Una de las desconcertantes cosas que te puedes encontrar en un armario
Uno de los trailers que más interés ha despertado antes de
su estreno ha sido The Babadook. Quizá porque esa historia sobre miedos
infantiles y su personificación monstruosa también lo es. O quizá porque en el
fondo, a muchos de los que nos gusta el cine de terror, pasamos más de una
noche intentando que una colcha nos defendiera de lo que nuestra imaginación
fabricaba en cuanto se apagaba la luz. O eso, o la ropa de cama es una protección
más fiable que una cota de mithril. Algunos días me inclino a pensar lo
segundo.
En The Babadook, unas cuantas colchas también hay. Además de
varias noches sin dormir por parte de los protagonistas, y en un principio, sin
monstruo que los atormente. Amelia y su
hijo pequeño viven en una destartalada casa que apenas se mantiene con su
sueldo de cuidadora en una residencia. El niño, aquejado de terrores nocturnos,
apenas le concede una noche de sueño y su carácter, cada vez más histérico y
agresivo hacen que acabe siendo expulsado del colegio y que vaya agotando la
paciencia de su madre. Su actitud empeora tras la lectura de un cuento
ilustrado llamado Mr Babadook, donde describe a una criatura grotesca que intenta
entrar en los hogares. Agotada por la privación de sueño, la obsesión de su
hijo por el Babadook y su situación económica, Amelia se irá volviendo cada vez
más agresiva. Pero teme que esas sombras, demasiado parecidas a las
ilustraciones del libro, sean tanto un indicio de estar perdiendo la cabeza
como de que en su casa haya un nuevo habitante.
En este tipo de películas es relativamente fácil tirar por
un camino u otro: o bien se trata de una monster movie, con la mamá de turno
defendiendo al bicho que va destrozándole la casa en la persecución final, o
bien intentan que la explicación psicológica y real quede presente. En este
caso, han optado por el camino de en medio, y contra lo que suele pasar en este
tipo de situaciones, ha funcionado mejor de lo que esperaba. Por un lado, la
actitud de los protagonistas es todo un caso clínico, incluso las apariciones
del Babadook podrían entenderse de esa forma. Por otro, la trama del monstruo
es perfectamente lógica dentro del mundo de los personajes principales. Si la
idea era plantear una historia sobrenatural como metáfora de los miedos y
trastornos de sus protagonistas, han acertado de pleno, y hay secuencias muy
específicas que lo demuestran. La casa cayéndose a pedazos, las secuencias de
películas antiguas, sin mucho sentido, incluso el desenlace donde el sótano
tiene una presencia bastante importante, cuentan con ese doble sentido. Sorprende
encontrar un final positivo en un guión con semejante planteamiento, pero lo
cierto es que juega mucho con ciertas convenciones, que mal llevadas acabarían
siendo de telefilme, y que en su caso se convierte en una situación muy
adecuada para lo que narraban.
Precisamente por eso la primera parte, que podría ser la más
difícil de llevar si se quiere ver una película de terror al uso, acaba
funcionando. En esta se muestra la vida de la protagonista de forma muy
concisa, con secuencias muy breves donde aparecen sus familiares, su trabajo, y
especialmente, su vida en la casa con su hijo. Todos estos secundarios están
planteados de una forma muy simple, tirando a negativa, y casi grotesca. O son
frívolos, o parecen no entender lo que la protagonista está pasando…y en el
caso del niño, para darle de comer a parte. Sus hiperactividad, ese carácter demasiado
mimado, y sobre todo, sus chillidos y rabietas, hacen que cualquier espectador
tenga ganas de que el dichoso monstruo aparezca de una vez y se lo lleve al
infierno. Vamos, que simpatía por él, ninguna. Pero precisamente, eso es lo que
el guión pretende: ¿Qué el niño es insoportable? ¿Qué la mayor parte de la
gente es imbécil? Esto es porque en realidad estos no se presentan de una forma
objetiva, sino tal y como los ve su protagonista, alguien que lidia desde hace
años con un estrés postraumático que no ha superado. De hecho, según va
avanzando la trama, la forma de presentarlos se va volviendo más objetiva, y el
niño comienza a mostrar un carácter más tranquilo y lógico que el que se vio en
un principio, hasta el punto de acabar sintiendo simpatía por ambos.
En este caso, el trabajo de los actores se ha notado. Essie
Davies ha trabajado principalmente en televisión, pero aquí se luce a la hora
de mostrar una actitud a punto de caerse de sueño en el sitio, que al borde de matar a alguien. Aunque el niño
es el que se lleva la palma en muchos casos. El aspecto del crío, todo ojos y
muy flaquito, es inquietante de por sí, pero consigue mostrar con toda
naturalidad las rabietas y actitud insufrible de muchos niños. A menudo me
quejo de que los chavales que suelen salir en las películas para hacer gracia
al final no hay quien los aguante...pero el cometido de este era precisamente
el contrario y lo borda. Aunque también es cierto que queda un poco pillado por
los pelos que sea capaz de diseñar todo tipo de tirachinas y miniballestas, que
también tienen su cometido en la película, con menos de siete años…¿pero a
donde lo han llevado a la guardería? ¿A un centro de FP de mecánica?
Por una vez, el interés que podía generar un trailer y unas cuantas ilustraciones ha funcionado en
The Babadook. Quizá no sea una película de monstruos al uso como se podía
esperar, pero ha conseguido combinar el componente fantástico con el psicológico,
aún siendo este el más importante en el guión. Y como curiosidad, puede que el
libro de ilustraciones del mismo nombre haya sido una invención para la película,
pero el ilustrador John Kenn Mortensen ofrece algunas escenas igual de
inquietantes. Es increíble lo que da de sí un poco de imaginación y un post
it..