Antes de que James Wan trajera de vuelta a los Warren, otro
de sus casos había saltado al cine hace unos cuantos años. A ellos no se los
menciona, por ciertas cuestiones entre estos y la familia Lutz, presuntas víctimas
de los fenómenos paranormales. La casa embrujada de Amityville había dado a sus
dueños bastante dinero con un caso plagado de demonios, apariciones, y hasta
una tormenta, propia de cualquier cuento de terror y un sospechoso tufillo a
invención, muy pensada para sacar dinero con un libro y los derechos derivados
de estos. Aunque, solo con lo que había detrás de todo el fraude, hubiera dado
para una novela policíaca bastante entretenida.
El negocio funcionó, y lo que empezó con un libro y unas
cuantas apariciones en documentales sobre misterios sin resolver, continuó con
una versión cinematográfica en 1979 más unas cuantas decenas de secuelas sobre
la casa malvada y su mobiliario. Hasta que en 2005, y relativamente olvidado el
tema, la casa de Amityville volvió al cine de terror en una época en la que en
este género había tirado de remakes a más no poder. Esta versión retomaba el
caso inicial: la familia Lutz se muda a una casa en Connecticut, cuyos
anteriores dueños habían sido asesinados por el hijo mayor de este. Las
esperanzas de la familia en el nuevo hogar no duran mucho, y la relación entre
sus miembros empieza a empeorar a la vez que algunas presencias se manifiestan
por la casa: la hija pequeña habla con una amiga imaginaria, quien la empuja a
comportamientos tan peligrosos como subirse al tejado o pasearse por un
embarcadero. Y el comportamiento del cabeza de familia es cada vez más parecido
al del asesino que había vivido en la casa. Pero la historia de la casa parece
remontarse siglos atrás, con su propietario original, y la tortura y asesinato
de varios indios.
La única forma de ver esta película es tomándosela como un
telefilme de los que ponen los domingos por la tarde: te sientas en el sofá, la
ves, y pones el piloto automático hasta que salgan los títulos de crédito. El
planteamiento es el típico en el género de casas encantadas, pero su desarrollo
es predecible y poco original a más no poder: la presentación de la familia es
bastante plana, los críos no despiertan mucha simpatía y Ryan Reynolds parece
salir en el papel para cumplir con el público femenino como marido macizo. Practicamente
no hay secundarios y la aparición de estos es bastante vergonzosa por lo tópico
de sus situaciones. Especialmente en el caso de la canguro, un personaje
bastante innecesario, que acumula casi todos los tópicos de la primera mitad de
la película y parece salir unicamente para cumplir el papel de primera víctima
de los fantasmas.
Como decían en Muchachada Nui: "¡Raaah! ¡Sustaco!
El desarrollo tampoco se salva: practicamente es una
recopilación de secuencia vistas anteriormente y cuya estética parece saqueada
de todo tipo de películas clásicas, desde El resplandor hasta Hellraiser, y
esto último es bastante complicado. Tampoco hay mucho suspense, sino que las
apariciones de los fantasmas parecen más un screamer que algo planeado: se sube
el volumen y aparece una figura pálida que desconcierta bastante a los
protagonistas, y solo un poco al público. A la tercera vez, la idea de tener
que reformar y limpar semejante caserón me parecía mucho más inquietante que
todo el asunto de los asesinatos, las almas en pena y el tremendo pasado que
los guionistas se empeñaban en contar.
Lo típico de cualquier mañana: ponerse a cortar leña en pijama enseñando abdominales
El tiempo no ha tratado bien a esta última versión de
Amityville. Se han estrenado muchas otras películas, incluso de serie B, mucho
más variadas e interesantes como para tener esta en cuenta. Claro que las hay
peores, pero esta se queda en una bastante normalucha.
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