lunes, 6 de julio de 2015

Mad Max: Fury Road (2015). Desiertos, coches oxidados y otros bienes escasos

Los últimos remakes de películas de los ochenta han sido tirando a desastrosos, además de demostrar que una película no se hace unicamente actualizando los efectos especiales. Con las secuelas...bueno. A falta de ver Jurassic World, quizá tardar veinte años para sacar una entrega acaba haciendo que lo de antes siempre pareciera mejor, con más contenido, y que cuanto más esperamos por una secuela, esta produce mayor impresión de no ser lo que nos habría gustado Después de unos tres o cuatro remakes en ese plan, estaba bastante convencida de ello. Pero después vino George Miller  con ganas de hacer otra película de Mad Max y demostró que a veces estos factores no tienen nada que ver, que es posible recuperar una franquicia treinta años después y que el resultado sea tan divertido como el que se vio entonces. 


Mad Max continúa, sin pararse apenas en prólogos ni antecedentes, la vida de Max Rockatansky, un antiguo policía, tras el fin de la civilización. No importa gran cosa lo que hubiera pasado, ni como, que se despacha con un par de frases tremendistas al comienzo y unas imágenes de archivo sobre explosiones nucleares. Lo interesante es lo que pasa a partir del momento en que Max es capturado por uno de los grupos que susbsisten en un mundo donde la gasolina, el agua y los donantes de sangre sanos son los bienes más preciados. A partir de entonces, su camino se cruza con el de Furiosa, una mujer que se ha propuesto rescatar a las mujeres de Inmortan Joe, un señor de la guerra, y a la que termina por ayudar al ser esta la única forma posible de huir del desierto y sus perseguidores. 



El argumento podría resumirse en: los personajes quieren ir a un sitio. Pero cambian de opinión y dan la vuelta, pasando de ser una trama sobre una huida a una sobre una lucha y una venganza. En realidad esta se trata de una historia de personajes y estética, en el que la simpleza del guión se mantiene gracias a estos elementos que han sido muy bien planteados.


Me encanta el olor del nightmare fuel los lunes por la mañana 

En el primer caso, esta es una de esas películas donde se justifica el verla en cine por un motivo mejor que las explosiones y los efectos digitales: se han recreado al máximo en la ambientación, que es completamente absurda, excesiva, grotesca y a veces un tanto macabra. Porque en realidad el mundo postapocalíptico que describen es muy de cómic, lleno de exageraciones y donde las cosas en princpio, no tienen por qué tener lógica. El ver al personaje de Innmortan Joe acompañándose de un vehículo con baterías y una guitarra eléctrica flamígera, o la secuencia de un pantano cuyos habitantes se desplazan en zancos parece absurdo, pero mantiene cierto sentido interno, además de servir para que el público realmente pueda disfrutar del trabajo con que estos y otros detalles, han sido desarrollados. Este no se trata del mundo postapocalíptico estándar con un par de coches oxidados y unos figurantes disfrazados de refugiados, sino el de Mad Max, con todos los excesos que ello implica.



Precisamente ese escenario un poco enloquecido, y el tiempo que dedican a presentar muchos elementos, sirven para caracterizar a los personajes de una forma muy rápida y concisa. Es el caso general de los antagonistas, que son los más llamativos en este nivel, y particularmente en el de Inmortan Joe, donde las condecoraciones militares, sus discursos mezclando distintos conceptos sobre la guerra y el valhalla, aportan varias ideas sobre sus orígenes y trasfondo. Y en el que su actitud exagerada y muy de estrella de rock hace que sus apariciones, muy teatrales, incluido todo el guiño del guitarrista, no sea algo gratuito.  Incluso los otros antagonistas, con menor presencia, cuentan con detalles que les pueden aportar alguna que otra lectura. Y el caso del líder del poblado que fabrica gasolina, es todo un ejemplo: vestido con un traje de hombre de negocios, pero abotargado, deforme, y con el simpático título de “devorador de gente”.



El personaje de Mad Max estaba hasta ahora ligado a Mel Gibson, quien además de interpretarlo en la trilogía anterior, fue uno de sus primeros papeles conocidos. Tom Hardy es un sucesor muy digno, presentando a un protagonista muy lacónico, atormentado por flashbacks y con el que el apelativo “mad” no va desencaminado. Pero en realidad su presencia es bastante menor, limitándose a dar título a la película y servir como hilo conductor, en comparación con Furiosa. El personaje de Charlize Theron es en cierto modo la protagonista de esta historia, y donde la actriz demuestra defenderse muy bien como heroína de acción. Pero de acción de verdad: igual de seca y endurecida que Max y relativamente afeada. Porque el guión y la ambientación serán todo lo alocados que quieran, pero al menos han tomado nota de una cosa: tras la caída de la civilización, no hay mucho tiempo para maquillarse.



No son solo los protagonistas y el villano los que cuentan con una buena caracterización. Los secundarios no se quedan atrás, y precisamente, gracias a dar una idea de su actitud gracias a gestos y pequeños detalles. Especialmente en el caso de las chicas de Furiosa, que en lugar de quedarse como un macguffin, presentan rasgos, forma de ser propias y el público llega a sentir simpatía por ellas. Bueno, por ellas e incluso por personajes que llegan a salir algo menos. Porque a la mitad del metraje yo acabé pensando que si le pasaba algo a Nux, apedreaba a George Miller.



Mad Max es, simplemente, una película de acción. Que practicamente no da descanso en dos horas, y donde no se va a buscar un argumento complejo. Pero es de esos casos donde la clave está en su sencillez, en ofrecer algo distinto, en ser capaz de contar una historia y presentar buenos personajes. Realmente se merece el interés tras su estreno y todas las variaciones, parodias y fan arts que ha generado. Especialmente, y aquí por motivos obvios, la versión gatuna de todos los protagonistas. Aunque el rollizo Inmortan Gatico parece bastante más achuchable que su versión humana.



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