jueves, 31 de enero de 2019

Philip Fracassi. Contemplad el vacío. Cualquier sitio es un peligro

 
Es más fácil crear mala fama que buena, y el mundo editorial no es una excepción: suele ser más habitual escuchar acerca de los desastres de publicación que llevaban a cabo algunas empresas, en lugar de los aciertos de otras, y una muestra fueron las traducciones que hicieron famosa a la difunta Factoría de Ideas o los tejemanejes de Pulp ediciones a principios del 2.000. Queda, en cambio, la labor de hormiguita de Alianza, gracias a la cual muchos tuvimos nuestros primeros clásicos de terror, los lujos de Valdemar….y recientemente, una situación muy particular: que una editorial sea capaz de mejorar la presentación y diseño del material original que se plantean en publicar.
 
Desde que empezaron a aparecer una serie de autores nuevos en España, es imposible hablar de ellos sin fijarse en el trabajo de la editorial responsable, Dilatando Mentes. Cada nueva publicación viene acompañada por ilustraciones, un texto posterior con referencias empleadas por el autor, e incluso con una playlist de youtube a modo de banda sonora. Una mezcla bastante curiosa de labor de edición y trabajo de fans (la banda sonora en cuestión no es original, sino piezas existentes que serían adecuadas para cada texto) que en muchos casos hace palidecer las publicaciones en su lengua original. A ello se le suma la voluntad de publicar autores relativamente nuevos  de terror o weird, que a menudo se presentan mediante antologías.
Contemplad el vacío es la antología más reciente de Philip Fracassi, también inédito en España hasta entonces y cuyo libro debo reconocer que me llevó a engaño: con ese título, me esperaba como mínimo una recopilación de corte lovecraftiano, pero tal vez sea normal cuando en un título aparecen palabras como “vacío” o “innombrable”. El contenido, en cambio, era más bien distinto: dentro del género terrorífico, sí, pero con unas influencias que nada tenían que ver con  H. P. L. y sí con registros más recientes, quizá. Lo que narra en sus páginas recuerda más a los cuentos de King clásicos, a Bradbury, y en algunos casos, a un guión de Twilight Zone muy directo y sin las limitaciones que la época y el formato televisivo podía ofrecer.
 
Si el relato corto permite concentrar de forma más eficiente la atmósfera y los golpes de efecto, Fracassi aprovecha esto para crear un entorno despiadado para sus personajes. Como se advierte en el prólogo, nadie está a salvo, y en cada nueva historia parece amenazar con un desenlace desgarrador para entornos de lo más anodinos: el hogar de un matrimonio en crisis, una piscina comunitaria, un velatorio, o, yéndose a un entorno más exótico, el extraño encargo que recibe un ladrón de caballos. En estos, el terror del mundo real acaba derivando en el sobrenatural, y no es extraño que antes de enfrentarse a estos, sus personajes se vean de frente con lo que el lector puede temer en la vida diaria.  Una atmósfera bastante siniestra en la que el orden de los relatos juega a su favor: después de un paseo por unos escenarios en los que lo peor puede pasar de la forma más inesperada, la despedida la conforma una novela corta en la que, después de hacer sufrir al lector y personajes con una trama que casi roza el drama (un niño atrapado en una cueva donde sube la marea), ofrece un final cargado de redención para sus protagonistas.
 
Contemplad el vacío ha sido una antología muy distinta a lo que esperaba. En parte, por no informarme demasiado de su autor y contenido, y quedarme con el título, cosa que a veces funciona, y en parte por encontrar un estilo de terror que, desde los noventa, no me había convencido demasiado. Uno más directo, más lejos de lo abstracto, y que hace pensar en gente como King, Lisa Tuttle o Robert McCammon, solo a modo de referencia y sin que esto se convierta en una presencia constante. Porque Fracassi, por suerte, ha demostrado tener su propia voy y un estilo muy característico. Además de una versatilidad bastante desconcertante: su trabajo de escritor lo completa con tareas de guionista, entre los que aparece una producción de temática navideña. Después de contemplar el vacío durante una docena de relatos, lo último que esperaba era que una película de perritos que ayudan a santa Claus le había ayudado a pagar facturas.

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