sábado, 6 de octubre de 2012

Obituario: Sven Hassel


¡¡Más gaticos y menos balas!!

Acabo de enterarme, con unos doce días de retraso, de la muerte de Sven Hassel, el escritor de novelas de la II Guerra Mundial. Algo normal, porque entre la cantidad de noticias variadas en los medios (y el que ya no vea ningún telediario. Se lo recomiendo a cualquiera que quiera mantener un mínimo de esperanza), esta quedó reservada a la sección cultural y obituarios de la prensa.




Este señor fue muy popular en los setenta por su serie de novelas protagonizadas por un grupo de soldados pertenecientes a un batallón penitenciario. A lo largo de catorce libros, narró las misiones y encontronazos varios de sus protagonistas, una serie de soldados muy particulares: la mayoría de ellos eran desertores, contrabandistas, o delincuentes, y eso de ganar una guerra les importaba un pepino. Además formaban parte del bando alemán, lo que hoy no es especialmente raro, pero en la época debió resultar bastante extraño y daba un punto de vista muy distinto y mucho menos épico, que en otras novelas bélicas.

En realidad, los libros de Sven Hassel poco tienen que ver con Remarque y Tiempo para Amar, Tiempo para Morir. Aunque su autor insistiera en su carácter antibelicista, y no cortarse un pelo a la hora de hablar del sinsentido de la disciplina militar y el enviar miles de personas a arrastrarse por el fango, su enfoque estaba completamente dirigido al entretener, ofrecer toneladas de acción, bastante gore cortesía de los obuses y la cirugía de campaña, y dosis de humor un tanto escatológico y hasta surrealista, con unos cuantos chistes de letrinas y chanchullos de los protagonistas para sacar dinero de las formas más extrañas.

 
¿Coincidencia o foto de Joseph Porta? La realidad nunca estuvo tan confusa..


Los personajes creados por Hassel son más fáciles de recordar que los argumentos de sus libros, porque una vez leídos, es fácil acabar mezclando lo que pasaba en uno u otro, por su estructura de capítulos separados. En cambio, es fácil acordarse de Joseph Porta, un soldado descarado y especialista en el mercado negro, que siempre lleva un sombrero de copa pintado de amarillo (además, le gustan los gatos), o de Hermanito, un tipo enorme y un tanto descerebrado, del Legionario, apodado así por haber pasado por la Legión Extranjera, Julios Heide, el nazi convendio, y el Viejo, el soldado más veterano y sin embargo, el más cuerdo y sensato de todos.

Hablar de ellos con más detalle daría para una entrada más larga, pero el propio Sven Hassel también es todo un personaje: él juró y perjuró durante su vida que sus libros eran en cierto modo, sus memorias de guerra, y que los personajes que aparecían en ellos eran reales. Algunos detractores lo califican de todo menos de bonito, y los más sensatos, se toman sus novelas como una recopilación de historias variadas, que como todo, lo mismo pudieron suceder que no (digamos que es un poco difícil que los protagonistas estuvieran en tantos frentes), pero que se tratan, sobre todo, de una serie de novelas muy entretenidas y queridas por mucho, y que Hassel fue, ante todo, un artesano a la hora de crear libros bélicos puramente de evasión.


Auténtica juerga bélico-literaria
 
Aunque fueron publicados de nuevo hace unos seis o siete años, la edición más popular, y la que la mayoría de la gente conserva, es la de la colección Reno, de la antigua Plaza y Janés, unos libros impresos prácticamente en papel de estraza y recordados especialmente, por sus sobrecubiertas con ilustraciones muy cuidadas y un poco pulp. De hecho, estos ejemplares llevaban unos cuantos siglos en mi casa, y fue gracias a ellos, y a sus portadas llenas de paisajes bombardeados y de tanques, por los que decidí empezar uno de ellos por puro aburrimiento. El que acabara leyéndome cinco seguidos demuestra que en la época, enganchaban lo suyo. Es más, en los ochenta llegó a hacerse una película en la que salían Carradine y Bruce Davidson, pero era mala a rabiar y no se volvió a intentar ninguna versión.

Reconozco que no soy una aficionada a la II Guerra Mundial, ni a las armas, ni a ningún conflicto bélico: no distingo un kalashnikov de un Cetme, para mí todos los cañones gordos en blanco y negro son el Gran Berta y cualquier tanque alemán es un Panzer, pero eso no impide que me hubiera divertido un montón, y ya hace años, con las novelas de Sven Hassel, por lo que se merece, aún con retraso, una mención por mi parte.

5 comentarios:

  1. Yo tambien me he leido unos cuantos libros de Hassel, y tambien de la edicion antigua, me los dejaba mi primo cuyo padre era un autentico fan. Ahora es impensable con toda la tecnologia desarrollada que un chaval se lance a por semejantes artefactos, pero hace 30-40-50 años cumplieron su funcion, entretener. Bonito y merecido homenaje.

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  2. Sí, desde luego, me adhiero también, menos balas y más gaticos!!! Nos iría bastante mejor. Me encanta la fotografía que has puesto con uno metido en un bolsillo. Es encantadora!

    Siento la muerte de este escritor. Nunca lo he leído, pero a un amigo mío le encantaban sus novelas y podía pasarse horas hablando de ellas y sobre todo de sus curiosos personajes. Siempre he confiado mucho en su criterio, pero coincidió con una época en la que había leído mucho sobre la Segunda Guerra Mundial y estaba algo saturada. También estuve a punto de utilizar uno de sus libros para una pequeña vengaza al estilo de "Amelie", pero al final no la llevé a cabo porque no debo ser demasiado rencorosa y olvidé pronto la afrenta.

    Ay, es curioso que a pesar de no haber leído sus libros, me traiga este escritor tantos recuerdos! Podría decir como aquella célebre frase de Sofía Mazagatos sobre Mario Vargas Llosa: "No lo he leído nunca, pero le sigo" jajajajaj.

    Besitos!
    Ana.

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  3. olhado_lh: entre la edición de Reno y la nueva que sacó Inédita ediciones en el 2005, me los acabé leyendo todos. Seguramente hoy, entre tecnología y diversas versiones del Call of Duty, dudo mucho que ningún chaval se acerque a esos libros, aunque me alegro de haber sido parte de la gente que disfrutó con ellos.
    Me hubiera gustado también hacer una entrada más extensa, hablando un poco más de los personajes (soy fan absoluta de Joseph Porta), pero a estas alturas no hay mucho más que decir sobre ellos y preferí centrarme en homenajear a su autor.

    La Minomalice: jaja, ¡eso es normal! Yo misma no he leído nada de gente como Marcial La Fuente Estefanía o de Frank G. Slaughter y en cambio al mencionarlos, me vienen a la cabeza su época, las novelas del oeste, las de médicos, y sobre todo, las portadas de sus ediciones. Pese a lo sórdido que eran muchos de sus capítulos en la mayoría de los casos, hoy me parece entrañable. Y el tono de las batallas me hace pensar que el autor también sería partidario de los gaticos y no de las balas.

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  4. Es complicado de expresar , no lo considero un literato brillante pero sus personajes quedaron gravados en mi mente de una forma difícil de explicar , cuando me entere de su fallecimiento sentí una sensación extraña , es como si hubiera fallecido un amigo al que no veía hace largo tiempo .....no creo que otro autor pueda lograr que me pase eso

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  5. A mí me pasó lo mismo: sus personajes son más recordados y queridos que lo que pueda contar en los libros (que tiende a ser caótico en la mayoría de los casos..pero fascinante, no se lo niego), y también sentí bastante su fallecimiento o el haberme enterado tarde. Hasta hacía poco tiempo, sabía que era un señor muy mayor que vivía en Barcelona, pero no me hubiera imaginado encontrarme la noticia.

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