No hay visita a librería de segunda mano sin que salga de allí con alguna antología de relatos. Los que hace años aparecían en Todocolección a precios astronómicos han ido asomándose a tiendas físicas a tres o cinco euros, haciendo que me plantee si el acceso a la versión digitalizada de estos libros descatalogados hace muchos ha tenido algo que ver, si hoy no hay tantos lectores interesados en estas colecciones o si los de la mano invisible tenían razón y el mercado se regula solo. En todo caso, Bruguera sigue siendo un poco ese lugar seguro de selecciones adquiridas a editoriales anglosajonas o belgas, troceadas y remontadas en muchos casos haciendo que convivan relatos de Tolstoi con uno de Jean Ray. Y las de Martinez Roca, esa selección de terror de los ochenta donde años después reconocería a muchos de los nombres que a parecen en su índices.
Esta es una selección de autores recientes, al menos entonces, como el Soportar a los niños de King que da comienzo a la colección, y donde se encuentran escritores conocidos por el lector gracias , precisamente, a las antologías de Roca de esa época: Dennis Etchinson, con un elegante cuento sobre vampirismo, seguido de la aproximación, más ambigua, a al mismo tema por Chelsea Quinn Yabro. Y lo menos conocido, como tan breve como efectivo, de Bill Pronzini, muy deudor del estilo efectista de los comics de la EC, una aproximación a la ciencia ficción con La anacoreta de Beverly Evans (de nuevo, estas colecciones era a menudo la forma de descubrir autoras que no fueran Anne Rice) o los asesinos en serie de Barry N. Malzberg.
La segunda parte de la antología comienza con un relato de Richard Christian Matheson, que recuerda inevitablemente a El diablo sobre ruedas. Una segunda mitad en el que además de otro conocido como Ramsey Campbell, que siempre me ha gustado más como escritor de relatos cortos, se caracteriza por una mayor tendencia al humor negro o la justicia poética: Los amantes fugitivos de Ray Russell recuerda en la ironía de su desenlace a las Historias de terror del ciclo Poe de Corman. El personaje de Lo mató con un palo de William F. Nolan recibe el final que merece todo maltratador de animales, No puedo dejar de decir adiós de demuestra, al igual que el cuento de King, que los niños dan un mal rollo tremendo, y La criatura (The Ghoul en el original), cierra la colección con mucho humor negro y planteando uno de los mayores temores desde que la edad de jubilación empezó a atrasarse por el bien de la economía: ¿y si los gobernantes descubrieran los beneficios laborales dela nigromancia?
La antología quizá es un poco menos actual que las publicadas habitualmente en Súper Terror, que recurría a selecciones con lo mejor del año de publicaciones estadounidenses dedicadas al terror y al fantástico, pero precisamente, esa variedad y un poco, la falta de temática común, hacen que sean de esas lecturas para arreglar una tarde.
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