jueves, 24 de julio de 2014

Outpost 3: Rise of the Spetsnaz (2013). Otra vez haciendo experimentos bélicos



Cuando una película tiene éxito, empiezan a salir secuelas. No hace falta que sea una joya para esto, solo que tenga el suficiente número de seguidores y sea rentable. Pero cuando una no muy conocida lleva tres entregas, resulta más chocante. Este ha sido el caso de Outpost, una producción del 2008 que cuenta hasta la fecha con una segunda parte y una precuela.



Outpost planteaba la idea de unos mercenarios en busca de un antiguo bunker nazi donde una máquina provocaba la aparición de fuerzas sobrenaturales.  Black Sun desarrollaba un poco más la idea del grupo que intenta ponerla en marcha ese artefacto de nuevo y de quienes intentan detenerlos (cosa que espero que retomen en alguna Outpost IV), Rise of the Spetsnaz regresa a 1945, donde un grupo de soldados soviéticos cae prisioneros de los soldados que entonces guardaban el bunker. Allí, un equipo de científicos lleva a cabo todo tipo de experimentos para conseguir el soldado perfecto, a quienes la llegada de los protagonistas les proporciona el material perfecto para continuarlos. Su única esperanza es escapar a través de los conductos de ventilación, a ser posible, con alguna prueba que demuestre lo que han visto. 



La saga de Outpost planteaba un año antes de Dead Snow la posibilidad de juntar  cine de zombies y a los nazis como enemigos en una película. Además de añadir unos cuantos detalles de ciencia ficción pulp y de ser mucho más original y entretenida que la película noruega. Pero también tiene la ventaja de tratarse de una serie completamente independiente: es posible ver cualquiera de ellas sin ninguna de las anteriores, y enterarse de todo, al estar planteadas como guiones independientes con un nexo común. Aún así, ofrecen detalles y guiños reconocibles para los que han seguido las películas desde el principio, y esta no es una excepción: siendo una secuela, es posible reconocer no solo el escenario, sino también a personajes muy secundarios, como uno de los zombies de la primera película, u otra a la que en la segunda mencionaban, y aparecía, muy de pasada. Serán cosas curiosas que en realidad no ofrecen nada, pero es divertido reconocerlos y todo un añadido a favor de dar coherencia a la serie como una narración completa.





Además, la presentación un tanto ridícula y plana de los enemigos es algo que resulta de lo más divertido: son auténticos villanos de opereta, con caras de palo, y frases grandilocuentes que recuerdan bastante al típico malvado pasado de rosca de las revistas pulp. Encima, cuando los protagonistas son unos mazas sin más personalidad que las ganas de querer salir del correspondiente bunker, todo recuerda bastante a momentos como el Wolfestein. Tendrá su punto ridículo, pero teniendo en cuenta las referencias de las que provienen, hace que el conjunto sea bastante entretenido y que uno se limite a disfrutar con las frases tremebundas y las secuencias de los monstruos deambulando por ahí. Elemento que se mantiene hasta los créditos, donde el resumen de la historia y algunos añadidos se plantea a través de ilustraciones de viñetas de comic, una de las mejores bazas de la película. No había esperado que con una serie b me quedara mirando las letras del final como si fueran lo más interesante del mundo.


 
En cambio, debido a lo independiente de esta precuela, hace que el elemento más interesante de Outpost quede un poco abandonado. La premisa de una máquina basada en principios cuánticos y su capacidad de crear un ejército de soldados inmortales, además de todos los elementos de ciencia ficción añadidos (como las paradojas o el teletrasporte). Exceptuando la aparición de una de las criaturas de la primera entrega, se limita a ser una máquina cualquiera de crear monstruos, sin más consecuencias que las de fabricar enemigos para mantener el metraje. Esto ha sido lo más flojo, y que provoca que no sea la película donde prometían explicar los orígenes de Outpost sino una entrega cualquiera de soldados contra supersoldados malvados. Que, con todo lo demás, funciona bastante bien.




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