lunes, 14 de abril de 2014

Danza de dragones. Aguanta, Martin, que falta muy poco.


Justo cuando la emoción por este quinto tomo ha dado paso a la ansiedad por Vientos de invierno, me he acordado de empezar Danza de dragones.  Y es que parece que siempre voy a revés con Canción de hielo y fuego: que hay prisa por el nuevo libro, pues me lo tomo con calma. Que Festín de cuervos lo consideran aburrido, pues a mí me gusta más…

En este caso, es difícil plantearse este último libro como uno solo, teniendo en cuenta que es la segunda parte de Festín. Este último podría parecer el más lento de la serie, quizá por contar con los personajes de menos gancho. Pero también era el más dramático y el que mejor reflejaba el horror de una guerra y muchas de sus consecuencias. En su segunda parte retoman la historia los personajes  más carismáticos y que en peor situación se encontraban tras Tormenta de espadas: Tyrion huye de Poniente tras asesinar a su padre, Daenerys se ha proclamado la reina de Meeren e intenta mantener a raya a sus dragones y a las revueltas provocadas por los antiguos esclavistas. Jon Nieve negocia como puede con Stannis y Melisandre, que sigue empeñada en echar al fuego todo lo que huela a sangre real. Y un hombre torturado y enloquecido al que todos llaman Hediondo deambula junto a la manada de perros de Ramsay Bolton.

Con ellos, la trama tiene un avance mucho mayor, al contar por fin con la llegada de Tyrion y los Martell hasta Meeren, o del crecimiento de los dragones. Los personajes también han avanzado con ella, y en ocasiones sorprende la diferencia de comportamiento desde que el lector los conoció: nadie hubiera imaginado a Daenerys perdiendo la cabeza por un mercenario, ni al propio Tyrion sin más ganas que de emborracharse y de olvidar todo lo que le ha caído encima. Muchos de ellos no han gustado a los lectores, aunque en general los he visto bastante lógicos debido a la madurez, o incluso el nivel de cansancio que Martin ha ido haciendo que estos acumulen. Y quizá, precisamente por esto, hacen que a menudo empiecen a caernos mal, a plantearnos por qué hacen tonterías, y en general, tomarlos como si fueran personas de carne y hueso. El que un escritor sea capaz de hacer que sus lectores vean así a sus protagonistas demuestra que sabe lo que está haciendo.

Los elementos sobrenaturales empiezan a tener un peso mucho mayor también: la mención a los cambiapieles es mucho más habitual, especialmente ahora que los salvajes (o el pueblo libre) forman gran parte del Muro. Los Otros también se convierten en una amenaza a tener en cuenta para la Guardia Negra, cuando hasta hace poco era algo muy puntual. O que directamente, estaban pasando demasiadas cosas como para darles mayor peso. Quizá en algunos casos parece que se le haya ido la mano con la parte fantástica, pero no tanto por los dragones o los zombies, sino por Arya. Su trama, como aprendiz de asesina superando todo tipo de pruebas, me resultó imposible, aún con toda la determinación que siempre tuvo el personaje. Y es que esto de las sociedades secretas siempre me ha parecido bastante de serie B, y el típico recurso que los escritores utilizan cuando le quieren hacer un giro inesperado.



Pero el mayor defecto viene a ser el mismo que en Festín de cuervos: su extensión. No debería criticársele, teniendo en cuenta la cantidad de personajes y su dispersión. Pero en muchos casos parece que hay demasiadas ganas de que esta dure: hay párrafos refiriéndose a actividades completamente anodinas, como levantarse, desayunar o usar el orinal (literal. Es lo primero que hace Jon Nieve en un capítulo). Y con la trama de Tyrion, es especialmente desconcertante: no solo sufre unas cuantas peripecias para llegar a Meeren, sino que le añaden un nuevo personaje: Penny, una enana con la que se hará pasar por artista itinerante y cuya relación con ella ni él mismo la tiene clara. Muchos se quejaron por ser un truco muy cutre para ralentizar los acontecimientos, pero yo no puedo opinar sobre esto porque todavía estoy desconcertada: ¿ha sido un recurso cutre, está justificado, se marcarán un posible romance, o Martin hará lo habitual, que es liquidar personajes?

Por suerte, esta forma de estirar las situaciones se compensa gracias a que Danza de dragones sigue manteniendo el interés y el dinamismo: han pasado demasiadas cosas como para abandonar ahora por aburrimiento, y desde luego, el ritmo de la narración nunca ha sido tedioso, aunque recurra a algunos trucos para ralentizarla. Además, cuenta con algunas dosis de humor, a veces por parte de los personajes, o a veces por la situación, que se agradece mucho. Y si no fuera poco con los pueblos libres haciendo mofa del vello facial de la reina Selyse, la única aparición de Tommen en todo el libro consiste en el futuro rey hablando sobre sus gatos. Cosa que apoyo incondicionalmente.
  

3 comentarios:

  1. A mí si me gusta la parte de Arya, aunque estos dos últimos libros ha sido más complicado leerlos, porque hay tramos bastante aburridos o que la historia avanza demasiado lenta.

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  2. "Festín de Cuervos" era un manual de Historia de Poniente. "Danza de dragones" es un manual de Historia y Geografía de las Ciudades Libres. De vez en cuando, Martin se acuerda de que además tiene una novela entre manos y hace avanzar un poquito la acción. Y lo peor es que no nos atrevemos a saltarnos párrafos porque igual en esa descripción de cómo se cocina el pollo a la valyria hay alguna pista importante sobre la identidad de la madre de Jon Nieve...

    Y el otro problema, como apuntas, es que para los personajes ha pasado menos de un año desde el final de "Tormenta de espadas", pero para nosotros diez. Y eso acentúa mucho la sensación de "lentitud". Es una especie de "¿Diez años esperando para esto?"

    A ver si un día me animo a hacer una lectura de los dos libros juntos y contároslo.

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  3. Satrian: me gustó más la trama de Arya mientras viajaba con el Perro, me parecía más creíble. Esto de las asociaciones de medio ninjas que empiezan a ser norma en los libros de fantasía me cuesta creérmelas.

    Condesadedia: también es cierto. Gracias a este libro he descubierto que Arya desayuna pan con sardinas, que Jon empieza el día con una cervecita mañanera..y que la gastronomía de Meeren es mala para la salud. Vamos, que si no fuera porque a mi horno le gusta más quemar cosas que a Melisandre, lo mismo terminaba intentando cocinar pastelillos de limón.

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