En los últimos años, las películas
antológicas han ido haciéndose de nuevo un hueco como no se había
visto desde hacía varias décadas. Sin llegar a tener una presencia
masiva, sí se han convertido en algo bastante habitual y en algunos
casos, incluso se saltan un poco las normas de las sucesiones de
relatos para ofrecer fórmulas más creativas, como en Trick r´Treat.
En otros casos, siempre es una forma de poder reunir varios
cortometrajes y poder seguir varios guiones hilados en una misma
cinta.
Como casi todos los filmes antológicos,
Patient Seven comienza con una historia arco, la de la llegada de un
psiquiatra a un manicomio, con la intención de entrevistar a seis
pacientes como terapia, y también como material para su próximo
libro. Los motivos por los que cada uno de ellos asegura estar
encerrado son muy dispares e improbables: monstruos que acechan en la
oscuridad, fantasmas, víctimas de asesinos a sueldo, vampiros, e
incluso la superviviente de una epidemia zombie afirman que lo que
han vivido es cierto, aunque el doctor les asegure que sus relatos no
son más que fabulaciones con las que esconder sus verdaderos actos.
Aunque, si entrevista a seis internos, ¿Quien es ese paciente número
7?
Si la idea de la antología era
recorrer casi todos los subgéneros del terror, acertaron de lleno:
cada guión toca casi todos los temas típicos, desde los fantasmas,
las posesiones, los vampiros, e incluso el incluir algo tan difícil
como los zombies y las epidemias en un film tan cerrado como este,
aunque esto último tiene su truco, y no muy limpio. Por la brevedad
y lo dispar de cada una, podrían perfectamente ser películas
independientes a las que se les ha quitado todo lo superfluo y se han
quedado en las situaciones que el público conoce y espera. Y, en
cierto modo, lo que narra cada uno de sus protagonistas podría muy
bien ser la respuesta que muchas de las series B no dan: ¿A donde
van los personajes que sobreviven a una cinta de terror una vez
aparecen los títulos de crédito? Teniendo en cuenta lo variopinto
de cada segmento, y el estar tan centradas en la temática
sobrenatural, el manicomio donde se ambienta la película podría ser
una buena respuesta.
El nivel en conjunto no llega a ser
redondo, porque siempre hay un guión que funciona mejor que otro.
Una historia bastante floja sobre monstruos, que parece tan poco
hilada como un creepypasta, da paso a una de humor negro que dispara
el nivel. Y es que si no fuera poco contar con Michael Ironside como
psiquiatra malencarado y peor bicho en el arco principal, la segunda
entrega, además de mucho humor negro, tiene a Alfie Allen
interpretando al asesino a sueldo más adorable que he visto en mi
vida. El momento de mayor éxito se alcanza, precisamente, con un
segmento dedicado a los zombies, donde brilla no solo el guión sino
también una filmación muy concisa, sin apenas diálogos (y los que
hay, curiosamente, son en islandés), pero brillante. A partir de
este momento, la calidad es más o menos variable, en algún momento
tirando a floja, pero por la brevedad de cada parte, en ningún
momento llega a aburrir o a resultar un guión insalvable.
En cambio, es en la idea del arco común
donde se encuentra el fallo: aunque la película se haga muy
llevadera por lo variado y breve de cada parte, y que se escuden un
poco en el tema del manicomio para poder hilar situaciones tan
dispares, esta hace que pierda bastante credibilidad..bueno, no es
que a una cinta de este estilo se le pida demasiada coherencia, pero
en realidad, algunos de los guiones parecen puestos ahí al azar, sin
preocuparse por la correspondencia entre el narrador y lo que este
cuenta. Lo mismo pasa con la trama del personaje principal, ese
psicólogo que va extrayendo cada una de las historias. Si bien
compensa mucho el ver a Michael Ironside haciendo de tipo duro, y su
giro final recuerda mucho a algunos filmes antológicos de los
setenta, la historia que lo acompaña resulta un poco forzada, casi
algo necesario para aportar un nexo común a todos los elementos
anteriores y de la que de golpe, se olvidan para ofrecer un desenlace
más de género.
En un principio, Patient Seven no
parece un filme antológico de premio, pero es todo un acierto: es
breve, maneja muy bien los momentos de humor negro, y sobre todo, la
falta de pretensiones y lo variado de cada situación recuerda mucho
a las películas del mismo estilo que producía la Amicus hace unas
cuantas décadas.
Me la apunto. Mi principal problema con las antologías es que no suelen mantener el nivel en cada uno de los relatos. Siempre hay un par o tres que meh.
ResponderEliminarEsta es tirando a simple, sin brillar ninguno pero la brevedad funciona. Por ejemplo, Tales of Halloween me pareció muy irregular.
ResponderEliminarBueno, de momento Trick r Treat sigue siendo la mejor de su género.