jueves, 7 de febrero de 2019

Nightworld (2017). Tenemos un edificio chulo. El guión ya lo escribiremos

Europa del Este ha encontrado un hueco a la hora de hacer cine de bajo presupuesto. Algo derivado de poder aportar localizaciones y escenarios vistosos, pero sobre todo, unos precios más que competitivos en cuanto a rodaje y alojamiento. A menudo lo único que aprovechan es esto último, y la mayoría de producciones realizadas en ese país suele implicar una realización barata hasta límites irrisorios, un guión de terror mal contado con unos actores noveles dispuestos a enseñar cacho, o alguna antigua estrella de acción en horas bajísimas  (bueno, de esto último no me voy a quejar porque las últimas apariciones de Steven Seagal me han hecho mucha compañía en las tardes de colada y plancha). Lo sorprendente acaba siendo que realmente se valgan de lo primero que pueden ofrecer esos países, aunque implique valerse únicamente de una localización alrededor de la cual van preparando el resto.



En Nightworld ese escenario se encuentra en Bulgaria, en una mansión a la que acude un antiguo agente de policía estadounidense para trabajar como guardia de seguridad. El puesto, en principio, parece algo sencillo: un inmueble de más de cien años dedicado a viviendas en el que su tarea es vigilar mediante una cámara una sala oculta en el sótano. Ante cualquier anomalía, sin que sus misteriosos jefes le indiquen cual, debe avisar a un contacto. Es poco después cuando la visión de una sombra en uno de los vídeos desvela el secreto que se oculta en esa sala: un espacio vacío, al que todos parecen temer, incluso los encargados de guardarla, y que esconde una de las puertas al reino de los muertos que se encuentran dispersas en varios puntos del planeta. Pero ahora, esa puerta parece estarse debilitando y los habitantes del otro lado quieren traspasarla.


El guión, en conjunto, es pura serie B: hay una mansión misteriosa que esconde una puerta al otro mundo, un escenario limitado a dos calles, la casa en cuestión, y el bar de la esquina, y con ellos, cinco personajes contados, desarrollados de forma esquemática: el policía americano (probablemente para justificar el rodaje en inglés de cara al mercado) marcado por el suicidio de su esposa, un amigo que va a durar lo justito, el nuevo interés romántico y el secundario clave para poder explicar lo que sucede en la trama de forma rápida. Que en este caso, le corresponde a Robert Englund, a quien siempre es un detalle poder ver en alguna película. El argumento es breve y va al grano, sin esforzarse demasiado en dar un aspecto realista…tanto que da lugar a situaciones tan absurdas como ponerse a explicar a un guardia de seguridad recién contratado que los símbolos de una puerta son lenguaje enochiano imposible de traducir ¡Lo típico que te explican en tu primer día de trabajo!


La realización muestra una completa falta de efectos especiales que, en realidad, defiende bastante bien gracias a su escenario: ahí lo importante es la mansión sus habitaciones, y el poder evocar un escenario sobrenatural sin más medios que una sala oscura y unos extras maquillados de forma simple, que demuestra bastante ingenio, y quizá, bastantes ganas de meterse en la historia por parte del espectador. Una historia que, salvo el contar con un escenario interesante, y cuatro pinceladas, se queda en algo muy poco trabajado y que se ha visto en historias anteriores mucho mejores. El edificio en el que se desarrolla bien podría ser el de La centinela, y el resto de la producción tampoco se esfuerza demasiado: los diálogos son planos, el resto de personajes están por cumplir, e incluso factores técnicos como la iluminación y el sonido se quedan en la categoría de telefilme. Parece, en el fondo, que lo que tenían a mano era el permiso para rodar en esa localización y el resto decidieron irlo juntando por el camino.

Nightworld se queda en una especie de telefilme de corte fantástico. Desde luego, bastante mejor que las producciones de terror baratas que empezaron a inundar los estantes de dvds los últimos días de los videoclubs, pero tampoco llega ni de broma a la categoría de serie B que se recuerde después de verla.

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