jueves, 31 de octubre de 2024

Let England Shake II. Hijos de hombres y el Worst Case Scenario

 


Si la granja de Cold Comfort servía de escenario  para una comedia  llena de ironía en la luminosa campiña inglesa,  el regreso al presente y a Londres, la ciudad por excelencia, sirve para  uno de los escenarios más sombríos que también pueden dar las islas británicas.  Quizá porque este aislamiento  que les supone su insularidad da pie a plantear que podía  suceder  ante una catástrofe global, o en este caso, como afrontarían lo que podría ser  el fin de la humanidad…que no es ese final rápido e indoloro con el que todos los que estamos esperando a un meteorito que  ponga orden teorizamos, sino uno más inquietante y  sin posibilidad de alternativa: ¿y si nos extinguimos definitivamente? O peor, ¿y si tuviéramos que convivir, diaria e inevitablemente, con nuestra inminente extinción?


En 1996 nació el último ser humano.  El miembro más joven de lo que se llamaría la Generación Omega marcaría el comienzo, por motivos desconocidos, de la  esterilidad que acabará con toda la especie humana. Sin  el nacimiento de un solo niño en dos décadas, los miembros más jóvenes de la sociedad se han convertido en seres hedonistas, muchos organizados en bandas de delincuentes, mientras el mundo se dirige paulatinamente a su desaparición. Los controles periódicos en búsqueda de  personas fértiles, son intentos de mantener a la población sana y ocupada, solo son una fachada que oculta una realidad  donde  los hombres  morirán de viejos,  en el mejor de los casos, en las colonias penales establecidas en distintas islas o en los suicidios colectivos y voluntarios,  ofrecidos  a la población más anciana en un intento  de aligerar la presión asistencial en un mundo donde   la mano de obra empezará a escasear. En esta Inglaterra de  jóvenes nihilistas y ciudadanos entrados en la mediana edad,  Theo Fanon lleva una vida solitaria, lejos de las esferas de  poder en las que su primo, proclamado  Custodio del país, dirige el gobierno manteniendo  el orden a toda costa. Todo cambia  cuando un grupo de  jóvenes contacta con este en un intento de hacer valer su influencia y que las políticas dictatoriales sean abolidas. Theo,  al menos al principio, carece de ningún motivo por a prestar su ayuda, en un mundo en el que todo da igual. Salvo que algo puede cambiar: una de los miembros del grupo ha quedado embarazada.

La carrera de James se centra más en el policiaco y el misterio, aunque sea una distopia de 1992 una de sus novelas más conocidas y adaptada al cine. Esta adapta una hipótesis  global a un escenario concreto: como afecta la inminente desaparición de la humanidad a un país del primer mundo “civilizado” como sería  Reino unido, y la reacción de este a nivela político. La planificación de las entrada de inmigrantes para cubrir la necesidad de mano de obra, los programas de eutanasia voluntaria o las políticas de mano dura contra la delincuencia, un desarrollo del trasfondo que  da paso a la historia de los protagonistas, casi de forma involuntaria: el personaje principal, buscado por su relación con esa figura dictatorial  que ahora gobierna, es caracterizado como  alguien a quien la vida dejó de importarle hace mucho, al quedar marcado por el accidente en el que murió su hijo de tres años. Es precisamente un detalle tan anecdótico, pero tan terrible como fortuito, lo que sirve para marcar la importancia de la falta de niños no solo en relación al futuro de la especie humana, sino en como afecta a la sociedad: esta sigue emitiendo reposiciones de programas infantiles, muchos ciudadanos recurren a muñecos de porcelana que tratan como bebés y parte de la población cuida a sus mascotas como si fueran hijos, llegando a bautizarles, mientras que  las eutanasias se llevan a cabo ocultando los gritos de quienes se arrepienten. Si un párrafo donde se describe una de esas ceremonias fallidas es aterrador, todavía lo es más algo tan sencillo y grotesco  como una mujer mostrando orgullosa al protagonista a su gato con un faldón de bautizo.


James, viendo como siempre es posible cagarla más que Tatcher

Otro de los elementos que utiliza  James es al transformación y perversión  de las tradiciones. Ella misma fue miembro de la cámara de los Lores, y aquí, el antagonista se nombra a si mismo  custodio, empleando  como símbolo de su cargo un aniñllo que acabará en manos distintas. Y precisamente su programa de suicidio  busca  acallar lo que es mediante una ceremonia casi teatral  con reminiescencias de los mitos de gran Bretaña

No se trata de una novela de acción con facciones enfrentadas y  desenlaces épicos, sino como una situación afecta a sus protagonistas de forma que esto puede hacer que todo cambie. A lo largo de la huida de estos a través de Inglaterra,  varios  caerán  bien por la traición interna, por uno de esos grupos de jóvenes  salvajes que James, como trasfondo de la narración, desarrolla  con gran sencillez y credibilidad, o por la propia fuerza del orden quienes  pueden sufrir el mismo destino. El final, pese a un último instante de luz, tampoco resulta esperanzador, dado que la autora no solo aprovecha las referencias al uso de objetos como símbolo de poder político sino que a través de ellos sugiere  que pese a ese momento en el que na humanidad no está perdida del todo,  el triunfo de los protagonistas no es un porvenir  brillante ni la caída de un régimen dictatorial: solo será un cambio de gerencia.


jueves, 24 de octubre de 2024

Let England Shake I. La hija de Robert Poste y los Infelices 30

 


Inglaterra está, a los ojos de sus vecinos continentales, ligada de forma inseparable a las historias de fantasmas clásicas, el humor fino y elegante, a l origen de la fantasía que sería canon años después e incluso a los primeros clásicos de la ciencia ficción. Pero también a las sombras, más que a las luces, de la época  victoriana, de las brutales políticas coloniales y el Tatcherismo. Y con ellos, su respuesta cultural: Londres  bajo la  vigilancia del Gran  Hermano,  bajo la felicidad  programada de Ford,  la máscara de  Guy Fawkes que amenaza  el régimen dictatorial que la mantiene unida…y también el estrafalario linaje de los Groan y lo vacío de sus tradiciones.  Su literatura refleja la historia de la misma forma en que lo hacen en el resto de países, pero quizá con esa mayor presencia derivada de ser el idioma  y cultura anglosajones  los que tienen  mayor peso en comparación al los demás. Y en el caso de Gran Bretaña, con esa particularidad suya de ser  europeos, pero no como el resto del continente, con esa sensación de saberse al margen de  gran parte de los conflictos que tuvieron lugar en tierra, y un poco, con cierta sensación de identidad propia, separada de los demás. Esta percepción  concentrada en lo propio, de cierto individualismo, se percibe también  en unos años en los que, mientras sus vecinos se preparaban para el próximo conflicto, el país se recuperaba de la Gran Depresión volviendo a una imagen idílica y un tanto cómica de los estereotipos locales.


Esta es la historia de Flora Poste, una huérfana que tras la pérdida de sus padres debe trasladarse al corazón de Inglaterra para instalarse con los Starkadder, propietarios de la granja de Cold confort. Estos, en deuda con la familia de  Flora por una afrenta sucedida hace años, parecen marcados por los secretos y la tragedia. La matriarca, Ada, vive encerrada en su habitación obsesionada con lo que presenció  siendo una niña. Su hija lleva una vida por y para sus hijos varones, obsesionados por la granja y  o por su desprecio a las mujeres. La más joven de la familia está abocada a un matrimonio acordado con un hombre  brutal que le dobla la edad…y si el lector estaba esperando un drama oscuro lleno de conflictos  psic9ológicos se va a llevar una sorpresa, porque lo que sucede en  Cold Confort tras la llegada de Flora  Poste está más cerca de las novelas de  Woodehouse que las de las Brönte.

El libro es el primero de la saga del mismo nombre que la granja,  del que solo se ha traducido este al castellano. Publicado en 1933, este tiene un componente muy sardónico, del que hace pensar  precisamente en el concepto de ironía inglesa y  humor británico. Este toma como punto de partida situaciones clásicas de la tradición narrativa  más oscura para darle la vuelta de una forma abiertamente paródica: Flora no es ninguna  jovencita desvalida  sino una mujer en la veintena  que tras varios intentos de  apalancarse  en la casa de distintos familiares 8quienes  le dan convenientemente el esquinazo) acaba  instalada en una granja con un nombre muy poco esperanzador. Los miembros de la familia  Starkadder llevan sus  obsesiones hasta el absurdo, con esa  cabeza de familia que solo se asoma pare decir ominosamente  p “solo era  una chiquilla, pero vi algo sucio en la leñera”,  una de los hijos va declamando su desprecio a las mujeres mientras que otro  de los residentes en la granja anuncia con el mismo dramatismo  su  próximo matrimonio con la más joven, mientras que otro de los hermanos atormenta a todo el que se le ponga a tiro con su fanatismo religioso. Un escenario tremebundo que sirve    que  la protagonista adivine, en las primeras páginas, que detrás  de este  entorno claustrofóbico  hay gente con aspiraciones tan corrientes y  anodinas como  adorar al cine, ser un buen administrador de la granja, o simplemente, necesitar  salir a que les de el aire y modernizarse un poco. Este descubrimiento de quienes son, y la misión de arreglar sus vidas, sea asumida por la  heroína que se ve a si misma como una suerte de figura  capaz de  poner orden, muy similar a los personajes de jane  Austen con quien también se compara de forma indirecta.


La intención  paródica no  queda solo en el tópico de la Inglaterra rural atormentada, sino que también  aparecen personajes urbanos         que siguen todo tipo de  creencias y actitudes modernas, que llegan al escenario buscando esa idea de la campiña bucólica y la sencillez de la vida rural. Bohemios, intelectuales de medio pelo más salidos que el pico de una plancha,  joven es de buenas familia claramente incómodos con su estancia en un lugar  que no sea Londres…van haciendo su aparición en los alrededores de la granja y en la vida diaria de  Flora. Esta tampoco se libra de esta visión acida. Es un personaje que se ve a sí misma como la protagonista de una situación literaria (el “síndrome del personaje principal” adelantado varias décadas) y que como tal, previere vivir algo que ella ha idealizado en lugar de tomar  una decisión realista. Aunque se precisamente su complejo de superioridad y eses afán por  mejorar la vida de sus parientes  de la manera que ella estima conveniente,  lo que consigue sacarlos del bucle en el que viven.  Aunque para ello recurra a herramientas actuales que tampoco  se salvan de ser pasados por el filtro del humor. Porque en este caso, no falta ni la referencia al psicoanálisis como situación a todo.

El tono, con la intención humorística establecida desde el principio, es muy ligero: todos los problemas se solucionan rápidamente y sin contratiempo, sin más actuación que la de la protagonista aplicando lo que ella considera sentido común, para finalmente, encontrar también su desenlace muy propio de la comedia romántica. Una trama que acaba haciéndose demasiado simple en favor de presentar el mayor número de personajes cómicos posibles, y que hoy puede resultar demasiado inocente o forzada, más del gusto  de quien disfrute  con los libros de Jeeves que  con otras novelas  más modernas. Aunque lo mejor es el desconcierto que el lector acaba compartiendo con su protagonista al quedarse sin saber qué es lo que había en la leñera. Y sobre todo, ¿ porqué los antepasados de los Poste se peleaban por una cabra?




jueves, 17 de octubre de 2024

La muerte os sienta tan bien (1992). La arruga (no) es bella

 


La juventud, y la belleza eterna han sido uno de los mayores anhelos del ser humano. Unido  también al  rechazo al paso del tiempo como esa antesala de lo inevitable, el deseo de mantenerse, al menos en aspecto, joven,  se convierte en uno de los vicios   que han acompañado a industrias tan centradas en lo físico como son  la moda y el cine. Una exigencia  que ha sido criticada a menudo, parodiada, denostada y  reflejada en muchas películas que mostraban  los estragos, no de la edad  sino de los criterios de una sociedad que  quiere volver la espalda a la visión de la vejez, condenando al olvido a todos aquellos que  han  pasado esa edad óptima o  exigiendo  una  estética alcanzable únicamente mediante la cirugía. La parte más sombría de ese mundo de luces  ha sido  mostrada a menudo a través del drama psicológico o  bien del fantástico en su forma más oscura y visceral.  Si  El crepúsculo de los  dioses y la más  reciente  THe  Substance  so un buen ejemplo, la comedia también se una forma de  mostrar, con menos agresividad, la  pero la misma mala idea,  lo ridículo de intentar detener el tiempo. Aunque los protagonistas de la película de  Robert  Zemeckis, por un momento, lo consigan.


La muerte os sienta tan bien, además de ser   una de esas traducciones  creativas que acaban funcionando mejor que el título original (en este caso, Death Becomes  Her) adelanta lo que  sucederá a los protagonistas: Madison  y  Helen, actriz y escritora rivales desde hace años y con tendencia a  robarse las parajes una a la otra. Esto también sucederá cuando conozca a  Ernest, el prometido de Helen y que pasará a ser la última de las conquistas  de esta. Pero también, la gota que colma el vaso: años después,  Helen vive sumida en una depresión y obsesionada por  vengarse. Pero la vida  tampoco  ha ido  bien para la nueva pareja y el que fuera un  prometedor  cirujano plástico  se gana la vida como maquillador de muertos, y  Madison está  más ocupada  intentando aparentar menos años  que en mantener  una carrera artística en horas bajas.  Cuando, tras  reencontrar a Helen esta  contempla atónita como   parece haber rejuvenecido, decide probar  una formula que le asegura la juventud para siempre… con una sola advertencia: esta se mantendrá  pase lo que pase durante su vida. Incluso después de un accidente o de un intento de asesinato.



Zemeckis  es responsable de producciones   tan variadas como  recordadas. Éxitos como  Forrest  Gump,  Naufrago, pero  también Regreso al futuro, quien engaño a Roger Rabbit y  esta comedia fantástica que aunque no llegar a alcanzar el éxito de las anteriores, parece imposible que  sea considerada una obra menor contando con Meryl Streep ,Goldie Hawn y  Bruce Willis  como trio protagonista, además de Isabella Rosselini en un papel secundario. Centrada únicamente en los tres personajes principales,  la trama toma distintos tópicos del thriller, como  ese triángulo amoroso y un asesinato que sale mal, para después dar un giro  hacia el fantástico  y convertir al personaje mas apocado en el centro de las obsesiones e intereses de sus dos protagonistas


No hay  en este caso demasiada  comedia gestual, y las secuencias de la pelea  post mortem entre Goldie  Hawn y Meryl Streep se salda rápidamente en un par d eescenas  para dar paso a la segunda parte de la trama: el personaje de Bruce  Willis, motivo dela enemistad entre a ambas, se convierte en el objetivo a  proteger por un interés  común, pero también a quien mangonear por partida doble, algo que se dejaba entrever  mediante  la actitud de ambas y la caída hacia la mediocridad de este. Además de la rareza que supone el ver a Willis en un papel  cómico  no relacionado con el cine de acción. Y con un matita de pelo casi testimonial.


 


Los efectos e especiales, centrados especialmente en las escenas posteriores a la resurrección de  las protagonistas, son  un tanto puntuales pero han aguantado muy bien el paso del tiempo, algo parecido  a los utilizados en  La familia Addams en cuanto a uso y buen envejecer, pero son algo muy secundario  en comparación al tema principal y  su giro  de guion  en la parte central. Este  ocupado principalmente en el conflicto de las protagonistas, obvia elementos  tan interesantes como el personaje de Isabella  Rosselini como  anfitriona de un Beverly HIlls  por el que pasean  muertos ilustres como Warhol,  Marilyn, Jim Morrison o el mismo  Elvis, a modo de miembros de ese  culto  a la fama y juventud y como  guiño a esa cultura popular  de estrellas que vivieron rápido, murieron jóvenes y dejaron, o queremos creer, un bonito cadáver… como James Dean,  a quien también posible reconocer en ese momento.


Es el tono de  comedia amable el que hace que, ,pese a contar con momentos con un potencial tan hiriente como estos personajes   condenados a acabar embalsamados  para siempre,  se queda en una puya, opuesto al final  feliz ganado por ese protagonista un poco victima de las circunstancias que alcanza  la inmortalidad de forma metafórica, mediante  una buena vida y en la memoria de sus seres queridos (y , de una forma un tanto conservadora, mencionando como este  fue padre de familia numerosa) frente a la representación  de la vanidad con sus contrapartidas convertidas en poco menos que momias repintadas  una y otra vez.

Esta comedia  menor de Zemeckis lo es solo en comparación a sus producciones más vistosas y recordadas. Pero también es una película que  aún retratando un entorno tan superficial desde su nacimiento como es Hollywood, se adelanta varios años a su tiempo, recurriendo a la fantasía  para hacer mofa de una industria donde lo único que  cambia  son las tendencias en la cirugía estética.

jueves, 10 de octubre de 2024

Las colinas tienen ojos (1977). El infierno son los demás

 




Los setenta supusieron el fin del sueño americano  que el cine se había esmerado en reflejar.  El intento, salvo ciertas producciones,  de  mostrar una realidad más amable, obviando los conflictos que  luchaban por salir a la superficie, daba paso a un público consciente de la violencia, tanto  en el exterior, con la carnicería emitida en diferido desde Vietnam, como interior, donde el mundo alejado de los núcleos  urbanos  era mostrado como un entorno desconocido  y peligroso. Una sensación de desengaño, desamparo, en la que ningún lugar  era seguro y muchos cineastas   reflejaban entonces. los perros de Paja de Peckimpah, los excursionistas en Deliverance de Boorman, pero también  el cine de terror se adentraría en esa realidad, ya  alejada de los monstruos clásicos, donde el horror estaba en una carretera desolada y hacía que el castillo de un vampiro europeo fuera un lugar re conocible y amable. La violencia, menos explícita de lo que se recuerda en  La matanza de Texas, pero también  La última casa a la izquierda de  Wes Craven. También este último, mucho antes de volver al terror sobrenatural, ese escenario en el que  la violencia  se convierte en algo inherente al ser humano, tras la cual, la civilización es solo una capa muy fina. 



Las colinas tienen ojos comienza con la llegada de una  autocaravana a un paraje,  camino de California, que solo puede definirse como en medio de la nada.  En una ruinosa gasolinera el cabeza de una familia compuesta por un policía retirado, su mujer, sus tres hijos, su nieta y su yerno, preguntan como llegar a una antigua mina. Las recomendaciones   del empleado  acerca de los peligroso de atravesar  una carretera en el desierto, cerca de un campo de pruebas del  ejército aéreo,  es ignorada y poco después, un accidente los saca de la carretera y les obliga a pasar la noche en el desierto mientras los hombres de la familia buscan ayuda.  Pero durante la noche,  estos son atacados por los habitantes del desierto: un clan de  caníbales, que tras matar a los más ancianos, no dudan en saquear la caravana y llevarse al recién nacido. Destrozados, los supervivientes intentarán defenderse, con la misma  brutalidad, , de los asesinos que han prometido regresar. 


La historia  está inspirada directamente en la leyenda de Sawney Bean, el  patriarca de un linaje de caníbales que instalados   en una cueva  en una región de Escocia, mataron y devoraron a más de mil personas.  Un relato de carácter mítico, que si bien parece  alejarse del enfoque más crudo  del terror, es abrazado directamente desde en el momento en que uno de los personajes explica el origen de los asesino que los persiguen.  Cambiando  la Europa del Siglo XVI por  Estados Unidos en 1929,  se  acercan  también al final de los locos 20 (y que parte de los nacidos en esa década  andaban por la cincuentena en los setenta), acercan la sensación de abandono a u n escenario mucho más  familiar, como esa carretera que conecta núcleos urbanos pero que parece ajena al territorio desconocido para los protagonistas, urbanitas e incapaces de defenderse fuera de la seguridad de las ciudades. Es precisamente la figura   de autoridad más antigua, ex policía, el primero en ser asesinado  por esa  tribu de caníbales  concebida como un reflejo oscuro de los personajes principales, mostrados como civilizados   que, hasta el desenlace, parecen indefensos en un lugar donde todo es una amenaza, desde las temperaturas del desiertos, hasta las distancias, pasando por los animales que lo habitan. 




Es precisamente el desierto uno de los mejores recursos disponibles. Un espacio abierto en el que  alternan secuencias nocturnas y diurnas  pudiéndose ver en estas últimas la extensión del terreno y la sensación de encontrarse ante un paisaje lunar, donde   los únicos núcleos humanos son una ruinosa gasolinera y una cueva habitada por salvajes. Y en la que  la única muestra de civilización, casi artificial,  será  esa caravana, el reflejo de un hogar tradicional que  será pronto invadido y destrozado.  Escenario donde la posibilidad de  estar  habitado  parece tan  improbable como  amenazador, y que  seguiría utilizando se años después en propuestas como Horror  in the HIgh Desert. 




La realización en algunos momento resulta un tanto torpe. ES una producción hija de su tiempo, donde se mantiene cierto tono de cine de guerrilla, ese metraje con grano tan reconocible de la década, y se aprecia atropellado de algunas  situaciones, donde rozan un poco lo absurdo, y unos actores   a veces un tanto limitados  cuando se les pide un registro más allá de la violencia o  el miedo (al parecer alguno venía del cine para adultos.  Y no precisamente de las películas subtituladas del cineclub). Esto hace que la película tenga más valor en su conjunto de una forma similar a La matanza de Texas, e incluso a La noche de los muertos vivientes: por el uso, casi  pionero, de la lejanía de la ciudad  como algo hostil, y sobre todo, por esa parte crítica que se ve reflejada en el metraje. La oposición entre ambas familias (con un mismo numero de miembros y una misma figura de autoridad) casi  como un doble,  teniendo la violencia como nexo de unión, y el progresivo deterioro de su visión tradicional.  En los primeros minutos, se suceden las pequeñas discusiones,  desde el uso del lenguaje malsonante  hasta  una disputa  sobre quien ha sido el culpable de haberse perdido. Y finalmente, el regreso a una reacción instintiva de defensa y ataque, muy similar a la de los antagonistas, que  se plasma de forma descarnada en la  pelea del desenlace. Este se convierte en un final abrupto, carente de cualquier epílogo y   centrado únicamente en lo principal: la supervivencia. 

Las colinas tienen ojos, además de una de las películas  principales de Wes Craven ,es una de las más importantes dentro del terror de los setenta,  además de uno de los primeros papeles de Michael Berryman, un actor, que al igual que  Javier Botet años después,  destaca por su particular apariencia y desarrollaría una carrera de lo más  variada, no sola en el fantástico. 



jueves, 3 de octubre de 2024

Lecturas de la semana. Especial zombies


 Hace algo más de diez años, los zombies se convirtieron en el monstruo estrella de la ficción. Los cadáveres reanimados, que habían sido una parte  más del terror desde que  George A. Romero   popularizara sus rasgos modernos en La noche de los muertos vivientes, y a los que  Danny Boyle había  dotado de velocidad  en 28 días después ç8aunque  recordando a Enjuto Mojamuto, no son zombies sino infectados), se convirtieron durante  2010 en  adelante en la criatura más popular del siglo xXI.  Carente de identidad, de voluntad, e imposible de redimir a los ojos del público a diferencia de su pariente no muerto más cercano, el vampiro, reflejaban  bien la incertidumbre e inseguridad de una sociedad que venía de sufrir una nueva crisis económica. Walking Dead, del comic a la serie de TV, demostraba  que se podía hacer una historia sobre muertos vivientes duradera, lejos del público de nicho y los presupuestos ínfimos. Este interés se haría notar en el mundo editorial convirtiéndose la ficción  zombie en un subgénero más dentro del terror.  Esta semana, un poco porque parece que octubre se presta a ello, o por recordar esos años en los que  no teníamos ni idea de lo que se nos venía encima, he recuperado aun par de novelas que  recurren a los muertos vivientes de formas distintas cada una.



Craig Di Louie. Infection. Un virus desconocido provoca que  gran parte de la población caiga en coma. Poco tiempo después, los infectados despiertan, carentes de consciencia y  convertidos en depredadores    que matan a todo ser vivo que encuentran para alimentarse de ellos. En medio del caos, la sociedad se desmorona y solo  permanecen distintos grupos de supervivientes  intentando llegar al día siguiente. Uno de tantos, formado por un ex militar, un agente de policía, un adolescente y un sacerdote, tiene más suerte  que el resto y consigue llegar a uno de los pocos campos de refugiados que  lo que queda del gobierno  de Estados Unidos  mantiene todavía  en pie. Aunque en un espacio  atestado de gente, donde  malviven víctimas y depredadores, puede ser más peligroso que las ciudades  abandonadas y  llenas de cadáveres reanimados.

 Primero de una trilogía no traducida al  español, la novela de Di Louie establece los primeros pasos de una saga bastante rutinaria (al menos en teoría, porque no he pasado del primer libro), que utiliza los tópicos establecidos  den un género que  en 2011, eran ya bastante conocidos y explotados: el virus de origen desconocido, para no tener que explicar mucho, los tipos de zombies, siendo ya los corredores una categoría en sí misma, e intentando que el escenario sea algo más original, algunos zombies monstruosos, resultado de alguna mutación de esas que vienen tan bien en la ficción, pero que después de cuatro Resident Evil, los House of the Dead y un par de Dead Rising, tampoco es que sea tan original (salvo para hacernos  reflexionar sobre la influencia delos videojuegos en la ficción popular reciente).

l resto transcurre  por unos escenarios trillados, en este caso, ciudades y  carreteras despobladas de Estados Unidos, una serie de protagonistas de distinta procedencia y características, del que alguno se quedará  por el camino y  el final a vierto de cara al siguiente libro de la serie. Que, debido al ritmo de la narración, se hace más que evidente que esta saga  estaba pensada desde el principio.
La impresión general de este Infection es la de ser una de tantas. Casi, el equivalente  zombis a la novela comprada en una estación de tren, sin que esta ofrezca nada que vaya a ser recordada un tiempo después de haber pasado la última página. Correctamente escrita, rápida de leer, sin sorpresas pero también sin nada que la convierta en algo especial o que pudiera  destacar entre las decenas de novelas del estilo que se publicaban entonces.


Cherie Priest. Boneshaker. Durante los primeros años de la Guerra Civil Americana, los rumores de la existencia de minas de oro en la región del Klondike  atrae no solo a  quienes quieren hacer fortuna, sino a científicos deseosos de probar la eficacia de sus invenciones.  Que muchos inversores demandan para poder extraer el oro  del suelo congelado de Alaska. Es la primera prueba de una de estas máquinas, apodada Bonesaheker, la que provoca un terrible accidente, reduciendo  Seattle a cenitas y  provocando la fuga desde el subsuelo de un gas que provoca la muerte  inmediata de quienes lo inhalan y su regreso como cadáver reanimado. Quince años después de que  no solo se perdiera la ciudad sino innumerables vidas incluida la de Leviticus Blue, el diseñador de la máquina, Briar, la viuda de este saca  adelante como puede a su hijo entre las miradas de los supervivientes que todavía  recuerdan el papel de su marido  en aquella catástrofe. Pero, cuando su hijo, intentando limpiar el nombre de su padre, escapa con intención de acudir a las ruinas de la ciudad, Briar debe adentrarse en un lugar  permanentemente envuelto en gas tóxico,  por el que no solo deambulan los cadáveres de las víctimas sino supervivientes acostumbrados a moverse en un entorno   hostil.

Cuando los temas de un libro son steampunk y zombies, al menos  este va a ser origina.  También el haber comenzado con una catástrofe en un periodo tan poco explotado en este sentido como es el siglo XIX con lo hace, y la novela dedica bastante tiempo a desarrollar el trasfondo  en el que se mueven los personajes. Este  es una época de pioneros, donde las condiciones de los buscadores de oro se ven sustituidos por ese apocalipsis retro que  genera un escenario muy particular, donde un accidente  masivo no tiene mayores consecuencias fuera de sus fronteras pero  da forma a la vida cotidiana de sus habitantes,  subsistiendo en las fábricas que se han establecido, y  con una estética muy particular entre el siglo XIX y las máscaras antiguas que son una parte   para la supervivencia de los personajes. El resto de elementos que sirven de trasfondo son los propios del steampunk: el uso de  naves voladoras, tecnología a vapor y laboratorios de diseño tan barroco como anacrónico, que son una parte más que se adopta como parte de un género  con una estética muy característica.

En este sentido, la novela es más una narración steampunk, donde el escenario y el número de personajes con premisa interesante (la ciudad  arrasada por un gas tóxico, capitanes de aeronaves, una princesa india que busca venganza y una tabernera con un brazo mecánico entre otros) se acaba comiendo a los principales que tienen en comparación muy poco tiempo. Estos, Briar, la protagonista, es quien tiene más peso, siendo sui hijo un poco es el Mcguffin  por el que debe empezar una aventura.  Aunque esta, caracterizada como una mujer fuerte y endurecida, se queda en un retrato un poco plano al ser necesario presenta runa cantidad de secundarios llamativos y a un antagonista que poco más va a salir, porque el libro, pese a ser el primero de una serie, es autoconclusivo y los siguientes  transcurren en lugares y con protagonistas distintos.

Además, pese a  que se defina como “steampunk y zombis”, de los últimos, poco hay. Salvo en el  prólogo donde se los menciona,  estos son uno d más de los peligros que pueden encontrarse en la ciudad donde transcurre  gran parte de la trama. Pero apenas tienen presencia, y perfectamente podrían haber sido sustituida por cualquier otro elemento peligroso. Casi da la impresión que  fueron un añadido para una novela escrita en un momento en que loa zombis pegaban fuertes y si era posible incluirlos en una obra de fantasía, adelante.  Al menos, de esta puede decirse “Vine en parte  por los zombies, me quedé por la locura steampunk con gases mortales, aeronaves, mad doctors con problemas de identidad y heroínas con mal carácter”.