jueves, 10 de noviembre de 2016

Lecturas de la semana. Viajes varios y épocas pasadas.


 
Esta semana los libros cambian de siglo. Aunque solo sea de mentirijillas, porque lo único que tienen de antiguo es la ambientación. Y también lo único que tienen en común entre sí: de una de una novela humorística a una de terror/aventuras/pastiche o lo que quisiera ser, hay un trecho.



Sandi Toksvig y Sandy Nightingale. The Travels of Lady Bulldog Burton. En una biblioteca inglesa, entre otros documentos variados, fueron descubiertos los diarios de Lady Burton, Una figura muy poco conocida por el público pero todo un personaje de la época victoriana: viajera incansable e inventora de los pololos con refuerzo doble, relata en varios cuadernos su viaje alrededor de Europa junto a Jinks, su doncella, que compensaba, en su opinión, su falta de luces con su talento a la hora de realizar bocetos e ilustraciones.

Este es el punto de partida con el que Toksvig, como autora, y Nightingale en las ilustraciones, escriben un libro muy breve, y con un humor muy particular donde imitan el estilo de los cuadernos de viaje de la época, y sobre todo, la visión un tanto paternalista, que muchos de los que hacían el Gran Tour por las principales ciudades de Europa tenían cada vez que ponían un pie fuera del Imperio Británico.

El humor, en ese sentido, es un poco complejo: además del estilo de escritura lleno de formalismos asociados a la época, también está muy basado en las apreciaciones y estereotipos sobre la forma de pensar que mantenía una clase social capaz de permitirse viajes de esa duración. No es precisamente un libro para reírse a carcajadas, ni uno sencillo, pero sí uno para quien disfrute de una recreación de esa época y en el que se aprovecha de todo tipo de eufemismos para hacer referencia a situaciones que se considerarían mal vistas: desde la orientación sexual de un personaje, hasta lo indecoroso de llevar una falda por encima de los tobillos.

La historia de Lady Bulldog Burton no estaría completa sin las ilustraciones, unos dibujos en tonos muy suaves y con un toque algo caricaturesco, pero que en realidad recuerda más a las láminas de un libro infantil. Algo con lo que en cierto modo, guarda un parecido: es casi un libro ilustrado para adultos, muy breve y donde las imágenes son una parte igual de importante.



Brett J. Talley. That Which Should not Be. Hay miles de libros basados en los Mitos de Cthulhu, pero en esta categoría, los relatos son mayoría. Especialmente cuando se trata de utilizarlos de forma directa y no como algo secundario o incluso como una referencia más pulida que la simple mención directa. Las novelas siguen siendo menos abundantes y por eso suelen llamar más la atención (aunque haya una serie de libros basada en Arkham Horror, pero en general no me fío mucho de las novelas escritas como complemento para estas cosas). Y más si la idea del autor es la de hacer una serie o al menos, sacar una secuela.

El libro de Talley no es un supuesto de innovación: con un argumento tan simple como el encargo que recibe un estudiante de la universidad Miskatonic para encontrar un volumen antiguo, empieza una sucesión de historias de personajes distintos en las que se tocan distintos escenarios: el wendigo, una secta de los primigenios oculta en Centroeuropa o sucesos extraños en un manicomio, para terminar cerrando la búsqueda que emprendió el protagonista y aportar un final donde prometen una segunda entrega con más sectarios enloquecidos y dioses primigenios a punto de despertarse.

El conjunto de la narración no consigue salir del tópico, y ni siquiera lo intenta: se limita a circular por escenarios muy manidos, como la universidad, un punto de partida un poco improbable y unas historias intermedias que acaban convirtiéndose en relatos independientes que pueden entretener más o menos, pero que no consiguen que el lector se meta en la historia. Porque simplemente, son tan tópicos que es muy difícil suspender la credibilidad: cuando se pasa más tiempo pensando si al protagonista no le parecía un poco extraño que su profesor se ponga a hablarle de libros de magia como si fuera lo más normal, o que cuatro tipos que se encuentra en una posada le cuenten unas historias dignas de una película de serie B. A cualquiera le parecería un poco raro..pero también muy divertido.

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