La noche de las bestias se ha convertido en los últimos
veranos en una franquicia con buenos
resultados. No va a competir con los blockbusters pero cubre muy bien aquellas
semanas en las que los estrenos principales todavía quedan muy lejos. Y se ha
separado de una forma muy hábil del thriller con toques de ciencia ficción como
el que empezó para encontrar un nicho bastante mejor dirigiéndose hacia la
acción y enfocando su planteamiento de una forma más dinámica, donde el
protagonista más importante es esa noche en la que todos los crímenes están
permitidos y de la que los personajes de cada entrega intentarán salir vivos.
Election Year comienza de una forma muy similar a las
anteriores, recordando las normas de la noche de la Purga y presentando a los
protagonistas: un hombre que se limita a defender su negocio en la peor noche
del año o los pocos valientes que recorren las calles ofreciendo asistencia
médica a las víctimas. Pero esta vez el ambiente previo es distinto: junto a la
llegada de turistas europeos dispuestos a disfrutar de la celebración, empiezan
a oírse voces críticas sobre su verdadera naturaleza. La Purga solo es una
forma que los ricos tienen de librarse de los más desfavorecidos, y una de los
candidatos a la presidencia aboga por su abolición. Es la actuación de esta la
que supone el mayor cambio en la Purga anual, al eliminar la inmunidad que los
políticos gozaban esa noche. Ahora ella misma deberá sobrevivir como cualquier
otro durante las horas en las que todo crimen está permitido y que sus enemigos
políticos emplearan todos sus recursos para acabar con ella.
La estructura de esta entrega también es parecida a la
empleada anteriormente: al tratarse de secuelas independientes entre sí, con
distintos protagonistas en la mayoría de los casos, parecen intentar que
cualquiera de ellas pueda verse sin tener conocimiento de las anteriores. Y al
igual que estas, Election Day comienza con la información básica sobre la noche
presentada mediante fragmentos de telediarios, mezclada con la introducción de
los protagonistas, o en su caso, con aquellos personajes que se valdrán de la
Purga para vengarse o simplemente, ser sádicos, y una trama principal
consistente en que estos tengan que desplazarse de un punto a otro de los
escenarios, donde cualquier motivo es válido: sea un fallo de seguridad o una
traición, el caso es que estos acaban deambulando por unas calles donde es
posible ver todo tipo de peligros y que constituyen los momentos más movidos de
la película. Debido a la independencia entre las secuelas, el sistema funciona
bastante bien, e incluso habiendo visto las anteriores, es fácil disfrutar con
algo que aparentemente se había contado previamente: lo importante en este caso
no es tanto los protagonistas como seguir desarrollando el mundo de la Purga y
las consecuencias que cada noche tendrán para la siguiente. Que en esta tiene
mucho más peso: la primera parte, la más floja, planteaba la premisa en un
escenario muy limitado. La segunda servía para cambiar de registro y ofrecer
uno más amplio, y esta, para terminar de desarrollarlo además de renovarlo.
Debido a esto, los personajes tienden a representar unas
situaciones muy determinadas: gente de a pie, protagonistas clave para la
trama, como la política, e incluso un enlace con la parte anterior mediante el
guardaespaldas, que fue el protagonistas de esta (aunque se hace mención al
papel que tuvo entonces, la historia se sigue perfectamente sin haberla visto).
Todos ellos también muy pensados para que el público se preocupe por ellos cada
vez que alguien los persigue con una motosierra o con una escopeta de
repetición, y que quizá por eso, resultan muy uniformes en sus caracteres más
positivos: ellos son los más valientes, los más decididos, y sin duda, mucho mejores que sus antagonistas. Es una de
esas raras ocasiones en las que no incluyen a ningún secundario pensado para
resultar odioso y asesinado en el momento adecuado.
Esta entrega es también la más creativa visualmente. En un
momento se refieren a la Purga como “el Halloween de los adultos” y procuran
trasmitir esa sensación mediante una actitud de los participantes muy festiva,
que contrasta con las actividades que llevan a cabo, y sobre todo, con el uso
de las máscaras y disfraces: la mayoría de ellos portan atuendos muy grotescos,
que no llegan a disfraces caseros, pero en los que las caracterizaciones
portando armas de todo tipo y las manchas de sangre les dan un aspecto muy
pesadillesco. Que también se mantiene en las secuencias de exteriores y es uno
de los puntos más interesantes de la película: el desplazamiento de los
protagonistas por las calles desiertas está poblada de escenas rodadas a menudo
con niebla, donde pueden verse situaciones tan surrealistas como una guillotina
funcionando en el fondo de un callejón, o tan propias de una película de terror como una figura bailando alrededor
de sus víctimas ahorcadas.
La trama de carácter político también tiene mucho más peso:
no solo uno de los personajes es uno, sino que también plantea la Purga como
una herramienta económica. Esta aparece tratada de una forma muy propia de la
serie B: muy directa, y sin sutilidades, de manera que incluso recuerda un poco
a Están vivos de John Carpenter. Los otros políticos son abiertamente
despiadados, clasistas, e incluso se los presenta en el desenlace de una forma
muy propia de las cultura popular de las conspiraciones: en una iglesia y
celebrando más que una misa, un rito que parece sacado de los rumores de
Bohemian Grove y otras sociedades secretas. Que, teniendo en cuenta el ambiente
político en la mayoría de países donde se ha estrenado, además de directo, ha
sido una pulla la mar de divertida.
Election Year, aún sin presentar grandes variaciones, es una
secuela que ha funcionado muy bien: termina de consolidar el estilo que llevará
la franquicia a partir de ahora, y que es muchísimo más entretenido que el
anterior, y de paso, presenta un avance en el universo de la Purga, donde quizá
no sea ya el evento anual de las películas anteriores, pero sí puede dar, si lo
plantean bien, un giro interesante.
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