jueves, 7 de agosto de 2014

Lecturas de la semana. Los años mozos VII. Autores españoles


El verano es una época muy ligada a las lecturas ligeras. Seguramente por el tiempo disponible y por la falta de ganas de complicarse con las tramas. También es cierto que esto de cruzarse con todos los críos disfrutando de las vacaciones me ha vuelto a poner nostálgica y he empezado a acordarme de lo que leía esos meses, que era bastante. Pero hasta ahora había pasado por alto a escritores españoles que también pusieron su granito de arena en esto de escribir literatura fantástica para los más jóvenes.



 Joan Manuel Gisbert. El misterio de la isla de Tökland. Años después me enteré hablando con gente que este libro también es el favorito de muchos, y merecidamente. En su momento, me quedé con una historia que me costó mucho seguir, por lo compleja que me había parecido entonces. Esta comienza cuando un millonario arrendatario de un islote del Pacífico hace un sorprendente anuncio: la isla de Tökland oculta un laberinto, por el que ofrecen una recompensa al aventurero capaz de resolverlo. Muchos sospechan de esa oferta ¿Hay en realidad un yacimiento de mineral bajo la isla, o algún motivo oculto que lleva a su propietario a actuar de esa forma? Un grupo de exploradores y científicos, reunidos por el periodista Nathaniel Maris, intenta llegar al fondo del enigma mientras el tiempo, aunque ellos no lo sepan, se va agotando.

Lo más sorprendente de la trama es cómo se ha mezclado de forma efectiva todo tipo de elementos: desde la novela de aventuras clásicas, la de enigmas…hasta la mitología y la filosofía, que van filtrándose según el argumento avanza. El laberinto y su misterio pasan un segundo plano, mientras parte de la novela transcurre en el exterior donde los personajes corren peligros bastante reales (desde un empleado del gobierno corrupto hasta el terremoto que asola la isla). La parte mitológica es la más lograda, donde Gisbert crea la suya propia, con conceptos como mantener vivo el espíritu de la aventura para asegurar la historia de la humanidad o el concepto de la vida como algo que ha sido soñado por el universo…Cosas que en su momento pueden pasarse por alto, pero que, entre el suspense que genera el planteamiento de la historia, y especialmente, la recreación de un laberinto lleno de escenarios irreales junto al sentido de la aventura que impregna todo, hace que se convierta en un libro inolvidable. Curiosamente, Los espejos venecianos, que escribió años después, no me había gustado mucho…pero era de esperar tratándose de una lectura impuesta por el colegio: se pusieran como se pusieran, eso le acababa restando puntos. 


Concha López Narváez. La tejedora de la muerte. ¡Historia de terror! Yo aún diría más ¡Historia de fantasmas! ¡Y con la palabra “muerte” en el título! Este libro se vendía solo, y lo cierto es que el planteamiento sorprendía mucho al contar con un protagonista adulto (cuarenta años. Para los niños, esto es poco menos que un Matusalén) que intenta resolver el misterio de la casa familiar mientras rememora lo sucedido en su niñez. Un suceso que hace treinta años supuso que su cuarto fuera cerrado a cal y canto y que poco después, su familia se trasladara a la ciudad. A su regreso, conoce la maldición echada por una siniestra anciana conocida como La tejedora de la muerte, y la relación que la unía a los miembros de su familia.

Además de su protagonista, la narración recuerda mucho al terror clásico: algo que se desencadena en la niñez de la protagonista y que influirá en su vida adulta, las maldiciones familiares y en menor medida, los pueblos con secreto oculto. Esto último queda mucho más relacionado con elementos más de novela realista, como los dramas costumbristas, la caracterización de uno de los secundarios (la madre de la protagonista. A la que definen como alguien con “muchos nervios”) o que parte de la tragedia que hay de por medio se nada menos que…dos hermanas enfrentadas por una herencia. Hoy, más acostumbrada a historias donde todo tiene que ser mucho más macabro y menos prosaico, resulta un poco desconcertante y hasta algo cómico, pero en su momento, una explicación tan simple y material es mucho más efectiva. Además, el suspense y los flashbacks de la protagonista funcionan igual de bien sin que todo tenga que ser deliberadamente siniestro.

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