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jueves, 21 de agosto de 2025

Lecturas de la semana. Señores de entreguerras


Visto que los años veinte de este siglo siguen en ese escenario incierto tras el Covid,  he decidido volver a la década de los Veinte buena, la del siglo pasado. Las del desengaño, el expresionismo, la creatividad y  el autoengaño de “no, no, en otra guerra no nos metemos”. Y la  época de esos señores que reflejaban muy bien  ese fantástico desasosegante, mucho más perturbador que el anglosajón y sus relatos clásicos de fantasmas (aunque a M. R. James lo quiero mucho y siempre será  el referente de terror cozy).  En los que también se percibía acierta violencia, menos sutil de la que podíamos esperar hace un siglo y también, inquietud hacia el futuro. No es necesario centrarse únicamente en esos extraños veinte, sino  que un poco antes, tanto en Checoslovaquia   poco  después de la Gran  Guerra como en Alemania, años antes de  esta, a parecían los primeros textos  que servían como predecesores.

Jaroslav Hasek. El comisario rojo.  Esta es la historia, a través de relatos breves, de  la llegada  del nuevo comisario Gashek al pueblo de  Bugulma, durante la revolución rusa.  En su estancia, este hará cumplir como puede las normas dictadas por lo soviets, se encargará de mantener el orden en el pueblo y  de denunciar a los posibles traidores.  Tarea  que  chocará  con la de  Yerokhimov,  comandante de un regimiento revolucionario que intentará por todos los medios  encarcelar al actual comisario. El motivo  será lo de manos, dando lugar a las situaciones más peregrinas en las que ambos acabarán en un juego de persecuciones, ordenes contradictorias  intentos por salvar su  pellejo ante los que los habitantes de  las propia Bugulma y el regimiento de chuvaques encargados de escoltar a Gashek  no les queda más remedio  que cumplir con resignación por absurdas que resulten.

Esta es la parte principal de una selección de relatos variados de Hasek,  completada por varios capítulos   de escenas de carácter costumbrista  en la Praga de  principios de siglo XX, a en entornos rurales como las  lagunas de Razice, así como  varios textos de la creación más famosa de Hasek, el soldado Svejk.  Estos se caracterizan por un fuerte carácter autobiográfico:  todos los escenarios están relacionado con momentos de su vida, siendo ese pequeño pueblo de la Rusia  revolucionaria una parte.  Hasek aprovechó la guerra para desaparecer, precisamente, como comisario bolchevique, situación que lao llevaría  a empezar una nueva vida…incluso con una nueva esposa. Lo que hace pensar que su biografía sea incluso más divertida y difícil de creer que sus narraciones. Estas reflejan  de forma  paródica la organización soviet, la  paranoia en tiempo de revolución, las traiciones y alianzas, así como a la gente de a pie, que se limita a seguir con  su vida y  que seguramente están pensando que poco importa un jefe u otro.  Estas llevan al absurdo la cadena de mando, sus contrasentido  y la planificación. Pero en la que sorprende que  su visión cómica sea mucho más amable y menos ácida que la empleada con  la jerarquía  austro húngara, como  puede verse n los relatos de Svejk que cierran el libro.

Este componente autobiográfico también está presente en los Relatos de una vieja farmacia, donde estuvo de aprendiz y  el desfile de personajes (boticario, su esposa, los empleados y los vecinos del edificio) son pura comedia costumbrista con un punto que incluso puede  recordar un poco a las viñetas de 13 Rue de  Percebe. Este costumbrismo también está presente en los textos de La atalaya del alguacil,  inspirado en el trabajo desempeñado  por su abuelo. Pero la ironía, el reflejo ácido del presente, del absurdo y de las mezquindades de la política, tendrá n mucho más peso en la sección de miscelánea, donde abogados,  jueces e incluso la  hacienda pública  sale  más que mal parada. Y sobre todo,  en el reflejo de su andadura política: las narraciones  que recogen su camino en  el Partido del Progreso  Moderado recoge discusiones, reuniones y  un programa electoral que  constituye un reflejo hilarante de todos los personajes con aspiraciones políticas elevadas…y un programa electoral  que  hoy daría el pego en cualquier campaña.


Karl Strobl. Elagabal Kuperus. En  la parte antigua de una ciudad de Alemania, cerca de la catedral, se encuentra la mansión de Elagabal  Kuperus.  Ermitaño,  al igual que su amigo el encargado de las campanas de la catedral, temido por sus vecinos quienes cuentan historias sobre sus poderes y posible mago  auténtico, capaz de conservar  cuerpos como si albergaran vida, este  lleva una existencia apartada del mundo mientras el millonario, Thomas Bezug planea, previa propuesta de uno de sus empleados, hacerse con el oxígeno de la tierra  y comercializarlo como un bien más…después de todo, si nadie lo ha hecho antes, y no está prohibido, es una oportunidad  empresarial  para cualquier emprendedor.  Esta es solo uno de los planes de Bezug, dueño de todo lo que desea, incluso de un ser humano si se lo propone. Pero es solo un personaje más en una historia en la que poetas, artistas, mujeres fatales,  inventores e incluso el fin del mundo tienen, aunque solo  por un momento, y como pieza de algo mayor, un papel asignado.

Olvidado voluntariamente durante años, al igual de Ewers,  Strobl  es actualmente más conocido pro sus relatos cortos publicados durante la década de los veinte y de los qque Valdemar presentó una selección en la antología Lemuria.  Es precisamente uno de ellos en los que aparecía este Elagabal  Kuperus, ese mago  barbudo y de grotescos colmillo que  constituían sus rasgos distintivos, y que en la novela de su mismo nombre, más que un protagonista, es un hilo conductor. Esta, escrita en 1900, queda todavía un poco lejos de nuestra “entreguerra”,  pero  el desarrollo de la perversión de la jerarquía familiar, la figura del oligarca  de los primeros años del capitalismo como alguien implacable capaz de destruir  a todo al que se le oponga, el retrato sobre la degeneración y vicios de las clases acomodadas, así como ese momento  previo al desenlace, con un apocalipsis recibido con desesperación y orgias,  le acerca mucho  en estilo y temática  a los relatos que publicaría en  El jardín de las orquídeas.

Con una trama inclasificable y casi imposible de resumir, esta tiene como hilo conductor el enfrentamiento entre los dos personajes, que parecen representar el enfoque  material y el espiritual. Enfrentamiento que no llega a tener lugar porque estos encontrarán su destino de forma muy distinta. Pero que sirven de nexo para los personajes que irán apareciendo, todos y cada uno de los cuales  con un papel, por pequeño que sea, en la historia. Una en la que sorprendentemente, no falta una trama amorosa en la que los jóvenes amantes triunfan frente  a sus antagonistas  a una serie de situaciones cada vez más enloquecidas.  

El punto de partida, ese proyecto para hacerse con el oxigeno del planeta, casi concebido como una parodia de la ambición de los primeros magnates, pasa a un último plano para centrarse en os conflictos entre personajes, desaparecer de un plumazo y ser sustituida por un  aviso marciano sobre un inminente choque planetario, la desaparición de la tierra…que evidentemente, en el último momento no tiene lugar  pero sirve para que  la trama alcance cotas de locura insuperables.

El texto, un pdf traducido  al inglés sacado de archive.org, me hace sospechar que esta no ha sido  la mejor ni la traducción más coherente, pero por el momento, es la única  disponible de una novela  extraña, entre la tragedia, la ciencia ficción, el ocultismo y el fantástico, en la que por un momento,  su cantidad de personajes y el papel de cada uno   roza lo excesivo y donde no faltarán  los Deus ex Machina. Pero que por todo eso, resulta fascinante y desconcertante…y incluso, cuenta  con su propia película: nada menos que una versión cinematográfica de 1920, en a que  Conrad Veidt tiene un papel. Hoy, desafortunadamente perdida.

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