No sé como se luchará en la tercera guerra mundial, pero sí en la cuarta: con piedras y palos
Albert Einstein
La planificación, a muy largo plazo, es una herramienta inútil. En los ochenta creíamos que en el año 2000 iríamos todos vestidos de papel albal
Mi profesor de Dirección estratégica I, circa 2004
Albert Einstein
La planificación, a muy largo plazo, es una herramienta inútil. En los ochenta creíamos que en el año 2000 iríamos todos vestidos de papel albal
Mi profesor de Dirección estratégica I, circa 2004
Desde que la humanidad descubrió su capacidad para destruir no solo a sí mismo, sino el llevarse a todo por delante, el peor futuro posible se convirtió en una constante en la ficción posterior a la segunda guerra mundial. Los humanos no estarían en la superficie de la tierra para siempre, y su desaparición era algo tan inevitable como lejano, como lo fue la extinción de los dinosaurios, hasta que la posibilidad de hacerlo por la acción propia de estos se volvía una posibilidad unas veces más cercana que otras. Este final sería re imaginado de distintas formas, según las preocupaciones de la manera de pensar de cada década. El temor a la guerra atómica daría paso a una deriva más paulatina, la destrucción de la seguridad de del estado del bienestar, así como el evidente deterioro del ecosistema o el error definitivo, aquel en el que jugando a ser dios, el hombre encontraba su final a manos de sus propias creaciones, orgánicas o artificiales.
Y rebuscando por las tiendas de segunda mano, dos libros, no de los más conocidos, reflejaban estos posibles finales, como algo uy lejano e inevitable, pero también de una forma muy distinta a las que interpretarían hoy. Que probablemente, fuera un encogimiento de hombros y pensar “bueno, al menos no tendremos que vivir más eventos históricos”.
Jean Pierre Andrevon. Un mundo desierto.
Un hombre despierta en su habitación sin ningún recuerdo de su vida, para descubrir que todos a su alrededor han muerto. Cada hombre, mujer y niño de la ciudad se encuentra inerte, sin signos de violencia, para ser devorado poco después por las ratas. Demasiado confuso como para sentir nada, este recorre a partir de entonces una pequeña ciudad, ahora desierta en la que todo parece haber quedado congelado en un momento del tiempo: cada mañana, las tiendas aparecen repletas de alimentos que no parecen estropearse y las librerías muestran prensa llenas de palabras sin sentido. Su vida continúa durante días intentando comprender lo que sucede hasta que un nuevo visitante aparece en el lugar: una mujer tan desconcertada como él, que desconoce como ha llegado hasta ahí.
Andrevon tiene una carrera bastante amplia como autor de ciencia ficción y terror, aunque apenas se ha publicado en España (el otro que recuerdo es El retorno, bajo su seudónimo Alphonse Brutsche, en una colección olvidada que publicaba cosas del catálogo de Fleuve Norir). Gran parte de sus novelas giran entorno a la especulación, situaciones extrañas y enigmáticas cuyo misterio se irá desgranando según el lector avanza, y en este caso, Mundo desierto es un ejemplo. Aunque la temática entra del lleno en la ciencia ficción, con elementos que a años después podrían verse en Matrix, los primeros capítulos, dotados de esa irrealidad, son más cercanos al fantastique, algo que se mantienen incluso cuando los protagonistas investigan más sobre su entorno.
La novela , muy breve, sigue un estilo rápido, propio de la lectura un poco de quiosco de la colección en la que se publicó originalmente, y aunque tiene algún elemento que hoy chirría (en concreto: que el autor insista nosecuantas veces en que el personaje femenino que aparece después es 10 o 12 años mayor que el protagonista) lo compensa el desarrollo de la trama. Esta no es nada rompedora, pero si bien ejecutada. Esta plantea un aspecto muy interesante: a las pocas páginas el lector supone que lo que sucede es algo sobre el fin del mundo. Así es, pero este no será algo repentino, y a la tierra le quedan todavía muchas vueltas que dar. Algo que hace que el desenlace esté impregnado de cierta tristeza, un poco solipsista, pero también es uno de los mejores finales (literarios y del planeta) que he leído en mucho tiempo.
James Kahn . demasiado mundo, demasiada sangre.
Esta es la historia de como dos amigos emprenden una búsqueda para recuperar a las mujeres que aman y vengarse de las criaturas que han destruido sus hogares. En un futuro lejano, tanto como para que las antiguas naciones hayan sido olvidadas ,y el conocimiento humanos se hubiera convertido en rumores y leyendas, donde la humanidad conviven en una paz incómoda con criaturas mitológicas y animales inteligentes, el escriba Josh y el centauro Beauty recorren un continente para salvar a sus seres queridos antes de que sea demasiado tarde. Una búsqueda a la que se le unirán Isis, una gata capaz de hablar y razonar, y Jasmine, una humana inmortal gracias a su cuerpo sintético, que ha sido testigo de todo lo sucedido durante los últimos siglos.
La carrera de Kahn se centra sobre todo en lnovelizaciones de guion, siendo responsable de los Goonies, Poltergeist o El retorno del Jedi. La trilogía del nuevo mundo, de la que este sería el primer libro, es prácticamente, su única narración original. Su carrera literaria se nota, porque el estilo narrativo es muy visual y simple: descripciones sin perderse d un detalle de los vestuarios o aspecto de los personajes, como si lo que estuviera haciendo fuera explicar una imagen, de una manera simple y donde pasa cuanto antes a las escenas de acción, algo de lo que han bastante en las 500 páginas del libro.
Esta recoge una premisa a la que también se ha recurrido a menudo: el futuro lejano, en el que de algún modo la magia vuelve sin m ser más que la tecnología olvidada ,y en el que las criaturas no humanas han asido fruto de ingeniería genética. Un tema que remite a Los hechiceros de la guerra de Bashki, La sombra del torturador de Gene Wolfe e incluso a Hora de aventuras. Y gracias a la cual incluye algún guiño muy bien traído como la existencia de hobbits por un capricho de la humanidad que intenta sacar a las criaturas de los libros (y que años después, con un fandom cada vez más friki e intransigente, el chiste ha ganado con el tiempo). También hay que reconocer que el personaje de Isis, la gata parlante, está tan bien caracterizado que sospecho que Kahn, o convive, o convivió con gaticos en algún momento anterior a la escritura del libro.
Aunque esto, y para quie negarlo, el nivel de locura que alcanza en algunos momentos la historia, es lo más salvable. En realidad, este, más que acercarse a La sobmra del torturador o Cena en el palacio de la discordia, lo hace a Holocausto Robot, 199: Los guerreros del Bronx y otras producciones italianas que, a la estela de Mad Max, intentaban reflejar, a base de descampados y cazadoras vaqueras con rotos, como en el año 2000 la civilización caería e iríamos todos hechos unos zorros entre robots y mutantes. En este caso, los mutantes son sustituidos por criaturas mitológicas creadas genéticamente, por aquello de poder jugar también la baza de la fantasía separándose un poco de los cánones de Tolkien y Dragones y Mazmorras. No faltan unas cuantas escenas subidas de tono, que los ochenta se notan para mal y también había que demostrar que esta era una obra de ficción para adultos (lo de narrar mejor, cuidar la coherencia, o hacer pensar, ya lo dejamos para otro día) y unas cuantas tramas que va incluyendo, como la “nueva criatura” de la que se habla al principio y supondrá el giro final, que acaban resultan confusas. Da la impresión que intentó incluir todo lo posible de cara a las continuaciones que tenía en mente.
El libro, en resumen, se disfruta como esas mismas películas a las que recuerda: pasan demasiadas cosas como para aburrirse, a ratos parece original, a otros, roza lo ridículo , pero es un poco una forma de ver ese futuro lejano donde Kahn no quiso quedar sin tocar ni un solo tema. Y con el que seguiría al menos durante un libro más: en España Edaf publicó únicamente el primero. El según sería la secuela directa, y el tercero, una historia completamente distinta que solo parece acercarse al mundo descrito en los anteriores de forma tangencial. En cierto modo, no podía haber una mejor forma de cerrar una saga tan enloquecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario