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jueves, 17 de mayo de 2018

Vengadores: la guerra del Infinito (2018). Esperando a Thanos


Hace seis años vimos lo que hasta entonces parecía imposible: una película no con uno, sino con seis superhéroes, y que esta estuviera lo suficientemente equilibrada como para que cada uno tuviera el peso necesario. La idea pudo gestarse a partir de la idea de un universo compartido en que cada superhéroe tuviera su película con anterioridad y en las que se fuera apuntando a una futura reunión. Los Vengadores, de la mano de Whedon, y con ellos la promesa de algo todavía más grande: la futura aparición de Thanos como antagonista y las Gemas del Infinito como parte de una trama en mayor o menor medida. Casi todo el mundo sabía que existían Thor, Iron Man o el Capitán América, pero los no lectores de Marvel es probable que desconocieran al primero. La solución, igual que el caso anterior, fue el añadir indicios sobre su actuación detrás de muchos de los sucesos previos. Detrás de la invasión de Loki en la tierra, o de Ronan el Acusador antes de ser detenido por los Guardianes de la Galaxia, se encontraba Thanos y la búsqueda de las gemas del Infinito. Ahora, tras el nacimiento y separación de los Vengadores, es cuando finalmente hace su aparición.




Han pasado muchas cosas, en grupo y a cada uno de ellos, desde que los Vengadores salvaron Nueva York. Enemigos internos, una inteligencia artificial capaz de destruir una ciudad y la separación del grupo cuando los los héroes empiezan a ser vistos como amenazas. Pero también la aparición de nuevos personajes durante lo peor del conflicto, como Vision o Pantera Negra. Estos deben olvidar sus diferencias y reunirse cuando una gigantesca nave anuncia la llegada de Thanos, un nombre que en mayor o menor medida, había sido escuchado antes. Este, además del poder que otorgan una serie de gemas dispersas por distintos puntos del universo, pretende acabar con este. O al menos, solo con la mitad: lejos de considerarse un genocida, Thanos se ve como un salvador que traerá el equilibrio necesario reduciendo el número de formas de vida y asegurándose que ninguna de las supervivientes se extinga. Un punto de vista bastante dudoso y que implicará que todos los héroes conocidos hasta entonces acaben reunidos e intenten evitar que Thanos cumpla su objetivo. Aunque, cuando un enemigo tiene el poder de alterar la realidad a su antojo, la victoria parece poco probable.






Acercarse a las tres horas no es una rareza tratándose de un blockbuster, pero esta entrega de Marvel contaba con una dificultad añadida: manejar un guión donde los personajes principales superaban la docena. Y donde las tramas de cada uno se encuentran en puntos distintos, de modo que es necesario seguir unas tres o cuatro líneas argumentales al mismo tiempo. De nuevo, el que cada uno haya contado con su tiempo en pantalla en producciones anteriores, hace que todos sean conocidos del público y que tengan un peso adecuado, bien como protagonistas o como secundarios (como puede ser el caso de Tony Stark y Spiderman). Pero sobre todo, que la película no acuse en ningún momento su longitud. A lo que El viento se llevó se le añadía jocosamente “y lo que el culo se cansó”, una sensación que siempre acaba estando presente en la mayoría de los blockbusters que se empeñan en superar las dos horas. Y que aquí consiguen evitar, en parte por la necesidad de cambiar continuamente de escenario y línea, y en parte, porque este se ha llevado a cabo con un dinamismo sorprendente: hay personajes a mansalva, cada uno haciendo lo suyo, pero no da la impresión de tener desarrollo atropellado, de narrar las cosas a toda prisa, o peor, de explayarse en secuencias inútiles.



Con cada entrega de Los Vengadores se apreciaba cierto cambio en el universo de Marvel: caracterizado por un tono ligero, muy para todos los públicos y con mucho humor, las tramas de superhéroes contra supervillanos iban volviéndose más que menos simples, menos bidimensionales. Sus posteriores antagonistas tenían razones para actuar de forma contraria a los intereses de la mayoría, bien por venganza o por lógicas distintas a las humanas. Y, tras considerar los daños colaterales que suelen provocar las explosiones y despliegues de medios que acompañan a los personajes, era de esperar que ya no pudieran verse simple y llanamente como héroes. Algo que termina de condensarse con Thanos, quien, tras aparecer brevemente en alguna escena postcréditos, se muestra como alguien muy distinto al villano absoluto que se esperaba: uno de los personajes llora amargamente su pérdida, pese a ser enemigos jurados. Muchos de sus aliados lo siguen con devoción religiosa, y para ser un antagonista, en ningún momento da muestras de sadismo gratuito o de falta de compasión injustificada. Más bien al contrario: su aparición se ve acompañada por una exposición en la que él no duda en mostrar cierta amabilidad con sus adversarios y en exponer con paciencia cómo estos no son capaces de ver la conveniencia de sus razones.



No hay mucho que decir del apartado técnico: a estas alturas, un blockbuster de esta productora no sorprende, y salvo los tonos luminosos y el despliegue de colores vivos que es marca de sus películas, las secuencias de acción no pueden ser otra cosa que el más grande y más espectacular que acompañe a un guión de estas características. Por suerte, hay demasiadas cosas que contar como para perder el tiempo en regodearse demasiado en los efectos especiales.


La guerra del Infinito era lo que el público esperaba. Una reunión de superhéroes que supera a la primera entrega en cuanto a lo espectacular y que mantiene muy buen equilibrio a la hora de manejar un número muy amplio de personajes. Es, como cualquiera de las anteriores, divertida, emotiva..pero no sorprendente: pese a contar con un cliffhanger muy desesperanzador de cara a la segunda parte, no es muy fácil tomárselo en serio: si en los comics se ha asistido a varias muertes y resurrecciones de superhéroes, en la pantalla tampoco van a quedarse muy quietos.














2 comentarios:

José Miguel García dijo...

Evidentemente, el mayor reto de esta película era equilibrar sus dos componentes fundamentales: presentar al enemigo definitivo, Thanos, y hacer de contenedor y escaparate para la práctica totalidad de los superhéroes del UCM. Aunque queda el segundo capítulo y el film, en líneas generales, entretiene, creo que no consigue redondear ninguna de las dos dimensiones. En cuanto a Thanos (lo mejor del film, sin duda), deja con ganas de saber más cosas de él: vale que quienes lo conocemos de los tebeos llegamos a la peli con el adecuado "background", pero da la sensación de que lo que se cuenta de él es demasiado superficial (claro que habrá quien se ría de la pretensión de que un film de superhéroes tenga "profundidad" :(). Y en su condición de dar a cada héroe de la casa su pequeño momento de gloria, está descompensado: defrauda el poco partido que se extrae del Capitán América (el actor, magnífico habitualmente, parece estar deseando que lo saquen poco) y, a mí en particular, me cansan las escenas en Wakanda, quizá por lo cargante que me resultó este lugar en "Black Panther"). En cambio, me encanta cada vez que la acción se va al Doctor Extraño, Spiderman y Iron Man (quién lo diría, empieza a gustarme Robert Downey jr haciendo de Stark, con la manía que le cogí en los "Iron Man").

En cualquier caso, a no perderse la continuación.

Renaissance dijo...

De la presencia en pantalla de todos los superhéroes, creo que se podría decir que lo han hecho lo mejor que pudieron: el proyecto quizá es demasiado ambicioso para llevarlo a cabo con un metraje limitado como es el cine, y es cierto que algunos momentos carecen de interés en favor de otros (cuando salía Wakanda estaba deseando que volvieran a aparecer pronto Doctor Strange e Iron Man) y que a veces, cuando exponen la motivación de Thanos y su visión del equilibrio el público puede acabar pensando "pero el universo es muy grande...tampoco es plan de ponerse así".
Por el momento, también espero la continuación y el estreno de Capitana Marvel.

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