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jueves, 23 de mayo de 2024

La mesita del comedor (2022). Debimos haber ido a IkeaLa mesita del comedor (2022). Debimos haber ido a Ikea

 


Aunque con la saturación informativa lo habitual es que cualquier obra audiovisual disfrute de un periodo de interés muy breve y p después sea olvidada, en algunos caso, todavía funciona el boca a boca, sin demasiada  promoción, la película  habla por sí sola, siendo recomendada hasta  convertirse en un éxito inesperado. Pero, ¿qué pasa cuando el que empieza ese boca a boca   es nada menos que Stephen King? Este tras ver una modesta producción española en una plataforma, comienza a genera r un interés que no había tenido un durante su exhibición en diversos festivales. Y así fue como en un par de semanas, Filmin decidió incorporarla a su catálogo y que el público español pudiera verla.


La mesita del comedor   es una historia difícil de resumir cuando lo mejor de esta es que el espectador descubra que pasa. Pero, a grandes rasgos, es la historia de un hombre que ha tomado  una de las peores decisiones de su vida, y solo ha sido una de muchas. Ceder a ante su mujer cuando esta decidió tener un hijo, aunque ni la edad ni la intención de Jesús estuvieran de acuerdo con la paternidad. Mudarse al piso de su abuela, que su esposa ha decorado a su gusto. Ni si quiera, que el mismo día que su hermano y su nueva novia, apenas mayor de edad, vengan a cenar, él tenga que montar la mesita que con tanta cabezonería ha elegido y le ha supuesto una discusión con su mujer. Una mesa que para su desgracia, es la pieza más horrible que  habría podido elegir, y que solo está en su casa como un acto de rebeldía ante una situación cada vez más claustrofóbica. Pero, en realidad, para Jesús, mientras intenta encontrar desesperado, una de las piezas necesarias para asegurar  esa condenada mesa, el peor día de su vida no ha hecho más que empezar.



Lo más curioso de la cinta de Caye casas  es el revuelo generado desde que King la recomendó públicamente. A partir de entonces esta comedia negra o película de terror psicológico, dependiendo de cómo tenga el día el público, se convirtió en el foco de atención alabando lo perturbador de su argumento, así como lo incómodo y memorable de su desenlace. Hay que preguntarse si todo esto es tal y como dicen, pero como  siempre pasa cuando se genera esa expectación alrededor de cualquier obra de ficción, cualquier película, por buena que sea, queda demasiado lejos de lo que dicen las críticas positivas.

La trama transcurre durante un periodo de tiempo muy breve, poco más de una tarde aunque esta  juega muy bien con los tiempos para el protagonista, donde un lapso de media hora o de diez minutos, como se le comunica  en determinado momento, puede ser una eternidad o un periodo demasiado breve. Así como secuencias tan cortas como  c responder a una pregunta o terminar un trozo de comida parecen, según la percepción de este, durar eternamente. Esta distribución del tiempo es también uno de los mayores aciertos, teniendo en cuenta que la situación de los personajes es un poco la de tener las horas contadas, y el público solo puede esperar a un desenlace que ya se imagina.


De la misma forma, el espacio es relativamente escaso: una vivienda, quizá amplia para los  que esperamos hoy, y que es también otro acierto a la hora de caracterizar  a los personajes, comentando  que es heredada (seamos sinceros: nade espera hoy poder vivir en ningún domicilio de 100 metros cuadrados).  Y todavía conviven con la decoración y muebles de su anterior propietaria. Jesús, el protagonista, se mueve entre objetos que no son suyos ni lo representan, bien el mobiliario de los setenta o bien  lo que su mujer ha elegido, recordando que es  ese único acto de rebeldía  elegir una pieza, una que ni siquiera le gusta, la que  provoca la situación en la que se encuentra.

La película es muy oscura, no solo por los tonos azules y la falta de luz que acompaña todo, ni  la atmósfera  cada vez más siniestra, sino porque todos y cada uno de los personajes son de lo más desagradables. Si el protagonista parece moverse sin pena ni gloria, haciendo únicamente lo que le piden, el resto son el epítome de lo peor que uno podría encontrarse en el peor de los casos, y lo más patético en el mejor.  El primer plano de la cara del protagonista, fuera de lugar en su papel de padre, esa vecina cuya única ocurrencia para felicitar es preguntar para cuando la parejita,  su hija pequeña, tan obsesionada en su fantasía que resulta un peligro, o  esa pareja con una diferencia de edad y carácter abismales, que solo sirven para  remarcar lo forzado de la vida de los protagonistas.


De estos, destaca el trabajo de la pareja principal. A David Pareja lo conocía más por su faceta  de cómico en redes sociales (aunque los vídeos que usa como referencia en sus sketches de “reaccionando a seductores” podrían calificarse como cortos de terror) refleja muy bien a ese personaje vapuleado, que está ahí más por estar y afronta como puede una situación de la que nadie podría salir. Aun siendo el principal, destaca mucho más Estefanía de los Santos. Envejecida para su papel, se convierte en alguien desagradable y grosero, demasiado preocupado por lo que ella quiere como para prestar  atención a su pareja. La secuencia donde esta se carcajea durante varios minutos tras el accidente del protagonista es casi tan perturbadora como la escena  donde toda la trama se pone en marcha.

Con personajes así , detalles como el entorno y la actitud de los secundarios es suficiente  como para que la película fuera lo bastante  perturbadora. En cambio, el guion no quiere dar ni un minuto de descanso en este aspecto, y esto supone  uno de los mayores defectos: todos tiene que ser desagradables, no hay ni una persona a que  muestre un mínimo de empatía y un par de personajes, como la niña de los vecino o el vendedor de muebles, sobran.  No todo tiene por qué ser horrible, y algún secundario que no fuera esperpéntico  hubiera  hecho que  el desenlace fuera mucho más trágico.

Es difícil de clasificar esta mesita del comedor como comedia (hay que tener un sentido del humor más negro que Legrá) o como horror psicológico. Horror, en este caso, muy bien logrado. Ahora, no puede decirse que sea la experiencia tan perturbadora como se ha empezado a asegurar desde las declaraciones de King. Es fácil imaginar por qué ha podido gustarle: es una película muy alejada del cine de terror al que seguramente esté acostumbrado. Llana de referencias a la sociedad española actual, con un estilo que recuerda mucho al tono de La cabina o El televisor, e incluso a Rec 3. Suficiente  para sorprender a quien no esté familiarizado con este tipo de cine, y también para aquellos que quieren ver una película desasosegante. Es este caso, sin mostrar nada, solo los silencios y la expresión de su protagonistas, el mal rato está asegurado.

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