Visto que los años veinte de este siglo siguen en ese escenario incierto tras el Covid, he decidido volver a la década de los Veinte buena, la del siglo pasado. Las del desengaño, el expresionismo, la creatividad y el autoengaño de “no, no, en otra guerra no nos metemos”. Y la época de esos señores que reflejaban muy bien ese fantástico desasosegante, mucho más perturbador que el anglosajón y sus relatos clásicos de fantasmas (aunque a M. R. James lo quiero mucho y siempre será el referente de terror cozy). En los que también se percibía acierta violencia, menos sutil de la que podíamos esperar hace un siglo y también, inquietud hacia el futuro. No es necesario centrarse únicamente en esos extraños veinte, sino que un poco antes, tanto en Checoslovaquia poco después de la Gran Guerra como en Alemania, años antes de esta, a parecían los primeros textos que servían como predecesores.
Jaroslav Hasek. El comisario rojo. Esta es la historia, a través de relatos breves, de la llegada del nuevo comisario Gashek al pueblo de Bugulma, durante la revolución rusa. En su estancia, este hará cumplir como puede las normas dictadas por lo soviets, se encargará de mantener el orden en el pueblo y de denunciar a los posibles traidores. Tarea que chocará con la de Yerokhimov, comandante de un regimiento revolucionario que intentará por todos los medios encarcelar al actual comisario. El motivo será lo de manos, dando lugar a las situaciones más peregrinas en las que ambos acabarán en un juego de persecuciones, ordenes contradictorias intentos por salvar su pellejo ante los que los habitantes de las propia Bugulma y el regimiento de chuvaques encargados de escoltar a Gashek no les queda más remedio que cumplir con resignación por absurdas que resulten.
Esta es la parte principal de una selección de relatos variados de Hasek, completada por varios capítulos de escenas de carácter costumbrista en la Praga de principios de siglo XX, a en entornos rurales como las lagunas de Razice, así como varios textos de la creación más famosa de Hasek, el soldado Svejk. Estos se caracterizan por un fuerte carácter autobiográfico: todos los escenarios están relacionado con momentos de su vida, siendo ese pequeño pueblo de la Rusia revolucionaria una parte. Hasek aprovechó la guerra para desaparecer, precisamente, como comisario bolchevique, situación que lao llevaría a empezar una nueva vida…incluso con una nueva esposa. Lo que hace pensar que su biografía sea incluso más divertida y difícil de creer que sus narraciones. Estas reflejan de forma paródica la organización soviet, la paranoia en tiempo de revolución, las traiciones y alianzas, así como a la gente de a pie, que se limita a seguir con su vida y que seguramente están pensando que poco importa un jefe u otro. Estas llevan al absurdo la cadena de mando, sus contrasentido y la planificación. Pero en la que sorprende que su visión cómica sea mucho más amable y menos ácida que la empleada con la jerarquía austro húngara, como puede verse n los relatos de Svejk que cierran el libro.
Este componente autobiográfico también está presente en los Relatos de una vieja farmacia, donde estuvo de aprendiz y el desfile de personajes (boticario, su esposa, los empleados y los vecinos del edificio) son pura comedia costumbrista con un punto que incluso puede recordar un poco a las viñetas de 13 Rue de Percebe. Este costumbrismo también está presente en los textos de La atalaya del alguacil, inspirado en el trabajo desempeñado por su abuelo. Pero la ironía, el reflejo ácido del presente, del absurdo y de las mezquindades de la política, tendrá n mucho más peso en la sección de miscelánea, donde abogados, jueces e incluso la hacienda pública sale más que mal parada. Y sobre todo, en el reflejo de su andadura política: las narraciones que recogen su camino en el Partido del Progreso Moderado recoge discusiones, reuniones y un programa electoral que constituye un reflejo hilarante de todos los personajes con aspiraciones políticas elevadas…y un programa electoral que hoy daría el pego en cualquier campaña.
Karl Strobl. Elagabal Kuperus. En la parte antigua de una ciudad de Alemania, cerca de la catedral, se encuentra la mansión de Elagabal Kuperus. Ermitaño, al igual que su amigo el encargado de las campanas de la catedral, temido por sus vecinos quienes cuentan historias sobre sus poderes y posible mago auténtico, capaz de conservar cuerpos como si albergaran vida, este lleva una existencia apartada del mundo mientras el millonario, Thomas Bezug planea, previa propuesta de uno de sus empleados, hacerse con el oxígeno de la tierra y comercializarlo como un bien más…después de todo, si nadie lo ha hecho antes, y no está prohibido, es una oportunidad empresarial para cualquier emprendedor. Esta es solo uno de los planes de Bezug, dueño de todo lo que desea, incluso de un ser humano si se lo propone. Pero es solo un personaje más en una historia en la que poetas, artistas, mujeres fatales, inventores e incluso el fin del mundo tienen, aunque solo por un momento, y como pieza de algo mayor, un papel asignado.
Olvidado voluntariamente durante años, al igual de Ewers, Strobl es actualmente más conocido pro sus relatos cortos publicados durante la década de los veinte y de los qque Valdemar presentó una selección en la antología Lemuria. Es precisamente uno de ellos en los que aparecía este Elagabal Kuperus, ese mago barbudo y de grotescos colmillo que constituían sus rasgos distintivos, y que en la novela de su mismo nombre, más que un protagonista, es un hilo conductor. Esta, escrita en 1900, queda todavía un poco lejos de nuestra “entreguerra”, pero el desarrollo de la perversión de la jerarquía familiar, la figura del oligarca de los primeros años del capitalismo como alguien implacable capaz de destruir a todo al que se le oponga, el retrato sobre la degeneración y vicios de las clases acomodadas, así como ese momento previo al desenlace, con un apocalipsis recibido con desesperación y orgias, le acerca mucho en estilo y temática a los relatos que publicaría en El jardín de las orquídeas.
Con una trama inclasificable y casi imposible de resumir, esta tiene como hilo conductor el enfrentamiento entre los dos personajes, que parecen representar el enfoque material y el espiritual. Enfrentamiento que no llega a tener lugar porque estos encontrarán su destino de forma muy distinta. Pero que sirven de nexo para los personajes que irán apareciendo, todos y cada uno de los cuales con un papel, por pequeño que sea, en la historia. Una en la que sorprendentemente, no falta una trama amorosa en la que los jóvenes amantes triunfan frente a sus antagonistas a una serie de situaciones cada vez más enloquecidas.
El punto de partida, ese proyecto para hacerse con el oxigeno del planeta, casi concebido como una parodia de la ambición de los primeros magnates, pasa a un último plano para centrarse en os conflictos entre personajes, desaparecer de un plumazo y ser sustituida por un aviso marciano sobre un inminente choque planetario, la desaparición de la tierra…que evidentemente, en el último momento no tiene lugar pero sirve para que la trama alcance cotas de locura insuperables.
El texto, un pdf traducido al inglés sacado de archive.org, me hace sospechar que esta no ha sido la mejor ni la traducción más coherente, pero por el momento, es la única disponible de una novela extraña, entre la tragedia, la ciencia ficción, el ocultismo y el fantástico, en la que por un momento, su cantidad de personajes y el papel de cada uno roza lo excesivo y donde no faltarán los Deus ex Machina. Pero que por todo eso, resulta fascinante y desconcertante…y incluso, cuenta con su propia película: nada menos que una versión cinematográfica de 1920, en a que Conrad Veidt tiene un papel. Hoy, desafortunadamente perdida.
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