lunes, 5 de mayo de 2014

Lecturas de mayo


De nuevo, ha pasado otro mes desde la última entrada sobre libros. Y al igual que la última vez, estos han sido cada uno de su padre y de su madre, por decirlo de algún modo: desde ciencia ficción hasta el lejano Oeste.

Thierry Rollo. La profondeur des tombes. No conocía a este autor, y hasta donde sé, no se ha traducido al castellano. Solo, por la información en general, que sus primeros libros se caracterizaban por estar ambientados en ambientes sórdidos y llenos de desesperación. En un futuro cercano, la escasez de los combustibles fósiles y la falta de previsión a la hora de encontrar otras fuentes de energía, hace que la sociedad deba volver a la minería del carbón a una escala que la revolución industrial no pudo imaginar. Las consecuencias son brutales para el medio ambiente, convirtiéndose el agua en un lujo, los coches en algo muy escaso y la humanidad se ve obligada a vivir bajo un cielo oscuro a causa del humo. El protagonista es un capataz de mina atormentado por una visión que tuvo cuando era niño: una criatura similar al cadáver de su madre le dice que debe conocer la profundidad de las tumbas. Este decide partir hacia una colonia penal en busca de su mujer y su hija, a quienes perdió hace mucho tiempo, sin más ayuda que los restos de una replicante y una hiena, resultado de la clonación de animales extintos.

La ambientación de la novela, y practicamente su primera mitad, es lo más interesante y la narración mejor conseguida: se trata de esos casos donde con unas pinceladas breves, haciendo referencia a cosas habituales para los personajes y ajenas al lector, se consigue que este se haga una idea global del mundo en que ellos viven. Además, detalles como el evidente empobrecimiento de la sociedad, el que el Euro sea la moneda corriente, y que el precio de la electricidad se haya disparado por tener que recurrir a una fuente menos eficiente, hace que a día de hoy la historia resulte mucho más inquietante que cuando se publicó en 2003.
Hay otros elementos que resultan mucho más chocantes, al entrar dentro de la parte que no se llega a aprovechar bien: temas, como los replicantes (humanoides robóticas previos al desarrollo de la clonación), o los clones de animales extintos que se utilizan en las minas, quedan, o mal aprovechados en la narración, o dan lugar a situaciones más cercanas al humor involuntario, como los primeros párrafos donde los mineros trabajan con un hipopótamo en los túneles. 

Además, la narración en general sale perdiendo: se vuelve progresivamente más absurda, como si de repente el autor se diera cuenta que no sabe cómo continuar la historia y empezara a meter todo tipo de deus ex machinas y personajes que se ponen a hablar y resuelven la trama como mejor les conviene. Igual quería reflejar la locura y desesperación en la que el protagonista se sumía, pero el resultado final fue el de que el pobre hombre acabe dando vueltas como un pollo sin cabeza.
Como historia se queda en un libro muy fallido, pero del que no puedo decir que no me haya gustado: su brevedad, y la eficiencia a la hora de describir un mundo en las últimas, es lo que lo convierte en fascinante, pese a acabar en un desenlace bastante enloquecido.


 Jim Fergus. The Last Apache Girl. Mi primera novela del oeste...relativamente. Y digo relativamente porque esta recoge, en los años treinta, los últimos enfrentamientos entre los estadounidenses y las bandas de apaches que se dedicaban al pillaje en la frontera de Mexico…no es que vaya a haber muchos sheriffs ni pistoleros rápidos. El protagonista, un adolescente huérfano, decide probar fortuna en una expedición que pretende encontrar al hijo de un hacendado, secuestrado hace unos años por los indios. En una partida formada por todo tipo de millonarios ociosos y personajes clasistas, este encontrará su sitio entre un grupo de lo más variopinto: un antiguo mayordomo, una estudiante de antropología de vuelta de todo, un anciano guerrero apache y un chico gay, completamente despreocupado acerca de su condición y encantado de escandalizar con ella a las mentes bienpensantes. El último miembro, y el decisivo para su viaje, será una chica apache a la que encuentran moribunda, encerrada en una cárcel. Pese a la dificultad para comunicarse, ella puede tener la clave para poder encontrar al niño perdido.

La primera impresión que da el libro es de tratarse de uno de esos adecuado para un club de lectura (de hecho, en muchas reseñas mencionan que lo eligieron para eso, o como lectura de verano): la ambientación es lo suficientemente llamativa para atraer a todo tipo de público, y en realidad, el tratamiento de los personajes, más bien simples, y de la cultura india, es muy superficial y pensado unicamente a favor de la narración. No se trata de algo negativo porque en realidad, esta es muy fluida y hacía tiempo que no tardaba tan poco en terminar una novela. Las descripciones son breves, hay muchos diálogos y en general, lo más importante es el mantener cierto nivel de dinamismo y llegar a un desenlace sin aburrir al lector. Conmigo ha funcionado, y ha conseguido que me interese una ambientación por la que hasta entonces, no había buscado por cuenta propia.

Esta forma de escribir también tiene una desventaja, y aquí se nota a las primeras páginas: su simpleza y su intención de alcanzar al mayor público posible se extiende hacia los personajes y su desarrollo. Muchas aspectos están contados desde un punto de vista demasiado moderno, por lo que enseguida toma partido, quejándose de una sociedad clasista en plena Depresión que, entonces, era algo relativamente aceptado. Además, algunos personajes llegan al extremo de la caricatura: Tolley, gay y orgulloso de serlo, con su armario interminable, su interés por la moda y su capacidad para llevarse bien con todos los personajes femeninos, parece sacado de una telecomedia de los noventa, y no el rebelde de los años treinta que debería ser. En menor medida, al tratarse de un secundario, el mayordomo se queda un poco en la caricatura que todos tienen en mente cuando se piensa en el servicio doméstico británico.

En cambio, el conflicto entre los blancos y apaches sale mucho mejor parado. Ahí consigue no tomar partido por nadie, y sin explayarse demasiado en la cultura indígena, consigue reflejar de una forma bastante imparcial la situación: lejos de tomar partido por los indios, o presentar un retrato idealizado, refleja una sociedad con sus propias normas, capaz de ser sanguinaria y de cometer todo tipo de atrocidades que, a su vez, son respondidas con otras por parte de las autoridades. El que un pacífico y anciano guerrero reconozca, y lamente, haber violado y asesinado, o que exista una recompensa por las cabelleras indias que se presentaran ante la policía, describe bastante bien la violencia de aquellos últimos momentos del enfrentamiento. No ha sido de lo más excesivo que he podido leer en un libro, y más teniendo reciente Juego de Tronos, pero la cercanía en el tiempo, y la buena maña que demuestra el autor en el relato, hace que resulte bastante emotivo. 

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