jueves, 29 de diciembre de 2022

¿Quien mató a Tia Roo? Cuando Hansel y Gretel engañaron a la bruja

 



Las fábulas tradicionales no son figuras ajenas al cine de terror. Los elementos presentes en las versiones originales hacen que muchas de sus imágenes pasaran a considerarse poco actos para la mentalidad infantil y fueran convenientemente expurgadas ...lo que supuso que estas también se convirtieran en un recurso para muchos guiones Y aunque la recuperación de sus inicios parezca algo reciente, el cuento de Hansel y Gretel fue adaptado a principios de los setenta, en una película que pese a plantear una visión moderna de la bruja y los huérfanos, también aportaba más matices y hacía que un entorno contemporáneo resultara igual de fantasmagórico que un bosque. 



Es navidad en los años veinte. En algún lugar de Inglaterra, una viuda, a la que los niños conocen como Tía Roo, celebra una fiesta de navidad para varios de los hospedados en  el orfanato local. Una tradición que a juzgar por los problemas para pagar a sus empleados y a las tiendas, puede que no dure mucho más y que este año su celebración anual se vea alterada por la llegada inesperada de Christopher y Kathy,  dos hermanos cuyo comportamiento díscolo y tendencia a inventar historias ha supuesto que se quedaran fuera de la lista de invitados seleccionados por el orfanato para acudir a la velada. Pero  la tía Roo se fija en que la pequeña recién llegada  guarda un sorprendente parecido con Katherine, su hija fallecida durante la infancia y con la que  intenta comunicarse incansablemente a través del espiritismo, y que su aparición quizá sea una oportunidad para recuperar a su hija. 


Su condición de cuentos de hadas siniestro viene acompañado también por su concepción de historia navideña, muy subversiva, dotada de muy mala idea y una visión de lo siniestro más efectiva que otros intentos más modernos. La mansión de la protagonista, a la que los niños llaman La casa de jengibre para disgusto de la directora del orfanato, la decoración navideña entre vintage y sobria, acompañada or esos juguetes antiguos que a muchos les producen inquietud (como curiosidad, nunca fue mi caso. Soy de esas personas a las que una muñeca abandonada les produce más pena que miedo), y  el tratamiento de la obra benéfica estacional, imparcial y sin hacer apología de nada, pero reflejándola como un mero parche para conciencias y no como una solución, se convierten en un escenario propicio para la comedia negra. En este caso, con un humor muy sutil y oscuro. Y sobre todo, el personaje de Roo, interpretado por una Sheley Winters capaz de ofrecer todos los registros en poco más de hora y media: una mujer  compasiva, generosa, incapaz de asumir su decadencia pero también de secuestrar, y eventualmente, poner en peligro la vida de dos niños. La viuda que organiza una fiesta y acoge a los más desfavorecidos es la misma que atiende amorosamente al cadaver disecado de su hija. 




Rodada sin estridencias visuales y sin efectos, el mayor apoyo  lo son también los personajes. Junto a su antivillana protagonista, se encuentra una pareja de hermanos cuya inocencia no tarda en  ponerse en entredicho: la capacidad fabuladora del mayor pasa a convertirse de un hilo conductor a alago más peligroso, pero no le impide recurrir al robo o al asesinato, o alterar la percepción de la realidad de su hermana menor. De no ser por su condición de protagonistas, ambos no estarían fuera de lugar en una película sobre niños malvados... o haciendo perrerías en una ilustración de Edward Gorey. 

Una ambigüedad moral que también afecta al resto de secundarios. No importan las fechorías que hayan cometido, ninguna obra tiene su consecuencia. Los siniestros empleados de Roo  y culpables de engañarla durante años, desaparecen  sin dejar rastro tras sacar provecho económico de un chantaje. Incluso al falso medium poco parece importarle lo que sucede. Después de todo, ¿a quien le importa un huérfano más o menos?




Esto hace que Fábula macabra, como se tituló originalmente en castellano, sea una visión de Hansel y Gretel con muchos más matices, aunque las referencias y estructura original del cuento están presentes: el apodo de la mansión, dos hermanos, el encierro de uno de ellos y un desenlace en el que no falta el uso de un horno y su bruja ardiendo, suponen que este sea, en apariencia, una de sus versiones más blancas, pero con más trasfondo y potencial. 

Quien mató a Tia Roo funciona como fábula siniestra y como película de terror navideña. Sin grandes despliegues pero sí con unos personajes memorables y mucho humor negro. Y también, para preguntarme qué he estado haciendo  en lugar de ver otras producciones de terror que dirigió Curtis Harrington. 

2 comentarios:

  1. ¡Feliz 2023! A ver qué sale en la tirada de dados de este año. Yo creo que ya toca invasión alienígena xD.

    Creo que mis gusto por el terror viene precisamente de las fábulas tradicionales, en concreto de los cuentos de los hermanos Grimm que me leía mi padre de pequeño en una edición de Anaya. Y aunque los suavizaron y adaptaron para un público infantil, tienen elementos indiscutibles de terror. Lo cual me hace preguntarme cómo serían esas primeras ediciones de los cuentos para que los Grimm tuvieran que rebajar el contenido xD.

    Me anoto la película, que no la conocía. Tiene todo lo que me gusta, folklore tradicional y grano setentero xD.

    Lo de las muñecas siempre me ha inquietado bastante. También porque la colección de de muñecas de porcelana de mi madre siempre me ha parecido muy creepy con esas caras que parece que están tramando algo y esos ojos que te siguen allá a donde vas xD. Muy fan de ese título en castellano, Fábula macabra.

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  2. ¡Feliz 202...por favor, no saquen más eventos históricos que nos da algo! XD

    Por lo que había leído, los Grimm aligeraron los párrafos más escabrosos de los cuentos tradicionales, pero menos la violencia que estos contenían, por lo que sospecho que a día de hoy podríamos estar leyendo Hansel y Gretel en lugar de ir a ver una película de Eli Roth XD.

    Esta la había encontrado de casualidad el año pasado en el catálogo de streaming, y aunque no tenía muy claro de que iba, el trailer de muñecas antiguas y cadáveres resecos me convenció para verla. También es la culpable que me esté aficionando al grano setentero.

    Lo de las muñecas es muy curioso: las de porcelana tienen muy mala fama, pero las de plástico que conocimos nuestra generación, desde la nancy hasta el nenuco, tienen una cualidad bastante más inquientante: el amarilleado que adquiere su plástico con el paso del tiempo les da un aspecto mucho más maltrecho e inquietante. Una vez más, los setenta y los ochenta acaban aportando algo de horror a la cultura popular, aunque sea de forma involuntaria.

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