miércoles, 31 de octubre de 2012

Lecturas horripilantes de la semana


Todos los años subo alguna entrada macabra a medida que se acerca el primero de noviembre. Bueno, no es que se distinga mucho del resto de meses porque entre los gatos y cualquier cosa que huela a horrores, debe ser el 90% de contenido del blog, pero que quede claro que esta, al menos, va con intención temática. Esta vez he decidido que vaya de libros. En concreto, de libros orientados a un público más joven, porque aunque a muchos pedagogos no les haga gracia, hay una gran cantidad de críos que disfrutan con este tipo de cosas que se salen un poco de la norma. Por eso y porque para alguien más mayor, se tardan muy poco en leer (de aquí que calce tres libritos en una lista, y hala, habemus entrada), además de ser igual de disfrutables cuando se tienen unos cuantos años más encima, aunque solo sea por la nostalgia.


Neil Gaiman. Coraline. No es que Gaiman me guste mucho como escritor: Los hijos de Anansi me aburrió bastante y en algunos casos, tiene fama de estar bastante sobrevalorado. Pero Coraline tenía muy buenas críticas y sobre todo, me había encantado la película de animación que filmaron hace algunos años. El libro fue otro acierto, porque lo que empezó hojeando la primera página se convirtió en acabar un libro en tarde y media. No es difícil, porque el tipo de narración es muy básico, propio de un texto pensado para lectores más pequeños, y que no se pierde en florituras ni descripciones.

La historia es la que conocía de la película: una niña se muda con sus padres a una de las plantas de una casa antigua (las otras tienen inquilinos distintos. Hasta en los cuentos siniestros hay crisis), y descubre que una de las puertas, tapiada hasta entonces, puede llevarla a lo que describen como su Otra Familia, un lugar mucho más agradable y alegre, con la salvedad que todos sus habitantes tienen botones por ojos, y que si Coraline quiere quedarse con ellos, deberá coserse unos también. Con toda la simpleza de la narración, consigue ser un cuento realmente siniestro, y en el que siempre hay alguna que otra lectura: la vida de la protagonista no es tan deprimente y gris, sino que se encuentra en esa edad en la que los padres y la casa de uno siempre parecen aburridos, feos y no comprender a sus hijos. El libro explota esto con mucha astucia y lo convierte en una historia en la que no es maravilloso todo lo que puede parecerlo a primera vista.


Alvin Schwartz. More Scary Stories to Tell in the Dark. Segunda recopilación de un libro muy popular entre la chavalada estadounidense, y que además de recopilar, y en algunos casos, adaptar o suavizar un poco (siin pasarse) algunos relatos populares o leyendas urbanas, cuenta con las ilustraciones de Stephen Gammell que parece superarse de cada vez. De hecho, lo más memorable son los dibujos, que en muchos casos poco tienen que ver con la historia que cuentan, o en más de una vez, implica una ilustración mucho más horrible que su relato correspondiente, como, por ejemplo, un brazo devorándose a sí mismo para acompañar la típica historia del carnicero que hace salchichón de persona ¡Viva la falta de asociaciones de padres protestonas!

En esta recopilación hay relatos algo más clásicos, como algunos sobre barcos fantasmas, o historias que datan del siglo XIX. Además, incluye muchas más notas y bibliografía refiriéndose al orígen de esta o a los libros que se han usado como base, cosa que sorprende mucho y que, trantándose de algo destinado al público infantil, sorprende por la documentación que aporta. O tal vez ya sospechaban que con esos fabulosos dibujos, los más talluditos acabaríamos cayendo también.



Ray Bradbury. El árbol de las brujas.  Junto con La feria de las Tinieblas, es el segundo libro de Bradbury ambientado en la noche de Brujas. Y, si en el primero se trataba de un carnaval siniestro que se dedicaba a sembrar el mal (o al menos, el mal rollo. Y las crisis de madurez), en este un grupo de niños son guiados a través de la historia por un personaje, del que poco se sabe, que les irá mostrando cómo celebraban en las diversas culturas la llegada del invierno, a través de los disfraces que los protagonistas llevan: el Samhain celta, las cazas de brujas, las catedrales pobladas de gárgolas e incluso el antiguo egipto. Todo ello, para salvar a uno de sus amigos, del que se irá sabiendo a medida que avanza el libro.

En un principio me temía algo más pedante y didáctico, pero en realidad la historia está contada de una forma muy poética, en la que la aparición de las brujas y similares poco tiene que envidiar a los cuadros medievales y las Danzas de la Muerte que ilustraban. Incluso la conclusión final, sobre los miedos ancestrales y la evolución de estos, sorprende por la forma en cómo se ha narrado.

En la parte mala, al igual que La Feria de las Tinieblas, es que ha envejecido relativamente mal. No tanto como el anterior, en el que el tema de la edad cantaba demasiado (que no cunda el pánico: ¡los cincuenta son los nuevos cuarenta!), sino que es un tanto nostálgico con todo eso de los días de infancia, los pueblecitos tranquilos y los tiempos en los que los niños podían correr libres por ahí sin tantas medidas de seguridad. Claro que esto lo opina alguien cuya memoria selectiva no funciona bien y no suele fiarse de esos textos en los que recuerdan lo maravilloso que era todo hace años. Por lo que, por lo demás, ha sido un buen libro, y muy recomendable.

Actualización de última hora: a Henri, el gato existencialista, no le gustan las fiestas. Pero ya se sabe que los felinos son muy suyos.


lunes, 29 de octubre de 2012

V/H/S (2012). Si no tienes pulso, no te pongas a grabar películas


No exagero si digo que hasta un gato doméstico tiene más equilibrio que el cámara de esta película

El género del metraje encontrado lo tiene muy difícil para ofrecer algo novedoso: los protagonistas gritan mucho, corren y se dedican a desenfocar al monstruo o a tirar la cámara al suelo en los momentos más inoportunos. A pesar de todo, siempre hay alguna película que se marca un tanto con esto, y si no, que se lo digan a Paranormal Activity.


En el caso de VHS, han hecho todo un mix de géneros de terror: el de metraje encontrado, y el de historias distintas recopiladas en una sola película. Dicen que el resultado ha sido bastante original para este tipo de cine, al poder filmar microhistorias que no habrían funcionado durando más de diez minutos. Lo cierto es que a mí también me ha dado miedo, pero fue más bien tras ver el título: VHS. Estas siglas se los ponen de corbata a cualquiera que haya sobrevivido a la época de los vídeos domésticos. Cintas que se rayan con el uso, cabezales que se gastan, sonido que se pierde y calidad de imagen dudosa. El horror, el horror…



La cinta en cuestión cuenta, en un principio, como a unos delincuentes de poca monta se les paga para que vayan a una casa a recuperar unas cintas de vídeo. Los facinerosos ni despiertan muchas simpatías, ni parecen tener muchas luces, porque tras entrar en la casa y encontrarse un cadáver ante una televisión encendida, no se les ocurre otra cosa que ponerse a ver las cintas, en las cuales se irán viendo las distintas historias que componen la película. Unas cinco en total, sin contar la de los delincuentes, aunque sin estropear ninguna sorpresa, puedo asegurar que la suya también va a terminar como el rosario de la aurora.


Las filmaciones corresponden, por orden, a unos tipos que, intentando grabar un programa de cámaras ocultas bestia tipo Jackass, se encuentran con una mujer gato (que me acaba cayendo bastante bien, además de por los motivos felinos obvios, por darle para el pelo a unos protagonistas tan gilipollas). En la siguiente, una pareja en un viaje de vacaciones son acosados por un stalker. Tampoco podía faltar la inevitable historia de asesinos en serie, con lago y muertes sangrientas incluídos, en la que intentan hacer algo original y que les acaba saliendo un churro, tanto de argumento como de calidad de imagen.



Las mejores, en cuanto a originalidad y realización, son las dos últimas. En una de ellas, una situación que recuerda a Paranormal Activity acaba convirtiéndose en algo mucho más extraño, se filma a través de una serie de conversaciones en skype, algo que no había visto hasta ahora. Y la última, mucho más clásica, describe las desventuras de unos chavales que, siendo invitados a una fiesta temática en Halloween, descubren que el sitio donde debería celebrarse está más embrujado de lo que parece, con muchísimo humor negro y situaciones siniestramente cómicas gracias a la jovialidad de sus protagonistas. Esta última media hora supuso todo un alivio después de historias que circulaba entre lo mediocre, lo absurdo, y en el mejor de los casos, contaban con una sorpresa propia de cualquier leyenda urbana.



Estoy completamente a favor de la Mujer Gato Psicópata y su causa de exterminar gilipuertas

Con la excusa de estar viendo filmaciones particulares y obtenidas por medios poco claros, VHS ofrece en muchos casos, una imagen completamente confusa y auténticos remeneos de cámara por su naturaleza de vídeos amateur. Y es que aquí llevan hasta el extremo el principal defecto del metraje encontrado: el convertir una realización no profesional en todo un mareo debido a la inestabilidad de la cámara y los movimientos continuos. Por no decir de los sinsentidos que van apareciendo con esa misma excusa: lo de los ladrones y las cintas tiene delito, pero la historia del asesino y sus alteraciones en la cámara de vídeo enseñando el futuro (o lo que sea. Porque tampoco lo explican, no vaya a ser que el guionista tenga que esforzarse) es especialmente lamentable.

Con todo esto, me ha parecido una película muy irregular, que no pasa de la rareza por su realización a base de episodios separados. Pero sencillamente, dos historietas originales al final de la cinta no van a arreglar el aburrimiento de noventa minutos largos.

jueves, 25 de octubre de 2012

Resident Evil (2002-2012). Cualquier parecido con el videojuego es pura coincidencia (2º parte)



En la última entrada empecé a hablar de la saga de Resident Evil. Pero no del videojuego, sino de sus películas. Tiene delito que una serie B de zombies y disparos dé para escribir más que una obra seria, pero cinco entregas son muchas entregas. A partir de Resident Evil: Apocalipsis, la saga se centraría especialmente en Alice, o Milla Jovovich, o la señora de Paul Anderson, en sus habilidades mata zombies y los poderes mutantes que fue desarrollando, mientras se encuentra con tal o cual personaje que protagonizó el videojuego. Esta segunda parte sirvió para dejar claro que Resident Evil, como película, era una cosa muy distinta a la franquicia a partir de la que había nacido, y de paso, para cerrar el final abierto de la primera parte, por lo que me dio la impresión de que no seguiría con la serie, pagando o no.


Lo que no me esperaba es que apareciera una tercera parte, y que esta tirara por otro de mis géneros favoritos: el postapocalíptico ¡Y encima con zombies! Así no hay quien se resista, y Resident Evil Extinción empezaba tres años después de la anterior secuela, con el mundo colapsado, caravanas de supervivientes desplazándose de un sitio a otro, y por algún motivo, una enorme sequía que no solo no sirve gran cosa para el guión, sino que en las siguientes partes se la saltan a la torera, y nevará o lloverá según haga falta.


Por lo visto la única vacuna contra el virus zombie es ser tonto perdío

La protagonista, con unos poderes imposibles, se enfrenta a todo tipo de zombies, monstruos varios y hasta se encuentra con un ejército de sus propios clones que la malvada corporación Umbrella sigue desarrollando. No tengo ni idea de para qué, porque a estas alturas no debe quedar nadie a quien venderle sus productos, pero si esta tercera parte sirve para algo, es para olvidarse por completo de cualquier intento de mantener la coherencia del guión: la sequía que mencionan en un principio solo sirve para dar aspecto de desierto y de película del oeste, y si el guionista cree que sería guay ver a Alice derrotando a una familia de supervivientes caníbales asilvestrados, tiene carta blanca para ello.


Con esto, y una tostada, estoy entretenida una tarde entera

En 2010 se estrenó Resident Evil Ultratumba, que, vistas las otras tres, es de lo más potable de la serie: reducen el número de personajes, que no aparecen hasta la mitad de la película, para ventaja de su protagonista absoluta. A esta se le rebajan un poco sus habilidades pasadas de rosca, quedándose en una superviviente con buenas habilidades y, de todas formas, poca lógica le exigen ya los seguidores de la serie. Porque a estas alturas, el mundo de Resident Evil es el de las empresas malvadas que siguen haciendo el mal porque sí, los arsenales de armamento ilimitado y de los supervivientes que, por mucho que se haya acabado la civilización, aparecen divinas de la muerte y llevando unos harapos y trajes de combates que parecen haberse diseñado para esta temporada en Mango.



Es difícil que en una serie tan poco original parezca repetitiva, pero Venganza, su última secuela, es de lo más floja. También es la más absurda de una franquicia cuyos guiones nunca tuvieron mucha lógica, pero esta resulta un tanto cansina, tanto en su forma de filmar, a base de repetir secuencias y hacer cortinillas infográficas, como de escenarios, recurriendo a una mezcla de laboratorio subterráneo y de secuencias de acción en ciudades. Incluso los zombies son sustituidos por unos cuantos monstruos del videojuego, y el final abierto de cara a la sexta entrega da la impresión de no tener guión, directamente.

Mientras se haga caja, las cámaras seguirán rodando. Y es que Resident Evil ha sido una franquicia muy rentable: aprovechan los meses sin estrenos grandes o en los que estos desaparecen de la cartelera, y no dudan en recurrir, en las dos últimas entregas, a las tres dimensiones para ofrecer todo el espectáculo posible. Y lo peor de todo, es que me he quedado con ganas de saber como van a hacer para cerrar la historia, si es que terminan algún día esta serie. Pero de mantenerme informada ya se encargará mi gata, que es la especialista en encontrar archivos, porque lo que he comprobado en los últimos años es que cada día es más difícil pagar por este tipo de cine.

lunes, 22 de octubre de 2012

Resident Evil (2002-2012). Cualquier parecido con el videojuego es pura coincidencia (1º parte)



Tiene gracia que, con la cantidad de películas de terror que suelo ver (buenas unas, divertidas unas cuantas, y otras malas a rabiar), considere una saga de zombies como un placer culpable, pero las cinco entregas de Resident Evil cumplen tal cual: no me interesa el videojuego en el que se basan, los guiones son cada vez peores y ni siquiera me gustan gran cosa las películas de acción y cosas que explotan, pero en cambio, he acabado viendo todas. Y hasta pagando por alguna de ellas.

 

La cosa empezó en el 2002, cuando alguien decidió que la franquicia de horror japonesa Resident Evil, funcionaría muy bien como película. Supongo que sería porque el argumento, sobre un grupo de fuerzas especiales investigando una epidemia zombie en una mansión-laboratorio, era muy adaptable como serie B, por aquello de sacarse unos cuartos a costa de los fans. Y probablemente, porque sería muy difícil que llegaran a salir churros como Doble Dragon, Super Mario Bros y Street Fighter ¡Menos mal que en los noventa el cine todavía era barato!

 El director fue Paul Anderson, que aunque en las siguientes partes pasaría un poco de trabajar los guiones y todo eso necesario para una película, tuvo una ocurrencia que, aunque no gustó mucho a los fanáticos del juego, que querían ver en pantalla a los protagonistas de su versión en Playstation, sí sirvió para pulir unas cuantas cosas que no funcionarían en cine, y de paso, atraer a personas no interesadas en las consolas: inventarse una historia ambientada en el mundo del videojuego, pero distinta a lo que podía jugarse, y sobre todo, con otros protagonistas. No solo se evitaban las quejas de “no me gusta ese Chris Redfield”, sino que se eliminaban situaciones un tanto absurdas como el que los personajes tuvieran que resolver puzzles cada dos por tres. Con esto empezaba la historia de Alice, una empleada de la corporación Umbrella que, tras despertar amnésica en una mansión, debía entrar en el laboratorio subterráneo que se encontraba bajo esta, para detener a su sistema informático, y de paso, acabar con los zombies causados por la fuga de un virus experimental.



Era difícil que no viera esta película en su día: las de terror, si llegaban a estrenarse, eran bastante malas, y todavía estábamos muy lejos de la moda zombie y de poder elegir las películas que más nos gustaran. Lo cierto es que no estuvo nada mal, quedando como una película de acción muy divertida en la que había un poco de todo: ordenadores desquiciados, laboratorios secretos, equipos de élite e incluso un guiño al videojuego, o al menos, a lo absurdo de los vestuarios de sus personajes femeninos, gracias al vestido rojo de fiesta que lucía Milla Jovovich, en plena base subterránea, matando zombies sin pensárselo dos veces.

 

 Resident Evil recuperó su inversión con creces, y el final abierto daba para una secuela en la que en un principio, aparecerían los personajes del videojuego junto a la protagonista de la primera parte. Si alguien esperaba algo bueno de esa reunión, debió quedarse bastante decepcionado, porque Resident Evil Apocalipsis es un sinsentido en el que su protagonista despierta en una ciudad devastada y empieza a matar zombies, mientras los personajes del videojuego entran en la ciudad por los motivos más bobos, y se dedican a dar vueltas en ella como pollos sin cabeza. El guión no daba la impresión de ser una historia ambientada en el videojuego, sino un fanfic escrito por cualquiera con protagonista imposible y Mary Sue como centro de todo.


Resumen explicativo del argumento
 
A su favor cuenta con una cosa: en el 2004 empezaban a funcionar a pleno rendimiento las formas de…ejem…ver películas sin pasar por el cine ni el videoclub, por lo que, aún siendo bastante floja, pasé una hora y media entretenida viendo una ciudad arrasada por una cantidad de zombies bastante considerable para la fecha, y sin más interés que esperar a cual sería el próximo monstruo imposible que derrotara Alice.

 Resident Evil todavía tiene para rato, no solo en secuelas sino para hablar de él. En concreto, en la próxima entrada, que esta está quedando muy larga.

jueves, 18 de octubre de 2012

Lecturas de la semana I. Nuestros vecinos del Norte


A él, mientras haya atún y sillones cómodos, le da igual lo que lea

Después del relativo desastre que supusieron las últimas novelas francesas que leí, he decidido tirar por lo seguro en estos casos: cualquier cosa escrita como mínimo hace cincuenta años tiene bastantes probabilidades de gustarme, o al menos, de tener un mínimo de calidad. Y no me he equivocado.


Stefan Wul. Oms en série. Una novela de ciencia ficción que podría considerarse un poco como El planeta de los simios, pero al revés: en otro sistema solar, una raza de humanoides gigantes mantiene a los humanos como simpáticas mascotas, o en muchos casos, como una plaga en sus parques y jardines. Estos hombres, a los que a menudo crían como animales de pedigrí, no son precisamente inteligentes, hasta que Terr, el humano protagonista, comienza a aprender las lecciones de su dueña y posteriormente, escapa para unirse a un grupo de humanos salvajes a los que transmitirá su conocimiento y, para sorpresa de la especie dominante en el planeta, estos comenzarán a evolucionar y buscar su propio hogar lejos de ellos.

Hoy se considera un libro orientado a un público más joven, seguramente por la simpleza y falta de algunos matices (o más bien, de la mala baba que caracteriza a los adultos), pero resulta sorprendente en dos aspectos. Uno de ellos, por la lucidez a la hora de describir el trato que se le da a los humanos como mascotas. Los Draags, la raza alienígena, no son abiertamente malvados, sino que encontraron a la humanidad en un estado en el que habían acabado con su civilización. Los propietarios de hombres son descritos como gente cuidadosa y que realmente quiere a sus mascotas, a las que a menudo crían por razas y eligen por su color de pelo….Y esto resulta un tanto inquietante en cuanto alguien se pone a pensar en el caso de cualquier perro, gato o animalito adoptable (bueno, en el caso de los gatos, no. A día de hoy sigue sin estar claro quien es la mascota de quien). Solo son una amenaza para aquellos que viven salvajes, a los que eliminan periódicamente, e incluso, cuando se plantean el problema de su evolución, una de las soluciones es devolverlos a su estado anterior en lugar de borrarlos del mapa.

El desenlace de la historia también es bastante optimista pese al punto de partida, en el que se trata abiertamente el acuerdo entre ambas razas para colaborar y evolucionar juntas…Lo que tiene bastante gracia teniendo en cuenta que la novela se escribió en los años cincuenta, muy poco después de una guerra y con los primeros pasos para crear una unión en el continente europeo. Pensándolo bien, es muy probable que si se hubiera escrito hoy, el tono y el final habrían sido bastante más oscuros y pesimistas. El estilo de la narración es bastante clásico, muy lineal y dividido en partes y capítulos. Tampoco recurre a palabras complejas, más allá de las inventadas para referirse a los alienígenas. En este sentido, no da complicaciones y es muy legible, y sirve tanto para un público más joven como para quien quiera refrescar un poco el idioma y de paso, leer buena ciencia ficción. Además, tiene una versión en cine animado de la que se encargó Roland Topor, por lo que los paisajes extraños y una sensación de mal rollo mayor que la de la novela, están garantizados.


Guy de Maupassant. Le Horla. A Maupassant lo conocía por ser un habitual en las antologías de relatos de terror o fantásticos, y porque el final de su biografía, recluido en un manicomio, es todo un clásico para acompañar la mayoría de sus cuentos, en la que casi todos sus personajes tienen cierta tendencia a las manías persecutorias y especialmente, acabar desquiciados.

Esta antología fue una novedad, porque aunque todos los cuentos giran en torno al tema de las obsesiones y la locura, solo la historia de El Horla es la más conocida por el tema fantástico, cosa que en este libro lo toman de forma bastante relativa: el ser invisible que persigue al protagonista (además de beberse sus vasos de leche y agua, el cabrito), lo mismo puede ser algo real o directamente, una neurosis, aunque parte de los temores del protagonista, que toma al ser invisible por alguien perteneciente a una nueva raza que sustituirá a los humanos, sorprende por lo exagerado y sobre todo, por lo moderno en un relato de 1880 más centrado en los dramas personales.

El resto de cuentos son de carácter realista, y para mí ha sido lo más divertido de leer: Maupassant siempre fue un tipo con bastante mala baba (además de ser un misógino y..bueno, en realidad había un montón de gente que le caía mal), y en cada una de las historias no se corta un pelo con muchos personajes: no tiene piedad con los campesinos ricos, a los que describe como avariciosos y mezquinos, las mujeres de la nobleza y sus amantes ni los militares galantes salen muy bien parados de sus historias, en las que a pesar de todo, llega a tener cierta simpatía por algún que otro personaje.

Además, la edición de Fólio, es bastante completa, con un prefacio que explica un poco la intención de la antología, y sobre todo, con notas al pie recopiladas en las que procuran ir al grano y explicar detalles de la narración relacionadas con temas de la época o las cosillas de su autor.

Y hoy, otro vídeo: este gato está pidiendo a gritos una película de Alain Resnais.


lunes, 15 de octubre de 2012

Grave Encounters 2 (2012). Rizando el rizo, y encima funciona.


En vez de psicofonías, suelta pelos y araña sofás

Con un año escaso de diferencia, se ha estrenado la segunda parte de Grave Encounters, una película de found footage en la que se parodiaba Ghost Adventures y otros programas de investigación paranormal. Me parecía muy difícil sacar una segunda parte teniendo en cuenta la temática y el final de la primera película, pero también es cierto que, con las pocas pretensiones que esta tenía, les ha resultado bastante fácil. En este caso, han tirado por el tema de las referencias a la anterior película y el juego entre realidad y ficción, como hicieron en El Proyecto de la Bruja de Blair 2 pero que por suerte, les ha salido muchísimo mejor y menos pretencioso que en esta última.


Grave Encounters 2 empieza haciendo referencia al enorme éxito de Grave Encounters (se ve que los guionistas no tienen abuela), de la que nadie se ha planteado que pudiera ser cierta. Un buen punto, porque a día de hoy es muy difícil que nadie haga pasar una cinta de estas por algo verídico como pasó en los noventa con la Bruja de Blair. Sin embargo, los mensajes que empieza a recibir el protagonista, un estudiante de cine, parecen indicar lo contrario. Tras investigar un poco, y sobre todo, tras la confesión del propio productor de Grave Encounters, sospecha que algo sucedió realmente en el hospital psiquiátrico en el que filmaron, por lo que decide llevarse a sus compañeros con la intención de encontrarse al desconocido que empezó a enviarle los mensajes y de paso, rodar un documental sobre lo que sucedió.



Para los protagonistas no es precisamente una buena idea, porque tanto el hospital y su particular forma de alterar el espacio, y los fantasmas que viven en él, lo esperan dándolo todo como manda una película de terror: tableros de ouija, camillas que vuelan, fantasmas con la boca grande e incluso uno de los personajes de la película anterior, que aparece bastante desquiciado después de pasarse diez años sobreviviendo como pudo tras los muros del hospital. Y como esto no era suficiente, una explicación muy simpática a lo que sucede en el hospital que mezcla teorías ocultistas, fantasmas y hasta dimensiones paralelas. Si es que no les falta de nada…


No solo es un repunante, sino que además parece un cruce entre Blas y Robert Pattinson

El guión y casi todo lo que ofrece sirve para superar sus principales defectos: una completa falta de lógica y unos protagonistas insoportables. No le pido mucho a la secuela de una película que tampoco era para tomársela en serio, pero aquí se superan: el sistema para mandar a los personajes al manicomio es todo un mcguffin y de los cutres, y la información que se da, en muchos, casos, aparece de forma un tanto absurda: si se supone que quieren mantener lo que pasó en secreto, ¿por qué el propio productor de Grave Encounters se pone a cantar como un piano delante de un desconocido? De todas formas, esto tampoco es lo peor de todo, porque en realidad se trata de una película que divierte cuando se le da cancha a los sinsentidos que aparecen, y dudo mucho que pueda disfrutarse si se pretende encontrar un guión sólido.

En realidad lo que peor funciona son los personajes, porque si bien los de la primera parte podían funcionar por el tema de la parodia, estos directamente solo sirven para que los liquiden pronto. No se si lo hicieron a propósito, pero, entre los clichés de fiestas universitarias de maría y desvaríos varios, lo obsesivo del protagonista y lo directamente atontado de sus amigos, hace imposible que se sienta ninguna simpatía por ellos. Muchas veces parecen monigotes que están esperando su turno para ser asesinados o vapuleados por el fantasma correspondiente, y no dan pena en absoluto.


Idea para reality ¿qué pasaría si encerramos a Bear Grylls en una casa encantada?

Con esto podría parecer que Grave Encounters 2 no iba a funcionar bien, pero lo cierto es que es una de las mejores secuelas de este género que he visto. Sí, el argumento es chorras y los protagonistas dan pena, pero por suerte, los guionistas consiguieron encontrar el punto exacto para hacer una película que juega con la supuesta realidad o invención de lo que se filmó anteriormente, teniendo a su favor la falta de pretensiones que les sirve para incluir situaciones tan extrañas como los propios fantasmas del manicomio filmando varias secuencias cámara en mano. Encima, tienen mejor pulso que muchos autores de found footage.



Entrada al Pasaje del Terror: 3 euros

Esto también sirve para que funcione la historia del manicomio que explican un poco más: incluyen sin cortarse un pelo una historia un poco estrafalaria sobre rituales ocultistas y la intención de los fantasmas de continuar teniendo visitantes en su edificio (no sé para qué, pero ¿qué sabe una de la lógica fantasmal?), metiendo ya secuencias como rituales de magia negra o un pabellón infantil que parecen directamente sacados del Tren de la Bruja. Exagerado, pero también funciona mucho mejor que los exorcistas y los zombies/poseídos de Rec 2.

No sé si se atreverán a hacer un Grave Encounters 3, pero visto que esta secuela, con todos sus defectos ha resultado una película muy divertida, espero que si se convierte en franquicia, siga manteniendo este estilo.

sábado, 13 de octubre de 2012

Muse. The 2nd Law (2012). Piano, guitarra eléctrica, y falsetto

 
Creo que no soy la única que lo estaba pensando

Como dirían los Monty Python, y ahora, algo completamente diferente: una entrada sobre música. Nunca he pasado de subir algún vídeo de grupos que me gustaran, pero Muse es uno de mis favoritos y acaba de sacar disco hace días.


Te odio, diseño gráfico. Espero que estés satisfecho de haberle quitado el trabajo a los ilustradores

The 2nd Law es su sexto album, y practicamente hay un abismo entre este y sus dos primeros, tanto en cuestión de melodía como en letras. Desde los tres últimos han pasado a centrarse en temas relacionados con angustias diversas (valor seguro para todo adolescente como mandan los cánones), un ritmo mucho más caótico y agresivo, a base de guitarras, a usar más arreglos electrónicos y sobre todo, incluir el piano en más de una canción. En los cinco últimos años las canciones siempre incluyen temas sobre la política global o la tecnocracia, hasta el extremo que su disco en directo se llamó HAARP, como el cacharro ese que aseguran que es para investigar auroras boreales y del que por lo visto, no se fía ni su madre. Lo que no ha variado es la particular voz de Matthew Bellamy, capaz de un falsete que, cuando lo escuché por primera vez haciendo una versión de Feeling Good, me pareció que este tipo no cantaba, maullaba. Menuda diferencia con el vozarrón de Nina Simone, pero llamativa era un rato.

 

The 2nd Law es muy diferente tanto a esta versión como a los discos de esa época, y más parecido a Resistance, del 2009: la primera canción llega a parecer parte de una banda sonora, y es bastante más pausado. Tampoco faltan los temas complicados, y de hecho, el título del album se refiere a la segunda ley de la termodinámica que, con esto de hablar de entropía, sistemas aislados y destrucción de energía, se da mucho a la metáfora. Incluso en el vídeoclip de Madness, no se cortan y acaban apareciendo un grupo de antidisturbios.



Por norma general Muse siempre saca alguna canción que me anima el día en cualquiera de sus discos, pero tanto este como el anterior no han sido de los que más me han gustado, al menos en cuanto a ritmo. Seguramente, porque están lejos Absolution y Origin of Symmetry, que sí consiguieron el equilibrio entre el barullo de guitarras que se marcaban en algunas canciones, y las sinfonías que llegarían a componer más adelante.

jueves, 11 de octubre de 2012

Repo! The Genetic Opera (2008). La obra no se termina hasta que le hagan el transplante a la soprano




Musicales los debe haber de todos los temas posibles, y rodado en cine, alguno más. Desde cosillas más o menos normales, como una cantante intentando triunfar en Chicago, la adapción del Rey León, hasta cosas que me rompen un poco los esquemas, como la vida y obra de una presidenta de Argentina, o espectáculos como Sonrisas y Lágrimas o Cabaret, que técnicamente son musicales son nazis. Bueno, también está Caníbal, el musical, pero este igual no cuenta mucho porque es cosa de los tipos de South Park, que tienen un humor muy raro, y el Rocky Horror Picture Show, que es de culto. Ah, y ese protagonizado por gaticos, que ahora que lo pienso, aún no he visto. Probablemente, porque no es un género que me interese mucho (los musicales, no los gatos. Evidentemente), exceptuando Cabaret, que es una de mis películas favoritas.




Lo que no suele haber, al menos que yo sepa (y de esto tampoco ando muy enterada), son musicales de ciencia ficción, y menos rodados en cine…Al menos, hasta que a un tipo se le ocurrió filmar Repo! The Genetic Opera, una tragedia como mandan los cánones de este género musical…en la que los personajes son un el presidente de una compañía de órganos de transplante, su familia, el asesino a sueldo de la empresa, y la hija de esta. Técnicamente, es una ópera rock, y el término le viene como anillo al dedo, tanto por su argumento completamente dramático, como por las canciones guitarreras de sus números musicales.



El argumento es lo que no es muy habitual en los musicales: en el futuro, una epidemia que provoca fallos orgánicos ha diezmado la población, hasta que un empresario ve la oportunidad ofreciendo transplantes y ventajosas opciones de financiación para sus pacientes. Eso, si son buenos deudores. Porque si no lo hacen, la cláusula de reposesión autoriza a la empresa a recuperar los bienes de quienes no pagan a tiempo. O lo que es lo mismo, el Repo Man, el asesino a sueldo de la compañía, viene y les quita los higadillos a los morosos. Más o menos, lo que hace hoy cualquier banco, pero más literal, con más música, y al menos, sin comisiones.




El único motivo por el que este se dedica a semejante trabajo es por su hija enferma y por una deuda que parece tener con el jefe de la compañía. Este último tampoco anda muy sobrado de salud, y teniendo en cuenta a los degenerados que tiene como hijos, una yonqui, un psicópata y un adicto a la cirugía completamente desquiciado, es normal que se preocupe por el futuro de la compañía. Y uno de los próximos trabajos del Repo Man será cobrar la deuda de una cantante de ópera, que obtuvo un transplante de córnea a cambio de trabajar a sueldo de la empresa. Si algo pasa en la ópera, es que no hay coincidencias, por lo que este personaje también estará muy relacionado con la vida de los protagonistas.


La película es de esas que aprovecha para bien dos plagas de las que disfruta el cine reciente: los efectos especiales abaratados y los montajes de videoclip o de comic. Gracias a ellos, el punto de partida de la historia, y los flashbacks de los protagonistas se explican con viñetas de comics estáticas, sin que esto resulte extraño o fuera de lugar en una película que por si, es completamente teatrera y un poco irreal. De la infografía tampoco abusan, si no es para poder hacer algún plano en general de la ciudad futurista, o hacer que el metraje tenga un tono borroso. El resto, al tratarse de un musical con pocos personajes, aprovecha mucho más los decorados y planos más cercanos: no va a haber coreografías masivas, como mucho pueden cantar dos de ellos juntos. Y si el decorado tiene una pinta un tanto artificial o teatrera..bueno, eso se trata más bien de lo que estaban buscando a la hora de rodar, no ha sido por cutrerío.

De hecho, estos decorados, y el vestuario de los personajes, son completamente góticos: hay caras pálidas y cabelleras negras por doquier, levitas, mucho cuero, aunque la ciudad me hizo recordó a un Blade Runner un poco más exagerado y colorista. Con la historia, y ese diseño, es normal que haya también un poco de gore, pero es muy puntual, y de nuevo, muy de teatro: cuando sale el protagonista sacándole los higadillos a alguien mientras canta una pieza emotiva, es un poco difícil tomarse la escena como algo asqueroso. En todo caso, con humor negro.



Lo mejor, y por desgracia, también lo peor de la película, es el reparto. Porque como cantante principal actúa nada menos que Anthony Stewart Head, mas conocido como Rupert Giles en Buffy Cazavampiros, que desde hace algunos años demostró que tiene una voz envidiable. Al lado, Sarah Brightman como cantante ciega e incluso el cantante de Skinny Puppy, como uno de los herederos de la compañía y una caracterización que me recordó un montón al Fantasma de la Opera. Incluso Bill Mosseley, que parece que desde La casa de los mil cadáveres se ha especializado en hacer de psicópata peligroso, aunque resulta un poco chocante ver a un tipo de 58 años haciendo de primogénito de nadie.



Cascajo, cascajo...Tengo voz de cascajo y canto como un gaaato...¡¡Pero mi papá tiene pasta!!

La peor parte se la lleva Paris Hilton porque…sí, sale en la película, y eso solo sería suficiente como para estropearla de no ser por el resto del reparto y que por suerte, sale muy poco: no canta gran cosa y se limita a hacer de lo que sabe, que es ir de niña bien drogadicta y fiestera. Es más, hasta su voz de cascajo le queda bien para un personaje tan nulo, aunque teniendo en cuenta el estilo y vestuario de este, le hubiera ido mucho mejor un cameo de Lady Gaga que el tenerla a ella cual pájaro de mal agüero.

Hoy Repo! The Genetic Opera se ha convertido una pieza de culto, se lo ha ganado y me da la impresión que ha sido de las películas que más me han gustado en todo el año. Aunque también lleva a la confusión, porque un par de años después apareció Repo Men, una película de ciencia ficción con Jude Law y un argumento sospechosamente parecido, aunque por suerte para su director, se confirmó que el guión era anterior y que la similitud terminaba en la premisa de las dos películas. Supongo que porque en Repo Men nadie canta.

sábado, 6 de octubre de 2012

Obituario: Sven Hassel


¡¡Más gaticos y menos balas!!

Acabo de enterarme, con unos doce días de retraso, de la muerte de Sven Hassel, el escritor de novelas de la II Guerra Mundial. Algo normal, porque entre la cantidad de noticias variadas en los medios (y el que ya no vea ningún telediario. Se lo recomiendo a cualquiera que quiera mantener un mínimo de esperanza), esta quedó reservada a la sección cultural y obituarios de la prensa.




Este señor fue muy popular en los setenta por su serie de novelas protagonizadas por un grupo de soldados pertenecientes a un batallón penitenciario. A lo largo de catorce libros, narró las misiones y encontronazos varios de sus protagonistas, una serie de soldados muy particulares: la mayoría de ellos eran desertores, contrabandistas, o delincuentes, y eso de ganar una guerra les importaba un pepino. Además formaban parte del bando alemán, lo que hoy no es especialmente raro, pero en la época debió resultar bastante extraño y daba un punto de vista muy distinto y mucho menos épico, que en otras novelas bélicas.

En realidad, los libros de Sven Hassel poco tienen que ver con Remarque y Tiempo para Amar, Tiempo para Morir. Aunque su autor insistiera en su carácter antibelicista, y no cortarse un pelo a la hora de hablar del sinsentido de la disciplina militar y el enviar miles de personas a arrastrarse por el fango, su enfoque estaba completamente dirigido al entretener, ofrecer toneladas de acción, bastante gore cortesía de los obuses y la cirugía de campaña, y dosis de humor un tanto escatológico y hasta surrealista, con unos cuantos chistes de letrinas y chanchullos de los protagonistas para sacar dinero de las formas más extrañas.

 
¿Coincidencia o foto de Joseph Porta? La realidad nunca estuvo tan confusa..


Los personajes creados por Hassel son más fáciles de recordar que los argumentos de sus libros, porque una vez leídos, es fácil acabar mezclando lo que pasaba en uno u otro, por su estructura de capítulos separados. En cambio, es fácil acordarse de Joseph Porta, un soldado descarado y especialista en el mercado negro, que siempre lleva un sombrero de copa pintado de amarillo (además, le gustan los gatos), o de Hermanito, un tipo enorme y un tanto descerebrado, del Legionario, apodado así por haber pasado por la Legión Extranjera, Julios Heide, el nazi convendio, y el Viejo, el soldado más veterano y sin embargo, el más cuerdo y sensato de todos.

Hablar de ellos con más detalle daría para una entrada más larga, pero el propio Sven Hassel también es todo un personaje: él juró y perjuró durante su vida que sus libros eran en cierto modo, sus memorias de guerra, y que los personajes que aparecían en ellos eran reales. Algunos detractores lo califican de todo menos de bonito, y los más sensatos, se toman sus novelas como una recopilación de historias variadas, que como todo, lo mismo pudieron suceder que no (digamos que es un poco difícil que los protagonistas estuvieran en tantos frentes), pero que se tratan, sobre todo, de una serie de novelas muy entretenidas y queridas por mucho, y que Hassel fue, ante todo, un artesano a la hora de crear libros bélicos puramente de evasión.


Auténtica juerga bélico-literaria
 
Aunque fueron publicados de nuevo hace unos seis o siete años, la edición más popular, y la que la mayoría de la gente conserva, es la de la colección Reno, de la antigua Plaza y Janés, unos libros impresos prácticamente en papel de estraza y recordados especialmente, por sus sobrecubiertas con ilustraciones muy cuidadas y un poco pulp. De hecho, estos ejemplares llevaban unos cuantos siglos en mi casa, y fue gracias a ellos, y a sus portadas llenas de paisajes bombardeados y de tanques, por los que decidí empezar uno de ellos por puro aburrimiento. El que acabara leyéndome cinco seguidos demuestra que en la época, enganchaban lo suyo. Es más, en los ochenta llegó a hacerse una película en la que salían Carradine y Bruce Davidson, pero era mala a rabiar y no se volvió a intentar ninguna versión.

Reconozco que no soy una aficionada a la II Guerra Mundial, ni a las armas, ni a ningún conflicto bélico: no distingo un kalashnikov de un Cetme, para mí todos los cañones gordos en blanco y negro son el Gran Berta y cualquier tanque alemán es un Panzer, pero eso no impide que me hubiera divertido un montón, y ya hace años, con las novelas de Sven Hassel, por lo que se merece, aún con retraso, una mención por mi parte.

jueves, 4 de octubre de 2012

Doom (2005). Cuando falla hasta el argumento más simple


La imagen es claramente falsa porque los gatos viven en la cara oculta de la Luna

A día de hoy debe haber un montonazo de adapciones de videojuego al cine, pero lo difícil debe ser encontrar una que realmente esté bien, aún quedándose fuera las películas de Uwe Boll. Igual el error está en el tipo de juego que escogen, que generalmente son de lucha o incluso, de los de disparo, que tampoco es que haya gran cosa que contar por mucho que se esfuercen en ponerle un argumento ¡al final todo se reduce a dispararle a cualquier bicho que se mueva!


En el 2005 a un videojuego que llevaba dando vueltas por los ordenadores desde los noventa: Doom era de sobra conocido gracias a su marine que deambulaba por los corredores de una puerta al infierno en el planeta Marte por la que aparecían monstruos y zombies todo lo aterradores que los pixels permitían. La idea de hacer una película no era del todo mala, porque entonces empezaban los primeros pasos de la moda zombie, y el argumento del juego sí daba para una película de acción y algo de terror sin muchas complicaciones. Incluso consiguieron un reparto que, sin salirse del presupuesto tenía algunas caras conocidas: Don The Rock Johnson, en otro de sus intentos de hacerse un hueco en el cine de acción, aparece como sargento de una expedición militar, y Karl Urban como soldado, unos años después de aparecer como Eomer en el Señor de los Anillos, y unos años antes de obtener su primer papel protagonista en el que se pasaría la película con la cabeza metida en un casco. Eso también es mala suerte.



Pero como los estudios de cine sí que deben ser especialistas en darle vueltas a lo más simple y olvidarse de lo que podría tener éxito, decidieron tomar el argumento en cuestión y meterle algo más de jugo. O más bien, repetir fórmulas que no exijan mucho esfuerzo, como sería la del comando de turno metiéndose a una misión peligrosa, en lugar de quedarse con la historia del único superviviente que debe atravesar los restos de la base en Marte. Seguramente eso implicaría más giros de guión y dosificar mejor la tensión del argumento, por lo que el Doom que llevaron al cine incluye a un grupo de militares que, tras atender una alarma en una base de Marte, deben cerrarla y antes, acompañar a una científica a recoger los datos de una investigación (o algo por el estilo, porque cuando echaron la película en Neox, había empezado hacía diez minutos). La investigación no se limita a ser un estudio arqueológico, porque los restos encontrados corresponden a una raza de criaturas superiores y que para ello, habían sido capaces de alterar su propio ADN, cosa que, teniendo en cuenta que sus huesos acabaron en la mesa de un laboratorio, no debió de ir muy bien.


El grupo de militares incluye un poco de todo tipo de personajes: el sargento un pelín totalitario, el novato, el desagradable/traidor, el chistoso, el religioso y al protagonista, hermano de la científica con lo que ya hay algo más de drama servido. No es que esto sea muy importante porque lo que hacen todos es ir cayendo uno detrás de otro, o convertirse en zombie/mutante debido a las mordeduras de los monstruos hasta que solo queden dos de cara al enfrentamiento final. Para esto aprovechan bastante todo tipo de pasillos y laboratorios mal iluminados, en los que no llega a verse bien las criaturas, y el excesivo parpadeo de las luces, sean las bombillas o los disparos, tampoco ayudan mucho, pero se sabe que, cuanto menos se vea, menos hay que invertir en efectos especiales. Otra cosa es pasarse porque me dio la impresión de que la película se pasó más de la mitad del metraje a oscuras. Es más, también da otra impresión, la de haber demasiados personajes que no hacen otra cosa que morirse mientras la científica va explicando a ratos lo que pasó en el laboratorio y el origen de las criaturas.


En un principio, Doom se habría quedado en una película de acción más bien mediocrilla, en la que ni interesan mucho los personajes, ni como los liquidan, ni la historia, mil veces vista. Pero el fallo más gordo fue saltarse a la torera la premisa del juego, sustituyendo el tema del portal al infierno, los demonios y los humanos poseídos, por un experimento de manipulación genética que salió mal, sueros para alterar el ADN y su superhombre para salvar el día. Seguramente fue un intento de ofrecer un argumento más actual y sobre todo, similar al exitoso Resident Evil (o igual, para no complicarse tanto en cuanto a efectos especiales y ahorrarse los portales a otra dimensión). Cuando un videojuego de disparo está basado en demonios y cosas dimensionales, el público y sus fans serán lo que espere, y si se deciden a cambiarlo, más vale que el argumento sea bueno.



La realización es todo lo correcta (y aburrida) que se podría esperar en una película de este estilo. O lo era, hasta el momento en el que a alguien se le ocurrió hacer un guiño al videojuego original y su perspectiva en primera persona: nada menos que cinco minutos seguidos en el que la cámara se mueve a toda velocidad matando a cualquier bicho que se le pase por delante, en una toma de video que parece directamente sacada de un juego de PC. Aunque seguramente la intención de Doom sería sacar otra franquicia de éxito como es Resident Evil, la jugada no salió bien y se quedó en una peliculilla que, de no haberme coincidido de encontrar en la televisión, seguramente ni se me hubiera ocurrido parar a verla.

Y como hoy la cosa va de planetas, otro detalle marciano: Richard Brake, el soldado desagradable/traidor, aparece en el videoclip de Knights of Cydonia, de Muse. De nuevo, haciendo de malo. Pero creo que tiene más arte la minipelícula de cinco minutos de Muse que la hora y media larga de Doom.

 

Un poquito de calidad para empezar el día

lunes, 1 de octubre de 2012

Doctor Who 2012. Más episodios, más efectos especiales…y más espera


Después de casi siete meses entretenida a base de películas y lecturas varias, ha vuelto por fin mi serie favorita. Y esta vez, el Doctor Who se ha hecho esperar, porque esta debe ser la emisión de temporada más rara desde que a David Tennant lo finiquitaron en el 2009 a base de rodar especiales, porque han decidido repartirse los capítulos entre el mes de septiembre y el año que viene, por problemas de horarios en el rodaje. Dirán lo que quieran, pero yo preferia pasarme de mayo a julio viendo mis trece episodios, y que después me pusieran los dientes largos con el especial de navidad.



Esta ha sido la tercera temporada con Steve Moffat al frente, y aunque las rarezas a la hora de repartirse los capítulos no me gusten, creo que tanto su doctor como su forma de enfocar la serie ha sido mi favorita (con permiso de Christopher Eccleston). El tono de la serie se ha vuelto más siniestro y los monstruos han empezado a dar algo más de miedo. Miedo, si tuviéramos siete años, claro, pero la intención de ser Nightmare Fuel se le nota, y sus Ángeles Llorones han conseguido convertirse en unos enemigos del doctor a la altura de los Daleks.

Al menos, eso fue hasta ahora, porque el tono que mantiene esta temporada es mucho más ligero que en la anterior, que se centraba en unos alienígenas con corbata realmente rarillos y gracias a los cuales se descubre el origen de River Song, una de las acompañantes más extrañas que ha tenido el doctor en cincuenta años de serie. Esta temporada llegó al extremo de hacer prácticamente un borrado del Doctor en la historia, haciéndose pasar por muerto para poder viajar con más tranquilidad, lo que también ha servido para que los episodios estén más centrados en el tema de las aventuras, y sobre todo, hagan de este y de sus acompañantes una figura más cómica de lo que fue hasta ahora.


Con estos guiones no se han cortado: el Doctor nunca fue ciencia ficción seria, por lo que tanto la tecnología como lo que pueda pasar en los guiones no tiene límite: el destornillador sónico arregla lo que sea, y si el guionista quiere meter dinosaurios en la nave espacial secuestrada por un pirata, un pistolero robótico en un escenario del oeste e incluso una invasión de cubos que técnicamente, no hacen nada, está autorizado para hacerlo. En unos cinco episodios ha aparecido todo esto e incluso la reina Nefertiti en una nave espacial, con lo que demuestran que las cosas las están haciendo a lo grande.


Lo mejor de la temporada, o de esta parte de la temporada, siguen siendo sus dos acompañantes: Amy y Rory, que aunque tengan una vida por su cuenta, no tienen problemas en ausentarse para irse con el Doctor, aunque parte del tema de esta temporada también ha sido las dudas de estos dos sobre renunciar a los viajes: el tiempo pasa para ellos más rápido que para sus conocidos, y precisamente todas estas aventuras les están impidiendo tener una vida más allá del Doctor. Incluso aparece un personaje nuevo en la familia Pond, el padre de Rory, un tipo bastante divertido y flemático que, aunque no aparezca de continuo, también será un habitual.


Por el momento, y aunque los episodios intermedios han tenido un nivel muy alto, los capítulos más importantes han sido el primero y el quinto. En uno de ellos conocemos a la que, según informan, será la próxima acompañante del Doctor, y de paso vuelven a aparecer los daleks. Que serán todo lo salero espacial o vaporetta que quieran, pero son sus enemigos más emblemáticos (además, si mi gata se llama Dalek y no Cybermen, Zygon o Weeping Angel, será por algo) y es imposible concebir una temporada del Doctor Who sin ellos. En el último, al menos hasta el especial de navidad, vuelven River Song, de la que me pregunto cuánto tiempo mantendrán en la serie porque el personaje no puede regenerarse, y los Ángeles Lloronoes, que juraría que cada temporada tienen más cara de mala gaita. Además, una serie de situaciones para los acompañantes del doctor muy alejadas del estilo ligeron que estuvieron manteniendo hasta ahora. Pero de esto no diré nada más, porque como diría River Song: spoilers.