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martes, 16 de agosto de 2016

Las increíbles aventuras de H. P. Lovecraft VI. H. P. L. & Hijos


Hace unos años leí Los nombres muertos, de Jesús Cañadas, una novela protagonizada por mi escritor favorito y que a partir de la estupenda caracterización que daba de este, decidí  empezar una serie de entradas sobre ficciones protagonizadas por el escritor...cosas de haber sido una verdadera devota suya y de tener bastante tiempo libre. Versiones hay muchas, casi todas contando al propio autor como protagonista, pero ninguna yendo hacia el futuro, es decir, planteándose las mismas posibilidades sobre los Mitos de Cthulhu en un entorno real y actual, sirviéndose de un hipotético descendiente de H. P. L. Bueno, en realidad sí hay una, porque era lo que le pasaba al protagonista de The Last Lovecraft. Pero esta última era una comedia muy marciana, sin que la idea se tomara en serio.



Hasta el momento, una narración protagonizada por un pariente del escritor ha sido un campo muy poco explotado. Campo del que se ha servido Jonathan L. Howard (hasta el nombre tiene su gracia para los fans de Cthulhu) para su nueva novela. Por lo que dicen de su anterior serie, en Johannes Cabal: Necromancer, ya incluía alguna referencia a los Mitos, pero es en Carter & Lovecraft donde las emplea de forma directa y como parte de la historia en la que los protagonistas tienen una relación directa, aunque desconocida para ellos, con el mundo creado por H. P. L. Dan Carter es un investigador privado, que abandonó la policía tras el arresto de un salvaje asesino en serie. Su vida transcurre ahora entre casos anodinos sobre seguros y divorcios, hasta que recibe una noticia tan inesperada como novelesca: un desconocido le ha nombrado heredero de una librería en Providence, cuya empleada, Emily Lovecraft, es la única descendiente del escritor que conserva el apellido. Algo que esta lleva con bastante resignación, ya que no tiene ni la mitad de admiración por él que sus lectores habituales. Y sobre todo, con mucha ironía: Emily es mulata, y desde el primer momento no duda en comentar con bastante sorna que a su tataratatarabuelo le daría un infarto si lo supiera. Salvo lo inesperado de su primer encuentro, no parece haber nada sobrenatural: Carter solo plantea asociarse con Emily y mantener un negocio que resulta muy rentable, pero poco después comienza a tener lugar muertes muy extrañas. Dos personas aparecen ahogadas sin que hubiera una gota de agua. Ambas tuvieron un encontronazo con un matemático prometedor, pero también con muchos enemigos. Y Carter comienza a tener pesadillas y alucinaciones donde el asesino que abatió le habla de un fenómeno, inventado por este, al que llama la Distorsión.



Desde el principio, la novela no duda en ofrecer un montón de referencias al lector, que seguramente ha llegado a ella por el Lovecraft de la portada. La mayoría consisten en algunos guiños que conforman el entorno de los personajes, como la figura de Cthulhu que Emily tiene en la tienda a modo de broma, una mención muy inesperada a Grandes esperanzas de Dickens, o que se bromee mucho con el nivel de fanatismo de los lectores de género fantástico. Otras, están pensadas directamente para el público, como los nombres de los capítulos adaptando los títulos de varios relatos lovecraftianos clásicos. Salvo por estas menciones más directas, Howard intenta al menos crear desde cero su propio universo de los Mitos. Que en este caso, se aleja de los defectos típicos de los pastiches: en lugar de enumerar lugares conocidos, hay alguna referencia más sutil. Y en lugar de poner a sacar un monstruo tentaculado concreto detrás de otro, opta por crear una atmósfera progresivamente más tensa a partir de la inclusión de otros elementos más sutiles, como la percepción de la realidad, su relación con las matemáticas (aunque de una forma bastante simple), o el presentar un horror mucho más cercano y moderno, como la extraña lógica que sigue el asesino en serie, y cuyo escondite y notas recuerdan bastante a lo que Cohle y Hart encontraron durante las investigaciones en True Detective. Salvando las distancias, claro: la serie de Pizzolatto nunca dudó en sugerir un tipo de violencia muy cruda que sería impensable en una novela pensada como entretenimiento.

Uno e los aspectos menos atractivos, sobre todo si se han leído ya series de fantasía urbana, ha sido el recurrir al arquetipo del detective, un motivo bastante sencillo para que el protagonista tenga tendencia a brujulear por ahí y cierta disponibilidad de armas de fuego. Además, al tratarse de la primera entrega de una serie, se toma su tiempo a la hora de ir planteando las bases de esa nueva saga. A las que no le faltan interés, pero pierden demasiadas páginas incluyendo asesinatos de personajes muy secundarios y que  ralentizan otros elementos más importantes de cara al futuro, como una mayor caracterización de los personajes, o el proporcionar una mayor atmósfera. Cualquiera: malsana, fantástica, o claustrofobia. Algo que le hubiera sentando muy bien a la narración.

Aún con los defectos propios de escribir un libro pensándolo como una serie de varios, Carter& Lovecraft compensa su primera entrega con un escenario muy prometedor de cara a la siguiente. Y es que su particular mezcla de menciones a los mitos de Cthulhu junto a los elementos menos empleados de H. P. L., como la distorsión de la realidad, la sustitución de la magia por las matemáticas, y sus protagonistas, regresando desconcertados a Arkham, ha hecho que vaya a estar muy pendiente de la salida del próximo tomo.

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