Si hay algo que echaba de menos era
poder subir entradas sobre libros en bloque. Porque la gran mayoría
de los últimos meses son tan dispares que hablar de varias al mismo
tiempo sería como mezclar el tocino con la velocidad, porque a
menudo me acabo enrollando como una persiana y solo me da tiempo de
escribir sobre uno en concreto. O porque quizá (y espero que solo
quizá) algunas series me quitan un poco de tiempo para dedicarme a
la lectura...Pero no es culpa mía que a los guionistas de El cuento
de la criada se les haya ocurrido continuar una novela cuya
particularidad es la de quedar inconclusa. Aunque, en eso, las
últimas colecciones de relatos que he podido leer y la adaptación
de la novela de Margaret Atwood coinciden: las tres son obra de
escritoras, lo femenino tiene una presencia importante y en cierto
modo, también con lo macabro o con los peores escenarios posibles.
Joyce Carol Oates. El señor de las
muñecas y otros relatos de terror. A menudo relacionamos la idea de
“terror” con lo sobrenatural, o como mucho, con tramas de
persecuciones o asesinatos tirando a truculentos. La idea de Oates en
esta antología es más bien lo contrario: lo que puede aparecer en
cualquier periódico, o peor, el acabar siendo protagonista de
situaciones que no merecen más que una breve columna en la sección
de sucesos, es a menudo más aterrador que cualquier monstruo
deambulando por un bosque.
Algunos de los cuentos, narrados en primera persona, aprovechan la confusión entre lo que interpreta el personaje principal y las conclusiones que puede sacar el lector finalmente. Aunque en algunos casos la revelación resulta un poco más exagerada que en otros, esta siempre resulta muy gradual y no se queda en un giro sorpresa para cerrar una historia de forma impactante. También hay espacio para algunos un poco más improbables, pero muy marcados por el humor negro, y todos ellos se caracterizan por la presencia,a modo de trasfondo, de las diferentes clases sociales y el deterioro de las relaciones familiares. Si hubiera que elegir el mejor ejemplo, sería Accidente por arma de fuego, donde condensa a la perfección un entorno muy cercano y una situación, que, también por ser algo que podría haber sucedido a cualquiera y en cualquier lugar, resulta aterradora.
Angela Carter. La cámara sangrienta.
El término retelling se refiere a aquellas narraciones que cuentan
una historia previa, generalmente un texto libre ya de derechos de
autor o bien un cuento popular, modificando ciertos aspectos, o bien,
desde la perspectiva o el pasado de determinados personajes
(generalmente los villanos). Aunque La cámara sangrienta consista en
hacer versiones nuevas de los cuentos recogidos por Perrault y otros
clásicos, no llega a dar la impresión de pertenecer a ese género,
porque Carter acaba haciendo suyas las tramas que varias generaciones
de lectores conocían a la perfección y las dota de un estilo mucho
más siniestro, muy gótico a menudo, y haciendo hincapié en los
aspectos más adultos de unas narraciones que con el tiempo, fueron
limadas y adaptadas por los distintos autores que decidieron
trasladarlas de la tradición oral a la escrita.
Caperucita, La bella durmiente, e incluso una versión cómica de El gato con botas, muy cercana a las producciones Carry On de los sesenta (como las de Pajares y Esteso, pero en Gran Bretaña) son algunas de las versiones que Carter realiza, y entre las que tienen cabida no uno, sino dos puntos de vista distintos sobre La bella y la bestia, aprovechando uno de ellos para alejarse lo máximo posible del original y crear una fábula sobre autómatas y transformaciones animales.
En una colección caracterizada por cuentos con un trasfondo un tanto macabro, no podía faltar la presencia de Barba Azul, donde los elementos del cuento construyen una narración propia del folletín por entregas e incluso se atreve a sugerir la existencia de relatos, tanto o más interesantes que el presente, que nunca serán contados, pero, cuando uno de los primeros párrafos de un libro empieza con “...se había enfrentado a un sampán de piratas chinos, atendido a toda una aldea durante el azote de la peste, matado de un disparo con su propia mano a un tigre cebado, y todo antes de cumplir los diecisiete” ¿como no pedir a gritos un capítulo sobre las andanzas de este secundario?
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