jueves, 29 de diciembre de 2022

¿Quien mató a Tia Roo? Cuando Hansel y Gretel engañaron a la bruja

 



Las fábulas tradicionales no son figuras ajenas al cine de terror. Los elementos presentes en las versiones originales hacen que muchas de sus imágenes pasaran a considerarse poco actos para la mentalidad infantil y fueran convenientemente expurgadas ...lo que supuso que estas también se convirtieran en un recurso para muchos guiones Y aunque la recuperación de sus inicios parezca algo reciente, el cuento de Hansel y Gretel fue adaptado a principios de los setenta, en una película que pese a plantear una visión moderna de la bruja y los huérfanos, también aportaba más matices y hacía que un entorno contemporáneo resultara igual de fantasmagórico que un bosque. 



Es navidad en los años veinte. En algún lugar de Inglaterra, una viuda, a la que los niños conocen como Tía Roo, celebra una fiesta de navidad para varios de los hospedados en  el orfanato local. Una tradición que a juzgar por los problemas para pagar a sus empleados y a las tiendas, puede que no dure mucho más y que este año su celebración anual se vea alterada por la llegada inesperada de Christopher y Kathy,  dos hermanos cuyo comportamiento díscolo y tendencia a inventar historias ha supuesto que se quedaran fuera de la lista de invitados seleccionados por el orfanato para acudir a la velada. Pero  la tía Roo se fija en que la pequeña recién llegada  guarda un sorprendente parecido con Katherine, su hija fallecida durante la infancia y con la que  intenta comunicarse incansablemente a través del espiritismo, y que su aparición quizá sea una oportunidad para recuperar a su hija. 


Su condición de cuentos de hadas siniestro viene acompañado también por su concepción de historia navideña, muy subversiva, dotada de muy mala idea y una visión de lo siniestro más efectiva que otros intentos más modernos. La mansión de la protagonista, a la que los niños llaman La casa de jengibre para disgusto de la directora del orfanato, la decoración navideña entre vintage y sobria, acompañada or esos juguetes antiguos que a muchos les producen inquietud (como curiosidad, nunca fue mi caso. Soy de esas personas a las que una muñeca abandonada les produce más pena que miedo), y  el tratamiento de la obra benéfica estacional, imparcial y sin hacer apología de nada, pero reflejándola como un mero parche para conciencias y no como una solución, se convierten en un escenario propicio para la comedia negra. En este caso, con un humor muy sutil y oscuro. Y sobre todo, el personaje de Roo, interpretado por una Sheley Winters capaz de ofrecer todos los registros en poco más de hora y media: una mujer  compasiva, generosa, incapaz de asumir su decadencia pero también de secuestrar, y eventualmente, poner en peligro la vida de dos niños. La viuda que organiza una fiesta y acoge a los más desfavorecidos es la misma que atiende amorosamente al cadaver disecado de su hija. 




Rodada sin estridencias visuales y sin efectos, el mayor apoyo  lo son también los personajes. Junto a su antivillana protagonista, se encuentra una pareja de hermanos cuya inocencia no tarda en  ponerse en entredicho: la capacidad fabuladora del mayor pasa a convertirse de un hilo conductor a alago más peligroso, pero no le impide recurrir al robo o al asesinato, o alterar la percepción de la realidad de su hermana menor. De no ser por su condición de protagonistas, ambos no estarían fuera de lugar en una película sobre niños malvados... o haciendo perrerías en una ilustración de Edward Gorey. 

Una ambigüedad moral que también afecta al resto de secundarios. No importan las fechorías que hayan cometido, ninguna obra tiene su consecuencia. Los siniestros empleados de Roo  y culpables de engañarla durante años, desaparecen  sin dejar rastro tras sacar provecho económico de un chantaje. Incluso al falso medium poco parece importarle lo que sucede. Después de todo, ¿a quien le importa un huérfano más o menos?




Esto hace que Fábula macabra, como se tituló originalmente en castellano, sea una visión de Hansel y Gretel con muchos más matices, aunque las referencias y estructura original del cuento están presentes: el apodo de la mansión, dos hermanos, el encierro de uno de ellos y un desenlace en el que no falta el uso de un horno y su bruja ardiendo, suponen que este sea, en apariencia, una de sus versiones más blancas, pero con más trasfondo y potencial. 

Quien mató a Tia Roo funciona como fábula siniestra y como película de terror navideña. Sin grandes despliegues pero sí con unos personajes memorables y mucho humor negro. Y también, para preguntarme qué he estado haciendo  en lugar de ver otras producciones de terror que dirigió Curtis Harrington. 

jueves, 22 de diciembre de 2022

Lecturas de la semana. Un paseo por el multiverso

 



A finales de los noventa, una editorial dedicada  los juegos de rol y la fantasía  comenzaba su carrera en España. La Factoría de Ideas, con su catálogo de Mundo de Tinieblas, La llamada de Cthulhu y Stormbriner, mantuvo su línea de juegos junto a títulos derivados de la franquicia de White Wolf, pero también sagas de fantasía, recopilaciones de los mitos de Cthulhu e incluso la primera edición, horriblemente cribada, de La fábrica de pesadillas, de Thomas Ligotti. En la colección Solaris Fantasía  se atrevería con dos recopilaciones de relatos inspirados en el personaje de Moorcock, precismente de cuyo jueo tenía d los derechos de publicación: Eric, el último emperador de Melniboné  y uno de los avatares del Campeón Eterno, era el protagonista de una antología donde varios autores  homenajeaban al albino más quejica del multiverso, y que también aparecería a en el siguiente tomo, donde esta vez se recreaba la figura del héroe eterno cuyas distintas encarnaciones fueron narradas por Moorcock en varias historias. 



Cuentos del lobo blanco. Con esta colección de 24 relatos comenzaba la colección de La Factoría, anunciando la colección como el regreso de Elric a una editorial española, aunque fuera a modo de recopilación. En ella, los autores  aportaban su grano de arena a las aventuras del menibonés, apodado el lobo blanco, y a su relación casi vampírica con Portadora de Tormentas, una espada forjada por el caos capaz de devolver la vitalidad al enfermizo héroe, último miembro de su raza, pero a cambio de ser alimentada con almas humanas. 

Además de un prólogo y un primer relato escrito por el propio Michael Moorcock, la antología recoge autores tan variados como la fama de estos: en sus páginas han colaborado Tad Williams, Nancy Holder, Gary Gygax o Karl Edward Wagner, aportando este un crossover entre Elric y Kane (hay que reconocer que pese a l exceso de chunguez de su personaje, Wagner era muy bien escritor) o Neil aiman con una especie de relato reflexivo nostálgico sobre la figura del héroe y su influencia en la vida de los lectores que resulta bastante pretencioso. Pero también han participado otros, prácticamente desconocidos o con pinta de tratarse del único relato que han publicado profesionalmente. El nivel es variado, al tratarse de una antología, pero también cuenta con una ventaja: Elric no es un gran personaje. Ni sus libros son especialmente buenos. Pro son fascinantes y rebosan imaginación, algo que se nota  que  que los autores  que participan han sabido captar y que también han podido disfrutar de la libertad creativa necesaria para hacer lo que quieran con él, o incluso con Moonglum, su compañero y también Acompañante Eterno. Lo que supone que la colección sea una lectura  abierta a muchas posibilidades y que no de ese aspecto de limitación a un canon previo que tienen otros homenajes. Y es que, lo que pasa en el multiverso, se queda en el Multiverso. Salvo que los dioses del Caos vengan y lo cambien. 


Peón del Caos. La siguiente entrega de la colección venía dedicada, en principio al Campeón Eterno. y es en principio porque la gran mayoría de cuentos incluidos se centran en Elric o Jerry Cornelius, sus encarnaciones más famosas (incluso hoy, que este año el príncipe albino ha tenido nueva novela). Algo menos, en Dorian Hawkmoon, y de forma casi anecdótica ,en Urlik Skarlsson y Corum. 

Al igual que la primer antología, esta comienza con un relato reciente de Moorcock, que  es el más anecdótico. y algunos de los autores de la primera también  aparecen de nuevo, como Gary Gigax. La selección es muy variada en cuanto a calidad aunque esta sería algo superior a Cuentos del lobo blanco: el poder leer  qué ha sido de otros avatares del Campeón  Eterno además de nuestro melnibonés quejica favorito  hace que esta sea menos limitada en cuanto a ideas y de lugar a curiosidades con un relato en el que Hawkmoon se encarga de traer de vuelta a  los flamencos desde Venezia, una aventura escrita  pro Nancy A. Collins en la que consigue unir a los Von Bek  con Corum y desarrollar una interesante trama sobre dioses precolombinos y Eldorado, o una visión, de Roland J. Green, en la que uno de los Von Bek debe llevar a cabo una vez más el trabajo para el diablo en un infierno real como lo fueron las trincheras de la I Guerra Mundial. 

Entre los más extraños, o los que son la nota discordante entre el resto, se encuentran algunos en los que mezclan al Campeón Eterno, sin que este sea necesariamente Cornelius, en alguna trama cyberpunk, o cuando optan por poner al héroe de Moorcock a colaborar con alguno de los personajes  que han creado para sus libros: porque la mayoría de autores  no son demasiado conocidos pero sí tienen detrás carreras con sagas de fantasía, un poco de relleno, o novelas de encargo para juegos de rol. Esto no impide que entre ellos haya alguno realmente interesante, como la aportación de Mike Lee de un campeón eterno de viaje como un turista más. 

Uno de los más destacables es el escrito por Matthew J. Morgenstern, que tiene a Elric como nominal pero quienes llevan parte del peso de la trama son los compañeros del personaje, en este caso, Moonglum y Jhary A Conel, que además de desarrollar una buena dinámica entre ambos, y centrarse en esas aventuras secundarias a las que se ven arrastrados ambos personajes, hace pensar un poco en como cambia la forma de  verlos cuando pasan los años tras las primeras lecturas de Moorcock: es probable que madurar sea tener más simpatía por ese secundario que siempre estará  cuando se le necesite, que por el héroe atormentado. 

jueves, 15 de diciembre de 2022

El beso de la pantera (1982). Hacia lo salvaje

 

See those eyes so red

Red like jungle, burning bright

David Bowie – Cat People


El remake, como idea de rehacer una película filmada anteriormente, ha tenido connotaciones negativas; si el clásico era bueno, ¿para qué tocarlo? Entre las miradas suspicaces que conisderan esto una muestra de falta de ideas, o la necesidad de dar al público algo machacado para sus gustos actuales, algunas de estas versiones son tan arriesgadas, enloquecidas o libres que se convierten en una producción distinta por derecho propio. Herzog se atrevió a trasladar al grotesco Conde Orlok a un surrealista Delft donde las víctimas de la peste bailaban una danza de la muerte. Luca Guadagnino hizo suya una producción tan de los setenta y tan visual como era Suspiria, dotándola de una profundidad distinta a la de Argento. Y Paul Schrader decidió que la película de la RKO, en la que una joven atormentada por el temor a su herencia ancestral, podía ser trasladada del nueva York Noir de los cuarenta al Nueva Orleans exótico y desvencijado de principios de los ochenta.





Una vez más, el título del remake se transforma de Cat People a El beso de la pantera, mucho más adecuado y sugerente para la historia de Irina, ahora Galliard, una joven huérfana que se traslada a Nueva Orleans tras haber encontrado a Paul, su hermano del que había sido separada tras la muerte de sus padres. Cuando este desaparece durante varios días, Irina no encuentra otra alternativa que deambular por la ciudad, descubriendo un entorno desconocido, y con un poco de suerte, encontrar un empleo con el que empezar una nueva ida. Este aparece de la mano de Oliver, cuidador del zoo local, gracias al que consigue un puesto e inicia una amistad que puede evolucionar a algo más. Pero, coincidiendo con la desaparición de Paul, llega a la jaula de seguridad del zoológico una gigantesca pantera, capturada en la ciudad, cuya procedencia se desconoce. La fuga de esta, tras asesinar brutalmente a uno de los guardias, la reaparición de Paul, el miedo de Irina a relacionarse con los demás y el secreto que rodea a a muerte de los padres de ambos, parece, a partir de ese momento, tener el mismo origen. 




Más que un remake, la película es una reimaginación de la original de Tourneur (hoy la llamarían reboot, pero es lo mismo) donde recurre a determinados momentos de esta, modifica otros y adopta una gran mayoría de su origen para una producción cuyo tono es muy distinto. Donde la original se centraba en la ambigüedad, el enfoque psicológico y una sencillez defendida por su composición de luces y sombras, la película de Schrader tiene un enfoque mucho más directo, donde acepta desde un principio la explicación sobrenatural, transformándola, de una leyenda a algo más antiguo. Los primeros minutos, con una secuencia en un poblado, quizá prehistórico, quizá en algún lugar de África, sin diálogos, iluminado por un irreal tono rojo, deja claro que el suspense se va a convertir en algo más salvaje y estridente, propio de la década, luminosa y chillona, que daba comienzo. Y que viene acompañada por la música, compuesta por GIorgio Moroder (responsable dos años después de una versión coloreada y musicada de Metropolis) que no duda en usar sintetizadores y arreglos electrónicos, siendo estos tan reconocibles como la canción de Bowie que acompaña a los créditos.



El cambio de tono precede a una trama donde se plantea unas situación similar a la maldición de la licantropía, salvo que, lejos de estar desencadenada por la luna llena y mantener una esperanza de redención, las criaturas felinas del título son en este caso una raza distinta, cuyo origen se pierde en la ambigüedad de una leyenda cuya transformación, así como la reversión de esta, se ve desencadenada por un acto de pasión o violencia. Esta es la revelación a la que se enfrenta el personaje de Irina, quien apena recuerda su pasado y su ausencia de raíces le permite desplazarse de un lugar a otro del país sin establecer lazos sentimentales y sin más conocimiento de su condición que el proporcionado por su hermano, plenamente consciente de una naturaleza que ha aceptado




La protagonista, interpretada por Nastassja Kinski, transmite una mezcla de inocencia y salvajismo latente, que contrasta con la presencia, más consciente de esta naturaleza animal, de su hermano. Maldolm McDowell se presenta con una actitud mucho más perturbadora y gestos que rozan lo felino. Su presentación, frotándose contra el hombro de su hermana, es tan inquietante como reconocible para todos los que convivimos con gatos y sabemos que nos están dejando su impronta.

El cambio de tono del remake supone también la modificación, a menos, en la forma, de varios elementos de la original. Además de recurrir a un origen más antiguo, la acción se traslada a Nueva Orleans, un entorno más exótico, pero también uno de los más antiguos de Estados Unidos, y más enraizado con las creencias mágicas. Del mismo modo, el pasado directo de ambos hermanos se traslada del Este de Europa a un circo ambulante, haciendo que el origen de su familia adquiera un carácter más nómada y difícil de encuadrar en un entorno concreto. Este también sirve para justificar, en cierto modo, la agilidad natural de los dos y que se muestra en un par de secuencias, sin alardear mucho de estas porque no han hecho excesivo uso de especialistas. No se han cortado, en cambio, a la hora de mostrar la violencia ni as escenas escabrosas, siendo bastante directa en cuanto a desnudos o ataques animales.

Los protagonistas secundarios no pueden hacer mucho frente a los personajes de McDowell y Kinski. Oliver y Alice, esta vez convertido en trabajadores del zoo, con las caras de John Heard y Annette O´Toole, se ven arrastrados hacia el desarrollo de la historia, especialmente, Oliver, por la fascinación hacia la cualidad animal de Irina. La aparición de estos sirve también para poder recuperar dos de los planos más conocidos de la versión clásica: la secuencia de la piscina a oscuras y el bar donde una misteriosa mujer se refiere a Irina como “mi hermana”, sugiriendo la existencia de más criaturas como ella. Aunque esta posibilidad suponga un contrasentido cuando la protagonista menciona, posteriormente, que es la última de su especie.

El beso de la pantera queda muy lejos de la película de la que pretende ser un remake. Mucho más salvaje, estridente y emotiva, esta le da un enfoque distinto, separándose de la original y que muestra una mayor amoralidad: lejos de redimir a su personaje principal con la muerte, esta, consciente de su naturaleza, la asume y acepta vivir en el lugar que la sociedad ha reservado par a los animales salvajes. La imagen de la pantera que mira dócilmente a cámara tras las rejas, antes de emitir un último rugido, hace que sea imposible no sentir compasión por ella. Y no solo por ser la última de su especie.


jueves, 8 de diciembre de 2022

La maldición de la mujer pantera (1944). Cualquier parecido con el original es una mera continuación

 


  Al igual que las producciones de la Universal, donde Drácula y Frankenstein anunciaban su regreso, otras producciones menores pero exitosas volvían a las salas de cine como secuelas, o como referencia previa de otras películas, recuperando a personajes o situaciones anteriores sin que la historia tuviera mucho que ver con su predecesora. Es el caso de La mujer pantera, que dos años después de su estreno retomaba a sus protagonistas, olvidando la maldición que había atormentado a Irina Dubrovna para narrar una continuación cuyo tono era muy distinto a la anterior. 

Han pasado años desde que Irina muriera, víctima de un estoque, a las puertas de la jaula de una pantera. Oliver y Alice han formado una familia junto a Amy, la hija de ambos, una niña con mucha imaginación y que a veces parece no distinguir lo real y lo inventado. Oliver, atormentado por la que le sucedió a su primera esposa, cree ver en las fabulaciones de su hija una reflejo de la obsesión que llevó a Irina ha la muerte. Mientras, Amy, cada vez más aislada de los niños de su edad, ve como el deseo que pide se cumple al encontrar una amiga: una joven, a la que solo ella puede ver, y que se convierte en su compañera de juegos. Pero que tanto su nombre como su rostro son el mismo que el de la mujer cuyas fotos conserva Oliver en uno de los albumes familiares.




Dirigida por Robert Wise, cuya carrera incluiría otro clásico como sería The Haunting o f Hill House, la película está muy lejos de la temática de sus predecesora como también lo están ambas del terror: no hay ninguna venganza de seres felinos ni esposas fantasmales, sino una historia melancólica en las que por coincidencia del guion, los personajes son los mismos que los de la película de Tourneur, pero con la que podrían establecerse más similitudes con el drama o con un cuento de hadas realista.


La figura central, en este caso, es la mujer, o varias, con sus distintos aspectos. El primero, el personaje imaginativo como lo es Amy una niña sensible y fantasiosa, con un entorno familiar preocupado por la infante que se sale de la norma establecida. Por otro lado, la esposa y la maestra como voces de la razón pero también la presencia inquietante y trágica de las vecinas de Amy. Una mujer, en este caso, condenada a cuidar de una madre que ya no la reconoce, y la anciana (cuyos movimientos y cambios de humor sugieren un daño cerebral o una enfermedad degenerativa) que desarrolla una clara simpatía por la pequeña protagonista a la vez que es incapaz de reconocer a su hija. Estas tres figuras reflejan, de un modo u otro, el aislamiento, lo diferente, pero también el peligro de alejarse del orden establecido. . Aparece, como parte de la trama, la encarnación de la amiga imaginaria, con el cuerpo y rostro de la mujer pantera de la primera parte, desprovista de toda dualidad y convertida en un personaje abiertamente positivo, mágico, sobre el que pesa la duda si su naturaleza es real o fabulada por Amy a partir de fotos y conversaciones escuchadas.





El tono es muy familiar, alejado del entorno urbano de la película de 1942 y en el que la aparición de niños es una parte más del cambio de escenario y argumento que por momentos, debido a la fecha en la que se desarrollan varias de las situaciones, podría servir como película navideña al lado de Qué bello es vivir, y donde la figura de esta nueva Irina, que poco tiene que ver con la mujer atormentada por su herencia ancestral, adopta aquí un papel similar al de un hada buena, como amiga d ella protagonista y salvadora, real o a través de la imaginación de esta. Esta aparición, si se la considera una secuela, tiene un papel que parece redimir al personaje obsesivo y víctima de su instinto que se había desarrollado previamente




Quizá uno de lo aspectos más chocantes por el paso del tiempo, es la forma de tratar a la protagonista: defender a una mariposa es percibido como algo extraño, o en un momento se habla de lo positivo que es que esta reciba unos azotes (del mismo modo, el que el protagonista entrara a una tienda de animales a cambiar un gato por un canario como quien devuelve unos zapatos, me costó lo suyo en La mujer pantera). Esta empatía, que hoy se percibiría como algo positivo, se presenta entonces como algo anómalo, lejos de la visión de los niños y la disciplina que se consideraba lo habitual.

Al centrarse principalmente en reaparición de Irina y su trama como amiga imaginaria, se echa en falta el desarrollo de dos personajes que acaban siendo importantes para el desenlace: la familia formada por esa madre anciana y de memoria deteriorada y su hija, cuidadora pero despreciada continuamente y en la que puede notarse el resentimiento y la rabia reprimida en cada una de sus apariciones pero que, debido a lo breve del metraje (setenta minutos, quizá pensada para programas dobles), u papel final queda olvidado a favor del desenlace, donde padre e hija reconcilian sus puntos de vista.

Poco hay de venganza en este regreso de la mujer pantera, y menos maldiciones atendiendo al título original. Pero sí una historia donde se juega con lo real y lo inventado, donde la soledad se ve reflejada en muchos aspectos, y, poniéndose más moderno y quedandose con su interpretación fantástica, podría servir como referencia para una escenario de Changeling.  


jueves, 1 de diciembre de 2022

Cat People (1942). Domando gatos

 


La pelea entre lo sutil y lo espectacular en el cine de terror viene de mucho antes de las discusiones sobre este, como mero entretenimiento, y el “elevated horror” que defienden muchos (las malas lenguas dirán que es porque les da vergüenza reconocer que se lo pasaron pipa con Insidious). Mucho antes, cuando Bela Lugosi ataviado con una capa de ópera declaraba que nunca bebía...vino, cuando la criatura de Frankenstein asesinaba, sin ser consciente, a una niña, el públio se asustaba y algún censor se ponía alerta. También entonces, otros directores apuntaba a un enfoque más sutil, casi minimista, en el que todo estaba sugerido pero también presente una importante carga psicológico. Fue ea principios de los cuarenta, con esos monstruos que hicieron famosos a la Universal en pleno declive, y en el tercer año de guerra, cuando la RKO produciría una pequeña película, casi parca en comparación a la sombra de esos monstruos pero que cuya trama y y contendido perduraría durante décadas, dando lugar a una secuela e incluso un remake cuarenta años después. 


La mujer pantera del tirulo, Cat People en el original, es Irina Dubrovna, una joven diseñadora de origen servio que vive en Nueva York y comienza un rápido idilio y matrimonio con Oliver. Su nueva vida se ve afectada por la idea que atormenta a Irina cada vez más: la leyenda de su pueblo natal en el que ciertas personas pueden convertirse en seres felinos. Atormentada por la posibilidad de que cualquier acto que le haga perder el control de sus emociones pueda llevarla a convertirse en uno de esos seres y destrozar a aquellos que ama, busca ayuda en un psiquiatra aconsejada por su marido. Mientras, Oliver comparte sus preocupaciones con Alice, su amiga y confidente en lo que respecta a la relación con su esposa y preocupaciones sobre esta. Pero Irina, consciente de la complicidad entre ambos, comenzará a ser presa de los celos y no dudará en ceder a ese lado oscuro que la aterrorizaba para defender a quien considera suyo.  



Con una duración que hoy se consideraría un final de temporada en cualesquier serie (unos 70 minutos) la película de Jacques Tourneur carece de espectacularidad, centrándose en entornos reales y familiares, y jugando con la iluminación, de forma que recuerda a los escenarios expresionistas de veinte años atrás. Dota de una mayor importancia a la psicología de los personajes, y en cierto modo, al simbolismo: la ilustración que Irina dibuja al comienzo del metraje anuncia el desenlace de esta. Y tanto su profesión, diseñadora, como la de Oliver, ingeniero naval, coinciden en en componente creativo y de intuición, quedando opuestos entre lo artístico de uno,y lo preciso y racional de otro.




Del mismo modo, los miedo sy la irracionalidad de Irina se enfrentan con la explicación lógica y las propuestas de tratamiento por parte de su esposo. Y la leyenda que da trasfondo a la trama, además de utilizar de forma inteligente aspectos de la narrativa tradicional, como la figura de la criatura cuya herida delata la naturaleza de cambiaformas del humano que muestra la misma lesión, refleja la diversidad de procedencias en la ciudad escenario de la historia. Pero también, de nuevo, la oposición entre las creencias antiguas de la vieja Europa con el utilitarismo del Nuevo Mundo.  



Todo esto sirve de contexto a un desarrollo que perfectamente podría encuadrarse en el suspense: la protagonista reprime su relación a causa de su miedo, pasando a abrazar esa parte animal de la que intenta huir al sentir una emoción tan potente como son los celos. Y la fascinación que comienza a sentir hacia ese lado oscuro aparece simbolizada por la pantera encerrada en el zoo que ella misma se encarga de liberar. Su transformación se desarrolla paralelamente al deterioro de su relación de pareja, mientra que la complicidad entre Oliver y su amiga se vuelve más fuerte hasta convertirse en el interés romántico y detonante de la transformación de Irina. Aparece el contraste de nuevo, esta vez entre una relación breve e impulsiva, frente a otra que ha venido desarollándose y se consolida con el paso del tiempo.  



Sigo sin ver una sola cosa mala en eso de convertirse en gato

El desenlace, que no podíaa ser de otro modo, sino es con el final de su protagonista, se inspira directamente en la tradición oral sobre aquellos que pueden transformarse en animales, y donde el lado oscuro de Irina solo puede llevarla a aceptar su propia naturaleza. Y con ella dándole paso a la nueva pareja que se establece en los últimos minutos, estableciendo con esta el triunfo de lo pragmático frente a la intuición y la impulsividad.

Sin una sola transformación, ni una muestra de violencia explicita, La mujer pantera transmite a la perfección la idea de lo cercano como fuente de lo inquietante, y la línea que separa lo racional del instinto.


jueves, 17 de noviembre de 2022

Mundo desconocido. Fantasmas, monstruos, ovnis y donde encontrarlos


 Cuando se trata de libros infantiles, además de los primeros que vienen a  a la cabeza, por  mantener su fama o por  nostalgia, hay otros que se han ido  quedando lejos. Celia y Guillermo son vintage, ¡Abajo el colejio!  Es más una curiosidad lectora para adultos que  algo publicable hoy para niños y muchos otros, aún recientes, se han quedado más en la cabeza de sus primeros lectores que len los estantes de las librerías.  Los tiempos cambian, y muchos de estos libros tienen una segunda vida como  compra de quienes los disfrutaron por primera vez hace décadas.  ES el caso de una de las colecciones d ella editorial Usborne, que en los años setenta publico una serie de libros que, bajo el título de Mundo  de lo desconocido, hablaban en poca página y con formato de album ilustrado, de temas como los espectros, la parapsicología, los monstruos y las criaturas mitológicas, las naves espaciales y los seres de otros mundos. Hace unos años, la editorial  decidió publicar de nuevo su colección, pero ya consciente de su valor nostálgico y acompañada en su edición, de un prólogo de Reece Shearsmith (el guapete de The League of Gentlemen). Estos libros, que en su día salieron en España con la editorial SM, volvían a verse en las librerías gracias a Diabolo, que hasta la fecha ha sacado los dos primeros volúmenes. 



Estos, dedicados a los fantasmas y monstruos respectivamente, abarcan el tema con una curiosa mezcla  entre leyendas populares, eventos históricos, explicaciones naturales  e incluso algunas nociones de ciencia o parapsicología muy someras. Estas, acompañadas  de una gran cantidad de ilustraciones muy vistosas, distribuidas de forma que existe muy poco espacio en blanco, son ante todo unos libros muy visuales. Que pese a tratar unos temas potencialmente inquietantes, no contaban con ninguna estampa especialmente aterradora ao impactante, sino que respondían más a un estilo de “definición gráfica”. Muy marcado por el uso de los colores  y lo vistoso, que actualmente, debido a los cambios en la calidad de las impresiones, se nota más debido al exceso de saturación cromática de las primeras ilustraciones, haciendo que estas tengan una coloración que resulta menos detallada pero muy fiel a lo que fue originalmente. 

De los tres libros, el más memorable sería el de Fantasmas. O al menos para mí, que era el que tenía y lo releí hasta aprenderlo de memoria. El primero y en el que en sus páginas se pretendía dar una visión general de lo sobrenatural, entre lo fantástico y lo científico: estos hablan de fantasmas a través de la historia, desde las tablillas de Gilgamesh hasta los espectros en la antigua Grecia o los campos de batalla históricos. Pero también de los aparecidos alrededor del mundo, con especial hincapié en las islas británicas y en un pueblecito que tiene el dudoso honor de contar con una docena de fantasmas. Y un repaso, quizá lo más curioso, a los fraudes espiritistas y fotográficos practicados a lo largo de la historia, junto con las reproducciones de algunas fotos que, si bien ene l momento de la primera impresión del libro existían dudas sobre su veracidad, hoy quedan descartadas con un solo vistazo. Pero que,e n retrospectiva, eran parte del encanto que conserva este libro para muchos niños: esa mezcla entre los relatos tradicionales y lo racional, las reproducciones de las fotografías plagadas de grano setentero, y ese tono en general de “yo no digo que existan los fantasmas pero haberlos haylos” que lo convertía en una especie de manual con todo lo que un chaval necesitaría saber sobre fantasmas en una primera aproximación.  





La distribución del segundo tomo, dedicado a los monstruos, es similar: na aproximación a los de la mitología clásica, una posible explicación racional, en este caso, recurriendo a los fósiles de dinosaurios, monstruos cinematográficos y criaturas inexplicables de la actualidad, hoy un poco lejana, donde se habla del abominable hombre de las nieves o el monstruo del lago Ness.



De los tres, quizá el dedicado a los ovnis es el que han tenido que tirar mas´de la imaginación (aun no se ha reimpreso en España y he tirado de una copia en inglés para echar un vistazo rápido). Aunque la primera parte es un resumen de los avistamientos más famosos de los setenta y sesenta, las teorías sobre las pirámides o los visitantes alienígenas a lo largo de la historia, dando paso a la parte “racional” con descripciones de prototipos de aviones o fenómenos meteorológicos, incluye también hipótesis sobre como sería la vida en otros planetas y que especies los poblarían. Estos son tan improbables como cualquier otra toería desarrollada a posteriori, pero sí resultan tremendamente coloridos, setenteros, y con el estilo de ilustración tan propio de la colección.

Los tres libros incluyen, además, un glosario de referencia, una serie de consejos prácticos sobre como empezar una investigación sobre fenómenos paranormales o críptidos, y una bibliografía, al menos, en las ediciones nuevas. Como todos esos libros que se leen de nuevo tras haber sido repasado hasta la extenuación en la niñez, es un poco difícil hablar de ellos sin recordar lo que supusieron entonces . Y que su desaparición de las librerías era algo normal con el cambio de intereses de cada generación. Quizá dentro de cuarenta años los adultos de entonces se emocionen ante un video de Five Nights at Freddy´s o un post sobre Slenderman del mismo modo en que muchos no pudimos contenernos, y llevarnos a casa, ahora desde la sección de libros “nostálgicos”, los ejemplares que nos faltaban o que se habían quedado demasiado matrechos con el paso del tiempo.


jueves, 10 de noviembre de 2022

13 exorcismos (2022).. Simpatía por el diablo

 


El diablo, o más concretamente, la idea de una posesión, es uno de esos temas a los que no he puesto demasiada atención dentro del fantástico. El exorcista, por su condición de clásico, o alguna aproximación en formatos como el metraje encontrado en The taking of Deborah Logan, o por mencionar algo más reciente, la versión cinematográfica de la novela de Grady Hendrix El exorcismo de mi mejor amiga, , son algunas de las pocas que podría incluir en esta lista de un género donde es habitual desde hace tiempo plantearse cierta ambigüedad en cuanto a la idea de una entidad demoniaca controlando un cuerpo ajeno: después de todo, incluso la iglesia reconoce que gran parte de estos casos tienen un a explicación racional. Esta situación se plantea también en la cinta de Jacobo Martinez, donde partiendo de un caso donde lo religioso parecía superar a la lógica por un momento, realiza su aportación al tema.  



13 exorcismos es, según explicará más adelante el sacerdote responsable, el número máximo de rituales que puede soportar un cuerpo poseído por el demonio antes de desfallecer y perder su alma. También serán a los que se verá sometida Laura, una joven que tras celebrar con sus amigos un absurdo ritual espiritista en un caserón abandonado de la ciudad, comienza a sufrir visiones y ataques físicos. Una sombra parece perseguirla en todo momento acusándola de impura, agrediéndola hasta que acaba hospitalizada y ante lo que sus padres desesperados, acceden a que el sacerdote de la parroquia lleve a cabo el exorcismo que, según este, es lo único que puede salvar el alma de su hija. O al menos, esta es solo na de las versiones: la psicóloga del colegio de Laura conoce su historial psiquiátrico, así como el fanatismo religioso que impregna su entorno familiar y teme que si esa chica necesita ayuda, la que le proporcionará su familia solo servirá para dañarla.

  



Basada en el último exorcismo documentado en España, esta se inspira de forma muy libre en lo sucedido, de forma similar a a como el caso Vallecas sirvió de origen a Verónica. Hay varias similitudes con la película de Paco Plaza, algo inevitable teniendo en cuenta el estilo, muy marcado y también exitoso, de esta, y que también es el adecuado para el guión de 13 exorcismos: un entorno en el que la protagonista se encuentra aislada de la gente de su edad, un importante alejamiento de las figuras paternas, escenarios claustrofóbicos en los que la vivienda se convierte en un escenario de pasillos interminables, la aparición de lo sobrenatural irrumpiendo de forma inesperada ,pero por acción de su protagonista, y la tendencia a describir un entorno un tanto intemporal, casi buscando que ese 2014 donde transcurre la película parezca al menos de la década anterior, traicionado esto unicamente por la necesaria presencia de los smartphones.  







Con semejante familia y viviendo en Orense estar poseída por el demonio es la opción menos mala


El guion  cuenta con dos partes diferenciadas, donde la primera recuerda a ese estilo y va estableciendo la presencia de lo sobrenatural, y una segunda, que se inspira directamente en el cine de exorcismos más clásico  pero también quiere plantear la duda acerca del origen de lo que  se muestra. Es a partir de  entonces donde  se combinan situaciones muy reconocibles del género, como la lucha de voluntades entre el sacerdote interpretado por José Sacristán y la joven, a la que Maria Romanilos dota de una actitud entre perdida y aterrorizada muy acertada y también los lugares comunes más vistosos:  una vez  iniciado el ritual, la protagonista victima de la posesión descoyunta sus miembros, trepa por una pared,  pone voces y lleva a cabo situaciones que si bien podrían esperarse en una  película de esta temática, chocan con la trama  que  quieren desarrollar en esta:  jugar con la posibilidad que esto no sea un caso de posesión sino uno de histeria colectiva que la psicóloga del centro educativo intenta detener a toda cosa.  Esto, a raiz de lo excesivamente espectacular  que se vuelve el exorcismo, se descarta rapidamente. Pero también aporta  un matiz más interesante:  la ambigüedad moral  que supone que los personajes que están haciendo “lo correcto” sean los más negativos. Una madre  marcada por la religión y la muerte de uno de sus hijos, un padre superado por la situación que solo  puede dejarse llevar y la profesora interpretada por Cristina Castaño, que, aunque más conocida por sus papeles cómicos, la actitud de su personaje resulta bastante perturbador. 



Este planteamiento final es la mejor aportación de una película efectiva,  pero que se mueve mucho por lugares conocidos  del cine de terror español reciente, y  al que se le escapan ciertos detalles del guión (como la brutal agresión a un compañero que la protagonista, ya poseida, lleva a cabo sin que nadie  hable del tema posteriormente), dando la impresión de querer apresurarse  para  llegar cuanto antes al tema central. 

Una producción que no supone una novedad, pero sí una buena cinta de terror sin depender del factor susto, donde el suspense va ganando terreno al fantástico y juega   con la dicotomía entre los actos de sus personajes y su ética (ademas de tener su gracia el que la mitad de los exteriores se grabaran en el barrio donde crecí..aunque eso le quite factor siniestro). 

jueves, 27 de octubre de 2022

Terrifier 2 (2022). Estirando el chicle

 


La noche de Haloween de 2016, la figura de un payaso silencioso vestido de Pierrot y portando una abultada bolsa de basura que solo dios sabe que podría contener, suponía el primer largometraje del personaje que Damien Leone había ido perfilando desde su primera aparición en el filme antológico All Hallows Eve. Art el Payaso, ataviado con todo lo que uno podría imaginarse al pensar en la idea de “payaso asesino” desarrolló en poco tiempo una base de fans que no tendría que envidiar a  la de los asesinos cinematográficos anteriores.  Aunque su  carrera queda todavía lejos de esta, porque  no ha sido hasta este año en que se estrena su segunda película.


Ha pasado un año desde la Masacre de Miles County, donde ocho personas fueron brutalmente asesinadas por un desconocido  vestido con un traje de payaso y que, pese  a haber sido abatido por la policía, desapareció misteriosamente del depósito de cadáveres. Es Halloween de nuevo y Sienna y Jonathan, se preparan para la noche como otros tantos jóvenes. Salvo que ambos todavía están lidiando con la pérdida de su padre: Sienna trabaja obsesivamente en el disfraz de guerrera  inspirado en el personaje  que su padre inventó para ella cuando era niña, y su hermano parece fascinado con el asesino de Miles County hasta el punto de  querer disfrazarse como este. Cuando ambos comienza a ver como la criatura conocida como Art, ahora acompañado por una niña de aspecto demoniaco aparece en los lugares que frecuentan y que parece tener un malsano interés en ellos, empieza n a darse cuenta que Art ha regresado, y que quizá los dibujos que su padre dejó ante de morir, donde parecía haber predicho las apariciones del asesino y sus víctimas, fueran una viso de lo que iba a sucederles.



Cuando el punto de partida de un guion es “un payaso asesino mata a gente de formas horribles”, lo más prudente es centrarse en el carisma que pueda tener este personaje, que vas a ser el principal por delante de sus víctimas, en que el ritmo y la filmación mantengan el interés y que la duración de la película sea la justita para no aburrir. Algo que había conseguido en el primer Terrifier gracias a recurrir a la estética sucia y de grano de las películas de bajo presupuesto de los primeros 80, así como  unos efectos especiales que abrazaban el aspecto cutre y falso de aquellas producciones, un personaje lo bastante  vistoso como para captar la atención, y que todo esto se hubiera concentrado en una hora y veinte que, hay que reconocerlo, a aratos se había muy larga. En esta entrega, quizá conscientes del éxito y la expectación que había despertado, se atreven a filmar  durante una hora más, y donde parte de este tiempo extra parecen querer dedicarlo a desarrollar un trasfondo  para el personaje, y como no, anunciando que este será mucho más sangriento que su predecesor.




El resultado, aunque ayudado por esa expectación previa y una campaña publicitaria bastante ingeniosa para los que no recuerden trucos similares de hace 50 años, es el que podía esperarse: dos horas veinte son excesivas para lo que había, por lo que intentan rellenar con secuencias que llaman la atención. Una escena onírica  llena de momentos grimosos que  pretende servir de premonición a los protagonistas,  una  especie de purgatorio muy vinculado a la naturaleza ya abiertamente demoniaca de Art, y la trama familiar de los personajes principales, entre el trasfondo y lo profético con ese padre  que deja los indicios necesarios para su supervivencia pero no termina de quedar claro  que los relaciona con el antagonista. Lo interesante de este, al igual que los asesinos que lo preceden, es u aleatoriedad: le puede tocar a cualquiera y sobrevivir es solo cuestión de suerte.




Algo parecido pasa con el personaje de Art, de quien ahora se explora más su naturaleza fantástica añadiéndole incluso una acompañante o deus ex machina que justifica su próxima aparición,  blindándolo de  forma excesiva: mata como le da la gana a quien le  da la gana, da igual lo que se le haga porque va a volver…porque es un demonio, y por el momento no podemos pedir más aclaración.


Ya no se si es una peli o el anuncio del regreso de Horrorland


El metraje, además de intentar dar más contenido que  la anterior, hay que rellenarla, y en este caso, justificando que esta secuela es mucho “peor”: salen tripas, bichos muertos, sangre, cabezas que explotan, vuelan, se disuelven pero todo de esa forma artificial de su predecesora, sin que en ningún momento pretendan que estos efectos parezcan realistas sino para emular las cintas de vhs que quedaron olvidadas con la serie Z. y que no dudan en explotar con esa campaña publicitaria  donde  reparten bolsas para el vómito, donde un grupo de madres ha sacado una petición en change.org pidiendo la retirada de la cinta y que recuerda mucho a lo que William Castle hacía en los cincuenta, pero que en realidad no es para tanto.  Después de Holocausto  caníbal, de los zombies italianos, y de la moda del torture porn en el 2000, el componente truculento se queda en algo anecdótico, y solo resulta realmente perturbador cuando la violencia de Art se vuelve más cercana_: el personaje cebándose con una victima caída en el suelo, a la que golpea con brutalidad, es mucho más aterrador que las tripas de goma.

Pese a haberse pasado de ambicioso, Leone sabe lo que hace: la película llega a cansar, pero cuenta con unos personajes bien manejado, donde abiertamente evitan que estos sean víctimas disfrutables y se nota que  le puso ganas a ese proyecto que había empezado con su idea de una chica con disfraz de guerrero combatiendo a un payaso demoniaco. Esta, y de nuevo, la presencia de David Howard Thornthon, como Art, a quien le toca llevar el peso de un personaje que solo cuenta con su expresión corporal y lo que transmite con esta,  dota de  carisma a un arquetipo bastante limitado. Ambos juega a favor en una película en la que se han  pasado en cuanto a lo que podía dar de sí, y en la que el desenlace   no es solo una puerta abierta a una tercera parte sino una muestra de que han decidido pasar de toda coherencia y filmar la primera burrada que  les pase por la cabeza. Al menos, lo han conseguido: la película es salvaje y sin complejos, algo que hubiera funcionado mejor con media hora menos. Y  que confirma que  Havelock Vetinari tenía razón al odiar a los mimos.

jueves, 20 de octubre de 2022

Lecturas de la semana. Horrores breves

 


No es que variemos mucho la temática, pero con esto de que octubre se haya convertido en el mes oficial de las historias de terror, es un buen motivo para juntar varias lecturas mientras hago tiempo para poder ver la última (supongo, al menos con Jamie Lee Curtis) de Halloween. El caso es que esta vez se trata de temas mucho más habituales en el cine que en el papel impreso, al menos hasta hace poco: el slasher y los zombies.



Stephen Graham Jones. La noche de los maniquies. Jones ha sido junto a Grady Hendrix, uno de los descubrimientos de este año en lo que a terror se refiere. Aunque tiene ya bastantes libros, ha sido publicado desde hace poco en España gracias a La biblioteca de Carfax (que lo mismo sacan a este texano, que a una señora victoriana, que te dejan hecho una bolita con La chica de al lado de Ketchum). Tras El único indio bueno y Mestizos, Jones narra, a partir de la broma organizada por un grupo de amigos, una historia que se mueve entre la venganza sobrenatural y el slasher: cuando el maniquí que Sawyer y sus amigos cuelan en una sala de cine con intención de hacerlo pasar por uno d ellos espectadores, no imaginaban que este desaparecería entre el público. Ni que, quizá buscando algún tipo de venganza, regresaría para matarlos uno por uno, empezando por Shanna, empleada de la sala de cine y a quien querían gastar la broma en un principio. Sawyer parece ser el único consciente de lo que sucede y sabe que solo puede evitar que sus compañeros sean víctimas de este adelantándose a los pasos del maniquí al menos, ese es el plan que ha desarrollado.

Publicado como novela corta, este casi podría ser un relato largo, que se ha hecho demasiado escaso (y más en estos tiempos de crisis del papel) y que se hubiera agradecido como parte principal en una colección de relatos más amplia. Este es una vuelta de tuerca muy particular al slasher donde el punto de partida es tan improbable que su deriva hacia el género llega muy rápido y no pretende ocultarlo, sino hacerlo de una forma opuesta: el lector sabe lo que sucede desde el principio, siendo esta noche de los maniquíes un poco un viaje inverso en la narración donde echa mano de gran parte de los tópicos de este género. Este, por lo rápido que se agotaría su trama, y la brevedad con la que la maneja, podría verse como una obra menor, más un entretenimiento en comparación a sus narraciones más largas, pero es una buena forma de echar un primer vistazo a aun autor al que de momento, me ha convencido. No todo va a ser horror cósmico o fantástico de entre guerras.



Manuel Martín. Noche de difuntos del 38. La novela, publicada durante el boom de la ficción zombie,es ahora más popular por su adaptación cinematográfica, Malnazidos. No hay mucha diferencia entre ambas versiones, siendo la historia de Jan, un teniente de los requetés, capturado por un grupo republicano poco antes de que los muertos comiencen a levantarse y a hacer caso omiso de la ideología de ambos bando, atacando a todos por igual, muy parecido a la desarrollada en el guion.

El estilo es muy similar, siendo rápido, centrado en la acción, aunque difiere en algunos aspectos: el libro de Martin recurre a uno de los arquetipos habituales en el género d zombie, que sería narrar el comienzo de una epidemia global (aunque este caso, supondría el principio de una ucronia en la que los muertos vivientes tomarían los campos de batalla en Europa), los causantes de la epidemia tienen menos presencia, siendo aquí los científicos nazis poco menos que la justificación de esta en lugar del antagonista final, y sobre todo, el texto tiene menos humor y resulta menos amable con muchos d ellos persones: Jurel, el falangista que en pantalla era deslenguado y ridículamente mujeriego, aunque con una tragedia personal que le hacía empatizar con sus enemigos, es aquí alguien cobarde y violador en potencia, de esos que parece pedir a gritos ser la merienda de los zombies. Matacuras, la miliciana, es una víctima potencial en un par de ocasiones, además de ser abiertamente el interés romántico del protagonista, teniendo ambos su final final 8zombies aparte, que no se daba en el guión. Que, por comparación a la novela, es uno de eso caso en los que una narración sirve para una producción audiovisual que acaba resultando mejor. .


jueves, 13 de octubre de 2022

Shea Ernsawh . Long live the Pumpkin Queen. Pesadilla después de Halloween

 


Si hay una película de temática festiva que le gane al resto, es Pesadilla antes de Navidad. La cinta de Henry Selick puede verse tanto en navidad como en la última semana de octubre (o si te llamas Renaissance, cualquier día del año). Bueno, y porque es una de  las producciones infantiles más  memorables de los últimos 30 años. El cariño de sus fans por los habitantes de Halloween puede compararse  a los del rey Jareth o los Goonies. Y aunque todas estas sean un valor seguro, es muy difícil revisitar la película original con la intención de hacer una secuela. En este caso Disney ha optado por una opción más discreta, y lanzar  la segunda parte oficial en forma de novela.



 



Esta es la historia de Sally, la muñeca de trapo que ayudó a Jack Skelington a salvar la Navidad devolviendo a Santa Clavos  a tiempo para poder  deshacer el desastre provocado  por el rey de Halloween cuando  intentó adueñarse de una fiesta que  no le correspondía. Ahora, recién casada, se encuentra ante  el título de reina y sufre la presión de preparar el próximo Halloween, siendo el centro de atención de los habitantes de la ciudad. Incómoda y fuera de lugar   con su nueva situación, decide ocultarse  en el mismo bosque donde hace unos meses Jack había encontrado la entrada a los mundos de las otras fiestas, y donde una de las puertas, oculta entre el resto de árboles,  lleva a un lugar que desconoce, pero que también sirve para que una criatura, ladrona de sueños, escape y ponga en peligro a los habitantes de todos los mundos y el de los humanos.

El libro está pensado para una franja de edad  dentro del Young adult, haciendo más hincapié en la primera que en la segunda parte de la calificación. El estilo es muy asequible, y el inglés, muy sencillo: la narración se ha escrito en presente y primera persona (desde los libros de inglés de tercero no había vuelto a encontrar una redacción así). Además de ser muy breve, como también lo fue  la película que na que se basa, que no llegaba a la hora y cuarto, pero que resulta suficiente para lo que quería contar: una historia centrada únicamente en Sally, que debido a lo que sucede en la trama, es casi el único personaje que aparece durante muchos capítulos.


Ernshaw en este caso ha conseguido caracterizar muy bien a la protagonista, y desarrollando su forma de ser: de alguien  que pasa desapercibida toda su vida, se convierte en una figura principal, sufriendo el síndrome del  impostor que supone el desencadenante de lo que se narra.  Durante las pocas páginas que dura la novela, se  presenta como alguien muy perdido,  con miedo a asumir sus propios logros y en buscad del lugar que le corresponde. Se nota que la autora adora la película y especialmente a Sally, a la que convierte en heroína, pero eso  no se suficiente para hacer una buena historia.

 Aunque  esta cuente  ya con varios libros publicados, la secuela de Pesadilla antes de Navidad produce en todo momento la sensación de estar ante un fanfic. Uno bien escrito, pero en el que se juntan todos los tópicos a los que recurre alguien que quiere homenajear su obra favorita: intento de ampliar el lore describiendo una variedad de mundos, apariciones de varios nuevos aunque sea de forma anecdótica (el mundo de los sueños,  el del hada de los dientes, el de Father Time), un desconcertante cameo de la Reina de Inglaterra que sirve como momento de inspiración motivadora a su protagonista (todos imaginábamos que seguiría siendo una figura más en el momento de la publicación) o un desenlace excesivamente  edulcorado. Recursos que  no resultan muy profesionales pero que desentonan menos que la decisión de la autora de  cambiar los orígenes de Sally, dotándola de un pasado distinto al original, haciendo aparecer a los padres de esta, y con ello, rompiendo una de las normas originales de los habitantes de la ciudad de Halloween:  no son malos, sino que su naturaleza es la de dar miedo.

Long live the Pumpkin Queen, pese a tratarse de una secuela oficial,  resulta una narración simpática, aunque muy anecdótica: es físil imaginar una continuación para una obra tan única como la que fue la película  del 93, y se aprecia el trabajo de Shea Ernshaw, que respeta y comparendo al personaje principal, haciendo que su  historia resulte entretenida y curiosa. Pero también produzca la sensación de haber inventado una historia con  los personajes y el mundo que le han prestado por un tiempo limitado.