Hace ya varios años que le he perdido la pista a cómo esta
la televisión. Casi todas las compañías de cable dan la opción de ver las series
a la carta, las películas también van cuando quiero, y si es por tener ruido de
fondo, me acabo quedando con cualquier canal de la Tdt. Bueno, esto último es
una forma muy fina de decir que la tele
se pasa el santo día puesta en el canal Boing. Pero es que me hace más gracia oír
a Mordecai y Rigby en lugar de a Belén Esteban. El caso es que la época de
saber más o menos qué tipo de programación tenía cada canal, o de esperar a un
día concreto para ver una serie, se me ha quedado tan lejos en tan poco tiempo
que hasta a mí me sorprende. Por eso cuando encontré de casualidad uno de esos
libros que solían hablar de la televisión de forma irónica me resultó un tanto
nostálgico, además de llamarme la atención por sus autores: no tanto por
Buenafuente sino por el Terrat, con quienes en su día me había reído mucho
gracias a Homo Zapping. Y es que el ser capaces de hacer un sketch sobre el
presentador de Documentos Tv tiene mérito.
Lo primero que me llamó la atención fue el título, bastante
largo: “Lo que vendría a ser la televisión en España, según Buenafuente y el
Terrat”. Así, tal cual. Lo segundo, que en realidad estaba escrito hace menos
tiempo del que pensaba, porque era del 2011. Suficiente como para que la TDT y
toda la oferta de canales fuera ya algo habitual, y para que todavía estén vigentes varios programas y
formatos. La idea de este consiste en repasar en clave de humor una parte
importante de los elementos que componen la programación: formatos, cómicos,
personajes, presentadores, e incluso series. Y otras, que por su retransmisión han pasado a
formar parte de la cultura popular: estereotipos, los quince minutos de fama de
gente de a pie e incluso las coletillas que durante un tiempo se ponen de moda.
El conjunto es bastante curioso, porque lo mismo aparece una
mención a las primeras pruebas de emisión televisiva antes de los años treinta,
que al décimo aniversario de Gran Hermano. E igual de aleatorio, porque el
único criterio que han seguido para organizar los capítulos es el alfabético, como
si fuera una versión muy en broma de un diccionario. Tampoco se puede
considerar exhaustivo, porque la presencia más importante en cuanto a
televisión la tiene el grueso de la década de los noventa, y algo de los
ochenta: no tanto por tratarse de la época en la que la televisión ya era un
medio de comunicación consolidado y con suficiente historia, sino por ser
seguramente las décadas que más recordarán los lectores potenciales.
Aunque incluyen algunas referencias a la fecha de estreno o
duración de programas, en realidad no es un libro demasiado completista: la
idea es hacer un repaso al tipo de televisión en su vertiente más cómica y
popular, lo que hacen con bastante humor. No faltan las metáforas absurdas y el
acumular comparaciones cómicas, algunas más inspiradas que otras pero que en
general, acaban sacando una sonrisa aunque solo sea por pillar desprevenido. La
maquetación de este también es propia de una lectura muy ligera y que entre por
la vista: no hay fotos, sino dibujos, algunos imitando a garabatos, de los
programas y presentadores. Además de incluir un detalle muy peculiar, como son
las marcas de rotulador y flechas donde se apostillan algunos datos, como si
fueran notas al pie pero presentadas de forma cómica.
Pese a ser una obra colectiva, algunos textos cuentan con
autoría concreta: José Corbacho o Berto firman artículos breves donde aportan
la opinión, con el tono cómico algo más pausado, sobre formatos como el de
Cuarto Milenio o Gran hermano.
El resultado, por lo variado, es muy entretenido, y aún con
los cinco años de diferencia desde su publicación, se reconoce fácilmente:
Sálvame sigue en antena, por las mañanas, al parecer, siguen echando programas
sobre salud, e incluso hay humoristas tan malos a los que solo es posible
mejorar cuando se les dedica un texto con un poco de mala baba. Aunque en
algunos casos, esta idea de repartir un poco de caña a base de humor se corta
un poco en lo tocante a los programas en los que participaron los autores del
libro: por algunos se pasa de puntillas y con otros, como la mención a Rodolfo
Chikilicuatre, aprovechan un poco para echarse flores por la ocurrencia. Al
menos, hay tantos capítulos como para que esto pase desapercibido y sea posible pasar un rato entretenido con
un libro donde, lo mismo se habla del especial de nochevieja del 89, que de las
videntes de las televisiones locales.
¡Qué grandes Homo Zapping! Todavía recuerdo las coñas de Paco León con Raquel Revuelta xD El libro tiene buena pinta, sobre todo si es ligerito. Lo del consumo de televisión ha cambiado de forma radical. De esperar a que emitiesen la última temporada de 'Buffy' y grabar los capítulos en VHS a tenerla en casa con un clic. Eso por no hablar del acceso a material descatalogado o no comercializado en tu país.
ResponderEliminarEl programa aquel era fantástico, y todavía sigo sin tener muy claro si Raquel Revuelta imitaba a Paco León o al revés.
ResponderEliminarEl libro en general, es muy entretenido, no tanto de pretender aportar información como de bromear sobre la tv como en Homo zapping, y tiene algunos chascarrillos muy bien traídos. Algunos capítulos de homenaje a determinados profesionales están muy bien, a otros, se les nota el autobombo (anda que no se caen flores al follonero). Y viendo cómo habían configurado ya los contenidos de televisión a 2011, ha sido una suerte que el consumo de televisión hubiera cambiado de esta forma. No solo por poder escapar de según qué programas, sino porque hoy no creo que tuviera paciencia para estar pendiente de qué día Canal + decidía echar la siguiente temporada de Buffy, porque ni la anunciaban en condiciones. Grabar vhs era un deporte de riesgo.