jueves, 28 de junio de 2018

Gongjiam: Haunted Asylum (2018). Actualizando el formato



Aunque las películas rodadas cámara en mano hace mucho que ya no funcionan haciéndolas pasar como algo real, se han hecho un nicho dentro del género. Son uno de los formatos más baratos que pueden realizarse, y ni siquiera necesitan actores demasiado profesionales (con que griten un poco y parezcan histéricos, sirven). Van casi veinte años en los que no falla alguna película directa a vídeo o a plataforma digital que recurre a este truco, y salvo algunas que realmente consiguieron hacer algo original o darle la vuelta a un género tan trillado, cosas como Rec, VHS o As Above, so Below fueron la excepción y no la norma. Ahora, con cámaras portátiles disponibles al alcance de cualquiera, parecía que ya era hora de renovarse y enterrar la Panasonic y el tembleque en favor del cambio de gustos.


En Gonjiam, el hospital psiquiátrico que da título a la película, no son un grupo de cineastas en prácticas los que se acercan a investigar la leyenda y los fenómenos paranormales que tienen lugar, sino un youtuber, propietario de un canal dedicado al terror y las leyendas urbanas, quien reúne a un grupo con el objetivo de documentar lo que realmente sucede allí y comprobar si la leyenda de la habitación 402, el único recinto cerrado del antiguo hospital, es cierta. Al menos, un lugar donde se produjo el suicidio masivo de los pacientes y la desaparición de su directora, es lo suficientemente inquietante como para asegurarse los miles de visitas necesarios para conseguir beneficios, que, a fin de cuentas, era su objetivo como youtubers. O, incluso, alcanzar el millón, aunque para ello sea necesario falsear la grabación e incluir unos cuantos efectos falsos sin el conocimiento de algunos miembros. Aunque, como suele pasar cuando alguien se mete con una cámara en un manicomio abandonado, las apariciones trucadas no serán necesarias durante mucho tiempo porque lo que habita en el hospital no tardará en manifestarse.



Lo primero que se agradece de la película es el recurrir al cambio de formato. Tanto narrativo como en la calidad de imagen. La historia, montada en su mayor parte como el vídeo de un yotuber profesional, cubre la realización de un stream en directo de la que el público ve a través de las cámaras lo emitido en la plataforma, y lo que comienza a sucederle a sus personajes. También es cierto que desde la secuela o remake de El proyecto de la bruja de Blair le perdí un poco la pista a este género y no sé si este cambio es reciente o se ha dado ya en más estrenos. En este caso, la localización escogida es un entorno que no solía faltar en las listas de lugares macabros, y que los personajes mencionan junto a el bosque de los suicidios en Japón o la isla de las muñecas. Un sitio en el que no faltarían realities de corte paranormal o documentales de viajes curiosos para documentarlo.



El nivel de realización es algo que viene parejo a adaptar el registro a las tendencias actuales. Cuando la cámara de un iphone es un formato más de viable para grabar un corto, y tanto los drones como las gopro pasaron de ser una novedad a una pieza de tecnología asequible, ya no tenía sentido escudarse en la falta de luz y la escasa calidad de una grabación doméstica para justificar la falta de medios, y muchas veces, de calidad de la película en cuestión. El número de planos y puntos de vista no tiene ahora nada que envidiar a una filmación tradicional, salvo el mantener el uso de la primera persona, y en este caso no queda otra que jugar mejor con los escenarios y desarrollar unos personajes que, sin que sean algo sobresaliente, sí sean un complemento adecuado al guión. Algo que sí consiguen frente a otras producciones del género: el grupo genérico, chillón e intercambiable se ve aquí sustituido por uno, también muy impersonal, pero justificado por las circunstancias. Los protagonistas no desarrollan otra cosa que un trabajo, son poco menos que desconocidos entre sí, y su actitud acaba resultando profesional y coherente durante la primera parte del guión. Un guión que aprovecha muy bien una de las características del mundo de youtube: los vídeos virales, los fakes, la competitividad entre youtubers y los ingresos derivados de la publicidad, que sirven para motivar la permanencia de los protagonistas en el el escenario, y sobre todo, aporta un giro bastante curioso al final.
 

Las novedades terminan ahí, porque en realidad, la película poco más tiene que ofrecer. El guión,al final, se ha visto mil veces y ya a la media hora se sabe que lo que se ha visto hasta ese momento era falso, que en breve empezarán los fenómenos paranormales de verdad y que en ese manicomio no va a quedar vivo ni el apuntador, y que lo mejor que puede pasar a partir de ahora es que, lo que tengan que contar, que al menos lo cuenten de forma entretenida. Lo consiguen, pero la mayoría de escenas acaban recordando a otras famosas. Los personajes de cara a la pared de La bruja de Blair, los montajes de Grave Encounters, aunque allí se mostraran como humor negro y en este caso, se tomen más en serio, al igual que ese manicomio que parece alterar el espacio a su antojo. Y la estética de los fantasmas asiáticos que, teniendo en cuenta la nacionalidad de la película, también era de esperar, hacen que, aunque bien ejecutada, resulte algo poco original y que, salvo los noventa minutos durante los cuales se le prestará atención, no tardará mucho en olvidarse.



De Gonjiam se dijo en algún sitio que podría ser la próxima Tren a Busan, comparación muy exagerada tanto en contenido del guión como en calidad de este...Se le reconoce, al menos, el ser entretenida, aunque acabe en el cajón de las cintas rodadas en primera persona idénticas entre sí.

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