lunes, 26 de mayo de 2014

Buen viaje, Dalek



Hay ciertos hechos en la vida que cuando convives con una gata que no llega a los cuatro años, completamente sana, parecen imposibles y muy lejanos en el tiempo. Pero a veces llegan más pronto de lo que nos imaginamos.

Hace unos pocos días, perdí a Dalek. Fue algo muy repentino y doloroso como saben los que han compartido su vida con animales. Pero en cierto modo, me considero afortunada de que esto hubiera sucedido al encontrarme yo en casa, a su lado, y no habérmelo encontrado al volver, sin poder hacer nada.



Dalek era una gata negra de pelo muy suave, ojos amarillos un tanto siniestros y una expresión muy particular que parecía abonada permanentemente al término “Indiferencia felina”. Era capaz de pasar horas sentada en una mesa como una esfinge, y de subirse en una manta y amasarla lo que hiciera falta. Nunca entendí muy bien esto último, pero esta actividad se convirtió con el tiempo en su marca particular. Y cuando no aparecía, lo más probable es que estuviera sobre un cobertor azul. También era capaz de abrir puertas y entrar a donde quisiera, pero para mi desgracia, nunca fue capaz de cerrarlas. Durante sus primeros meses, era habitual que se paseara por el teclado escribiendo lo que decidieran sus patas, aunque luego la escritura fue interesándole menos, por suerte para mis documentos. Y aunque al principio no parecía muy contenta con la llegada de Sabela, su hermana adoptiva, en unos pocos meses se acostumbró a su presencia y las persecuciones, los manotazos gatunos, los acicalados y las siestas las dos juntas se hicieron algo habitual. Ahora se queda Sabela, pero también una gata que recorre la casa incansablemente intentando seguir el rastro de una compañera que no puede volver a encontrar.





H. P. Lovecraft, quien apreciaba profundamente a los gatos, llegó a escribir un poema a alguno especialmente querido. Thomas Ligotti, que siempre ha sido más depresivo y lacónico, se ha limitado a decir que “siempre es una ocasión triste cuando un gato muere”. Yo me conformo con agradecerle a mi compañera casi cuatro años maravillosos. 

lunes, 19 de mayo de 2014

Los juegos del hambre 2: En llamas (2013). En el futuro siguen tirando de realities


Muchas sagas destinadas al público juvenil cuentan con un problema: su segundo, o penúltimo libro, suele ser el más aburrido. Teniendo en cuenta quienes van a ser sus lectores, estos tienden a ralentizarse, centrándose más en los conflictos de los protagonistas a la hora de decidirse por tal o cual personaje, y la trama principal, sea la llegada del señor oscuro de turno, o el comienzo de una rebelión a escala nacional, queda relegada a un segundo plano a favor de otras cuestiones. Cosa que a los lectores más mayores suele resultan bastante chocante. Y, o bien se tiene en cuenta quien va a leer estos libros, o estos se acaban convirtiendo en los peores de la serie. Cuando estas series se llevan al cine, es mucho más sencillo sintetizar esta trama, reduciéndola un poco, o potenciarla como algo principal, según como se haya querido adaptar a la pantalla. En el caso de Los juegos del hambre, aún siendo de los más equilibrados, no son una excepción: su segunda parte es la que tiene más carga sentimental, pero también han optado por seguir la línea original e integrarla de una forma más sutil y que no suponga un lastre. 


En llamas continúa la historia de Katniss tras ganar la última edición del concurso- castigo de Panem, se ha retirado a la villa de los Vencedores y ahora se ha dado cuenta que para ella, los juegos no terminan: ella y su compañero se han convertido en personajes mediáticos, vigilados por el resto de su vida. Pero no contaban con que su actitud la convertiría en el símbolo de una rebelión que empieza a gestarse en todos los Distritos. Por eso, aprovechando la celebración de los 75º Juegos, el Capitolio opta por una  nueva versión: sus participantes serán elegidos entre los anteriores vencedores, que deberán volver a enfrentarse hasta quedar solo uno. Para Katniss y Peeta, representantes del Distrito 12, solo les queda regresar e intentar aliarse con otros participantes frente a competidores más sanguinarios y experimentados. Además, Katniss arrastra un problema desde su regreso a casa: ¿Debe continuar fingiendo su romance con Peeta, o escaparse con Gale, su amigo y compañero de caza.



Al igual que muchas películas destinadas a ser el blockbuster del trimestre, su duración es un tanto excesiva: dos horas y veinte para narrar una historia. La frontera de las dos horas suele darme bastante reparo, porque en muchos casos, los veinte minutos adicionales son innecesarios. Pero en este, aunque se hagan extensos, si parecen adecuados para condensar todos los cambios de escenario, narración y giros que implica esta segunda parte. Frente a su original, narrada en primera persona por la protagonista, lo que implicaba verlo todo desde su punto de vista, han optado por añadir secuencias relativas a personajes relevantes en el Capitolio, como las conversaciones entre el presidente Snow y el nuevo organizador de los juegos. No solo potencian más la trama relativa a la rebelión sino que van abriendo camino para la tercera entrega.


Siguen sin hacerme caso en el tema de los uniformes. Al presidente no le debe importar que se le vaya el presupuesto en detergente 

En cuanto a la trama romántica, o más bien, a las dudas que arrastraba la protagonista durante la primera mitad larga del libro, se han visto sintetizadas de forma muy efectiva: continúan ahí, son parte de los problemas de su protagonista, pero es algo secundario frente a todo lo que la rodea. En este caso, el trabajo de los actores es muy efectivo: una sola expresión facial de Jennifer Lawrence en una secuencia breve hace muchísimo por transmitir lo que se le pasa por la cabeza, sin tener que alargar con diálogos innecesarios.


La ambientación ochentero hortera me hace más gracia que la anterior

También me ha parecido tener mucho mejor ritmo frente a la primera parte: si la anterior era una película muy correcta, pero que se limitaba a trasladar a la pantalla lo que describían en un libro, esta parece haber encontrado su propio estilo, y aunque la narrativa provenga de un libro, del que no pueden separarse mucho, sí aporta novedades, como las secuencias correspondientes a los puntos de vista de los antagonistas. Incluso la ambientación inicial se ha pulido y encontrado nuevas referencias, lo que la hace más interesante: frente a los excesos de colores sacados directamente de las descripciones del libro, el mundo de Los juegos del hambre ofrece platós cuyos colores y vestuarios recuerdan directamente a los shows televisivos de los años ochenta, jardines clásicos que suavizan los excesos de la ciudad presentada inicialmente  y que en conjunto, resultan un mayor contraste con el aspecto de postguerra de los Distritos.


El resultado final me pareció más personal, más creativo, y en general, más entretenido que una primera película que, habiéndome gustado, se había quedado en algo correcto. Ahora, teniendo en cuenta que la extensión del último libro es similar a los anteriores, solo queda esperar por qué, y cómo, van a hacer para dividirlo en dos partes como pretenden. 

jueves, 15 de mayo de 2014

El viyi. Un cuento de terror de Nikolai Gogol y sus versiones


Hay algunas historias, que quizá por breves, por raras o por sorprendentes se quedan en la memoria. Incluso cuando estas pertenezcan a un autor que por su temática, uno no vuelve a acordarse de él. Esto fue lo que pasó con el Viyi, un relato escrito por Nikolai Gogol. El responsable de Almas muertas y Taras Bulba escribió una historia muy breve, en la que un seminarista de Kiev se veía obligado a velar durante tres noches el cadáver de una joven.

 La narración no sería diferente de otras piezas realistas del autor, si no fuera por un detalle: la persona por quien debe rezar el protagonista es una bruja, y durante tres noches, esta resucitará y lo atormentará junto a todo tipo de monstruos y a una criatura llamada viyi, que es la única capaz de traspasar la protección que hasta entonces, lo había mantenido a salvo.



El cuento, además de breve, tiene un carácter costumbrista muy marcado. Este se plantea desde el principio como algo que le fue narrado al escritor y que cuenta como tal, procurando reflejar en todo detalle la vida de los estudiantes del seminario, la manera de hablar de los campesinos, de los cosacos y la forma de ver la religión. En cambio, no se prodiga especialmente en la parte fantástica: las descripciones son muy escuetas, y las mañas de la bruja y las criaturas que la acompañan, se narran de forma esquemática y que para el lector pueden resultar desconcertante, muy propia de la mitología popular.



El Viyi tuvo su adapción cinematográfica, al menos, dos donde se reconoce directamente. Mientras la última versión opta por un guión con más acción, reparto internacional y el tomar el original solo como inspiración, la película de 1967 adapta de forma muy fiel el relato. Tan fiel que casi es una traslación literal, donde prácticamente no se añade nada. Al menos, a nivel de guión. Porque lejos de quedarse en una película sosa, o demasiado mimética con el texto, esta traslada en imágenes lo que Gogol escribió, dándole un estilo muy propio. La primera parte, se plantea de una forma muy teatral, dependiendo sobre todo de los diálogos y de la presentación de tipos populares. Teniendo en cuenta lo breve del material, de haberla extendido más de lo necesario, habría hecho que se convirtiera en una película insufrible, o más aburrida de lo que uno recordaba. Pero los 75 minutos escasos que esta dura hacen que cada secuencia y diálogo se sigan con interés.



Es la segunda parte, donde entra de lleno en el género fantástico, la que despliega la mayor cantidad de inventiva. Se trata de un caso donde la falta de medios evidente se olvida enseguida gracias a una secuencia donde se aprovecha todo lo disponible en cuanto a efectos artesanales: a través de un montaje con superposiciones, figurantes con caracterizaciones muy básicas e incluso un monstruo de papier maché, son capaces de crear un escenario que  en ningún momento hace pensar en cutrez y sí en los dibujos del Bosco. Todavía no he visto la versión nueva, pero me da la impresión de que esta va a estar muy lejos de lo artesanal y entrañable de los vampiros y hombres lobo que atormentan al protagonista en esta película.

En España el Viyi también tuvo su adaptación, al menos en la radio. A lo largo de tres entregas, esta se narró en el radioteatro Historias, junto con extractos de otras obras de Gogol e incluso un epílogo para el cuento, ambientado en la época actual, añadido por Plans, que es bastante peculiar.

lunes, 12 de mayo de 2014

La maldición de la momia: relatos de horror sobre el antiguo Egipto


Todo gato es un faraón en miniatura..o al menos se comportan como si lo fueran

Hay algunos personajes del género fantástico que no se han prodigado mucho por la literatura. Los hombres lobo, las momias o los zombies, han tenido más presencia en el cine que en la letra impresa. Estos últimos se han hecho su hueco en novelas y relatos gracias a la moda de los últimos años. Otro tanto para los hombres lobo y cambiaformas, que parecen gozar de buena salud en el género de la fantasía urbana. Las momias, en cambio, parecían algo mucho más minoritario. Y esta fue mucho más famosa por su interpretación en el cine con Boris Karloff que por La joya de las siete estrellas de Bram Stoker.  Pero la cultura egipcia, y su obsesión con la vida después de la muerte, ha fascinado a muchos autores que la plasmaron de una u otra forma en relatos o novelas cortas. Esto es algo que se ha tenido en cuenta para la antología La maldición de la momia, donde se recoge una selección muy variada de relatos inspirados por la cultura funeraria egipcia.



El tema más reconocible acerca de las momias es la vuelta a la vida de una en busca de la reencarnación de su amada (para devolverle la memoria de princesa egipcia, si los protagonistas no lo impiden). En la recopilación no faltan las reinterpretaciones de este arquetipo, por parte de autores como Conan Doyle o el menos conocido Guy Boothby. Pero también hay otros, y son mayoría, propios del pulp o del folletín anterior a este, donde además de momias no faltan investigadores, grandes cantidades de acción y escenarios muy propios de un género al que le tengo mucha simpatía. Incluso hay espacio para el tema egipcio en su vertiente más esotérica, al contar con autores que además de ganarse la vida escribiendo, también habían tenido un papel importante en creencias como la teosofía o incluso a trabajar de adivinos. En estos casos, no se puede esperar relatos muy dinámicos, sino más dirigidos a la creación de atmósferas y de escenarios.

Esta variedad es la mayor ventaja de la antología: esta no se dedica solo a momias propiamente dichas (podrían hacerlo y habría por ahí más relatos, pero igual la calidad bajaría), sino a otras situaciones en las que esta criatura no tiene por qué tener obligatoriamente componentes sobrenaturales: algunas de ellas se tratan de relatos puramente policiacos, en los que su conexión con el Egipto se debe a algún delito a causa de piezas antiguas. Además, hace que esta no se quede limitada a un tema que puede agotarse enseguida,  como pasó en la recopilación de La plaga de los zombis. Muchos autores, de los que había oído hablar poco o nada, pueden ser algo anecdótico o convertirse en una referencia para otras lecturas. Por ejemplo, nunca me pierdo un relato de Seabury Quinn protagonizado por Jules de Grandin, pero no conocía a Boothby ni sabía que era el creador del Doctor Nikola…y de su gato Apolyon. En otros casos, como la novelización de una película de la momia de la Hammer, es algo más anecdótico, y tiene interés principalmente por tratarse de un tipo de literatura que hoy no es tan popular como hace décadas.


 Es imposible escribir sobre momias sin que me venga el señor Karloff a la cabeza 

Como suele pasar en las antologías, no siempre se acierta. En este caso, la selección tiene muy buen nivel y es lo suficientemente variada como para que pueda gustar un porcentaje importante de relatos, que es lo que determina si el libro en cuestión ha sido una buena opción o no. En el peor de los casos, los que me parecieron más flojos o más aburridos eran lo suficientemente breves como para no ser un lastre, y aunque se trate de autores que no terminaron de convencerme, siempre pueden tomarse como curiosidades de esas que se leen solo una vez, sin que sea algo que no gusta abiertamente.

Las antologías de Valdemar se caracterizan por una edición y un contenido muy cuidado, de esas en las que el precio está justificado. Antonio José Navarro se encarga de la selección, un prólogo lleno de información y de las notas correspondientes a cada autor, mucho más exhaustivas de lo que he visto en otras antologías. La traducción también es otro valor añadido, en estas se han esmerado hasta el punto de añadir notas para aquellos textos que, como en el relato de Sax Rohmer, vienen en un idioma que podría, o no podría ser árabe, por lo visto.

Es imposible hablar de las momias y de los egipcios sin pensar en su reverencia hacia los gatos (además, en este momento tengo a Sabela mirándome desde una esquina de la pantalla, y más me vale). Y es que en el prólogo también se hace referencia al respeto hacia ellos y las severas leyes que castigaban el maltrato de un felino. Si ya me parecía a mí…¡desde el antiguo Egipto nadie ha sabido tratar a un gato como se merece!




jueves, 8 de mayo de 2014

The Borderlands (2013). Grabaciones domésticas y exorcismos

El metraje encontrado es como el calzado de color negro y la mayonesa: en realidad pega con todo. Empezó con una criatura que no llegaba aaparecer en la película, se consolidó con el género de los fantasmas y lasinvestigaciones paranormales, y también ha encontrado un hueco en el tema de las posesiones. 

The Bordelands mezcla un poco de todo esto, al contar con una pareja de investigadores a sueldo de la Iglesia que se dedican a estudiar milagros y sucesos paranormales que se proclaman en iglesias de todo el mundo. En realidad su trabajo consiste en desmentirlos, porque gran parte de estos solo se tratan de fraudes por afán de notoriedad y que en muchos casos pueden poner en peligro la vida de los afectados. Esto hace que uno de los investigadores desempeñe su labor con cada vez más desengaño y menos fe, y que responda a su último encargo pensando en cómo han podido llevar a cabo el fraude. Este se encuentra en una pequeña parroquia de Inglaterra, donde se pudieron grabarse fenómenos extraños durante un bautizo. Los parroquianos parecen ser bastante hostiles a los investigadores, y el sacerdote, bastante empeñado en recuperar una iglesia que permaneció más de un siglo cerrada. Pero junto a unas grabaciones que podrían ser un montaje, cuentan también con la documentación sobre la historia de la iglesia, que parece ir mostrando un pasado bastante oscuro. 


Frente a otras películas del tema, esta cuenta con una ventaja que no esperaba: hay personajes. Y ambiente, y un trasfondo bastante interesante, aunque después no se desarrolle tanto como me hubiera gustado. Pero los primeros, a base de irlos presentando mediante planos bastante anodinos previos a la investigación, consiguen parecer algo más sólidos que en otros casos. Y aunque uno de los elementos, que es el del suceso pasado que afecta a un protagonista, sea habitual en otras obras sobre investigadores o casas encantadas, no lo es tanto en una película filmada a mano (porque en la mayor parte de los casos, no tienen tiempo). Los dos principales presentan actitudes bastante opuestas, tratándose de un no creyente bastante optimista con su trabajo, frente a alguien que pierde su fe tras el encuentro con fanáticos y casos francamente desagradables. Se le unen después un tercer personaje, que por tener menos tiempo se queda un poco en el típico personaje gruñón, e incluso un exorcista en el tramo final que me parece un poco un guiño al padre Merrin de El exorcista.

Este sitio necesita desesperadamente una limpieza y una mano de pintura

La ambientación tampoco tiene que envidiar a otras producciones que cuentan con escenarios desolados y paisanos hostiles. Las primeras secuencias sirven no solo para dar una imagen global del escenario donde se desarrolla la historia, sino para ir dando paso a conversaciones y encontronazos con habitantes del pueblo, que, sin tener nada de sobrenatural, aportan una atmósfera agobiante y recuerdan a los que podían aparecer en películas clásicas. Aunque en una versión más moderna y hooligan (es que esa gente se gasta unas bromas muy bestias). A esto se le suma la historia del lugar que, de vez en cuando, van mencionando en la investigación, mediante la lectura de un diario, que, por su contenido, implica una situación un poco lovecraftiana: no llegan a contar nada directamente, pero sí a dar a entender lo que puede existir.


 Es una lástima que la parte más interesante, respecto a la historia de la iglesia, no la aprovechen tanto: a partir de la segunda mitad, pierden demasiado tiempo yendo de un lado a otro y filmando cocinas, paredes y viajes en coche. No solo se llega a hacer pesada sino que da la impresión de que se quedaron sin guión a mitad de camino. El desenlace, aunque interesante y muy deudor de La devoradora de almas, de Robert Alexander, resulta un poco atropellado al haber escatimado en detalles acerca del trasfondo de la iglesia, quedándose en el corte de cámara habitual en estos casos.

Lo que empezó como una película muy atmosférica, acaba perdiendo un poco el rumbo con un exceso de metraje que no llega a aportar gran cosa. Y que estropea un buen final que podría haber sido redondo, de haber contado con un guión mejor estructurado. Además, tendré que ir parando una temporada con este tipo de películas. O eso, o me compro yo una cámara. 

lunes, 5 de mayo de 2014

Lecturas de mayo


De nuevo, ha pasado otro mes desde la última entrada sobre libros. Y al igual que la última vez, estos han sido cada uno de su padre y de su madre, por decirlo de algún modo: desde ciencia ficción hasta el lejano Oeste.

Thierry Rollo. La profondeur des tombes. No conocía a este autor, y hasta donde sé, no se ha traducido al castellano. Solo, por la información en general, que sus primeros libros se caracterizaban por estar ambientados en ambientes sórdidos y llenos de desesperación. En un futuro cercano, la escasez de los combustibles fósiles y la falta de previsión a la hora de encontrar otras fuentes de energía, hace que la sociedad deba volver a la minería del carbón a una escala que la revolución industrial no pudo imaginar. Las consecuencias son brutales para el medio ambiente, convirtiéndose el agua en un lujo, los coches en algo muy escaso y la humanidad se ve obligada a vivir bajo un cielo oscuro a causa del humo. El protagonista es un capataz de mina atormentado por una visión que tuvo cuando era niño: una criatura similar al cadáver de su madre le dice que debe conocer la profundidad de las tumbas. Este decide partir hacia una colonia penal en busca de su mujer y su hija, a quienes perdió hace mucho tiempo, sin más ayuda que los restos de una replicante y una hiena, resultado de la clonación de animales extintos.

La ambientación de la novela, y practicamente su primera mitad, es lo más interesante y la narración mejor conseguida: se trata de esos casos donde con unas pinceladas breves, haciendo referencia a cosas habituales para los personajes y ajenas al lector, se consigue que este se haga una idea global del mundo en que ellos viven. Además, detalles como el evidente empobrecimiento de la sociedad, el que el Euro sea la moneda corriente, y que el precio de la electricidad se haya disparado por tener que recurrir a una fuente menos eficiente, hace que a día de hoy la historia resulte mucho más inquietante que cuando se publicó en 2003.
Hay otros elementos que resultan mucho más chocantes, al entrar dentro de la parte que no se llega a aprovechar bien: temas, como los replicantes (humanoides robóticas previos al desarrollo de la clonación), o los clones de animales extintos que se utilizan en las minas, quedan, o mal aprovechados en la narración, o dan lugar a situaciones más cercanas al humor involuntario, como los primeros párrafos donde los mineros trabajan con un hipopótamo en los túneles. 

Además, la narración en general sale perdiendo: se vuelve progresivamente más absurda, como si de repente el autor se diera cuenta que no sabe cómo continuar la historia y empezara a meter todo tipo de deus ex machinas y personajes que se ponen a hablar y resuelven la trama como mejor les conviene. Igual quería reflejar la locura y desesperación en la que el protagonista se sumía, pero el resultado final fue el de que el pobre hombre acabe dando vueltas como un pollo sin cabeza.
Como historia se queda en un libro muy fallido, pero del que no puedo decir que no me haya gustado: su brevedad, y la eficiencia a la hora de describir un mundo en las últimas, es lo que lo convierte en fascinante, pese a acabar en un desenlace bastante enloquecido.


 Jim Fergus. The Last Apache Girl. Mi primera novela del oeste...relativamente. Y digo relativamente porque esta recoge, en los años treinta, los últimos enfrentamientos entre los estadounidenses y las bandas de apaches que se dedicaban al pillaje en la frontera de Mexico…no es que vaya a haber muchos sheriffs ni pistoleros rápidos. El protagonista, un adolescente huérfano, decide probar fortuna en una expedición que pretende encontrar al hijo de un hacendado, secuestrado hace unos años por los indios. En una partida formada por todo tipo de millonarios ociosos y personajes clasistas, este encontrará su sitio entre un grupo de lo más variopinto: un antiguo mayordomo, una estudiante de antropología de vuelta de todo, un anciano guerrero apache y un chico gay, completamente despreocupado acerca de su condición y encantado de escandalizar con ella a las mentes bienpensantes. El último miembro, y el decisivo para su viaje, será una chica apache a la que encuentran moribunda, encerrada en una cárcel. Pese a la dificultad para comunicarse, ella puede tener la clave para poder encontrar al niño perdido.

La primera impresión que da el libro es de tratarse de uno de esos adecuado para un club de lectura (de hecho, en muchas reseñas mencionan que lo eligieron para eso, o como lectura de verano): la ambientación es lo suficientemente llamativa para atraer a todo tipo de público, y en realidad, el tratamiento de los personajes, más bien simples, y de la cultura india, es muy superficial y pensado unicamente a favor de la narración. No se trata de algo negativo porque en realidad, esta es muy fluida y hacía tiempo que no tardaba tan poco en terminar una novela. Las descripciones son breves, hay muchos diálogos y en general, lo más importante es el mantener cierto nivel de dinamismo y llegar a un desenlace sin aburrir al lector. Conmigo ha funcionado, y ha conseguido que me interese una ambientación por la que hasta entonces, no había buscado por cuenta propia.

Esta forma de escribir también tiene una desventaja, y aquí se nota a las primeras páginas: su simpleza y su intención de alcanzar al mayor público posible se extiende hacia los personajes y su desarrollo. Muchas aspectos están contados desde un punto de vista demasiado moderno, por lo que enseguida toma partido, quejándose de una sociedad clasista en plena Depresión que, entonces, era algo relativamente aceptado. Además, algunos personajes llegan al extremo de la caricatura: Tolley, gay y orgulloso de serlo, con su armario interminable, su interés por la moda y su capacidad para llevarse bien con todos los personajes femeninos, parece sacado de una telecomedia de los noventa, y no el rebelde de los años treinta que debería ser. En menor medida, al tratarse de un secundario, el mayordomo se queda un poco en la caricatura que todos tienen en mente cuando se piensa en el servicio doméstico británico.

En cambio, el conflicto entre los blancos y apaches sale mucho mejor parado. Ahí consigue no tomar partido por nadie, y sin explayarse demasiado en la cultura indígena, consigue reflejar de una forma bastante imparcial la situación: lejos de tomar partido por los indios, o presentar un retrato idealizado, refleja una sociedad con sus propias normas, capaz de ser sanguinaria y de cometer todo tipo de atrocidades que, a su vez, son respondidas con otras por parte de las autoridades. El que un pacífico y anciano guerrero reconozca, y lamente, haber violado y asesinado, o que exista una recompensa por las cabelleras indias que se presentaran ante la policía, describe bastante bien la violencia de aquellos últimos momentos del enfrentamiento. No ha sido de lo más excesivo que he podido leer en un libro, y más teniendo reciente Juego de Tronos, pero la cercanía en el tiempo, y la buena maña que demuestra el autor en el relato, hace que resulte bastante emotivo. 

jueves, 1 de mayo de 2014

The Black Door (2001). Grabaciones domésticas, satanismo y los años treinta


A partir del estreno de El proyecto de la Bruja de Blair, el metrajeencontrado empezó a ser un género en toda regla. La una o dos películas por año que se estrenaron después del boom de 1999 dio paso a contar con un número mucho mayor en cualquier plataforma de vídeo. Por esto, y por lo olvidable que eran algunas de las que se estrenaron inmediatamente después a su inspiradora, muchas de ellas hoy son muy poco conocidas o poco interesantes, como The Saint Francisville Experiment. En otros casos, como The Black Door, tuvieron una distribución tan limitada que parece que solo hay disponibles copias dobladas o con subtítulos al castellano. 

Grabada con cámaras semiprofesionales y mezclando metrajes de distintos orígenes (desde filmaciones de los años treinta hasta vídeos domésticos), La puerta negra recoge los últimos días de un chico, ingresado en el hospital con extraños cortes en su cuerpo, y reconstruye los acontecimientos que lo llevaron hasta esa situación. No parecía que una tesis doctoral sobre el comercio fronterizo a principios de siglo fuera algo especialmente peligroso. Pero sus datos sobre un próspero empresario mexicano y su desaparición lo conducen a una grabación donde se filma el asesinato de este en un extraño ritual. Cada vez más obsesionado con la cinta, su investigación acaba girando en torno a la figura de Balsameda, la víctima del sacrificio, y sus colaboradores. Ahora, a su novia solo le queda encontrar una forma de salvarlo con la ayuda de un sacerdote y la información que conoce el último superviviente de aquella sociedad ocultista.



A diferencia de otras películas de esos años, la filmación está muy lejos de los movimientos frenéticos de cámara que caracterizaban a La bruja de Blair por motivos lógicos y que serían una característica típica del género. en su mayor parte, recurren a la filmación con un equipo para documentales y tomas fijas destinadas a los monólogos de los personajes. Incluso parte de las grabaciones domésticas, las relacionadas con el trabajo de su protagonista, se realiza de una forma parecida. El objetivo de la historia, según establecen al principio, es el registrar todo lo que sucede y sucederá a su protagonista, por lo que recurren en la medida de lo posible a un formato muy de documental. La única concesión a las secuencias más habituales son aquellas donde  se produce alguna revelación sobre el argumento o un desenlace. En estas no falta el paseo cámara en mano en alguna mansión abandonada donde puede verse alguna silueta de refilón, pero es en realidad su intención de parecer un documental la que le da verdadera atmósfera a la historia.



El mayor aporte a esta atmósfera son las grabaciones correspondientes al ritual que reproducen durante la investigación. Sin sonido original, se acompañan unicamente por la voz en off que describe lo que van llevando a cabo en la pantalla. En ellas se han invertido la mayor parte de trabajo a la hora de envejecerlas y darles un verdadero aspecto de película antigua (he visto otras más recientes donde no les salía tan bien el efecto), y donde se recoge el mayor número de referencias cinematográficas y culturales, desde el cine snuff hasta El perro andaluz de Buñuel. Puede decirse que es el plato fuerte de la película, hasta el extremo de ser lo más memorable y de poder encontrarse como pieza suelta en youtube.



Todo esto la convierte en una película muy sobria, y a la vez, muy alejada del referente que fue El proyecto de la Bruja de Blair. Si recurre al formato documental es para contar una historia con su propia entidad, desarrollando a los personajes que aparecen en la medida de lo posible. No llega a ser redondo del todo, porque en este género es muy difícil: en cierto modo, la trama principal parece que se queda en las ganas de lucirse con la filmación antigua, y las secuencias de cámara en mano resultan algo atropelladas por comparación. Pero se trata de toda una curiosidad dentro del metraje encontrado, y mucho más creativo que la media de entonces. Eso sí, no sé en qué estaban pensando cuando eligieron la música de los créditos: pocas veces he visto una canción que pegue tan poco con el tono de su película.