Muchas sagas destinadas al público juvenil cuentan con un
problema: su segundo, o penúltimo libro, suele ser el más aburrido. Teniendo en
cuenta quienes van a ser sus lectores, estos tienden a ralentizarse,
centrándose más en los conflictos de los protagonistas a la hora de decidirse
por tal o cual personaje, y la trama principal, sea la llegada del señor oscuro
de turno, o el comienzo de una rebelión a escala nacional, queda relegada a un
segundo plano a favor de otras cuestiones. Cosa que a los lectores más mayores
suele resultan bastante chocante. Y, o bien se tiene en cuenta quien va a leer
estos libros, o estos se acaban convirtiendo en los peores de la serie. Cuando estas
series se llevan al cine, es mucho más sencillo sintetizar esta trama,
reduciéndola un poco, o potenciarla como algo principal, según como se haya
querido adaptar a la pantalla. En el caso de Los juegos del hambre, aún siendo
de los más equilibrados, no son una excepción: su segunda parte es la que tiene
más carga sentimental, pero también han optado por seguir la línea original e
integrarla de una forma más sutil y que no suponga un lastre.
En llamas continúa la historia de Katniss tras ganar la última
edición del concurso- castigo de Panem, se ha retirado a la villa de los
Vencedores y ahora se ha dado cuenta que para ella, los juegos no terminan:
ella y su compañero se han convertido en personajes mediáticos, vigilados por
el resto de su vida. Pero no contaban con que su actitud la convertiría en el
símbolo de una rebelión que empieza a gestarse en todos los Distritos. Por eso,
aprovechando la celebración de los 75º Juegos, el Capitolio opta por una nueva versión: sus participantes serán
elegidos entre los anteriores vencedores, que deberán volver a enfrentarse
hasta quedar solo uno. Para Katniss y Peeta, representantes del Distrito 12,
solo les queda regresar e intentar aliarse con otros participantes frente a
competidores más sanguinarios y experimentados. Además, Katniss arrastra un
problema desde su regreso a casa: ¿Debe continuar fingiendo su romance con
Peeta, o escaparse con Gale, su amigo y compañero de caza.
Al igual que muchas películas destinadas a ser el
blockbuster del trimestre, su duración es un tanto excesiva: dos horas y veinte
para narrar una historia. La frontera de las dos horas suele darme bastante
reparo, porque en muchos casos, los veinte minutos adicionales son
innecesarios. Pero en este, aunque se hagan extensos, si parecen adecuados para
condensar todos los cambios de escenario, narración y giros que implica esta
segunda parte. Frente a su original, narrada en primera persona por la
protagonista, lo que implicaba verlo todo desde su punto de vista, han optado
por añadir secuencias relativas a personajes relevantes en el Capitolio, como
las conversaciones entre el presidente Snow y el nuevo organizador de los
juegos. No solo potencian más la trama relativa a la rebelión sino que van
abriendo camino para la tercera entrega.
Siguen sin hacerme caso en el tema de los uniformes. Al presidente no le debe importar que se le vaya el presupuesto en detergente
En cuanto a la trama romántica, o más bien, a las dudas que
arrastraba la protagonista durante la primera mitad larga del libro, se han
visto sintetizadas de forma muy efectiva: continúan ahí, son parte de los
problemas de su protagonista, pero es algo secundario frente a todo lo que la
rodea. En este caso, el trabajo de los actores es muy efectivo: una sola
expresión facial de Jennifer Lawrence en una secuencia breve hace muchísimo por
transmitir lo que se le pasa por la cabeza, sin tener que alargar con diálogos
innecesarios.
La ambientación ochentero hortera me hace más gracia que la anterior
También me ha parecido tener mucho mejor ritmo frente a la
primera parte: si la anterior era una película muy correcta, pero que se
limitaba a trasladar a la pantalla lo que describían en un libro, esta parece
haber encontrado su propio estilo, y aunque la narrativa provenga de un libro,
del que no pueden separarse mucho, sí aporta novedades, como las secuencias
correspondientes a los puntos de vista de los antagonistas. Incluso la
ambientación inicial se ha pulido y encontrado nuevas referencias, lo que la
hace más interesante: frente a los excesos de colores sacados directamente de
las descripciones del libro, el mundo de Los juegos del hambre ofrece platós
cuyos colores y vestuarios recuerdan directamente a los shows televisivos de
los años ochenta, jardines clásicos que suavizan los excesos de la ciudad
presentada inicialmente y que en
conjunto, resultan un mayor contraste con el aspecto de postguerra de los
Distritos.
El resultado final me pareció más personal, más creativo, y en
general, más entretenido que una primera película que, habiéndome gustado, se
había quedado en algo correcto. Ahora, teniendo en cuenta que la extensión del
último libro es similar a los anteriores, solo queda esperar por qué, y cómo,
van a hacer para dividirlo en dos partes como pretenden.
A mí me entretuvo como la primera no busco más con estas películas.
ResponderEliminarLo de las horas nos lo vamos a tener que comer con patatas porque parece un canon establecido ya para todo blockbuster, por el precio de la entrada al menos me merezco dos horas de película, que por tiempo puede, pero en cuanto a narrativa hace mucho daño a muchas películas que se alargan innecesariamente y acaban aburriendo.
Esta me ha gustado mucho más que la anterior, parece que ya tienen una estética más establecida y especialmente, han pulido mucho la trama sentimentaloide.
ResponderEliminarCon las dos horas y media de los blockbusters no puedo...se me duerme el trasero. Además, directas a DVD o netflix hay un montón de curiosidades de 90 minutos muchísimo más divertidas.