Puede que no salgan en la lista de los más vendidos durante el verano o en los libros que uno se llevaría a la playa, pero p ara las vacaciones siempre acaba cayendo alguna antología de Bruguera o similares gracias a las visitas por la tienda de segunda mano: ocupan poco, muchos de los relatos incluidos son desconocidos y tienen un papel que las hace indestructibles (no se puede decir lo mismo del encolado. Lo mismo aguanta un segundo Chernobil, que se ha quedado seco y se desintegra). En este caso, la Selección Horror de la editorial, con unos volúmenes más pequeños que otros publicados con carácter temático, como Historias sobrenaturales o Siniestras, son una mezcla entre cuentos leídos hasta la saciedad y otros que ni se conocían, y una completa falta de fidelidad al material original.
Es precisamente en la primera entrega de esta selección donde puede verse referenciados las fuentes originales de los cuentos publicados: varias antologías de distintos títulos, desde relatos selectos de terror, algún ómnibus sin hilo conductor aparente, que solo tenían en común haber sido compiladas por Kurt Steiner, a quien sí que se menciona en cada uno de los números de la colección. Colección de la que esta vez, a base de ir encontrando ejemplares de forma aleatoria, he conseguido los dos primeros.
Horror 1. Tras un breve prólogo de menos de una página, en la que se habla de forma genérica acerca del terror y la fascinación que este ejerce, ocho relatos sin ninguna conexión entre sí ni por temática, autor o época, narran distintas situaciones: desde el Ultimo amanecer recorre de manera desoladora, pero también muy naif a nivel científico, la os últimos días de la tierra por un cataclismo espacial, pasando por clásicos inevitables como Los hechos de M Valdemar o El horla, así como narraciones de la época pulp como El lienzo de la locura de Seabury Quinn.
Quizá en este caso lo más llamativo sea la antigüedad de algunas narraciones que seguramente no hayan vuelto a ser publicadas desde entonces. Si las más recientes son la venganza muy propia de los comics EC narrada en El lienzo de la locura, o ese hipotético episodio sobrenatural en la vida de Somerset Maughan, ya en los sesenta, hay relatos de 1902, o de 1916 que sorprenden tanto por lo poco conocidos y lo original de sus tratamientos. Si El buque fantasma de Middleton puede ser relativamente recordado por su ironía a la hora de narra la vida cotidiana de un pueblo que convive con sus espectros, la descripción del fin del mundo de El ultimo amanecer combina la inocencia propia de ese desconocimiento del espacio con una situación tan devastadora como la descrita en La nube púrpura de Shiel. Casi inmortal, de Austin Hall, es un cuento sobre vampirismo, magia negra y un villano que se adelanta al menos una década al pulp. Una selección sorprendente que termina con un reato más clásico como el de Dickens y Juicio por asesinato, pero que resume un poco el tono general de la colección: te puedes encontrar cualquier cosa.
Horror 2. De nuevo, tras un prólogo, ocho relatos en los que los clásicos son algo menos vistos que en otros números: el fantasma inexperto de H. G. Wells, una historia con bastante ironía acerca de las normas que rigen a los habitantes del mas allá y por qué estas no deben ser imitadas por un mortal. Schalcken el pintor, de Le Fanu, guarda en común con el anterior la descripción de lo que sucede cuando los vivos y los muertos ocupan lugares que no les corresponden.
En este tomo hay bastanteas nombres conocidos: Bradbury destaca con un relato inquietante acerca de enfermedades infantiles y su contagio. Además de dos nombres que sonarán por el círculo de Lovecraft: Frank Belknap Long y Robert Bloch, años después de sus aportaciones a los Mitos, y ya con narraciones muy distintas. Una aventura pulp espacial en el caso de Long, y una vuelta con mucho humor negro al tema de los objetos malditos, en los que no falta una referencia al Vermiis Mysteriis inventado por Bloch.
Los cuentos menos conocidos, una venganza de unltratumba de Robert Barbour Johnson en la Ultramuerte de Thaddeus Warde, Gardner F. Fox y su revisión de las vidas pasadas con giro final en Vete, lluvia, vete, y la versión moderna de un cuento popular tan siniestro como El flautista de Hamelin, de Eric Frank Russell terminan un tomo igual de variado en el que incluso los cuentos más antiguos y con más posibilidades de haber aparecido en otras antologías todavía no están lo bastante trillados.