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jueves, 1 de septiembre de 2016

Lecturas de la semana. Locuras, rarezas y libros breves


En unas pocas semanas he recuperado la velocidad de lectura, aunque tenga truco: la mayoría son muy breves y puedo despacharlos en muy poco tiempo. En este caso tampoco se puede decir lo de “lo bueno, si breve..” porque ninguno se caracteriza por ser una narración de primera, que me cambie la vida, la percepción del mundo y todo lo demás. Pero al menos, entre zombies, callejones fantasmagóricos y ciudades devastadas por plagas genéricas me lo he pasado estupendamente.

 


Simon R. Green. Agents of Light and Darkness. Hace cosa de un mes encontré de saldo un libro llamado Nocturnia, el primer tomo de una serie de fantasía urbana editado por La factoría de ideas que en España se quedó en una única entrega. Su protagonista, un detective capaz de encontrar cosas cualquiera que fuera su origen (natural o sobrenatural), resultaba bastante tópico, pero el mundo en el que se movía era una mezcla acelerada del multiverso de Moorcock, Hellraiser y los primeros relatos de Barker, Neil Gaiman, Silent Hill, Hellblazer y todo lo que cayera en la turmix del autor. El revoltillo me hizo bastante gracia y decidí seguir con el segundo tomo, donde de nuevo, el caso es lo de menos. Que en este volumen sería encontrar un objeto llamado el Grial Impío, la copa de la que bebió Judas, mientras un ejército de ángeles y demonios se pelean por las calles de Nocturnia intentando localizarlo antes.

Aquí el susodicho grial es poco menos que un Macguffin, o que un halcón maltés, como bromean los personajes en algún momento, porque unicamente sirve para que estos vayan de un lugar a otro, describiendo escenarios bastante extraños, objetos imposibles y personajes que, aunque algunos se han presentado en el libro anterior, sirve para acentuar sus particularidades y convertirlos en elementos fijos de ese mundo. Estos se suceden a una velocidad de vértigo y muchos solo parecen responder a la intención de llegar un poco más lejos en cuanto a excesos y sorprender al lector: no hay tiempo de aburrirse cuando, tras terminar un capítulo, en el siguiente los personajes se enfrentan con una boy band dotada de poderes telepáticos y reconvertida a grupo de matones a sueldo…¡y eso es solo un ejemplo de lo que se puede encontrar!

Objetivamente, podría decirse que es una novela tirando a floja, una más dentro del subgénero de los detectives de lo sobrenatural, pero a mí me divirtió un montón: ya con el primer tomo me hice una idea de lo que hay, y que esa mezcla tan loca de situaciones y criaturas elevadas a niveles absurdos me había convencido. Aunque solo un rato. Probablemente leerse más de un libro de esta saga seguido produciría un empacho.

 


Joseph D´Lacey. La brigada de la muerte. A la editorial Alianza la tenía asociada con las ediciones más duraderas de H. P. Lovecraft en España, de otros autores clásicos, como Machen, que hoy van unidos a. propio H. P. L. como influencia, y unas portadas bastante horribles. También pensaba que el resto de su tiempo lo dedicaban a publicar ensayos y algún libro que conservamos de cuando en clase nos hacían leer a Galdós. Por eso me desconcertó bastante el ver que ellos no solo habían tenido los derechos de Joe Abercrombie, sino que también contaron con una colección dedicada al terror y la ciencia ficción. Y en el caso de La brigada de la muerte, a los zombies también.

O al menos, es a lo que se supone que se enfrentan los protagonistas: un grupo de supervivientes que malvive en una ciudad amurallada, y donde una patrulla apodada Brigada de la muerte se dedica a exterminar a las criaturas que deambulan por el exterior, a las que apodan Transeúntes y reconocen fácilmente por el sonido, parecido a un sollozo, que emiten.

Salvo lo poco que narra la protagonista, sobre la situación de la ciudad, un posible origen del fin de la civilización, y los zombies (perdón, transeúntes) a los que exterminan, no queda muy claro que ha pasado. El libro es tan breve que más que novela corta, podría haber sido la pieza más extensa en alguna antología de relatos, porque como historia independiente se queda muy corta. Cualquier cuestión relativa al trasfondo se queda en unas pocas vaguedades y un escenario que, aunque interesante, se explota muy poco: hay un montón de novelas de zombies que con menos originalidad se extienden cientos de páginas y esta, pese a inventarse a unas criaturas tan particulares como las suyas, y sugerir una trama aún mayor relacionada con la evolución de estas, se queda en poco más que una novela corta. Al menos, una buena, porque los personajes resultan convincentes y tan duros como podrían serlos los creados por Kirkman en Los muertos vivientes, sin que en ningún momento llegue a caer en la sordidez. Lo cierto es que como origen para una historia más amplia habría estado muy bien, y teniendo en cuenta que hoy en las publicaciones lo habitual es que sobren páginas, es un cumplido.

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