jueves, 27 de noviembre de 2014

The Babadook (2014). Los monstruos no tienen por qué asustar solo a los niños


Una de las desconcertantes cosas que te puedes encontrar en un armario

Uno de los trailers que más interés ha despertado antes de su estreno ha sido The Babadook. Quizá porque esa historia sobre miedos infantiles y su personificación monstruosa también lo es. O quizá porque en el fondo, a muchos de los que nos gusta el cine de terror, pasamos más de una noche intentando que una colcha nos defendiera de lo que nuestra imaginación fabricaba en cuanto se apagaba la luz. O eso, o la ropa de cama es una protección más fiable que una cota de mithril. Algunos días me inclino a pensar lo segundo.


En The Babadook, unas cuantas colchas también hay. Además de varias noches sin dormir por parte de los protagonistas, y en un principio, sin monstruo que los atormente.  Amelia y su hijo pequeño viven en una destartalada casa que apenas se mantiene con su sueldo de cuidadora en una residencia. El niño, aquejado de terrores nocturnos, apenas le concede una noche de sueño y su carácter, cada vez más histérico y agresivo hacen que acabe siendo expulsado del colegio y que vaya agotando la paciencia de su madre. Su actitud empeora tras la lectura de un cuento ilustrado llamado Mr Babadook, donde describe a una criatura grotesca que intenta entrar en los hogares. Agotada por la privación de sueño, la obsesión de su hijo por el Babadook y su situación económica, Amelia se irá volviendo cada vez más agresiva. Pero teme que esas sombras, demasiado parecidas a las ilustraciones del libro, sean tanto un indicio de estar perdiendo la cabeza como de que en su casa haya un nuevo habitante.





En este tipo de películas es relativamente fácil tirar por un camino u otro: o bien se trata de una monster movie, con la mamá de turno defendiendo al bicho que va destrozándole la casa en la persecución final, o bien intentan que la explicación psicológica y real quede presente. En este caso, han optado por el camino de en medio, y contra lo que suele pasar en este tipo de situaciones, ha funcionado mejor de lo que esperaba. Por un lado, la actitud de los protagonistas es todo un caso clínico, incluso las apariciones del Babadook podrían entenderse de esa forma. Por otro, la trama del monstruo es perfectamente lógica dentro del mundo de los personajes principales. Si la idea era plantear una historia sobrenatural como metáfora de los miedos y trastornos de sus protagonistas, han acertado de pleno, y hay secuencias muy específicas que lo demuestran. La casa cayéndose a pedazos, las secuencias de películas antiguas, sin mucho sentido, incluso el desenlace donde el sótano tiene una presencia bastante importante, cuentan con ese doble sentido. Sorprende encontrar un final positivo en un guión con semejante planteamiento, pero lo cierto es que juega mucho con ciertas convenciones, que mal llevadas acabarían siendo de telefilme, y que en su caso se convierte en una situación muy adecuada para lo que narraban.



Precisamente por eso la primera parte, que podría ser la más difícil de llevar si se quiere ver una película de terror al uso, acaba funcionando. En esta se muestra la vida de la protagonista de forma muy concisa, con secuencias muy breves donde aparecen sus familiares, su trabajo, y especialmente, su vida en la casa con su hijo. Todos estos secundarios están planteados de una forma muy simple, tirando a negativa, y casi grotesca. O son frívolos, o parecen no entender lo que la protagonista está pasando…y en el caso del niño, para darle de comer a parte. Sus hiperactividad, ese carácter demasiado mimado, y sobre todo, sus chillidos y rabietas, hacen que cualquier espectador tenga ganas de que el dichoso monstruo aparezca de una vez y se lo lleve al infierno. Vamos, que simpatía por él, ninguna. Pero precisamente, eso es lo que el guión pretende: ¿Qué el niño es insoportable? ¿Qué la mayor parte de la gente es imbécil? Esto es porque en realidad estos no se presentan de una forma objetiva, sino tal y como los ve su protagonista, alguien que lidia desde hace años con un estrés postraumático que no ha superado. De hecho, según va avanzando la trama, la forma de presentarlos se va volviendo más objetiva, y el niño comienza a mostrar un carácter más tranquilo y lógico que el que se vio en un principio, hasta el punto de acabar sintiendo simpatía por ambos.



En este caso, el trabajo de los actores se ha notado. Essie Davies ha trabajado principalmente en televisión, pero aquí se luce a la hora de mostrar una actitud a punto de caerse de sueño en el sitio, que  al borde de matar a alguien. Aunque el niño es el que se lleva la palma en muchos casos. El aspecto del crío, todo ojos y muy flaquito, es inquietante de por sí, pero consigue mostrar con toda naturalidad las rabietas y actitud insufrible de muchos niños. A menudo me quejo de que los chavales que suelen salir en las películas para hacer gracia al final no hay quien los aguante...pero el cometido de este era precisamente el contrario y lo borda. Aunque también es cierto que queda un poco pillado por los pelos que sea capaz de diseñar todo tipo de tirachinas y miniballestas, que también tienen su cometido en la película, con menos de siete años…¿pero a donde lo han llevado a la guardería? ¿A un centro de FP de mecánica?

Por una vez, el interés que podía generar un trailer y  unas cuantas ilustraciones ha funcionado en The Babadook. Quizá no sea una película de monstruos al uso como se podía esperar, pero ha conseguido combinar el componente fantástico con el psicológico, aún siendo este el más importante en el guión. Y como curiosidad, puede que el libro de ilustraciones del mismo nombre haya sido una invención para la película, pero el ilustrador John Kenn Mortensen ofrece algunas escenas igual de inquietantes. Es increíble lo que da de sí un poco de imaginación y un post it..





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