lunes, 16 de septiembre de 2013

En busca de los libros perdidos II. Terminando más series


Hace dos semanas empecé a rebuscar entre versiones digitales y bibliotecas algunos libros que no había podido terminar. De momento sigo con la misma intención y encontrando otras cosas que tenía por ahí perdidas.



Ramsey Campbell. El habitante del lago y otros indeseables vecinos. Lovecraft fue uno de los escritores que más me gustó cuando empecé a leer cosas serias (es un decir), aunque este contaba con un problema: su bibliografía no es muy grande y es muy probable que cuando eres una chavala impresionable, te quedes con ganas de más mitos de Cthulhu una vez terminado El ser en el umbral. No debí ser la única, porque el ciclo creado por él dio lugar a infinidad de pastiches. Algo así como con Sherlock Holmes, pero con más académicos aterrorizados y abominaciones con tentáculos sembrando el pánico en las páginas. El problema de estos suele ser lo poco innovador y lo ceñidos que están a un patrón determinado, por lo que casi todos los intentos suelen ser un remedo de las historias originales en las que como mucho, se inventan un libro de hechizos nuevo y un monstruo a cada cual más absurdo, que, a diferencia de lo que había planeado Lovecraft, sí puede hacerse desaparecer con unos cuantos explosivos…Supongo que parte de la culpa la tiene el juego de La llamada de Cthulhu y su manía de clasificar y calificar con estadísticas algo que en principio no se podría, pero tampoco me voy a meter con él teniendo en cuenta que en su día me divertí mucho con La máscara de Cthulhu de August Derleth.

Ramsey Campbell en su día también fue un chaval impresionado por Lovecraft, y sus primeros cuentos responden al modelo de Los mitos de Cthulhu. No había podido leerlos en su día, pero me dio curiosidad el ver a día de hoy cómo serían los relatos lovecraftianos de un tipo que en su día, intentó adaptar toda la parafernalia a Inglaterra. Y lo cierto es que hubiera sido mejor leerlos hace mucho, porque después de unos quince cuentos hablando de bichos nuevos, investigadores que desaparecen y de libros desconocidos, me quedé bastante fría. Puede que Campbell hubiera creado su propia mitología a mayores, pero es demasiado mimética con el equivalente de Lovecraft y me dio la impresión de avanzar a través de frases y lugares que había visto ya miles de veces. No le culpo, teniendo en cuenta que su primera historia la escribió cuando tenía 19 años, y es la típica antología que se hubiera disfrutado teniendo menos años y con la obra de Lovecraft todavía fresca en la cabeza. Es una lástima que no hubiera conseguido ese libro entonces, porque hoy, puestos a encontrar referencias lovecraftianas, es mejor buscarlas, y más sutiles, en algunas piezas de Thomas Ligotti.



Lloyd Alexander. Taran el Vagabundo. Las crónicas de Prydain fue una serie que también empecé hace años y se quedó perdida en el limbo de los libros que no aparecen (o que se publican a un libro abusivo para lo cortos que son). A grandes rasgos, Taran, un chico con el poco heroico título de Aprendiz de Porquerizo, vive distintas aventuras, algunas de ellas enfrentándose al hechicero de turno que quiere hacerse con la tierra de Prydain, y más de una, madurando como héroe e intentando conocer sus orígenes. Más o menos consiste en el estereotipo del viaje del héroe, que se ha explotado tanto en sagas destinadas al público más joven como en otras de menos calidad. Esta serie cuenta con todos los arquetipos y escenarios propios del género, algo normal teniendo en cuenta que fue escrita en 1963, y cuenta con dos puntos a favor: está bastante bien escrita, y cuenta con muchas referencias a la mitología galesa, que es lo que la hace más interesante al trabajar con elementos que no soy muy conocidos, como el Caldero Negro.

 

En 1985 podíamos alquilar un vhs donde salía un Lich. Ahora podemos ver High School Musical en Disney Channel. No me gusta este siglo

Hace unos 25 años Disney, en una época en la que andaba un poco desorientada (pero que también sacó cosas muy chulas) hizo una película de animación, llamada Taron y el Caldero Mágico, que intenta adaptar de forma un poco atropellada unos tres libros de la serie. No salió muy bien, pero tiene detalles bastante interesantes y tampoco estaría mal que le dieran una oportunidad a una nueva versión en cine. Además, las aventuras de Taran son un poco menos pesadas que las de los hermanos Pevensie en Narnia.

5 comentarios:

  1. Yo llegué a Lloyd Alexander a través de la película de Disney.

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  2. A mi me encantan los libros de Prydain. Se los daría a leer a mis sobrinos antes que los de Harry Potter, por ejemplo. El uso de la mitología (ejem, ejem, las tres "brujas") es muy acertado. Y rebosa sentido del humor.

    "¡Un Fflam al rescate!"

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  3. Satrian: la película de Disney me dejó una sensación muy rara, como si le "faltara" argumento o se hubieran pasado por alto algunas cosas...Leyendo los libros no me extraña.

    Condesadedía: teniendo en cuenta la fecha, han envejecido mucho mejor que los de la señora Rowling. Además, me gusta mucho más la mitología que emplean, aunque el cuarto libro el pobre Taran parece un personaje de Paulo Coelho.

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  4. Sí, el cuarto es el peor de todos. El autor debía pasar por un periodo depresivo o algo. ¡Pero el quinto es tan "potito"!

    Por cierto, no sabía que eran tan "viejunos". Ahora me explico muchas cosas...

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  5. El quinto me falta todavía, pero al menos los tres anteriores me habían gustado un montón...
    ¿Envejecido mal? Ahora no recuerdo ningún detalle en concreto, pero tengo un ejemplo que hará Pridayn el colmo de la modernez. Ejem, cojo La silla de plata, de C. S. Lewis y leo:
    "Eustace había sido enviado por sus padres a uno de esos colegios donde niños y niñas estudiaban juntos...".
    Se que me meto mucho con Narnia, pero tiene unos detalles la mar de chocantes...Hasta los de Richmal Crompton eran más gamberros, y eso que empezaron en los años treinta.

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