Gato Gagarin pide permiso para aterrizar..en el cesto de la ropa limpia
Hay algunas películas, mismo de serie B, que con un pequeño trailer llaman la atención de cualquiera. Con lo sosos y corrientes que suelen ser los estrenos en cine, no me extraña, por lo que, cuando alguien presenta un extrañísimo anuncio en el que vende una historia futurista sobre una base nazi en la luna, es normal que el personal se emocione bastante.
Y por este tipo de películas, queridos niños, es por lo que la encargada de Barrilete nunca será nadie de provecho.
Este fue el caso de Iron Sky, una producción europea que apareció primero como tal, y después, fue juntando dinero para filmarse, cual artista callejero, pero con estreno. La producción no podía incluir más países: se trata nada menos que una película finlandesa-germano-australiana, lo que me recordó un poco a aquellas series europeas que emitían en TVE hace años, en la que participaban hasta tres y cuatro países del continente. También tiene su gracia el que uno de los sitios donde presentaran el trailer fuera el festival de Cannes, hogar del cine de calidad y para que negarlo, del gafapastismo..¡seguro que a Lars Von Trier le dio algo cuando lo vio!
Iron Sky cuenta, a grandes rasgos, la llegada, en un futuro muy cercano, del primer astronauta negro a la luna, que, nada más pisar tierra selenita, se encuentra con que unos nazis escapados de la tierra hace cincuenta años se han construido una base y que, al ver al protagonista, casi se mueren de la impresión, además de tomarlo por un espía. Tras su llegada, estos deciden volver a la tierra, en un principio para conquistarla, pero, debido a la intención un tanto cómica de la película, esto no va a salir como esperaban.
Seguramente la parte más interesante sea la de la base lunar, especialmente por dos cosas: primero, que los realizadores conocen muy bien a su público y tanto la estética como los vestuarios es muy deudora del
dieselpunk y de escenas que hoy son muy comunes en videojuegos o ilustraciones amateurs: los trajes de astronautas parecen máscaras antigás, tienen a un científico que se parece un montón a Rotwang, y esta sociedad continúa viviendo como los nacionalsocialistas en los años treinta: un poco en Babia, y bastante condicionados por la información manipulada, especialmente, la versión especial de diez minutos de El gran dictador de Chaplin, película que, para esta gente, es un homenaje a su Amado Lider (hm…creo que me acabo de equivocar de dictador).
El tema de la llegada a la tierra tiene el carácter más irónico: lo que iba a convertirse en una invasión se convierte en una herramienta de propaganda para la presidenta, que por cierto, se parece un montón a Sarah Palin, que opina que lo mejor que puede pasarle a su candidatura es una guerra para ganar más votos. De hecho, su principal ayudante es una diseñadora de modas, que lo mismo le hace un traje, le reconvierte a unos nazis en relaciones públicas, o acaba pilotando una nave espacial.
El Señor Kier, en un intento de pagar sus facturas
Entre la situación lunar, y sobre todo, la parte relativa a la política, la impresión que me ha dejado Iron Sky es un poco confusa: lo que parecía intentar ser una peliculilla de serie B con un argumento muy
pulp, se reconvierte en algo que quiere ser una ironía política, tirando a cómica, que sinceramente, no terminó de hacerme reír, ni tampoco mucha gracia: si quisiera una sátira, vería
La cortina de humo, que al menos se centra en el tema directamente, y los actores son infinitamente mejores. Porque esa es otra: el reparto de Iron Sky es malo con avaricia. Solo Udo Kier, en su papel de jefe de estado en funciones, se salva de la quema, porque este hombre es un todoterreno, y sobre todo, especialista en aparecer en cualquier tipo de producción europea, desde las buenas hasta las series Z. El resto es tirando a mediocre, como la imitadora de Sarah Palin o el protagonista, o directamente malo, como Gotz Otto haciendo de malvado oficial nazi: su cara-ladrillo puede dar el pego para salir de figurante, pero pasé la mitad de la película preguntándome si esos orejones (creo que son todavía más grandes que los de Christopher Eccleston) eran de verdad.
No sé si esto es de una película o del próximo videojuego de la XBox
Los efectos especiales cumplen todo lo bien que podía esperarse a día de hoy, gracias a la informática, y con lo que se debió recaudar para financiar la película: se recrean navecitas informatizadas, una base lunar y unos cuantos escenarios grandes, aunque las limitaciones se notan, y en más de una ocasión los escenarios parecen los chromas de las miniseries que emitían en grandes relatos. Personalmente no es que me hayan convencido mucho, porque soy fan de las series B de los ochenta y creo que el conseguir cualquier efecto a día de hoy es muy sencillo, pero el resultado es demasiado aséptico y da la sensación de estar viendo la intro de un videojuego actual. Hay películas de los ochenta, con muchísimos menos medios, que a base de maquetas y látex, eran capaces de recrear una historia y que, aún notándosele la falta de presupuesto, tenían un aspecto mucho más artesano y entrañable que experimentos como Iron Sky.
Con todo, parece que han tenido éxito (o es que a los creadores les gustó la idea), porque se está planeando una serie y alguna cosilla más, pero a mi en general, no me ha terminado de convencer.