Cuanto más visto se hace un argumento,
más sencillo es parodiarlo. Y pocos deben estar tan trillados como
el viaje del héroe en la fantasía heroica. La aventura, la
princesa, los fieles compañeros y el villano es una historia tantas
veces contada que, o bien se trata de una narración donde todavía
se saca algo bueno, o bien sirve para convertirla en una comedia más
o menos ácida, según el ingenio que tenga el guionista. Y, si bien
este argumento solía ser territorio de la escritura, El señor de
los anillos, Narnia (los libros, no mi gata) y el abaratamiento de
los efectos especiales ha hecho que se convierta en un campo
bastante amplio para sacar una comedia.
Siendo este el caso de Your Highness,
no ha sido una mala idea el traducir el título de una forma más
libre y más adecuada al contenido de la película. La historia de un
príncipe cobarde y perezoso que encuentra el valor necesario para
salvar a su hermana, el reino, y ganar el amor de su vida se filma,
en este caso, de una forma mucho más gamberra poblada por personajes
escatológicos, atontados hasta el extremo, con dobles sentidos
bastante directos y sobre todo con un humor lleno de sal gruesa donde
no faltan tampoco los chascarrillos basados en el consumo de
estupefacientes.
El resultado de la mezcla es muy
extraño: por un lado, quiere ser una comedia bestia donde se le da
un repaso a los tópicos de la fantasía. Por otro, no se separa ni
un milímetro de la situaciones que pretendía parodiar: salvo por
los gags, el guion acaba siendo tal cual la historia de la evolución
heróica de su protagonista, de cómo salva al reino y se hace mejor
persona dentro de todas las situaciones y diálogos escatológicos
que van plantando en medio. Y que choca bastante con el aspecto cafre
que pretendían trasmitir al principio: simplemente, falta inventiva,
chispa a la hora de parodiar y humor negro, quedándose el guión en
una especie de versión de Krull con unos cuantos chistes de porros y
genitales que parecen escritos por un niño de trece año. Está
claro que no todo el mundo puede ser Terry Pratchett, pero tampoco se
han esforzado mucho, y la escasa originalidad en las partes
humorísticas queda reducida a un par de referencias, muy bien
traídas, a Furia de titanes y La sirenita, que tienen lugar al
comienzo y hacen pensar que el nivel del humor va a ser mejor que el
que realmente tiene.
P
ese al humor basto, la película
también está muy lejos de ser parecida a las producciones de los
hermanos Wayans: los chistes, pese a ser malos, están integrados en
el guión y no al contrario. No hay copia descarada de escenas
concretas, sino que la parodia aparece mediante los guiños muy
puntuales a clásicos del cine de aventuras, de princesas Disney y
de un uso muy ingenioso de secuencias que se hicieron populares a
partir de El señor de los anillos. Y en el reparto hay caras muy
populares: James Franco, que también tiene experiencia en este tipo
de comedias, se encarga de interpretar a una versión muy atontada e
inocentona del príncipe de los cuentos. El papel de Zooey Deschanel
es relativamente breve y la aparición de Natalie Portman,
inesperado. Ninguno de ellos destaca en las actuaciones, porque con
los personajes que les han tocado, tampoco hay mucho que hacer, pero
están al nivel de una historia que, junto con la calidad de la
filmación e incluso de los efectos especiales, no desentonarían en
cualquier producción de aventuras. Y es que uno de los detalles más
chocantes es también el haber mezclado una comedia tan chusca con
una producción que no lo es, y donde sorprende el trabajo que se
invirtió a nivel de vestuario, escenografía y actores.
Caballeros, princesas y otras bestias,
es, en el mejor de los casos, una rareza: no me divirtió en absoluto
como comedia, porquesu estilo de humor está muy lejos del que puede
gustarme, y llegó un punto en el que la historia de magia y héroes
intencionadamente llena de tópicos acaba resultando más entretenida
que su lado cómico.