Los últimos remakes de películas de los ochenta han sido
tirando a desastrosos, además de demostrar que una película no se hace
unicamente actualizando los efectos especiales. Con las secuelas...bueno. A
falta de ver Jurassic World, quizá tardar veinte años para sacar una entrega
acaba haciendo que lo de antes siempre pareciera mejor, con más contenido, y
que cuanto más esperamos por una secuela, esta produce mayor impresión de no
ser lo que nos habría gustado Después de unos tres o cuatro remakes en ese
plan, estaba bastante convencida de ello. Pero después vino George Miller con ganas de hacer otra película de Mad Max y
demostró que a veces estos factores no tienen nada que ver, que es posible
recuperar una franquicia treinta años después y que el resultado sea tan
divertido como el que se vio entonces.
Mad Max continúa, sin pararse apenas en prólogos ni
antecedentes, la vida de Max Rockatansky, un antiguo policía, tras el fin de la
civilización. No importa gran cosa lo que hubiera pasado, ni como, que se
despacha con un par de frases tremendistas al comienzo y unas imágenes de
archivo sobre explosiones nucleares. Lo interesante es lo que pasa a partir del
momento en que Max es capturado por uno de los grupos que susbsisten en un
mundo donde la gasolina, el agua y los donantes de sangre sanos son los bienes
más preciados. A partir de entonces, su camino se cruza con el de Furiosa, una
mujer que se ha propuesto rescatar a las mujeres de Inmortan Joe, un señor de
la guerra, y a la que termina por ayudar al ser esta la única forma posible de
huir del desierto y sus perseguidores.
El argumento podría resumirse en: los personajes quieren ir
a un sitio. Pero cambian de opinión y dan la vuelta, pasando de ser una trama
sobre una huida a una sobre una lucha y una venganza. En realidad esta se trata
de una historia de personajes y estética, en el que la simpleza del guión se
mantiene gracias a estos elementos que han sido muy bien planteados.
En el primer caso, esta es una de esas películas donde se
justifica el verla en cine por un motivo mejor que las explosiones y los
efectos digitales: se han recreado al máximo en la ambientación, que es
completamente absurda, excesiva, grotesca y a veces un tanto macabra. Porque en
realidad el mundo postapocalíptico que describen es muy de cómic, lleno de
exageraciones y donde las cosas en princpio, no tienen por qué tener lógica. El
ver al personaje de Innmortan Joe acompañándose de un vehículo con baterías y
una guitarra eléctrica flamígera, o la secuencia de un pantano cuyos habitantes
se desplazan en zancos parece absurdo, pero mantiene cierto sentido interno,
además de servir para que el público realmente pueda disfrutar del trabajo con
que estos y otros detalles, han sido desarrollados. Este no se trata del mundo
postapocalíptico estándar con un par de coches oxidados y unos figurantes
disfrazados de refugiados, sino el de Mad Max, con todos los excesos que ello
implica.
Precisamente ese escenario un poco enloquecido, y el tiempo
que dedican a presentar muchos elementos, sirven para caracterizar a los
personajes de una forma muy rápida y concisa. Es el caso general de los
antagonistas, que son los más llamativos en este nivel, y particularmente en el
de Inmortan Joe, donde las condecoraciones militares, sus discursos mezclando
distintos conceptos sobre la guerra y el valhalla, aportan varias ideas sobre
sus orígenes y trasfondo. Y en el que su actitud exagerada y muy de estrella de
rock hace que sus apariciones, muy teatrales, incluido todo el guiño del
guitarrista, no sea algo gratuito.
Incluso los otros antagonistas, con menor presencia, cuentan con
detalles que les pueden aportar alguna que otra lectura. Y el caso del líder
del poblado que fabrica gasolina, es todo un ejemplo: vestido con un traje de
hombre de negocios, pero abotargado, deforme, y con el simpático título de
“devorador de gente”.
El personaje de Mad Max estaba hasta ahora ligado a Mel
Gibson, quien además de interpretarlo en la trilogía anterior, fue uno de sus
primeros papeles conocidos. Tom Hardy es un sucesor muy digno, presentando a un
protagonista muy lacónico, atormentado por flashbacks y con el que el apelativo
“mad” no va desencaminado. Pero en realidad su presencia es bastante menor,
limitándose a dar título a la película y servir como hilo conductor, en
comparación con Furiosa. El personaje de Charlize Theron es en cierto modo la
protagonista de esta historia, y donde la actriz demuestra defenderse muy bien
como heroína de acción. Pero de acción de verdad: igual de seca y endurecida
que Max y relativamente afeada. Porque el guión y la ambientación serán todo lo
alocados que quieran, pero al menos han tomado nota de una cosa: tras la caída
de la civilización, no hay mucho tiempo para maquillarse.
No son solo los protagonistas y el villano los que cuentan
con una buena caracterización. Los secundarios no se quedan atrás, y
precisamente, gracias a dar una idea de su actitud gracias a gestos y pequeños
detalles. Especialmente en el caso de las chicas de Furiosa, que en lugar de
quedarse como un macguffin, presentan rasgos, forma de ser propias y el público
llega a sentir simpatía por ellas. Bueno, por ellas e incluso por personajes
que llegan a salir algo menos. Porque a la mitad del metraje yo acabé pensando
que si le pasaba algo a Nux, apedreaba a George Miller.
Mad Max es, simplemente, una película de acción. Que
practicamente no da descanso en dos horas, y donde no se va a buscar un
argumento complejo. Pero es de esos casos donde la clave está en su sencillez,
en ofrecer algo distinto, en ser capaz de contar una historia y presentar
buenos personajes. Realmente se merece el interés tras su estreno y todas las
variaciones, parodias y fan arts que ha generado. Especialmente, y aquí por
motivos obvios, la versión gatuna de todos los protagonistas. Aunque el rollizo
Inmortan Gatico parece bastante más achuchable que su versión humana.
Loca, recomendable y todo un acierto
ResponderEliminarCoincido en todo, y además visualmente es un disfrute.
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