lunes, 8 de junio de 2015

Digging up the Marrow (2014). Donde presuntamente viven los monstruos.



Parece que tener una cámara de video semiprofesional es un verdadero peligro: hay un porcentaje de posibilidades bastante alto de perderse en el bosque, en un edificio o en un subterráneo para acabar perseguido por cualquier asesino o criatura sobrenatural que, al igual que un famoso huyendo de los fotógrafos, ha decidido que “¡No lo van a grabar más!”. Sea como sea, este tipo de cine ha acabado convirtiéndose en un subgénero, que como tal, tiene un nivel de calidad muy variable y que da lugar a distintos tipos de historia. Una de las más resultonas consiste en imitar un estilo de filmación profesional, generalmente, un programa de tv o un documental, que sirve para justificar tanto la continuidad de las grabaciones como la insistencia de los personajes para continuar con ella pese a cualquier situación.


Este tipo de planteamiento es el que ha seguido Digging up the Marrow, donde un equipo de filmación se embarca en un rodaje muy improbable: mientras ruedan un documental sobre los monstruos en el cine, reciben el mensaje de un detective retirado. Este asegura que los monstruos existen, viven bajo tierra y que él conoce una entrada llamada The Marrow. La actitud errática de su testigo, y las horas sentados en la oscuridad ante un hoyo donde no parece suceder nada hacen pensar al director que se trata de las invenciones de alguien no muy cuerdo. Pero tras conseguir la grabación de una criatura monstruosa, el director continúa el reportaje con más interés. Bien por su fascinación por los monstruos, o bien por descubrir si le están tomando el pelo, decide hacer todo lo posible por conseguir una secuencia donde al menos, aparezca uno de estos seres.
 
 



En un principio, la película dedica bastante empeño a poner en situación tanto a los personajes como a la idea de los monstruos como tal: varios actores y directores reales aparecen hablando de su opinión sobre estas figuras, bien como ficción que sirva de vía de escape, o como algo que los ha fascinado desde siempre. De hecho, el protagonista es el propio director, Adam Green, se ha especializado en el género de terror con la franquicia Hatchet y una telecomedia del estilo, Holliston, que, por cierto, se dedica a mencionar cada dos por tres…No sé si en un intento de acercar el guión a la realidad o para hacerse publicidad gratis. Lo cierto es que el primer enfoque, donde incide tanto en la afición por lo fantástico, es algo necesario para darle un sentido a la fijación de Green, en el papel protagonista, por seguir indagando en una historia que tiene bastantes visos de ser inventada.

 
No sé a quien se le ocurrió reconvertir un cementerio a parque pero me parece un planazo.
 
Otro detalle que aporta bastante sentido a la hora de darle un sentido a que los personajes continúen con su reportaje, son las referencias al negocio del cine. En realidad el director hace un poco una versión ficticia de sí mismo, donde aparece su trabajo como cineasta, sus otros proyectos, y especialmente, el cameo de otros directores de cine. Cameo que acaba teniendo mucha más lógica que la idea anterior a la hora de hacer que los personajes continúen con la grabación: el que Green haya sido el último en ser contactado de varios directores más conocidos, desde del Toro hasta John Carpenter, además de hacer que el factor rebote del protagonista funcione, es un momento cómico bastante efectivo.

 

 
 

Pero si había algo que realmente prometía era la idea. En realidad todo lo relativo a los monstruos y la ciudad subterránea es algo que se vio a grandes rasgos en Razas de noche. Pero aquí la intención era mucho más amplia, por lo que se deduce de las teorías que expone el detective: una red de ciudades subterráneas donde viven todas las criaturas deformes y donde la vida es muy similar a la del exterior. Y donde, al igual que en el mundo normal, hay seres normales, y otros peligrosos. Esto es algo que se va estableciendo unicamente a través de los diálogos y especialmente, de los bocetos que el personaje muestra en cámara. El trasfondo de este investigador de monstruos también prometía, debido a su obsesión por investigar ese mundo y algunas referencias a su familia…Que ahí se quedan. Igual que el resto de la idea.

 

En realidad, exceptuando lo que estos cuentan de viva voz en el amago de documental, y unas ilustraciones bastante bonitas de las que, por suerte, hacen unos buenos planos, poco más ofrece. Todo el potencial que iba a tener el guión se queda en una colección de entrevistas, unas secuencias filmadas a oscuras donde no sale nada, y un par de monstruos, con pinta de haber sido descartados de otras producciones, que aparecen al final a prisa y corriendo.  Hay películas memorables sin que en ellas no aparezcan más que unos diálogos y unos sonidos. Digging up the Marrow no es una de ellas. En realidad todo se queda, además de en los diálogos, en unos cuantos cameos de personajes famosos, algo de bombo de las otras producciones de Greene, y unas interpretaciones bastante erráticas. Porque no tiene mucho sentido que la mayoría del reparto salga casi haciendo de sí mismo, cuando después sacan a Ray Wise (el padre de Laura Palmer en Twin Peaks. Ya decía yo que el tipo de sonaba) completamente metido en el papel y ofreciendo una interpretación mucho más histriónica y de ficción de lo que sería necesario en un falso documental.

 

El guión de Digging up the Marrow prometía. Pero este potencial se quedó con el camino y entre unos cuantos bocetos. Porque lo que ha sido el resultado, se ha quedado muy lejos de otras piezas de metraje encontrado mucho más efectivas, como As Above, so Below, y especialmente, El cazador de Trolls. En realidad, lo más atractivo que ha acabad ofreciendo es en enlace que crearon con motivo del lanzamiento del dvd en Reino Unido, donde es posible ver un mapa en el que aparecen gran parte de los monstruos de la mitología popular británica. Yo echo de menos por ahí a Margaret Tatcher, pero se ve que en la lista optaron por los menos conocidos.

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