por el resto del pueblo debido a su condición.
Una moral ambigua que también está presente en el personaje del inspector Matthäi: el policía interpretado por Heinz Rühmann, quien no duda en recurrir a un cebo tan cuestionable como una niña, de características similares a las otras víctimas, para exponerlo hasta el momento en el que es consciente de las consecuencias de esa decisión. Este, además de asumir el papel de cazador en una investigación centrada únicamente en lo racional el trabajo policial y muchas horas de vigilancia, se convierte en la otra cara de ese asesino al que el público llega a conocer antes que el investigador principal: su actuación en la investigación termina, tras el final del caso, empleando la misma marioneta que el asesino utiliza para atraer sus víctimas, pero para desviar la atención de la niña del horror que ha tenido lugar a pocos metros.
El personaje de este asesino, una figura gigantesca confundida por sus víctimas con un gigante o un mago, al que se le da un trasfondo psicológico (en este caso, una forma de canalizar el maltrato psicológico sufrido en su matrimonio, volviéndose un asesino misógino) y que Gert Fröbe interpreta como una suerte de ogro, haciendo que la trama pueda interpretarse como un cuento de hadas siniestro. El gigante que mata a las niñas que encuentran en el bosque, así como la primera interpretación, en forma de dibujo y testimonio de su víctima, en la que el encuentro es reinterpretado como una fantasía, mediante símbolos infantiles.
La investigación, así como los antecedentes de esta, se lleva a cabo de una forma muy sutil, lejos del thriller gráfico al que el público se acostumbraría después y comunicando lo sucedido sin mostrar nada, algo que entonces era inevitable: el asesinato de un niño es algo lo bastante traumático como para no dar más detalles, y la charla que el protagonista mantienen con los niños para explicar lo sucedido obtener alguna pista, suficiente c para poder transmitir ese shock que tanto loa comunidad como los padres han sufrido.
El cebo, pese a su aparente sencillez como policiaco, es una película oscura, casi una historia de terror sobre monstruos que acechan en el bisque, sobre la inocencia perdida y la consciencia de que le mundo ya no es un lugar seguro. Y sobre todo, sobre la ambigüedad entre la posibilidad de detener un mal mayor y lo que se está dispuesto a arriesgar para salvaguardar el orden.
4 comentarios:
Esta me la vi hace unos años descargada de rarelust. No sabía que el director era el mismo que el de "Marcelino pan y vino".
Me pareció a nivel de turbiedad bastante similar a la de "Muerte de un ciclista" de Bardem, en la que se sorteaba la censura de maneras muy sutiles y se apostaba por la crónica de la España negra.
Esta la tenían disponible en rtve a la carta (entre el catálogo que tiene, y el que también hayan subido La bola de cristal, viaje con nosotros y más programas de los ochenta, hace que le de ya mil vueltas a netflix XD) y bueno, realmente me gustó mucho esa coproducción trasladando la trama del asesinato de niños a un pueblecito italiano, o la sutileza con la que manejan el horror de un crimen sin mostrar nada, solo por el contexto y la expresión de los actores.
Esta peli la he visto muchas veces y me encanta, sobre todo su primera mitad, que es genial. El guionista escribió luego una novelización del guion (bastante diferente de la peli), estupenda, con el título de "La promesa", y muchos años después Sean Penn dirigió otra versión ("El juramento"), también muy buena e incluso con un Jack Nicholson sobrio y convincente. Clásico ejemplo de historia tan buena que permite varias versiones, todas ellas excelentes. Como "El talento de Mr. Ripley" y sus distintas adaptaciones al cine y la tv.
Coincido en que la primera mitad es excelente, y de la versión de Jack Nicholson también me habían hablado hacía poco. Lo cierto es que por su desarrollo, es una historia bastante intemporal, que permite muchas aproximaciones. Esta, en concreto, quizá por la distancia temporal, y por lo metódico (y a veces un poco amoral) del investigador protagonista, es la que más me ha gustado.
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