Aunque cueste, siempre habrá fotos relacionados con gatos
Parece mentira que a estas alturas no haya hablado de George A. Romero, el responsable de los zombies tal y como los conocemos hoy. Y es que, antes de que estos se pusieran de moda, él se encargó de una serie de películas que tratan sobre la aparición de los zombies, y de la desaparición de la sociedad, a lo largo del tiempo. Y tan largo, porque empezó en 1968 con una peliculita en blanco y negro y llegó hasta el 2009 con seis películas (sin contar el remake de la primera en el 89). Y es que, hasta el 2005, la salida de estas se alargaba cosa mala: con una por cada década, hasta los 20 años que mediaron entre Day of the Dead y Land of the dead. En cambio, es a partir de esta última, seguramente por haber empezado ya a gestarse toda esta moda zombilística, cuando decide seguir con la serie que lo hizo famoso a un ritmo más acelerado, y dos años después aparece Diary of the Dead.
Aunque toda su serie de los zombies se caracteriza por ser unas películas completamente independientes las unas de las otras, Diary of the Dead es la que le da la mayor vuelta al tema y se salta un poco la continuidad temporal de las anteriores: los muertos han comenzado a levantarse (otra vez), cosa que sorprende a un grupo de estudiantes de cine en pleno proyecto de fin de carrera, y que deciden aprovechar para filmar todo lo que puedan e irlo subiendo a la red. Algo así como los vídeos de gaticos, pero con zombies. En un principio la realización sería la típica de “metraje encontrado”, del que tanto tiran las películas de bajo presupuesto y que tiende a marear bastante, pero Romero lo cuida bastante explicando que las imágenes se rodaron con cámaras semiprofesionales y que fueron montadas y editadas, con banda sonora y todo, antes de mostrarlas. De hecho, en más de una secuencia los personajes aparecen tirando de cualquier rato y conexión a Internet, que empieza a fallarles, para ir subiendo los vídeos que han rodado desde que se encuentran al primer zombie hasta que llegan…bueno, en realidad no tenemos muy claro hacia donde quieren ir, ni siquiera lo tienen ellos mismos: en un principio, pretenden llegar a la casa de algunos personajes, para después cambiar de opinión y visitar la mansión de otro de sus amigos donde supuestamente, estarán a salvo (de los zombies puede. Pero no de su estupidez, que tienen bastante).
Con estas ideas, la película se plantea un poco como una road movie también, ya que pasan bastante tiempo conduciendo en la caravana, y de paso, haciendo alguna parada para repostar, o incluso, conociendo a otros personajes, desde saqueadores, a un grupo de tipos que han conseguido organizarse y procuran repartir comida y gasolina de la forma más equitativa posible. Estos últimos tienen su gracia porque si hay algo típico de las películas de Romero, son los negros con papeles de líderes, o al menos, con caracteres fuertes: tuvimos a Duane Jones en la primera, a Ken Foree en zombie, a otro que no recuerdo el nombre en Day of the dead, y en Land of the Dead, el personaje se cambia de bando para hacer de zombie con inteligencia superior a la media. Su aparición en esta es bastante breve, y en su lugar está el profesor de los protagonistas, que mantiene la calma en todo momento y además, se las arregla muy bien con un arco y unas flechas. Una cosa hay que reconocerle: ¡Romero se adelantó varios años a Daryl Dixon!
Yo de mayor quiero ser como este tío
Si hay algo a favor de Diary of the Dead, es el buen ritmo que mantiene: aunque lo diga habitualmente de muchas películas, es entretenida, tiene gancho y en ningún momento acabé pensando “por dios, que se acabe esto…”. Por otro, tiene algunos fallos menores, como abusar de la moralina sobre la manipulación de los medios de comunicación, a base de voz en off, e incluso de recordar la famosa frase de “Ellos son nosotros”, que decía la protagonista en el remake de La Noche de los muertos vivientes. Aunque Romero siempre mete algo de crítica, o lo intenta, en la saga de los zombies (desde los prejuicios raciales hasta el consumismo), aquí resulta excesivo.
Pero lo peor de todo, y que lastra la película por completo hasta convertirla en algo bastante flojo, es la completa falta de sentido común: los personajes no tienen ninguno. Y aunque pueda valer el que alguno de ellos se niegue a soltar la cámara, así le esté un zombie mordiendo los menudillos, lo que no tiene disculpa es la tontería de la que hacen gala en la última mitad de la película: los protagonistas llegan a la dichosa mansión, que es una verdadera fortaleza. La puerta está abierta pero no hay cadáveres a la vista…y no se les ocurre otra cosa que dejar la verja abierta, que entren todos los bichos que quieran, y ellos, hala, a meterse en una habitación del pánico para editar y subir a la red la película de marras ¿Qué más da que estuvieran en una casa enorme, con comida y agua para varios meses, y sin posibilidad de que entrara ni un solo bicho? No, lo importante es encerrarse en una ratonera, y a hacer el Igmar Bergman.
Pero, pero, peroperopero...¡¡coge un palo o algo!!
Con la cantidad de tonterías que acumula, muy lejos de la lógica que mantenían los personajes de las películas anteriores, no me extraña que las críticas se la comieran viva: está muy lejos de clásicos como Zombie, o incluso, de las que no llegaron a gustar tanto, como Land of the Dead (que a mí me gustó un montonazo), y aunque la ambientación de la película hace que el peligro sea bastante evitable, y en todo momento dicen que los zombies son lentos y pueden evitarse, no me extraña que unos protagonistas tan tontainas tengan pocas oportunidades ¡Pero es que se lo buscan!