Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 27 de abril de 2023

Posesión infernal: el despertar (2023). Mi vecina es un demonio sumerio

 


En 1981, una película de presupuesto y argumento modestos se convertiría en una de los clásicos del cine de terror. Titulada en España Posesión infernal, aquella historia llena de momentos sangrientos y un nivel de violencia que rozaba la caricatura,  derivaría en una saga que  encontraría su verdadera identidad en el humor negro, la casquería más propia de un dibujo animado, y sobre todo, la figura de su protagonista, Ash Williams. Esta, como otras franquicias de la década, tendría su remake. Uno que optaba por separarse  del estilo original y centrarse en un enfoque más oscuro, donde lo gráfico se volvía aterrador y no  quedaba nada de los momentos cómicos de la original. Este Evil Dead de 2013 se convertiría en una película distinta, a años luz de las nuevas versiones de Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street, y tan abierta a la posibilidad de continuarla como la de Sam Raimi. Aunque esta tardaría diez años en llegar.


En un enorme edificio de apartamentos, se presenta durante la noche una visita inesperada en casa de Ellie y sus tres hijos: Beth, su hermana, que parece tener algo que decirle, aunque esta no haya prestado mucha atención a las noticias que le habían intentado hacer llegar. Su reciente separación y una mudanza obligatoria a causa de la demolición prevista del para el edificio en que viven ya unos pocos vecinos. Un violento terremoto interrumpe la reunión familiar, cuando este provoca una grieta en los sótanos abriendo el acceso a una cámara que lleva sellada desde hace un siglo. Entre archivos y distinta parafernalia religiosa que parece fuera del lugar, los hijos de Ellie, aún sorprendidos por el terremoto, descubren en su interior un libro y unas grabaciones de Danny, uno de los  hermanos, decide reproducir en su equipo. En ellas, una voz describe el libro que tienen en sus manos y recita los párrafos que contiene. Mientras los hermanos las escuchan, una fuerza golpea brutalmente a Ellie, sin que quede claro lo que le ha sucedido. Poco después, esta regresa, comportándose de una manera errática ay falleciendo en el acto. A familia, aislada en el piso 13 a causa de los daños provocados por el terremoto, intenta conseguir ayuda cuándo Ellie parece despertar. Aunque su sonrisa distorsionada y la violencia de su comportamiento demuestra que sea lo que sea lo que está animando el cuerpo de la madre y hermana de los protagonistas, no es ella. Y ha vuelto para llevarse a sus hijos.



Sin ser directamente una secuela, esta entrega de Posesión Infernal puede considerarse una parte más de la idea desarrollada en el remake de 2013, donde se obviaba a los personajes de la original, y sobre todo, desterraban el humor que había caracterizado a esta. La violencia, lo escabroso y lo agresivo de los demonios que aparecen en ella permanecen, pero se muestran de una forma mucho más descarnada al prescindir del enfoque caricaturesco. Igual de acelerado, pero mucho más oscuro, esta decide separarse también de los escenarios originales como eran la cabaña para trasladarlo a uno muy distinto: un edificio gigante que, en el fondo, está tan aislado como el entorno anterior (además de hacer referencia a la pregunta que el público se habrá hecho en algún momento: no, en semejante mamotreto, nadie tiene por qué enterarse del jaleo que se está montando ocho plantas más arriba). La cabaña es sustituida por un enorme apartamento convertido en refugio y cárcel, mientras que el corredor del edificio es el exterior hostil, pero a la vez, única vía de escape.


Esto hace que la película pueda verse de forma independiente al resto. Todos los elementos necesarios para ponerla en marcha están ahí: el escenario aislado, el descubrimiento del libro, la invocación accidental y las monstruosidades que desencadena, narrada de forma que estos configuran un guion por si solo pero en el que los que conocen la saga encontrarán muchos más guiños. Tienen su aparición  varios de los elementos icónicos como la escopeta, y sobre todo, esa motosierra que se ha convertido en el arma oficial de la serie, además de muchas referencias visuales a las primera posesión infernal lo que entonces era una secuencia en un bosque, ahora tienen lugar  con los cables de un ascensor, e incluso unas situación tan absurda y memorable como la de uno de los personajes atragantándose con un globo ocular que sale disparado, se reproduce en una  versión mucho más siniestra.


El uso de referencia y elementos concretos no se queda a nivel de guiños. El guion funciona mucho a partir de la aparición previa de determinados objetos cotidianos: la máquina de  cortar madera abandonada en el parking, las tijeras debajo de una mesa, o el objeto que uno de los niños fabrica tendrán una utilidad, y una muy violenta, en el momento adecuado. Parecen ser conscientes que el guion no va o a ofrecer nada novedoso, pero que sí se puede trabajar con lo conocido y desarrollar una historia adonde cada pieza vaya encajando.

Para los personajes también han buscado algo alejado de lo anterior: en lugar de un grupo de amigos, es n ese destartalado apartamento se encuentra una familia, carente de figura paternal e integrada aparentemente por los miembros más débiles (mujeres, niños y una recién llegada), apariencia que se desmentirá en los primeros ¡minutos presentando a unos personajes muy distintos de las estructuras familiares a los que estamos acostumbrados en el cine  comercial, pero capaces de valerse por si mismo y cauterizados de forma en el que el público tema  tanto por ellos como por esos secundarios que tiene  una aparición muy breve. De estos, el que sobre sale no es la heroína involuntaria sino su antagonista. Alyssa Sutherland, que comienza como cabeza de familia para continuar el resto del metraje como demonio no muerto (llámese deadite o demonio  kandariano, igual de malo en ambos casos), ocupa toda la pantalla desde su primera aparición en los trailers hasta su desarrollo en la película. Pocas veces una antagonista ha tenido tanta presencia en la saga, cuando lo habitual es que estos acabaran troceados poco después de gritar “¡Me tragaré tu alma!”, pero la sonrisa desquiciada de Ellie, una vez controlada por las fuerzas desencadenadas por el libro, y cada una de las frases que pronuncia, atacando a los miedos de los personajes, la convierten en el personaje más interesante, pero también en uno de los mejores de la saga.


Posesión infernal: el despertar, es una película con la que ha merecido la pena esperar. Oscura, capaz de tomarse muy en serio a sí misma, dotada de un humor negro muy  leve, y sobre todo, tan sangrienta y desatada como sus predecesoras. Y en la que también hay un pequeño cameo de Bruce  Campbell…aunque para encontrarlo, haya que recurrir a la versión original.

jueves, 20 de abril de 2023

La niña de la comunión (2023). Esto me suena

 


A la hora de plantear una historia de fantasmas, recurrir a niños o juguetes, preferentemente muñecas, es una a puesta segura. O , en la mayor parte de los casos, una excusa para ir a lo fácil, porque parece que nada define mejor una situación manida  que una silueta infantil fantasmal y una muñeca de  porcelana cuarteada por el paso del tiempo, como todos los tópicos, correctamente utilizado pueden servir para narrar una historia que podría considerarse clásica. En caso contrario, este  se queda en lo de siempre, siendo lo mejor que decir que, al menos  la ejecución ha sido correcta. Y este ha sido el caso de una película que decide recurrir no solo a estos, si no a alguno de los reclamos que mejor han funcionado en el cine de terror nacional de los últimos años.


La niña de la comunión comienza con esa celebración en un pequeño pueblo de Tarragona, a finales de los ochenta. Después de la misa, las niñas son fotografiadas con sus familias, que no han escatimado en gastos para el momento. Salvo la de Judith, recién llegados al pueblo tras una mala racha y donde sobreviven con un trabajo en el matadero y pocos medios. La fiesta se ve interrumpida cuando una mujer, visiblemente alterada, pregunta a sus vecinos si han visto a su hija. Poco después, Sara, tras terminar la primera comunión de su hermana, acude a una fiesta con sus amigos donde le hablan de la desaparición de una niña en el pueblo, hace años, y como su madre continúa buscándola cada año. Y que esta se ha convertido en la leyenda urbana de la localidad, donde todos hablan de jóvenes que han visto durante la noche, en la carretera, la silueta de una niña vestida de blanco. Sara se niega a creer en esta versión de la chica de la curva, y cuando en esa misma noche se cruza con una niña que se oculta en el bosque, decide ir a ayudarla. Esta solo encontrará, entre las ruinas, una muñeca antigua que se lleva con intención de devolver a su dueña. Pero este será el comienzo de una serie de pesadillas y alucinaciones que empiezan a perseguirla: una niña, un pozo, y unas extrañas marcas que aparecen en su cuello y brazos. Marcas que también muestran todos los que estuvieron con ella esa noche, idénticos a las que tenían, hace poco tiempo, dos jóvenes del pueblo que, tras sufrir las mismas visiones, deciden quitarse la vida violentamente.


Además de contar con varios elementos que se han convertido en tópicos habituales, la película recurre a un escenario que parece haber funcionado vienen los últimos años: el uso de un pasado concreto y reconocible, con más sombras que luces, donde el entorno se vuelve opresivo y se mezcla la situación familiar de la protagonista. La Vallecas de principios de los noventa supuso un atractivo en Verónica, el éxodo rural a finales de los setenta lo fue, en menor medida, para Malasaña 32 y en este caso, los personajes se mueven en un pueblo de Tarragona, en los inicios de la ruta del Bakalao, donde cada elemento busca una atmósfera claustrofóbica: la familia de la protagonista es una recién llegada al lugar, donde residen gracias al favor de un familiar que les ha conseguido un empleo precario. Lidian con la deuda moral que sus parientes le recuerdan, pero también con su condición de forasteros en una localidad donde escudriñar la vida del vecino y propagar rumores está a la orden del día. Los amigos de la protagonista provienen de un entorno desestructurado (un padre alcohólico o trabajar como camello de poca monta). De este modo, lo sobrenatural se convierte en algo accesorio, casi la única salida posible ante un entorno opresivo y no una irrupción en lo cotidiano. Un escenario que intenta aportar algo distinto a una trama de fantasmas que es todo lo contrario.


Esta, más que familiar, parece haber sido vista mil veces. Se repite la estructura de encuentro con lo anómalo, sucesión de víctimas, investigación del origen de la maldición, resolución y giro final. Esto último, muy deudor del terror japonés en el que la protagonista, una vez han tomado contacto con un ser fantasmal o maldición, se encuentran condenados de manera inevitable. En este caso, en lugar de una maldición de origen incierto, existe un hecho reciente y que da lugar a la leyenda urbana que conocen los personajes (y que, por lo visto, está inspirada en una real), y cuyo origen puede rastrearse den su investigación. El objeto maldito no es una cinta, sino una muñeca vestida de comunión, un regalo muy popular en la época y aunque no se especifique abiertamente, esta inicia una carrera contrarreloj ante el final que los espera…que no queda muy claro. Las apariciones del fantasma oscilan entre las alucinaciones donde se proporcionan las pistas necesarias para su resolución las apariciones de sustos que desde las sagas cinematográficas de James Wan, se han convertido en algo habitual. Estas apariciones resultan erráticas y salvo la búsqueda de sustos gratuitos, no queda claro por qué sucede. La impresión que da la trama y su desenlace son la de ser una fórmula rutinaria, donde se va a tan a lo seguro que no hay espacio para innovar, algo que sí había conseguido Verónica en 2017. Pero no se le puede acusar de ser una producción floja o aburrida porque esta, al menos, está bien rodada. El director, Víctor García, conoce su oficio (lo de Hellraiser: Revelations vamos a dejarlo en que todos tenemos que comer) y su película tiene un buen ritmo, se sigue medianamente con interés, aunque ninguno de los avances de la trama sorprende. Los actores jóvenes cumplen adecuadamente con su papel: afortunadamente, la época de al salir de Clase y Compañeros queda tan lejos como la época que la que se encuentran los protagonistas. El resultado es predecible, pero no flojo, para una trama que podría resumirse en “Sadako y Annabelle se van a un pueblo de Tarragona”.

A La niña de la comunión hay que tomarla como a una película de tarde: entretenida para ver desde el sofá de casa, pero se olvida pronto. Su planteamiento, imaginario y giro final se han visto demasiadas veces, pero una vez más, si no se le exige demasiado, no hace daño. Se nota también la intención de que esta quiera, seguramente, abrir la posibilidad de una secuela inspirada en la criatura que aparece…si es así, espero que al menos la titulen La novia en la boda o El muerto en el entierro.

jueves, 13 de abril de 2023

Dragones y Mazmorras: Honor entre ladrones (2023) 20 natural

 



Cuando en 2001 se estreno la película oficial de Dungeons and Dragons, muchos de los que la habíamos esperado nos encontramos  con unos cuantos dragones hechos con CGI, Jeremy Irons  gesticulando para pagarse las facturas, a uno de los Wayans haciendo lo mismo pero con menos gracia y  al enano más alto de toda la historia de la fantasía heroica (con permiso de Zanahoria). Las dos secuelas caerían en el olvido o en el pozo de Syfy y se acabó  por asumir que esa película que prometían años después se quedaría en un rumor, un intento de hacerse un nombre entre las franquicias de entretenimiento mas conocidas o en el peor de los casos, algo igual de risible que su predecesora. Se presentó el trailer, la primeras opiniones  desconfiaban de lo que podía verse. Fue estrenada, tras unos primeros pases con mejores referencias..y ese estreno vino acompañado de un sonido de dados que, al terminar de rodar, mostraban nada menos que un 20. 




Honor entre ladrones comienza con dos aventureros huyendo de una prisión  rodeada de hielo: Edgin y Holga, un antiguo bardo y una guerrera convertidos en ladrones han pasado los dos últimos años encerrados tras haber sido condenado por intentar robar en la fortaleza del  gremio de arpistas, a la que  Edgin había pertenecido. Desconociendo que ha sido de sus compañeros después de su captura, consiguen regresar a Neverwinter  en su búsqueda, pero sobre todo, para encontrar a Kira, su hija. A su vuelta descubren que Forge,  organizador del golpe, ha cuidado de ella todo este tiempo, además de ser el actual  señor de Neverwinter y que Sofina, la misteriosa maga que había  propuesto el robo, actúa como su consejera...y que este estaba condenado a fracasar desde el principio, tratándose de un truco para librarse de su antiguos compañeros y hacerse con  un puesto de poder en el reino, por lo que su regreso es un inconveniente. Tras escapar de un nuevo intento de eliminarlos y reencontrar a su amigo Simon, un hechicero no especialmente hábil, se propone regresar a la ciudad y recuperar a Kira, aunque esto será más difícil de lo que imaginan: Sofina no es solo una maga ambiciosa, sino una hechicera roja, una poderosa nigromante dispuesta a manejar la ciudad acsu antojo y convertir a sus habitantes en no muertos si nadie se lo impide. 

La película, a diferencia de la anterior, establece un escenario  reconocible dentro de la franquicia:  esta tiene lugar en el mundo de Reinos Olvidados y se hace referencia a los lugares comunes de este. Neverwinter, Baldur´s Gate, los magos rojos como antagonistas  o las menciones a Elminster. Nombres  que forman parte del trasfondo y a los que el público ajeno a D&D se adaptará rápido, los aficionados los reconocerán  y los que crecieron con alguna de las colecciones  publicadas por Timun Mas les resultarán familiares. No hay más complicaciones a la hora de  presentar el escenario porque este se basa en el conocimiento general del público y un poco, en la suspensión de la credibilidad de este: es un mundo de fantasía. Habrá magos, enanos pero también todo tipo de criaturas que pueden verse en pantalla y que  no es necesario explicar. Forman parte del mundo, sin más. Y de uno donde lo importante es que el espectador se divierta. Y eso es algo que han conseguido. 



Otro de sus acierto e ha sido el reflejar perfectamente la esencia de una partida de rol. Si bien esto es algo que también lo había hecho la serie de animación de Vox Machina, el haber guionizado directamente una campaña real hacía que esta se excediera en las situaciones absurdas y alargara la comicidad en determinado momentos. Algo que en este caso, han conseguido evitar y se han quedado con lo esencial: las dinámicas entre personajes, los guiños a los cliches de D&D y sobre todo, la diversión Un buen equilibrio entre los momentos más dramáticos y el no tomarse demasiado en serio un escenario donde todo es posible, y donde nada resulta demasiado peligroso si hay un hechizo a mano. Y donde los personajes tienen en común la camaradería propia  de quien lleva mucho tiempo compartiendo aventuras, la trama romántica es algo muy secundario a lo que no se presta demasiada atención y los protagonista vienen marcados por los aspectos que los caracterizan: la actitud poco ingeniosa pero práctica de la guerrera, o sobre todo, los momentos cómicos proporcionados por un paladín que aunque competente, es imposible tomárselo en serio  por su actitud intachable. 




Los personajes principales también  han conseguido mantener este equilibrio entre la seriedad y lo cómico. Si la guerrera interpretada por Michelle Rodriguez es de los más divertidos, Hugh Grant sería la cara más reconocible aunque su presencia sea muy breve, y su papel de timador y charlatán, casi un antivillano, un buen contrapunto a la amenaza más seria del personaje de Daisy Head, y en cierto modo, una forma de compensar los excesos  que supusieron el villano anterior interpretado por Jeremy Irons. 



Esta aproximación  más ligera al género de la fantasía no viene apoyada únicamente por el humor  o las referencias al trasfondo de la aventura: uno de los mejores momentos  lo proporciona el cameo de de los personajes de otra de las apariciones audiovisuales de la franquicia. Un bárbaro, un arquero, un acróbata, magos y un caballero que  pueden verse en un momento determinado, compitiendo contra los protagonista sy que es el mejor guiño que podía hacerse para todos los que hace años, se preguntaban por qué aquella serie de fantasía había tenido un final tan desangelado. 

Honor entre ladrones consigue  mas de lo que se había propuesto: una buena película de fantasía que no pretende apostar por lo dramático, sino que adapta de forma verdaderamente fiel lo que supone Dragones y Mazmorras. Y, tras el éxito, seguramente el comienzo de una franquicia que, para un público ya un poco saturado con las producciones de superhéroes, supondrá una novedad. 

jueves, 6 de abril de 2023

Sergio Morán. Érase una puta vez. Se acabó el cuento

 



Los cuentos de hadas y su mundo son un escenario que se ha utilizado  a menudo para narraciones fantásticas, y no necesariamente destinadas a los más pequeños. Seguramente las seis temporadas de Once upon a Time sean el ejemplo más recordado (y más Disney), pero Dentro del laberinto es, además de igual de memorable, claramente superior y supone una variación: el relato en el que se adentra su protagonista no existe. Se va creando de este mudo un género distinto: el de los cuentos, en general, como un universo caracterizado por su propia lógica interna, a veces absurda, pero son sus propias normas. También, mucho más cándido que la realidad, pero en varias ocasiones, igual de cruel. Este es  el último escenario que Sergio Morán ha elegido para su novela más reciente: ¿qué pasaría si el mundo de los cuentos fuera un lugar real, y sus personajes pudieran salir de él a cometer fechorías? O peor, ¿qué pasaría si la gente con la que se han metido fuera la más peligrosa?



Una noche, unos duendes secuestran a un bebé humano. En otras circunstancias habría sido un príncipe, pero Adolfito es un niño igual de importante: es el hijo de Don Manuel Ibañez, el narcotraficante más peligroso de todo el Norte de España. Y cuando ve en la grabación de una de las cámaras de seguridad de su casa como su hijo es raptado por unas criaturas imposibles, que desaparecen atravesando  un armario, no duda en reunir a sus mejores hombres para recuperarlo. Un ex legionario, una mercenaria, un asesino a sueldo del mejor postor y…Dieguito, el hijo mayor, que tras una noche de juerga se ve obligado a actuar como representante de su padre, y a ser posible, probar ante este su valía. Pero ninguna de las misiones que  hubieran llevado  a cabo hasta entonces los habría preparado par lo que se encontrarán en el Reino: animales  que hablan, peces que conceden deseos y..¿eso que hay delante del puente es un conejo  de color verde que les está negando el paso?

Morán desarrolla una vez más su particular estilo de fantasía,  con un humor un tanto bestia y  esas situaciones en las que lo cotidiano puede  convivir perfectamente con lo fantástico sin tener que recurrir a  no tomárselo en serio. Algo que había venido   planteando en la saga de Parabellum y que aquí lleva un poco más lejos dando el papel protagonista a u grupo de sicarios. Esto, más que antihéroes, son los héroes involuntarios de la historia y los caracteriza de forma que sea inevitable empatizar con ellos: cada uno tiene sus motivos para deber lealtad a su jefe, no están orgullosos del trabajo que llevan a cabo pero es algo que no les queda más remedio. La pareja de amigos formada por  Matas el legionario y Lorenza la Bestia, uno, con una lealtad ciega a su jefe, ella, cada vez mas cansada de que la consideren un perro de presa, o Salvini, un personaje que de calculador, traicionero y ambicioso es el mejor antagonista de toda la trama. Y sobre todo, Diego, que  sin ser el personaje principal (la novela en este sentido es una historia coral), es el que  consigue evolucionar desde las primeras páginas en las que se presenta como un chaval aficionado a la fiesta y completamente anodino a alguien con más sentido de lo correcto que el resto de sus compañeros. Estos consiguen  que el lector sienta simpatía por unos protagonistas perdidos en un mundo  que no consiguen comprender y cuyas referencias les quedan muy lejos (porque, como explica uno de ellos, la lectura de cuentos no entraba dentro de sus dinámicas familiares), para luego recordarle su  verdadera naturaleza, la de unos criminales que se deben a su trabajo. Y que son muy buenos en este.



Con este punto de partida era de esperar que los momentos de  humor del libro fueran bastante negros  y con una tendencia a la exageración: hasta llegar a entender el lugar en el que se ncuentran, lo s protagonistas  provocan verdaderos desastres,  que empiezan ametrallando a un conejo  gigante que parece sacado de un sketch de los Monty Python, pasando por una masacre involuntaria en uno de los pueblos  por los que pasan, para terminar adaptándose al funcionamiento interno del escenario. Aunque  esto no  impida que sigan echando mano de un fusil de asalto cuando las cosas se ponen feas.

Estas situaciones están por suerte bien  dosificadas evitando que se conviertan en una broma repetitiva, y posteriormente aprovechando mucho más las posibilidades el mundo de fábula que describe: este se presenta como un lugar  irreal, casi a medio hacer, donde los colores parecen  más propios de una ilustración que la del mundo real, y donde todo parece  poco esbozado.  El reino no es otro que el Reino, con un rey o Reina, sin nombre, pero hay todo un gremio de príncipes y cada costumbre local tiene su origen en algún suceso que haya sido narrado previamente. Un entorno muy lejos  de la idea de cuento complejo pero sí más acorde con el que podría ser  el del libro de historias infantiles de la Hermana Herminia, que mencionan los personajes y cuyos relatos tienen un papel importante en la trama, no solo como referencia para estos. El estilo mantiene muy bien el equilibrio entre lo absurdo, lo cómico, lo coherente y lo peligroso, que es habitual en los libros anteriores de Moran  y que en esta caso aprovecha la libertad  que le proporciona el escenario de los cuentos para explotarlo muchísimo más. Hasta el punto de hacer pensar, en algunos capítulos, que ha debido pasárselo de miedo escribiendo esta novela.



Érase una puta vez no  solo es un cuento con animales parlantes, princesas, reinas y asesinos a sueldo donde  no se corta a la hora de plantear las situaciones más alocadas, sino que decide ir un poco  más lejos  y acompañarlo de su propio spin off:  por si el mundo en el que acaban perdido Matas, Lorenza, Salvini y diego se ha quedado pequeño, se publicó como complemento las Historias de la Hermana Herminia,  una colección de cuentos muy ortos donde se recogen el resto de las historias que mencionan en la novela. Eso sí, tanto el conejito Pin Pan Pun como la gallina que ponía huevos de dragón, quedan muy lejos de cualquier versión Disney.

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