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jueves, 1 de febrero de 2024

Háblame (2022). Dame la manita, Pepe Luis

 


Aunque el terror se considere un género  para el público adulto, al menos, según qué temática, también lo es para los adolescentes. En los últimos sesenta años no ha quedado ni un solo chaval que no haya sido perseguido por un asesino, algún monstruo…o  cualquier cosa que hayan   encontrado por meterse donde no debían. Los jóvenes de los años cincuenta pueden ser muy distintos a los zoomers, pero todas las generaciones tienen algo en común: la capacidad de encontrar problemas, pero también de resolverlos. Bueno, y en el caso de los últimos, bastantes  trastornos  de ansiedad y la sensación de vivir al borde de un inminente apocalipsis. Pero esa parte de los miedos propios de la adolescencia también han sido reflejados fielmente en muchas producciones recientes, y en el caso de la película de los hermanos Philippou, mezclando una trama de fantasmas y posesiones  tradicionales  con las formas de narración  audiovisual recientes y los temas ligados a estas.


Háblame es el saludo ritual con el que empieza un peligroso juego que hace furor entre los jóvenes (lo reconozco…¡siempre he querido escribir un titular alarmista al estilo de Espejo Público): la reproducción, en yeso aparentemente, de una desgastado mano que, tras sujetarla y pronunciar la fórmula anterior y una invitación a entrar, permite a quien la utiliza entrar en contacto con un espectro. Pero como todo juego donde se mezcla lo real y la leyenda  urbana, esta tiene una regla estricta: el contacto no puede durar más de noventa segundos, o resultaría peligroso, incluso mortal, para quien se presta a ello. Durante ese tiempo, sus participantes resultan poseídos por el espectro al que han invitado, siendo controlados por un alma en pena, a  menudo confusa, violenta o atormentada…pero también pueden sentir una subida de adrenalina y ser gravados por los participantes en la sesión. Mia, una joven que ha perdido a su madre recientemente, en circunstancias que apuntan a un suicidio, ve uno de estos vídeos junto a sus amigos y deciden acudir a la fiesta donde tiene lugar la próxima sesión. Intentando, como muchos adolescentes, librarse de su fama de aburrida, se presta voluntaria a un juego que provocará en ella una sensación similar a la de una adicción, hasta que, como tal, pierde el control en uno de los contactos: cuando el hermano de su mejor amiga es poseído  por el espectro de la madre de Mia, esta intenta mantener el contacto más del tiempo permitido, poniendo la vida del chico en peligro pero provocándole muchas dudas sobre lo que ha visto: es espectro de su madres asegura que su muerte no fue voluntaria, pero estos, si deben tener en cuenta a los que han conocido, también se caracterizan por su capacidad de mentir y por el deseo de dañar a los vivos.


La historia, pese a jugar con unos elementos muy trillados, fue una de las más interesantes de 2022 gracias a la capacidad de dar la vuelta a esta temática y adaptarla a un lenguaje más moderno. Quizá relacionado con el hecho de que sus directores vinieran de youtube y estén muy familiarizados con elementos nuevos como el creepypasta o las narraciones de rituales: juegos como Charlie Charlie, llevados a cabo y grabados para las redes sociales, tienen aquí su reflejo, en ese objeto mucho más simple y visual, como es esa mano llena de notas escritas, y que sustituye al tablero ouija , siendo grabado y compartido de forma similar a sus referentes reales.

Esta aproximación a la forma de comunicación de los adolescentes está muy bien reflejada, y no supone alejar al público madura, sino hacerle comprender que esos chavales que, pese a estar todo el día con el móvil y hablar raro, según los más rancios, tienen los mismos miedos y preocupaciones por los que han pasado todos: la muerte, la incertidumbre, la amistad o encontrar un sitio en el que ser aceptado están presentes en la historia de estos protagonistas en los que el “subidón” provocado por una posesión parece bastante similar al de un botellón o el q llevar a cabo una actividad peligrosa. Y que no es tan descabellado. Después de todo, en la época victoriana una sesión de espiritismo a la hora del té era tan habitual socialmente como ponerse a jugar al Catán.


Una sensación de cercanía con los protagonistas ayudado por un detalle tan nimio como es el aspecto del casting: por una vez, todos parecen adolescentes de diecisiete, y no gente de treinta moviéndose por decorados del instituto. Incluso Sophie Wilde en el papel de Mia,  que contaba  veintidós años en el momento del rodaje, tiene un aspecto desvalido muy adecuado para su personaje, que junto al resto de protagonista, hace pensar lo que realmente debería transmitir una historia protagonizad por gente tan joven: ¡pero qué canijos se ven y en menudo lío se han metido!




Si  bien la trama principal es una mezcla entre historia de fantasmas y posesión, deudora de muchos elementos que aparecerían previamente en Insidious, otro de los aspectos interesantes es el trasfondo que puede verse brevemente del mundo sobrenatural que perciben los protagonistas. Los espectros que contactan parecen ser victimas de suicidios o muertes violentas, atrapados en un limbo del que solo pueden salir brevemente durante la posesión que  refleja en gran parte sus últimos momentos. Cadáveres hinchados, ancianos decrépitos o de comportamiento grotescos, son las almas en pena que estos verán en la mayor parte de los casos. Fantasmas, en su mayoría, violentos que buscan atraer a la muerte a esos médiums involuntarios y cuya aparición resulta desoladora. El otro lado con el que contactan en un lugar oscuro, sin esperanza, un limbo  muy similar al que podía intuirse en el primer Insidious y en el que no hay ningún fantasma familiar protector para salvar a sus protagonistas.

Un escenario que no permite el final feliz, típico de Entre fantasmas que acaban recurriendo las sagas cinematográficas y que aquí se usa para jugar al despiste, manteniéndose dentro de cierto pesimismo, y haciendo que funcione mucho mejor que  los guiones más tópicos. Y que, ahora que esa mano de yeso parece que seguirá moviéndose por las fiestas de chavales en alguna otra película, espero que mantenga como parte del trasfondo de la posible franquicia, en lugar de optar por el deus ex machina sobrenatural.  

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

"Después de todo, en la época victoriana una sesión de espiritismo a la hora del té era tan habitual socialmente como ponerse a jugar al Catán." Casi escupo el colacao al leer esto xD.

Creo que la peli se presentó a varios festivales en 2022 y llegó a los cines al año siguiente, por eso la ubico más en 2023. Mirando las estadísticas de Letterbox las únicas pelis de terror que me han gustado mucho del año pasado son "Nadie te salvará", "El exorcista del Papa", "Cuando acecha la maldad" y "No tengas miedo". La cuarta parte de Hellhouse LLC me flipó mucho también, así como "Viernes negro" y las últimas de Evil Dead e Insidious, pero en general, ha habido menos mandanga y de menor calidad. También es cierto que he visto menos pelis y que tengo pendientes algunas como "Infinity Pool" o "Beau is Afraid".

"Háblame" me pareció un crossover entre "It Follows" y "Smile" salpimentado de "Insidious", quizá un poquito más amable en el tono, porque hay espacio para algo de humor y comedia. Y como "It Follows", parece que tendrá segunda parte.

No sé si es el hecho de que sea australiana lo que hace que los adolescentes parezcan de verdad adolescentes, pero se agradece. Como se agradece también que muestre ese mundo que ya no es el mío pero que salvo que seas un rancio o una rancia, es sencillo empatizar con él.

A ver qué tal se da 2024 para el terror.

Renaissance dijo...

Y con el trabajo que da montar algunos juegos recientes, como el Hellboy o el Mansiones de la locura, casi sale más a cuenta una sesión de espiritismo XD.

Una de las cosas que más me gustó de la película fue el que realmente hicieran un casting que pareciera adolescente, y que mantuvieran el equilibrio entre la inconsciencia de estos y la capacidad de intentar arreglar lo que han hecho. En ningún momento parecen una pandilla de idiotas a los que todo lo que le pase es poco, sino que es más fácil empatizar con ellos y ver, un poco, que salvo por las diferencias culturales debido al cambio generacional, no hemos sido tan distintos a esas edades (salvo los boomers. A nadie le gustan los boomers XD)

Del 2023 casi la que más me ha gustado ha sido Posesión infernal, aunque lo cierto es que he visto pocas películas estrenadas ese año. Creo que El exorcista del Papa, que para pasar la tarde después de navidad estaba entretenida, y poco más. Por comparación, la que he visto esta semana más reciente, Cuando acecha la maldad, me ha parecido mucho mejor que casi todo lo del año pasado.

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