lunes, 23 de diciembre de 2013

Lecturas de la semana. Por entregas II.


Hace más de un mes empecé a hablar de los folletines y lasnovelas por entregas. El tema quedó un poco en el aire al ser un género que leo muy puntualmente, pero gracias al Proyecto Gutenberg y otras páginas en las que se dedican a digitalizar este tipo de material, he podido disfrutar de un par de piezas bastante famosas en sus días.

 


Ponson du Terrail. Las hazañas de Rocambole. Hay pocos autores que cuenten con su propio adjetivo. Lo kafkiano resulta inquietante, lo lovecraftiano, algo ominoso y con bastantes tentáculos, y lo rocambolesco…algo imposible y difícil de creer. A finales del siglo XIX no era muy extraño que el protagonista de una serie por entregas fuera, más que un antihéroe, un villano. Arsenio Lupin era un ladrón de guante blanco, y Rocambole, un tipo que se pasa todos sus libros desarrollando todo tipo de intrigas para poder hacer fortuna y vengarse de sus enemigos. Pero mientras Lupin era un personaje bastante más positivo, y con un código ético, otros, como Fantômas o el propio Rocambole, tenían una moral más flexible (en el caso del primero, mucho más) en la que los asesinatos, envenenamientos y suplantaciones de la personalidad eran un medio justo para alcanzar un fin.

Las hazañas de Rocambole es el segundo volumen de las aventuras de este personaje, en el que tras abandonar a su muerte al heredero a un título nobiliario, se hace pasar por él, infiltrándose en la alta sociedad francesa, y haciendo todo lo posible para contraer matrimonio con Concepción de Sallandrera, hija de un Grande de España con quien consolidaría su posición. El prometido de esta, y la vuelta de Baccarat, su antigua enemiga, hace que deba recurrir de nuevo a una red de aliados y confidentes a quien no duda en manipular y deshacerse de ellos para alcanzar sus fines.

El desarrollo de la narración está pensado para mantener al lector en vilo, y no para ofrecer una situación creíble o un desarrollo coherente de los personajes: los secundarios son completamente unidimensionales, sin más rasgos distintivos que una capacidad asombrosa para ser engañados como chinos ante las argucias del protagonista. Ninguno, por astuto que parezca, se libra de ser envenenado, asesinado en duelo o estrangulado por Rocambole…Y es que este último no es un genio, es que está rodeado de tontos del nabo.  La acción, y cada giro, sigue el mismo camino: está llena de coincidencias absurdas y pensadas para facilitarle los planes al escritor, que no duda en hacer aparecer dobles malvados en cuanto le haga falta. Pero teniendo en cuenta el carácter negativo de su protagonista, es de esperar que el final no le sea favorable, cosa que du Terrail soluciona con un desenlace bastante irreal y teatrero…que debo reconocer que me ha encantado. A día de hoy se trata de una narración muy fuera de lugar, que recurre a trucos bastante cutres, y cuyos personajes se han quedado desfasados. Pero es también un género que despierta nostalgia de una época en la que era mucho más fácil entretener y sorprender a los lectores.

 


Weird Tales. 1934. Si hoy es difícil encontrar en papel una de las revistas de relatos más populares de los años 20 y 30, más difícil parecía que alguien le dedicara su tiempo a digitalizarla…cosa que, teniendo en cuenta lo que implica esa publicación, se agradece mucho. El pulp, salvando las distancias, sería el equivalente posterior en Estados Unidos a las novelas por entregas: relatos cortos, llenos de acción, pensados para vender revistas y que hoy parecen haber sido escritos con una sorprendente falta de prejuicios y de corrección política. Al igual que en el caso anterior, entre todos los que aparecían en sus páginas, había alguno que hoy se ha convertido en un clásico del terror, la ciencia ficción o el policiaco. Weird Tales fue la revista emblemática de los dos primeros géneros, conocida por haber publicado los relatos de H. P. Lovecraft y Robert E. Howard. Es difícil opinar sobre una publicación entera a partir de un solo número, pero este, de septiembre de 1934, es bastante representativo: los relatos más conocidos son los protagonizados por Conan y Jules de Grandin, el personaje creado por Seabury Quinn. Pero también incluye relatos menores, con tópicos propios de la década como las venganzas relacionadas con el vudú o el espiritismo. Tampoco faltan las ilustraciones correspondientes a cada uno, son bastante descriptivos aún sin recurrir al color ni a imágenes explícitas. Su mayor desventaja es el trabajar con unas normas muy limitadas, como serían tener en cuenta el público para el que escriben, y especialmente, el escribir pensando en las ventas (igual que hoy, vaya), por lo que es preferible espaciar un poco las lecturas de las historietas pulp. A pesar de todo, una de estas revistas, con su batiburrillo de género, resulta más divertida de leer que una antología con un solo tema.   

2 comentarios:

  1. José Miguel García de Fórmica-Corsi24 de diciembre de 2013, 11:52

    Había una vieja edición de Rocambole en Bruguera, pero cuando la tuve en mis manos, en una librería de ocasión, no la compré y ahora me arrepiento (¡cómo desteñia la tinta de las ediciones de LibroAmigo!). En cuanto a Weird Tales, menos mal que editoriales pequeñas como Barsoom o La Biblioteca del Laberinto están sacando una gran cantidad de esas historias: unas serán mejores, otras peores y otras incluso infumables, pero qué delicia... Y qué portadas tenía esta revista.

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  2. Las ilustraciones de la señora Brundage son algo muy propio de la Weird Tales y de la forma de entender ese tipo de narrativa. El trabajo que están haciendo es muy respetuoso, porque son versiones digitales purgadas de relatos que todavía contienen derechos (Vamos, que el tema de la piratería lo llevan al dedillo para no pillarse) y la maquetación es todo lo que se podría esperar para poder leer decentemente.
    También hubo algunas editoriales que sacaron hace pocos años novelas como las de Fantomas, o incluso el Libro de Fu Manchú de ediciones B, pero se quedan en anécdotas porque no son lecturas muy mayoritaria.

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