Hoy toca biografías. Reales o ficticias en ambos casos, teniendo en cuenta que una no deja de ser una creación literaria y otra…uno de esos casos en los que la realidad supera a la ficción.
Hans Grimm. Historia y desventuras del desconocido soldado Schlump. Esta es la historia de un joven que poco después de cumplir los dieciséis años, decide alistarse como voluntario en la guerra que acaba de estallar en Europa. Sus comienzos, destinado en la retaguardia como vigilante en un pueblo de la frontera, donde el conflicto parece algo lejano y los granjeros lo consideran una parte más de su vida, su llegada al frente y su paso por las trincheras, su regreso temporal e retaguardia, tras resultar herido, y paralelamente, como la vida que había conocido se deteriora: el contrabando, la escasez y la conciencia de estar luchando en una guerra que ha sido perdida. La vida de Schlump, apodo que recibe al comienzo de su adolescencia, podría haber sido una de tantos jóvenes que tuvieron la fortuna de regresar a su hogar aquel noviembre de 1918, salvo que la suya es una ficción. Una que estuvo oculta durante décadas tras un ladrillo en la casa de su autor, en un intento por salvar una copia de la quema de libros que el partido nazi llevaría a acabo años después.
El libro, que podría considerarse como una nove a de aprendizaje, guarda más similitudes con Thomas el impostor, de Cocteau, que con sin novedad en el frente, el best seller con el que Grimm pretendía competir, sin éxito. Esta desarrolla a su protagonista de una forma muy parecida: ve la guerra como una parte más de un juego, y su primer destino es muy similar a un hogar. Sus primeros meses en el campo francés son similares a una novela costumbrista, aunque una un poco extraña, en la que el soldado se integra en la vida de la comunidad siendo al mismo tiempo un elemento extraño pero tolerado en ella. Tontea con las chicas como uno más, sus anfitriones lo tratan como a un hijo, pero debe encargarse también de mantener el orden e incluso de improvisar un calabozo para quien haya violado el toque de queda. Este prólogo termina bruscamente con su etapa en las trincheras. La escasez, los piojos, la violencia de unas armas desconocidas hasta ese siglo, hacen que los capítulos anteriores parezcan muy lejanos, que poco tienen que ver con la crudeza con la que ahora describe a los heridos en un hospital militar o la muerte de un civil en un bombardeo. Este supone el punto de inflexión a partir del cual describirá el avance de la guerra, presentando una atmósfera desoladora, y en el que prima un instinto de supervivencia (mediante el individualismo o el contrabando) al que Schlump acaba por sumarse.
Salvo por la caracterización de su protagonista, quien parece mantener cierta inocencia (quizá lo que lo ayuda a asimilar muchas situaciones), el libro está marcado por un tono antibelicista muy poco épico, y curiosamente, muy pro francés: los campesinos, y los civiles, son lo secundarios que salen mejor parados, frente a una masa militar anónima y rígida a la que el lector no llega a conocer al estar demasiado alejada de las balas.
Este también es uno de los casos en los que la historia tras la novela es tanto o más interesante. Firmada con seudónimo, el texto fue una pequeña decepción para su autor quien esperaba desbancar a la novela de Remarque, pero también una fuente de problemas una vez llegado el partido nazi al poder. Este debió permanecer oculto, perdido durante décadas, hasta su redescubrimiento que se describe en el prólogo que precede a esta edición. El centenario del armisticio habrá sido hace ya algunos años, pero los vestigios de e la guerra siguen apareciendo.
Emmanuel Carrère. Limonov. Desde niño Eduard Veniaminovich Savenko sabía que quería ser alguien recordado por la gente. Un héroe, un bandido o un escritor..no importaba, con tal de alejarse del futuro que podía esperar el hijo de un miembro de la tcheka destinado en Ucrania. Sus lecturas de Julio Verne y las novelas de a aventuras clásicas darían paso a un breve carrera como delincuente juvenil. Participaría en los círculos intelectuales underground de Moscú y decide que lo mejor es convertirse en un intelectual exiliado en Occidente. El éxito llegaría, pero no como él espera. Entre los bajos fondos de la ciudad, desempeñando todo tipo de trabajos, sus novelas autobiográficas acabarían por convertirlo en una figura entre la comunidad intelectual francesa. Esa solo será una pequeña parte de la vida del autor de Soy yo, Editchka o Historia de un servidor, tan capaz de deambular por los entornos marginales como de participar como combatiente en la guerra de los Balcanes, o ser miembro activo del Partido Nacional Bolchevique.
Carrère cuenta con algunas novelas donde la percepción de lo real o lo que interpreta su narrador es muy subjetivo (como El bigote o la inquietante La clase de nieve), pero también con escritos biográficos de aquellos cuya vida resulta tanto o más extraña que sus obras, como la de Philip K. Dick o el propio Limonov. Ambas elecciones están marcados por sus intereses, y en este caso, su intención es seguir la vida de alguien en que la frontera entre persona y personaje. Los libros de Limonov son eminentemente autobiográficos, y en más de una ocasión se plantea si muchas de sus decisiones se deben a la búsqueda de notoriedad, cierto narcisismo y obsesión por ser recordado. No es una biografía objetiva sino el recuento de una vida narrada por alguien que no tiene claro ya si admirarlo, despreciarlo o sentir compasión por él (aunque pasa de puntillas por su misoginia, no puede evitar mencionar con bastante ironía su preferencia por las mujeres cada vez más jóvenes según va envejeciendo, o su participación, entre lo real y el postureo, como combatiente en el bando serbio). Esta percepción varía según se acerca a los últimos años de Limonov, tras cumplir condena por actividades terroristas y convertido en una figura mediática en la Rusia moderna. Alguien que ahora mira a su pasado con cierto desprecio.
El estilo, aunque intenta mantenerse d dentro de lo objetivo de la novela periodística, se ve marcado muchas veces por lo personal. Carrère no puede evitar en más de una ocasión el comparar la vida de Limonov con la suya, novelista profesional e hijo de intelectuales, y reflexionar sobre las últimas palabras con las que Eduard cierra esta biografía: ha sido una vida de mierda. Quizá es una vuelta de tuerca al consejo de “nunca conozcas a tus ídolos”. O un buen momento para recordar la canción del mismo nombre de Pablo und Destruktion.
Me apunto al soldado Schlump. Sigo con libros pendientes como los que citas de Remarque y Cocteau. Cada vez me interesa más buscar literatura sobre la I Guerra Mundial ahora que he descubiertos relatos de barcos fantasmas hundidos por submarinos alemanes xD. No sé, ¿habrá por ahí un investigador de lo oculto que se pasee por las trincheras alemanas o aliadas? A ver si la próxima vez que vaya a España me hago con alguno de estos libros sobre los que te he leído. Mis libreros estarán contentos xD.
Creo que Limonov ha pasado por varias fases, que se pueden resumir en tres: la primera es la de enfant terrible, que gusta mucho por las francias. Luego la de "se te está yendo" cuando Limonov se empieza a meter en demasiados charcos. Y finalmente está la etapa de "puto loco", donde ya da igual si es el personaje el que se ha comido a la persona o es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde. Va loco. Y además es contagioso, si no que se lo digan a Pablo und Destruktion. Del libro de Carrere no recuerdo demasiado. Limonov siempre me ha parecido el Yukio Mishima mal xD.
El soldado Schlump lo vi de casualidad en un escaparate y decidí que tenía que venirse para casa...Empiezo a pensar que la I Guerra Mundial es mi zona de comfort, y eso no dice muchas cosas buenas de este siglo xD. En cambio, del tema submarinos y fantasmas de la guerra naval ya desconozco menos y me está dando curiosidad.
Creo que lo más cerca que estaré de Limonov va a ser el libro de Carrere (un autor que sí me ha gustado mucho, y donde se nota esa querencia de la gauche divine por los malotes y los enfants terribles). El objetivo final de la biografia parece ser, efectivamente, reflejar como la línea entre el autor y el personaje que se crea se hacen más difusos, hasta el punto de convertirse en una especie de monigote, un personaje más habitual en las crónicas de sociedad que ese rebelde que se creía al principo. Aunque, siguiendo con el simil, y viendo su tendencia posterior a buscarse parejas más jóvenes, si Limonov es el Yukio Mishima Mal, también es el Sanchez Dragó Bien, si tal cosa puede existir XD.
Me apunto al soldado Schlump. Sigo con libros pendientes como los que citas de Remarque y Cocteau. Cada vez me interesa más buscar literatura sobre la I Guerra Mundial ahora que he descubiertos relatos de barcos fantasmas hundidos por submarinos alemanes xD. No sé, ¿habrá por ahí un investigador de lo oculto que se pasee por las trincheras alemanas o aliadas? A ver si la próxima vez que vaya a España me hago con alguno de estos libros sobre los que te he leído. Mis libreros estarán contentos xD.
ResponderEliminarCreo que Limonov ha pasado por varias fases, que se pueden resumir en tres: la primera es la de enfant terrible, que gusta mucho por las francias. Luego la de "se te está yendo" cuando Limonov se empieza a meter en demasiados charcos. Y finalmente está la etapa de "puto loco", donde ya da igual si es el personaje el que se ha comido a la persona o es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde. Va loco. Y además es contagioso, si no que se lo digan a Pablo und Destruktion. Del libro de Carrere no recuerdo demasiado. Limonov siempre me ha parecido el Yukio Mishima mal xD.
El soldado Schlump lo vi de casualidad en un escaparate y decidí que tenía que venirse para casa...Empiezo a pensar que la I Guerra Mundial es mi zona de comfort, y eso no dice muchas cosas buenas de este siglo xD. En cambio, del tema submarinos y fantasmas de la guerra naval ya desconozco menos y me está dando curiosidad.
ResponderEliminarCreo que lo más cerca que estaré de Limonov va a ser el libro de Carrere (un autor que sí me ha gustado mucho, y donde se nota esa querencia de la gauche divine por los malotes y los enfants terribles). El objetivo final de la biografia parece ser, efectivamente, reflejar como la línea entre el autor y el personaje que se crea se hacen más difusos, hasta el punto de convertirse en una especie de monigote, un personaje más habitual en las crónicas de sociedad que ese rebelde que se creía al principo. Aunque, siguiendo con el simil, y viendo su tendencia posterior a buscarse parejas más jóvenes, si Limonov es el Yukio Mishima Mal, también es el Sanchez Dragó Bien, si tal cosa puede existir XD.