Hace más o menos un año me eché la siesta con una películade zombies, que acabó sorprendiéndome bastante. Primero, porque me pareció
bastante correcta y fácil de seguir incluso para los que ni conocíamos el
videojuego que adaptaba, y segundo, porque debió de funcionar lo bastante bien
como para que doce meses después tuviera una secuela recién salida del horno,
donde seguían la historia anterior e incluso conservaban a parte de los actores
de la primera.
Endgame continúa dos años después de la epidemia que arrasó
con una parte de la ciudad y que provocó que se implantara un nuevo sistema
para tratar a los infectados del virus zombie que la provocó: un chip que
libera regularmente la dosis necesaria para evitar que estos se conviertan y
puedan llevar una vida normal. O tan
normal como la víctima de cualquier enfermedad altamente contagiosa.
Pero Chase, el reportero que descubrió el objetivo que los militares escondían,
ha descubierto una situación más peligrosa para todos ellos: todos los que
saben demasiado desaparecen, se habla de nuevas cepas del virus y un plan
definitivo para acabar con todos los infectados, ahora controlados mediante los
chips. La única manera de salvarlos será regresar a la zona de la antigua
cuarentena, ahora convertida en laboratorio, y bloquear el programa que en unas
horas, eliminará a todos aquellos que dependen de una medicación para no
convertirse en zombies.
El guión recurre directamente al desenlace de la anterior
entrega. Del que ponen al día al público con algunas secuencias de esta, unas
voces en off, y lo justo para que cualquiera que no la haya visto pueda
enterarse de lo que pasa. Que, al tratarse de una historia muy sencilla y que después procura plantear otras tramas, no
presenta problemas. También parece algo más alejada de los guiños al videojuego
que pudieron verse antes: los vestuarios parecen menos reconocibles, no sacados
de ninguna imagen promocional o intro de un juego, y en general mantiene un
aspecto más de película de acción en lugar de querer recordar al material
original. Salvo por el guiño de las armas fabricadas, que aquí se mantiene,
pero más como una anécdota e incluso menos machacona de lo que pudo verse
antes.
La realización sigue siendo muy correcta, no tiene el
presupuesto de un estreno de cine, pero sí el suficiente como para no parecer
un telefilme. Aunque el montaje parece un poco desganado, como si se hubieran
limitado a preparar una cinta genérica sin complicarse mucho. Entre escena y
escena de acción, diálogo y secuencia de movimiento, se marcan unos fundidos en
negro tan largos que hasta resultan un tanto bruscos..y que en más de una
ocasión me pregunté si se habría estropeado la cinta o la tele. Y quizá han
corrido demasiado a la hora de sacar la segunda parte, porque las
caracterizaciones de los zombies son bastante más pobres. Si en la primera había
un trabajo de maquillaje más o menos bueno, aquí se han limitado en muchos
casos a ponerles a todos los figurantes un traje gris, una máscara completa, y
a correr. Y lo de correr, literalmente, porque en este caso, también aparecen
zombies velocistas. No sé si por aquello de meter variedad en los bichos, o
intentando que no se note demasiado el trabajo un poco chapucero. Creo que desde
Z Nation y las de Lucio Fulci no veía tanto calvo por metro cuadrado.
La primera mitad en general, es igual de entretenida que su
predecesora: en este caso, usan un recurso tan sencillo como el de meter a los
personajes en un sitio con obstáculos varios, del que tienen que salir en un
tiempo limitado. Suficiente como para pasar el rato. En cambio, el desenlace
acaba perdiéndose entre tópicos del género y situaciones sin mucho sentido,
como el hacer aparecer a un científico al que parece darle bastante igual que
se hayan colado unos saboteadores en un complejo de alta seguridad. Billy Zane
(el actor más reconocible en este caso. Y también bastante más calvo y relleno
desde su último papel protagonista) sigue a lo suyo, que es poner inyecciones y
dar el discurso estándar de los científicos poco éticos. Tanta parsimonia después
de haber visto una carrera contrarreloj y a los protagonistas superando obstáculos
resulta bastante chocante.
De Endgame, a grandes rasgos, no se pueden decir muchas
cosas malas. Es una película con todo lo necesario para pasar una tarde:
personajes con rasgos reconocibles pero no memorables, un poco de acción, algo
de tópico, y mucho entretenimiento. Es probable que en unos días me olvide de
lo que contaba, pero durante esos noventa minutos no faltaron zombies ni armas
caseras, que era lo que ofrecía desde un principio.